El pasador
-¡Korra, vuelve aquí! –Exclama su padre persiguiendo a la niña de cinco años por la casa.
-¡No quiero! –Exclama la niña con una coleta encima de la cabeza y un pasador de color azul sosteniendo su flequillo para que no le molestara a los ojos.
-¡Pero a quien se le ocurre teñirme el pelo de rosa!
-¡¿Y a quién se le ocurre dejar un spray de color cerca de una niña como yo?! –Se atreve a retarle la niña mientras seguía huyendo- ¡Y sólo han sido tres mechones! –Sigue defendiéndose hasta que se esconde tras las piernas de su madre- ¡Mamá, dile que no fue culpa mía!
La mujer estaba en la cocina con Naga a su lado, preparando la comida hasta que ve como Korra se esconde tras ella. Pestañea un par de veces los ojos y ve como su marido está en la puerta y de brazos cruzados, con cara de pocos amigos.
-Recurrir a mamá no es justo –Se queja el hombre hasta que su rostro se cambia a una de "oh, la que me espera" al ver la expresión de su mujer al verlo.
-¡Espera aquí, voy por una cámara! –Exclama entre risas la mujer para salir corriendo a por la cámara.
-¡Mira lo qué has hecho! –Se queja infantilmente el hombre con un fuerte rubor en sus mejillas.
La niña no habla, sólo puede romper a reír y sujetarse su panza al dolerle de tanto reír mientras Naga se aparta un poco al verse venir la guerra entre ellos dos.
-Con que te ríes, ¿eh? –Sonríe de manera maliciosa- Muy bien, vas a recibir tu propia medicina –Saca el spray de su bolsillo y se va acercando lentamente a su hija a modo de depredador mientras ella retrocede los pasos.
-¡No, ni hablar! –Y buscar con que huir, pero su padre la atrapa a tiempo para empezar a colorear su coleta con el spray- ¡No, detente, detente! –Patalea intentando escapar de su enorme brazo que la tiene cautiva.
-¿Qué está ocurriendo aquí? –Pregunta con una bonita sonrisa la mujer tras ellos.
Ambos sienten como la sangre se les hiela, girándose poco a poco para ver el desastre que han ocasionado. Senna pestañea un par de veces los ojos hasta que ríe suavemente y los enfoca con la cámara.
-Decid ¡"patata"! –Y ambos sonríen de manera muy forzada ante la cámara- ¡Qué monos! Ahora id a quitaros ese color del pelo anda –Les dice aguantándose un poco la risa floja.
Los dos hacen un pequeño puchero con la boca y obedecen a la mujer. Así que saltémonos lo aburrido, es decir, no tiene nada de interesante ver como ambos se quitan el color rosa de su cabello y cuando la comida estuvo lista, se ponen a comer. No tiene sentido incluso, es el día a día de cualquier persona. Tan sólo pasemos a lo que en verdad importa en esta historia.
-¡Mamá! ¡Papá! ¡Voy a sacar a Naga! –Exclama ya en la puerta y con el abrigo puesto.
-Vale cariño –Y dicho eso, poco se tarda la niña en salir con su mascota y con Tonraq poniendo cara de pocos amigos- Vamos cariño, no le va a pasar nada, no vivimos en un lugar donde haya que vigilarla siempre
-Sigue sin gustarme dejarla sola, tiene sólo 5 años...
-Sólo por esta vez, ¿de acuerdo? Eso la ayudará a ser responsable también, ¿no crees? –Le dice con mucha dulzura, una dulzura que siempre logra calmar los nervios del hombre.
-Está bien... -Cede ante los argumentos de su esposa tras un largo suspiro.
Korra pasea tranquilamente por las calles al lado de Naga. No la tiene sujeta con ninguna correa ya que no le gustaba tenerla así, Naga es su amiga, no una esclava que tiene por diversión, así que decidió tirar la correa y tratarla como una más en la familia.
Los paseos solían ser largos y siempre jugaba con Naga, pero el día de hoy sería algo distinto, pues Naga se para de golpe y mira a su alrededor.
