Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

La hora de la prueba

Parecía que no íbamos a ningún lado. Yo sabía que era bueno el final, pero no entendía bien el camino. Entonces, una semilla se hizo árbol y ahora fruto por mil ella sola dará.

No está sola si muere, si se entrega, al crecer fruto por mil la semilla dará.

El amor nos inspira y sabiendo que hicimos crecer la vida en medio de la vida nos volvimos caminantes, sembradores de semillas; nobles peregrinos en el campo y en la misa.

Qué ternura nos invade al saber que fuimos viento, que sos fuego y somos vid. Bendito artesano que nos hacés crecer y nos das forma como barro que se hace cántaro, como campo dando frutos, como la madera convertida en cruz...

***




Mantenía la mirada baja para que no notaran mi nerviosismo y creyeran que mis respuestas eran meditaciones improvisadas a sus tonterías y comentarios. Gladio estaba sagaz, afilado como cuchillo de cirujano. Parecía dar con información precisa casi por ósmosis, como si las respuestas le nacieran solas o si alguna especie de genio maligno se las dictara al oído. Me temo que ese tipo de capacidad podría no resultar ser para él en ningún don, sino más bien todo lo contrario...

—¿Podrías volver a explicar todo de vuelta, por favor? —suplicó Vir que acababa de llegar al viejo café en la esquina del parque.

—Sí. A pesar de que Serena perdió el diario...

—¡Que no lo perdí, maldición!

Todos nos llevamos las manos a la boca al escuchar a mi novia maldecir por primera vez, Gladio continuó.

—Como digas. El asunto es que medité sobre el por qué matarían a Trip y entendí que sólo había un motivo: él salía con mi hermana —Muchas voces comenzaron a sumarse para abuchar el pensamiento machista de nuestro amigo werito chulo, pero él no cedió ni un centímetro en sus apreciaciones—. Como ya dije, él salía con mi hermana y al no ser de nuestra «clase», quizás alguien decidiera que lo mejor sería exterminarlo.

Era bueno, debía admitir. Vir se llevó una mano a la cabeza como si ese tipo de ideas le causara pavor. Quizás había entendido que ella estaba en la misma situación que Trip con respecto a Gladio.

—Entonces investigué. No me complace lo que les voy a decir, pero no tardé nada en encontrar al responsable de contratar a esos asesinos: fue mi madre —Las miradas se opacaron volviendo el silencio un ente casi tangible—. No debería de extrañarme sabiendo como es: siempre fue una manipuladora que veía a Lillie como su niñita pequeña y no toleró verla con ese tipo... Tengo que reconocer que al final la muerte de Trip ha sido mi culpa. Sin ser esa mi intención, yo le dije a James que ellos dos salían. Mi mayordomo fue quien le contó a Lusamine ocasionando que esa misma tarde el bastardo de Trip muriera.

Abracé a mi novia para ayudarla a calmar esos impulsos de dolor y tristeza que la avasallaban cada vez que una injusticia se presentaba ante ella y sentí como su mano apretaba la mía bajo la mesa. Estaba indignada.

—¿Que si mi madre es una asesina? Nadie mantiene el poder sin ensuciarse las manos, por eso yo lo rechazo con tanto ahínco —Gladio nos miró repentinamente señalándonos con un dedo—. Pero al menos algo bueno salió de todo esto: sé cuál va a ser la próxima víctima de esos tipejos.

Agucé el oído para no perder detalle de lo que el rubio idiota estaba diciendo. ¿Cómo era posible que supiera a quién pensaban matar aquellos inconscientes en su próximo ataque? No tenía sentido... Como si fuera poco, Gladio se tardaba en hablar.

—¡¿A quién?! —apuré yo ante su gesto inexpresivo y su respuesta pendiente.

—No puedo estar seguro al cien por cien —continuó—, pero según Madre, ellos no dejan rastro, y todo aquel que los quiera descubrir se convierte en un problema.

—Te refieres al detective —adivinó Vir en tanto el chico con el que salía, aún sin admitirlo en público, afirmaba sin mover los labios. Estos niños son más intuitivos de lo que hubiera imaginado, eso no podía ser bueno...

—¿Cuándo? —cuestioné sólo para ver qué tan bien estaba enterado.

—No lo sé —Mi corazón volvió a latir con normalidad—, por eso sólo nos queda vigilarlo. No va a ser muy difícil, está sobre ustedes dos desde hace rato.

—¡¿Dónde, dónde?! ¡Quítamelo, quítamelo! —jugueteó mi novia sacudiéndose el polvo exageradamente. A pesar de reír por su broma al igual que los demás, no pude ignorar que lo que dijo Gladio era completamente verdadero. A pocos pasos de donde estábamos reunidos, un hombre envuelto en su sobretodo bebía café ojeando ocasionalmente su diario, ese era sin dudas el señor Lannif.

—Procuren mantenerse siempre alertas, podría suceder de un momento a otro —indicó el de ascendencia aloliana y se dispuso a partir—. Vir y yo vamos a estar atentos al teléfono, por si necesitan algo, pero lo mejor es que no estemos juntos todo el tiempo, así aumentan sus chances de atacar.

—Me parece una tonta idea —contrarió Serena, pero yo me apuré a alegar.

—¡A mí me parece fantástico! —La pelimiel me dirigió una mirada soprendida—, ya nos vieron enfrentarlos más de una vez, no dudarán en matarnos si nos pueden encontrar a todos juntos. Si nos atacan separados aumentarán las sospechas, pero si estamos juntos les ahorramos el trabajo. Lo mejor es que seamos simples vigilantes y podamos impedir sus planes con inteligencia y no con la fuerza bruta como veníamos haciendo. ¿Qué les parece?

—Sí piensas —elogió el de ojos color olivo permitiendo que mi plan diera frutos.

—Manténganse atentos a sus celulares y no se alejen mucho —indicó mi novia.

—¡Y suerte en su cita! —exclamé yo ocasionando que ambos se sonrojaran.

—¡No es una cita! Sólo estamos manteniéndonos al margen para poder responder mejor. Muy bien chicos, esperaremos su señal... Por cualquier problema estaremos en el parque tirados en el pasto observándolos desde la lejanía.

—Van a tener un día de picnic en pareja —observó Serena con un gesto cansado en el rostro.

—¡Que no es una cita!

Aunque el rubio se fue ofuscado tras contradecir con eso último, la chica de la bufanda azul se acercó a mi novia susurrando por lo bajo. —Sí es una cita —Y ambas sonrieron emocionadas ante la noticia.

Sólo debía mantenerlos ocupados hasta llegar la noche y que se fueran a dormir, incluso podría disfrutar la tarde con la chica que me quitaba el sueño conversando trivalidades o leyendo un nuevo capítulo del libro que teníamos pendiente y que veníamos recorriendo juntos en cada ocasión que nos ganaba el silencio, pero para mi desgracia el detective no tardó en acercarse a dialogar.

—Es muy curioso verlos a los cuatro juntos aquí de nuevo... ¿será que traman algo?

—¿Algo como ser amigos y disfrutar en un café? —ironizó Serena.

—Qué curioso que justamente los tres mayores sospechosos se junten después del asesinato de esos chicos —Lo miramos molestos y con deseos de preguntar por qué para él éramos los mayores sospechosos cuando la policía apuntaba a pokémon salvajes y otras manías. Si pretendía sacarnos información iba por mal camino, yo creo que sólo pretendía provocarnos.

—Ya éramos amigos antes de los homicidios —apunté.

—No es lo que afirman los demás chicos del colegio. Según sus amigos, el señorito Gladio no formaba parte del grupo, más bien se la pasaba solo o bailando en una especie de juegos infantiles, mientras que esta extranjera acaba de llegar desde Kalos. Su llegada fue el punto de partida para que se desencadenaran los hechos que nos traen aquí, ¿no les parece curioso?

—¡No es cierto! —contrarié—. El año pasado también hubo dos alumnos muertos: Max y Yurika, ambos hermanos de sangre de dos de mis mayores amigos. ¿Qué hay de diferente ahora?

—Esos niños murieron fuera de la ciudad al caerse un puente. Estaban en un día de camping.

—Estaban escapando... —susurré y apenas notar que lo había dicho en voz alta me arrepentí de haberlo hecho.

—¿Escapando dices? De qué, si se puede saber.

—Del lugar en el que acampaban con su familia. Verá usted, nosotros somos huérfanos, vivimos en un hogar de niños abandonados en las afueras y ese día ellos habían ido a acampar con sus hermanos, pero...

—Ustedes no son de un hogar de niños cualquiera, son criminales —resaltó el detective que estaba más enterado de mi vida de lo que a yo hubiera querido.

—Lo fuimos, sí, y es por eso que nos resguardaron para reintegrarnos a la sociedad...

—No sólo eso, sino que además usted no es huérfano. La esposa de ese hogar es su verdadera madre.

Sentí el apretón de la mano de Serena debido a la sorpresa de tan repentina noticia.

—Eso me dijeron, pero no sé si creerles. Ella me usaba para pedir monedas, nunca supe si realmente Delia era mi madre o no, pasé por tantas...

El detective, lejos de apiadarse por mi historia, se mofó con una risa sarcástica. —El lugar donde viven ustedes no es más que una prisión de menores, propia de los delincuentes.

Quise contestar, pero la chica que apretaba mi mano se me adelantó. —¡Oiga, no le hable así a mi novio! —Entonces, una faceta yandere que jamás hubiera esperado afloró en Serena apuntando al aterrado detective con la cucharita del café justo al cuello... ¡qué bueno que no pedimos panqueques de esos que te sirven junto a un cuchillo!

—¡A-ame-menazar a u-una p-pe-p-persona es un delito!

—¿Sí? Qué suerte que soy menos de edad.

El detective se alejó echando insultos y maldiciones a los cuatro vientos dirigidas principalmente a Serena como así también a su madre, a mí y a los demás.

—No podemos perderlo —insinué yo. Ella en un principio pareció no importarle, quería hablar de algo pero las palabras no le salían. Luego de unos segundos volvió en sí y decidió que no sería mala idea seguirlo de lejos mientras que Fennekin lo hacía de cerca dado que la flor ígnea que había aprendido a hacer era visible desde una gran distancia.

Acompañamos sus pasos a casi doscientos metros, distancia que bien podríamos recorrer en cuestión de segundos de ser necesario, y desde lejos veíamos como Lannif caminaba levantando el rostro cual engreído por la vida e insultándose con los transeúntes de manera ocasional. Esto último nos causó tanta risa que comenzamos a jugar a ponerle diálogos a las cosas que creíamos que podría estar diciendo.

—Señora, ese vestido es muy rojo para ésta época del año, ¿no será que usted acuchilló a su marido? —bromeó Serena cuando Lannif fue chocado por una jovencita que se alejó sin ofrecer disculpas siendo rodeada por lo que probablemente serían miles de improperios por parte de éste último.

—Antes esos dos floreros estaban cinco centímetros más separados. Seguramente alguien los puso ahí para que me tropezara —dije cambiando mi voz para que sonara como la suya al verlo saltar la maceta de un vivero que se exhibía en la vereda.

—¡No voy a cruzar la calle! Desconfío de aquella conductora de motocicleta porque no lleva su casco reglamentario —Serena imitaba con todo su cuerpo al hombre quien, a pesar de que el semáforo estaba en verde permitiéndole avanzar, se había quedado mirando fijamente a una chica regordeta que frenaba su vehículo en la vereda de enfrente y bajaba para ingresar a una tienda. Luego echamos a reír cuando el semáforo cambió y el tonto detective salió disparado antes de que los coches avanzaran.

—¡Oh, miren a ese niño de ahí! No tiene padres, debe ser un criminal —imité yo cuando Lannif esquivó casi con asco a un niñito que jugaba solo en la vereda de una pizzería. Serna captó el enojo en mis palabras y apoyando sus manos en mis hombros me obligó a mirarla a la cara para anunciar.

—No le hagas caso a ese papanatas, tú no eres así. Eres bueno Satoshi, yo lo sé.

Sus palabras, su mirada, su beso... algo en lo que acababa de hacer Serena me conmovió más de la cuenta y sin poder controlarlo me puse a llorar. Es extraño, hace un minuto reíamos del enemigo público número uno y ahora caminábamos aferrados el uno al otro mientras que ella insistía en que yo era una buena persona, aún sin saber la intimidad de mi vida y de mis intenciones.

Vir y Gladio se olvidaron de nosotros y tras casi dos horas de perseguir al tipejo recordaron que debían estar atentos y nos llamaron por celular para confirmar nuestro paradero, encontrándose con que hacía un buen rato que aquel detestable sujeto había entrado a su casa y la única actividad visible fue la llegada de un delivery que le trajera una enorme caja de comida china. Pronto vimos al muchacho salir muy molesto tras su encuentro con Lannif. Probablemente a él también lo haya criticado.

—Anochece. Lo mejor será que regresen —opinó Gladio tras debatir sobre esa idea brevemente con su acompañante.

—Sí, no podemos quedarnos toda la noche mirándolo, si lo descubre podría acusarnos de acoso —aceptó mi novia. Yo me apuré a decir.

—¿No se ofenden si me quedo un rato más? Quiero estar seguro de haber cuidado de él todo lo posible. Después de todo, es nuestra última oportunidad.

—Me quedaré contigo —afirmó la dueña de mis suspiros.

—No, tú tienes que llegar temprano. He visto a tu madre entrenar con más ímpetu al Rhyhorn gruñón. Yo creo que pretende hacerlo evolucionar, y mi Totodile no podría contra un pokémon así.

Serena carcajeó ante la idea y tras verificar mi seguridad en los hechos y que yo afirmara no quedarme más de media hora, ella partió.

Es difícil incumplir de una forma tan vil a mis promesas, pero mi fin era noble: no podía permitir que ella volviera a inmiscuírse en las cosas de mis hermanos. Si Padre se enterara de que la que todo este tiempo estuvo intentando frenar a los chicos había sido precisamente mi novia lo más probable es que no la dejara respirar por mucho tiempo más.

Envié un mensaje con un número anónimo al teléfono de Lannif y bajé a la acera para posicionarme en la esquina a fin de tener tiempo de verlo pasar.

—¿Sabes amigo? Después de ésto se terminarán todos nuestros problemas —Pikachu fregó sus mejillas contra mi cuello feliz por la noticia y pude notar como el detective, aún acelerando su automóvil, tuvo tiempo de mirarme al pasar por cerca de nuestra postura—. Onda trueno.

Un fugaz destello proveniente de mi pokémon se disparó en dirección al hombre distraído haciendo que su cuerpo se paralizara apretando el pedal a fondo, causando una aceleración desmedida de su automóvil por medio de las calles desérticas hasta frenar su marcha varias esquinas más abajo en un choque atronador que desencadenara una explosión impresionante.

—Inteligencia y no fuerza bruta.

Guardé mis manos en los bolsillos de mis pantalones vaqueros y bajé la vicera de mi gorra para que nadie pudiera verme al rostro mientras me alejaba del sitio donde había consumado los hechos. Este tipo era un problema, y yo no permitiría que nada ni nadie amenazara la paz que estaba viviendo con Serena.





***


NA: Hola a todos, espero la historia sea de su agrado, y perdón por tardar en actualizar. No olviden votar y dejar sus comentarios que ya que esto les llega gratis, es lo menos que pueden hacer para agradecerlo, ¿no? :P

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro