Te espero toda mi vida
Y ahí está Asami, despidiéndose de Korra, viendo cómo se aleja con el barco que la va a llevar a su tribu. Ve esa sonrisa falsa de Korra, esa sonrisa que se fuerza a dibujar en su rostro para no preocupar a sus amigos, pero enseguida se borra cuando ya está lejos de ellos. Esa sonrisa no pasa desapercibida para Asami, quien arquea sus cejas y encorva sus labios hacia abajo mientras lleva sus manos a su pecho.
Mako, Bolin, Tenzin y Jinora también están tristes porque Korra se marcha, pero igual que cuando vieron que estuvo a punto de morir, a quien más le pesaba es a Asami, pues había perseguido un poco al barco de manera inconsciente. Mako se da cuenta de eso, no es idiota, hace tiempo se había dado cuenta de que los sentimientos de Asami por Korra se habían convertido en amor, y un amor puro y sincero, no como el que sintió él por alguna de las dos. Es consciente de ello, así que se acerca a ella y apoya su mano sobre su hombro para llamar su atención.
-Ella estará bien... -La intenta animar de manera torpe.
-Lo sé, pero no puedo evitar preocuparme por ella... -Le responde sin cambiar su expresión de tristeza, sólo que baja las manos y se encoge de hombros, mirando hacia el suelo.
-Asami... -Susurra su nombre con algo de indecisión, hasta que termina por rascarse la nuca y mira algo incómodo hacia otro lado- A pesar de nuestro pasado, sabes que voy a apoyarte cuando lo necesites, ¿cierto?
-Lo sé, gracias -Le responde con una sonrisa, volviendo a mirar al suelo- Tengo cosas que hacer con Industrias Futuro... Nos vemos luego, Mako -Se despide de él y de todos los demás con la mano, caminando de manera ausente lejos de ellos.
Mako la sigue con la vista, preocupado por ella. Siente la mano de su hermano, tal como había hecho él con Asami.
-Vamos, necesita estar sola, si la seguimos se sentirá peor -Le dice encogiéndose de hombros y con esa sonrisa tan inocente que le caracteriza. Diciendo eso deja claro que él, con lo torpe que es, también se había dado cuenta de los sentimientos de Asami hacia Korra.
Mako no dice nada, sólo le sonríe y asiente con la cabeza. Cada uno sigue su camino para seguir con sus asuntos personales.
Asami había aparcado su coche hacía varios minutos. Se había cruzado de brazos sobre el volante mientras miraba hacia abajo, pensativa.
-Dos semanas... -Se repite mentalmente lo que le había dicho Korra.
Tiene la sensación de que no van a ser dos semanas, sino más, y eso le preocupa y le dan ganas de coger el próximo barco que le lleve a la tribu donde nació Korra. Suspira y decide bajar del coche al fin, sabiendo que Korra no le gustaría la idea de que Asami dejara su trabajo por ella; así que toma la decisión de enfocarse en su trabajo a tiempo completo. Tiene que volver a hacer algunas calles de Ciudad República ya que el Presidente Raiko se lo había encomendado, y también le serviría para sorprender a Korra para su regreso. Tal como quiso sorprenderla cuando fue con el aerodeslizador para ir en busca de maestros del aire o cuando le quiso enseñar a conducir por tal de coquetear un poco con ella, aunque este último fuera de manera inconsciente ya que aún no se había percatado de sus sentimientos por ella.
Llega a su despacho y se sienta en la silla, pero en vez de ponerse a trabajar, se gira para ver la ciudad; sus ojos se fijan en un punto fijo hasta que se pone en pie y se acerca a la ventana, apoyando su mano diestra sobre esta mientras sonríe en cuanto una idea maravillosa se cruza por su mente.
-¡Una estatua de Korra! Eso sería perfecto -Piensa en cuánto se había imaginado la estatua de la morena, y que estuviera a la vista desde su despacho.
Así cuando la echara de menos, sólo tendría que ver a la estatua para sentirse mejor. Para algunos sonaría algo ridículo e infantil, pero para Asami le es necesario ya que en verdad la morena se había convertido en la persona más importante en su vida.
-Señorita Sato, Raiko desea verla enseguida -Se escucha la voz de su secretaria desde un aparato tecnológico.
-De acuerdo, hazlo pasar -Le responde al apretar un botón para que la secretaria la pudiera escuchar. Iba a proponerle lo de la estatua, y Raiko iba a tener que aceptarla sí o sí, porque si no va a ser su peor pesadilla.
-Buenas tardes, señorita Sato -Saluda cordialmente el hombre al entrar a su despacho- Me gustaría hablar sobre la reforma de la ciudad, y esas enredaderas...
-Sabes que las enredaderas sólo tiene solución si estuviera la Avatar -Lo corta con algo de dureza- Y sabe su estado y que ya no está...
-Lo entiendo -No le molesta que Asami le haya cortado de esa manera, todos saben lo unidas que están- ¿Ya sabe qué tipo de reforma hará?
-Tenía pensado hacer honor a Korra... Una estatua -Le comenta cuidadosamente, para no sonar muy agresiva. En todo caso ya sería después.
-¿Una estatua? -Se quedó pensativo unos segundos hasta que se encoge de hombros- Claro, ha hecho mucho por esta ciudad después de todo -Responde tranquilamente, algo que sorprende a Asami ya que creía que le iba a costar más. Sólo puede sonreír tiernamente.
-Bien, entonces trabajaré enseguida en ello y en algunas calles que he pensado hacer -Le dice sentándose en su silla- Si quiere puede pasarse mañana para enseñarle los planos
-Me parece bien, nos vemos mañana entonces -Se despide cordialmente y se retira, dejando sola a Asami.
-Bien, manos a la obra -Se dice a sí misma para sentarse y empezar a trabajar en lo más importante para ella: la estatua de Korra.
Quiere buscar una posición perfecta para su mejor amiga, el tamaño perfecto y la vista perfecta desde su despacho. La verdad, con todo el entusiasmo que le pone y las ganas, no se tarda ni 3 horas en terminar el boceto. Sonríe satisfecha y mira a una foto que tiene en su escritorio; la foto es del equipo Avatar, una foto durante su viaje en la búsqueda de maestros aire y se nota porque Asami está al lado de Korra, con su antebrazo apoyado en su hombro dando a entender su gran cercanía en aquél viaje.
Sonríe dulcemente y acerca sus dedos al rostro sonriente de Korra, acariciando suavemente la foto. ¿Cuándo volvería a ver esa sonrisa que mostraba tanta fortaleza y decisión? ¿Cuándo volvería a ver a esa Korra que la enamoró tan poco a poco y con tanta naturalidad, que ni Mako logró eso? Suspira y cruza sus brazos sobre la mesa, hundiendo un poco su rostro entre ellos mientras sigue mirando la foto.
Se pone a pensar y a recordar. Mako, ese chico lindo que conoció porque lo atropelló y ni tan siquiera se conocieron, pues en el mismo momento de la cita ya estaban saliendo juntos. ¿Qué tipo de amor era ese? Un amor platónico, un capricho que la volvió egoísta y celosa al extremo. Pero, ¿celosa de qué? Korra siempre le agradó, nunca la odió por mucho que los demás dijeran lo contrario y es cierto que ambas tenían una distancia bastante clara por Mako, pero ella nunca se enfadó con ella sino con Mako, el chico que supuestamente debía estar a su lado, lo hacía cuando Korra se lo decía y para colmo, tardó bien poco en irse con la una y la otra entre ruptura y ruptura.
No odiaba a Mako y cuando supo dejar de lado su capricho por él, pudo empezar a darse cuenta de quien en verdad latía su corazón: por la indomable Avatar Korra, la que siempre le sonreía y apoyaba a través de los demás. Simplemente se había enamorado de ella sin remedio alguno, y le gustaba que su corazón la hubiera elegido a ella.
Saca la cara de entre sus brazos y sigue con los bocetos, esta vez con algunas calles que tiene que reformar, teniendo en cuenta las enredaderas que tiene aún Ciudad República. Y sin darse cuenta, ya habían pasado esas dos semanas que había dicho Korra que no estaría; lógicamente no había vuelto, y Asami ya estaba escribiendo su cuarta carta hacia la morena, diciéndole lo mucho que la extrañaba y que sin duda alguna, Ciudad República no era lo mismo sin ella. Añade algunas cosas de su empresa para amortiguar sus ganas de verla y así no agobiar a su Avatar favorita.
Pasan los días, las semanas y los meses y Asami cada vez se centraba más en su trabajo, hasta tal punto que cuando pasa un año ya no tiene contacto ni con Mako, ni con Bolin y a duras penas con Tenzin, ya que este es quien en verdad iba a ver a Korra de vez en cuando. ¿Por qué ella no iba? Quiere respetar su espacio, no quiere ser egoísta, así que sigue escribiéndole una carta prácticamente a diario. La angustia puede con ella cuando no recibe ninguna de vuelta, cada vez preocupándose más por ella.
Ya han pasado dos años, y Asami ha perdido todo contacto con cualquier amigo suyo de lo centrada que estaba con su trabajo y las reformas de la ciudad y su propia empresa. Está sentada en su escritorio, leyendo de manera aburrida cada carta que le llega día tras día, todo relacionado con su empresa a excepción de las cartas constantes de su padre que le rompen el corazón.
Su padre le pide su perdón, carta tras carta, cartas que Asami le cuesta leer ya que las lágrimas terminan acumulándose en sus ojos. Así que termina dejándolos a un lado, hasta que pasando las cartas sus ojos se ensanchan y una sonrisa llena de felicidad se dibuja en su rostro: por fin recibe una carta de Korra, cual abre con delicadeza pero con emoción.
Lo lee con gran felicidad, pero esta felicidad se va desvaneciendo igual que su sonrisa que va siendo sustituida por una expresión triste, la misma que cuando estuvo a punto de perderla por culpa del veneno.
-Korra... -Susurra su nombre preocupada por ella.
¿Estaría bien ir por ella y estar a su lado? No, no puede, tiene que respetar su espacio. Sacude la cabeza y no tarda en coger una hoja para empezar a escribirle la respuesta a Korra, secándose los ojos de vez en cuando ya que las lágrimas se acumulan en sus ojos.
Escribe tantas veces la carta que no sabe cuánto papel ha desperdiciado, pero cuando cree que ya ha quedado perfecto, llama a su secretaria para mandarla a correos.
Soporta el peso de las lágrimas y le sonríe falsamente a la chica para no preocuparla, pero cuando se queda completamente sola y ya se ha acercado a la ventana, rompe a llorar. Se deja caer suavemente sobre sus rodillas y hunde su rostro lleno de lágrimas entre sus manos.
-Korra... Vuelve, por favor...
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