-¿Naga? ¿Qué ocurre? –Y sin previo aviso, Naga arranca a correr- ¡Naga, espera! –La sigue como puede, pues sus piernas no dan tanto como los pasos de un adulto ni la de su compañera- ¡Naga! ¡Naga! –Repite su nombre varias veces, hasta que ve como en una esquina su compañera se detiene, esperándola. Llega con el aire entrecortado- ¡¿Por qué saliste corriendo así?! –Se queja como la niña que es, hasta que ve como su amiga le señala con la mirada y un ladrido en una dirección en concreto y se pone a caminar un poco más tranquila- ¿Naga? ¿A dónde me llevas? –La sigue con muchísima curiosidad.
Naga la guía hasta un cementerio y la espera en la entrada de esta en cuanto ve como Korra duda unos segundos antes de animarse a seguir siguiendo a su compañera, pues al ser de día el lugar no da tanto miedo como de noche, ya a que es cuando nuestra imaginación nos la juega más.
Mira a su alrededor un poco nerviosa, llevando sus manos a su pecho como si estuviera abrazando a un peluche pequeño. Deja de mirar hacia su alrededor cuando Naga da un solo ladrido para llamar su atención, y en cuánto sus ojos azules se fijan como su amiga le señala con la vista a una niña, es cuando se olvida un poco de que está en un cementerio.
Se fija en esa niña; debe de tener más o menos su edad y está arrodillada en frente de una tumba, llorando y tapando su rostro con sus pequeñas manos. Korra acaricia la cabeza de Naga y camina un poco tímida hacia ella.
-¿Hola? –Saluda algo insegura, y a modo de respuesta, esa niña la mira sorprendida y con el rostro empañado de lágrimas.
-Hola... -Saluda con muchísima tristeza.
La morena había abierto los ojos de par en par al ver lo bonita que es esa niña, sobre todo ese pelo color negro y esos ojos verdes tan atrayentes. Sacude la cabeza y se acerca un poco más a ella.
-¿Estás bien? –Pregunta aún de manera tímida, y a pesar de que la pregunta suena muy tonto, es normal que lo haga una niña tan pequeña como ella.
La niña le intenta sonreír de la manera más dulce que puede, pero se le encorva los labios al intentar aguantar las lágrimas y tapa de nuevo su rostro con sus manos, rompiendo a llorar de nuevo mientras niega una y otra vez con la cabeza a modo de respuesta a su pregunta.
Korra y Naga dan un pequeño respingo, mirándose mutuamente al no saber qué hacer. Al poco rato Naga se le acerca cuidadosamente, colando su morro por debajo de sus manos y acariciar con su hocico su barbilla, cuando logra apartar un poco sus manos, lame su mejilla y la mira con la cabeza girada y las orejas levemente levantadas.
-Intenta animarte –Le dice Korra con una sonrisa de las suyas, balanceándose sobre sus pies.
Hay que recordar que la pelinegra es una niña, así que es obvio que se va a lanzar a abrazar a Naga para llorar un poco más. Al cabo de unos segundos, la ojiazul se anima a acercarse a la niña y apoyar su mano en su espalda, sin saber que decir y simplemente dejar que llorara todo lo que necesitara.
Por curiosidad, mira a la tumba que la niña llora con tanto desconsuelo y sólo ve el nombre de una mujer: Yasuko Sato y la fecha de su nacimiento y fallecimiento; al parecer, había fallecido hace un par de días.
-¿Era tu madre...? –Le pregunta lo más delicada que puede, y la niña sigue sin hablar, pero tal como antes, asiente con la cabeza lentamente- Lo siento... -La ojiverde niega de nuevo con la cabeza y se limpia las lágrimas con su mano.
-¿Por qué te disculpas?
-Es lo que se suele decir en estos casos, ¿no...? –Y se da cuenta de algo- ¡Pero si sabes hablar! –Exclama de manera algo exagerada, señalándole con el dedo.
Ante esa reacción bastante divertida a ojos de la pelinegra, sólo puede reír muy suavemente.
-Eres muy graciosa, gracias –Agradece mirándola como si fuera una señorita, y es que se nota con una simple mirada de que ambas vienen de una clase totalmente distinta. Korra sonríe de oreja a oreja y acariciándose la cabeza de manera algo torpe- Ella... Falleció de un tumor... -Susurra muy dolida y mirando al suelo, no queriendo mirar a los ojos a su nueva compañera ni a su amiga.
Korra se queda blanca al oír eso, con la boca algo abierta e intentando pensar en algo coherente para decirle y que no sea una estupidez, pero se queda callada durante bastante rato sin darse cuenta.
-Y-Yo... Yo... -Intenta articular algo hasta que la ojiverde la mira con una sonrisa entre dulce y forzada.
-No tienes por qué decir nada –Apoya suavemente la cabeza sobre el lomo de Naga.
Korra arquea ambas cejas para dibujar un rostro entre de preocupación y tristeza, hasta que pone una de esas caras suya de "¡ya lo tengo!". Se quita su pasador y con mucho cuidado, se la pone a la niña; ante aquello, la pelinegra pestañea un par de veces los ojos y lleva una de sus manos hasta el pasador.
-¡Listo! Anda, pues te queda bien –La halaga con una sonrisa de oreja a oreja.
-Gracias... Pero, ¿por qué me lo das? –Pregunta curiosa y aun acariciando sutilmente aquel pasador.
-¡Un regalito para que te animes mucho, mucho! ¡Así de mucho! –Termina diciendo extendiendo los brazos de un lado hacia otro e hinchando un poco el pecho con una enorme sonrisa.
-G-Gracias –Agradece de manera algo tímida pero muy agradecida, y por fin sonríe de manera muy dulce aunque algo sutil, pero lo suficiente para que Korra se alegrara de verla feliz.
-¡Ah! ¡Se hizo tarde! –Exclama al ver que el cielo se tornaba de un color anaranjado- ¡Mamá y papá se enfadarán, vamos, corramos Naga! –Naga da un ladrido a modo de respuesta y empiezan a correr- ¡Espero verte pronto y que ya no estés tan triste! ¡Hasta otra! –Le iba diciendo a medida que se alejaba corriendo como alma en pena.
La ojiverde se había quedado sorprendida que de un momento a otro saliera corriendo de esa manera, pero era normal a la edad de ambas. Termina riendo suavemente y mirando a la tumba de su madre con una sonrisa tierna, aún con su mano sobre el regalo de la morena.
-Gracias por traerme compañía, mamá –Agradece para levantarse y marcharse a su respectiva casa.
-¡Llegué! –Exclama a todo pulmón la niña abriendo la puerta de golpe.
-¡Korra! ¡Te tardaste! ¡¿Sabes qué nos preocupaste?! –Le regaña Tonraq.
-¡Lo siento! Pero había una niña llorando –Se defiende con un puchero y el ceño levemente fruncido, clavando su mirada en la de su padre.
-¿Una niña? –Arquea una ceja.
-¿Y la ayudaste cariño? –Le pregunta la tan relajada Senna, agachándose hasta ella.
-¡Sí! Le regalé mi pasador para que se animara
-¿En serio? –Le sonríe con mucha dulzura su madre.
-Sí, ella lo necesitaba más que yo –Dice con gran orgullo y con una sonrisa de oreja a oreja.
-Eso es muy bonito –La halaga su madre.
-Lo es, y por eso estamos orgullosos de ti –Le dice ahora Tonraq abrazándolas con fuerza a ambas.
¿Sabéis lo mejor de esta historia? Es que esa niña pelinegra, ahora con 18 años, sigue cuidando ese pasador como su más mayor tesoro y con la leve esperanza de encontrarse con la niña que la hizo reír en sus peores momentos.
Korra también desea lo mismo, buscándola incluso de vez en cuando al cementerio, ya no temiendo más de este lugar gracias a ella.
Es bonito saber que su encuentro está más cerca de lo que ellas creen, ¿cierto?
..........................................................................................................
Este oneshot está ambientado en un minicómic que vi por DeviantArt, pero desgraciadamente perdí el enlace cuando mi ordenador se rompió.
Si os ha gustado, por favor, dejad una review ya que eso anima mucho a las escritoras y escritores a seguir escribiendo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro