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Explicaciones

Pikachu jugaba con Fennekin entre las piernas de los muchachos en tanto ellos permanecían en un dialogo entrecortado compuesto en su mayoría por frases hechas y alguna que otra ocurrencia ocasional por parte de Serena que Satoshi celebraba con una breve sonrisa la cual se le volvía incómoda entre los labios.

—No era una mala chica, ¿sabes? Me duele lo que le pasó —comentaba El pierde ligas empujando a su roedor eléctrico para que la zorra pudiera alcanzarlo.

—A mí no me trató bien... intentó lastimarme, de hecho, pero no merecía morir así.

—Nadie lo merece.

Serena se dejó caer sobre la hierba y Satoshi la acompañó en el gesto casi al instante.

—Es que es tan injusto; esta gente se cree con el derecho de decidir quién vive y quién muere.

—A decir verdad, sí que era una chica mala...

La charla continuaba su ritmo pausado donde las brisas infrecuentes tenían oportunidad de sacudir la hierba dos o tres veces antes de que alguna frase se volviera a oír.

—No importa si era buena o mala, nadie merece morir.

El entrenador giró sobre el césped aún a riesgo de manchar su blanco uniforme para mirar mejor a su novia antes de plantear.

—Podría haber hecho más cosas malas.

—O podría haber hecho cosas buenas... No se sabe.

—Ya no lo sabremos.

—La mataron.

—Eso es seguro.

Se quedaron acostados un rato en el verde manto vegetal, con las manos entrelazadas y sus respectivos pokémon intentando darles ánimo al situarse sobre sus pechos hasta que al final no fue la alegría quien llegó primero, sino un estruendoso golpe siniestro que los hizo estremecerse de dolor antes de situarse el uno frente a la otra a fin de proteger a su amada.

—¡Quiénes son! —inquirió Satoshi. Serena no se quedó atrás y junto a Fennekin tomaron posición de batalla junto a sus compañeros.

—Eres hombre muerto, Satoshi. Por tu culpa Dawn... ¡mi Dawn! —Escucharon decir a alguien detrás del Umbreon agresor. Pronto una nueva voz se alzó para incorporar sus intenciones a la primera.

—Si no fuera por ustedes nada de esto habría ocurrido. Lo pagarán muy caro.

Un meteoro dragón descontrolado arremetió con todos los presentes causando un gran daño no sólo en los pokémon del par de enamorados, sino también en los de sus agresores. Gary e Iris se dejaron ver detrás de aquel enorme Hydreigon esquivando los ataques del dracónido que acompañaba a la morena.

—¡¿Cuál es su problema?! ¿Qué acaso no respetan ni su propio duelo ustedes? —gritó El mostaza—. Iris, apenas ayer te rescaté de ese enorme Abomasnow, ¿y hoy vienes a pelear contra nosotros? ¡No somos tus enemigos!

—¡Sí lo son! —Vociferó ésta última sin dejar de esquivar los ataques que su propio pokémon les propinaba—, por culpa suya Dawn ahora está muerta.

—¿Pero de qué hablas? —Serena estaba ocupada tratando de frenar al Umbreon de Gary, situación que casi no le daba tiempo de respirar. Para su fortuna, fue su contrincante quien respondió.

—La única manera en que alguien supiera que nos podía encontrar ahí es que ustedes nos hayan tendido una trampa. Todos sabemos en lo que está metido, Satoshi, no puedes ocultarlo. Te destruiré, maldito desgraciado, engendro del infierno.

La peli miel sabía que ese momento era la oportunidad adecuada para avanzar contra el pokémon del nieto de Oak, pero sus palabras la habían desconcertado: ¿a qué se refería Gary con lo que Satoshi estaba metido? ¿Qué era lo que le escondía su novio?

Calmó su mente para no desconfiar antes de tiempo. No podía dejar que justo ellos los separen. Probablemente todo fuera falso, una acusación tonta para difamarlo y poder así tener más chances de hacerles daño al encontrarlos alejado el uno del otro. Ni Gary ni Iris eran gente de fiar.

—Probablemente ese Hydreigon haya sido robado de la aldea de los dragones, ¿pero de dónde sacaste tú a un Umbreon?

—¡Mi Eevee evolucionó, tarado!

—No puede ser, Gary es dueño de un pokémon evolucionado... su nivel debe haber subido demasiado —Por algún motivo el rostro de Satoshi denotaba desesperación mucho más que ira. Serena, al notarlo, se apuró a decir.

—Tranquilo, Eevee evoluciona por amistad a Umbreon. Gladion también tiene uno.

El chico se golpeó la frente al recordar eso y juntos arremetieron con todos sus pokémon contra el dúo que les hacía frente. Repentinamente Misty llegó a sumarse a la contienda gritando a sus víctimas los mismos argumentos que sus predecesores e ignorando las palabras de nuestros héroes quienes ya no sabían cómo justificarse; los habían vuelto asesinos y la condena sería igual al crimen.

—¡Surf!

—¡Fennekin, no!

Tanto la cánida de Serena como el Charmander de Satoshi cayeron víctimas de aquel ataque del elemento que los superaba, causando que sólo dos siguieran en pié, pero no parecían suficientes para hacerle frente a tantos pokémon evolucionados.

—Nosotros no fuimos quienes asesinaron a su amiga, pero podemos ayudarlos a encontrar a quien sí lo hizo —insistió Serena sin lograr el resultado deseado. Los iracundos agresores llevaban al fin las de ganar y no tenían intenciones de frenar su ataque. Hydreigon comenzó a prepararse para liberar su bestial carga dragón para terminar con el combate de una vez por todas cuando un pequeño pokémon se interpuso en su camino.

—¿Qué demonios fue eso? —bramó Gary iracundo.

—Parecía un Cleffa... —repuso Iris.

—¡Un maldito Cleffa!

El pequeñín había resistido el ataque casi sin sufrir el menor daño cuando su entrenadora se hizo presente. Se trataba de una chica castaña con el flequillo desparramado a causa del viento que produjo el choque de ataques, Serena la reconoció de inmediato —eran del mismo salón—. Todos la llamaban Vir.

—Lárgate de aquí niña, esto es entre el par de extranjeros y nosotros —ordenó Gary. Ella le contestó.

—Antes me parecía bien lo que ustedes dicen de que los que vengan a estudiar acá por lo menos tendrían que aportar algo, pero esto que hacen ahora de pelearse con ellos todos los días me parece cualquiera. ¡Déjenlos en paz!

—Tú no sabes nada, Vir —increpó la morena dueña del dracónido pokémon—, ellos son asesinos, no son sólo extranjeros sino que además vinieron a lastimar a los nuestros.

—¿Tienen pruebas?

—¡Es algo evidente, niñita!

—Si tienen pruebas vayan con la policía, si no tienen nada déjenlos en paz.

Ni Gary, ni Iris ni tampoco Misty querían meterse con ella porque no la consideraban parte del pleito, pero sus insistencias le valieron el odio del trío y pronto debió sumar sus fuerzas a las del Totodile de Satoshi para que su pokémon no saliera lastimado.

El ser inmune a los ataques de tipo dragón le vino perfecto a Cleffa para ayudar en la contienda; cada vez que Umbreon intentaba lastimarlo el cocodrilo azul salía a su encuentro. La única con chances verdaderas de deshacerse del «hadita-escudo» era Misty, pero tan pronto como intentó atacar, Pikachu envió a Staryu a la zona de descanso de un descomunal trueno, tal como sólo él solía hacer.

—Tal vez Cleffa pueda resistir los movimientos dragón, pero ¿qué hay de los demás? —cuestionó Iris e inmediatamente ordenó otro meteoro dragón que pusiera las cosas en contra de los muchachos. Pikachu logró esquivarlo usando su cola de acero para trepar en él como si fueran escalones en el aire, pero ni el mejor baile de Totodile pudo contra ese devastador ataque, dejando al cocodrilito fuera de estado en un sólo golpe. Los chicos se vieron en apuros hasta que un nuevo entrenador vino a ayudarlos con un Umbreon bien preparado.

—¡Pulso oscuro! —ordenó Gladion entre aplausos y exclamaciones de sus congéneres. Las cosas se veían mejor, tanto su pokémon poderoso como su espectacular baile estaban fuera de esta tierra y eso confundía más y más al trío de agresores—. Satoshi, déjanos esto a nosotros. Llévate a Serena de aquí.

Las palabras del rubio hicieron que el azabache reaccionara de tanta elegancia danzarina y corriera tomando a su novia de la mano para así sujetar la bicicleta caída de Misty y huir con ella entre gritos y piedrazos sin la suficiente potencia como para derribarlo.

El rodado avanzó a los saltos entre las piedras y caminos de tierra de Pueblo Paleta, tratando de evitar chocar o volcar sin querer mientras que Serena repetía incesantemente «Espera, espera»  para que su novio frenara una vez que estuvieron lo suficientemente lejos.

—¿Qué sucede?

—No podemos irnos así, sin más —explicó ésta—. Ellos nos necesitan, no podemos abandonarlos.

—No te preocupes por Gladion y Vir, nosotros somos el objetivo de esos hijos de Ditto.

La perfourmer dudó si mantenerse terca o aceptar que su morochito tenía razón, y tras meditarlo con cuidado resolvió que tomaría la segunda opción. Se sentía cobarde, pero aceptaba que lo que le decía su novio era verdader. No había de qué temer.

—¡Están locos todos! —clamó cuando sus emociones comenzaban a ordenarse—, ¿cómo puede ser que tanta gente ahora quiera matar a otra persona sin un sentido?

—¿Tantas personas?, ¿sin un sentido? —cuestionó el azabache— ¿A qué te refieres?

—Necesito decirte esto: hay un grupo de asesinos en esta ciudad, ellos son los que mataron a Guille, a Mämane y ahora a Dawn, y yo tengo su agenda.

Lejos de asustarse, la reacción de sorpresa que exhibió Satoshi causó gran extrañeza en Serena. —¡¿La tienes tú?!

—¿Eh? Sí... ¿Sabías de ella?

—¿Ah? No, no, sólo que eso explicaría por qué estuviste presente en tantos episodios —Ella no terminaba de comprender las reacciones de su pareja, pero éste no se quedó callado, causando que la chica dejara de lado el asunto por unos momentos—. ¿Por qué tardaste tanto en decírmelo? Esto es algo peligroso, no quisiera que anduviera a la caza de un asesino, Serena.

—Lo sé, justamente por eso no te lo decía. La policía no me cree nada, Satoshi. Sólo yo puedo detenerlos.

—Fuiste a la policía con la agenda... Ya veo.

—Además no estoy sola; Gladion prometió acompañarme.

El entrenador frunció el ceño ante la mención de ese nombre. No era difícil preveer cuáles serían las intenciones de ese muchacho rico al pretender acercarse a su bella novia, así fuera para perseguir malhechores. Ocultó sus celos bajando el ápice de su gorra hasta que le tapara la mirada y en gesto inquisitivo cuestionó.

—Así que crees que esos asesinatos fueron injustos, ¿eh?

—La última vez que hablamos sobre esto tú contemplaste que al matar a Dawn tal vez estaban aleccionando a su madre y a los chicos superficiales que quieren seguir sus pasos... ¿Es justo que la hija pague por los pecados de la madre?

—Alguien lo tiene que hacer.

—Pues no me parece justo en lo absoluto. Ningún asesinato se debería poder justificar, esa es mi opinión.

—Ya veo...

—Además, ¿qué me dices de Mämane? Él no hizo nada, su familia está compuesta de un par de pasteleros, se dedicaba a estudiar y a buscar packs por internet de las chicas del instituto, igual que cualquier chico de su edad, ¿era eso merecedor de muerte?

—Mämane... Yo no creo que él haya sido su objetivo.

—¿A qué te refieres?

—A estos asesinos, según veo con Dawn, les importa mucho lo que al otro día salga en las noticias. En cuanto a Mämane lo que salió en el diario local fue...

Serena lo interrumpió. —Que el suelo del shopping se resquebrajó a causa de una vertiente de magma hirviendo y un chico cayó adentro, lo sé.

—¡Exacto! Ni siquiera tomaron en cuenta sus testimonios sobre una batalla pokémon.

—Y la gente estaba tan distraída y ensimismada que no vio nada. Sólo sabían que había ruidos y magma, y chicos gritando como locos porque uno se había caído a un pozo. Armaron un teatro y no pudimos ser más que actores.

—A ellos no les importaba Mämane, les interesaba ese shopping. Puede que haya sido un ajuste de cuentas, que hayan estado haciendo algo mal... no sabría decirlo. Sólo sé que el chico fue un simple pretexto; pudo haber sido cualquiera.

—Eso suena descabellado, pero también tiene lógica —Los orbes azules se finaron en el rostro de Satoshi: era bueno para este tipo de conclusiones.

—Sé que no es justo, pero creo que ese tipo de gente tiene una noción muy diferente de lo que es la justicia a la que tenemos nosotros.

—¿Y qué hay con Guille?

—Guille...

—Él también murió a manos de esos enfermos, ¿fue por su padre o por perjudicar a la plaza donde ocurrió?

Los dedos tamborillantes del entrenador titubearon ante aquella pregunta. —Guille... —Su mano apretó con más fuerza la de Serena en tanto el vértice donde se unían sus párpados se llenaba de agua— Él probablemente se acercó a la gente equivocada.

—¿Insinúas que él estaba metido en algo turbio?

—Sí: un amor.

El viento silbaba como cada vez que la noche se acerca. Serena no pudo aguantar la angustia de aquellas palabras. Guille había muerto por amar a la persona equivocada. Quizás sus hermanas lo habían mandado a matar. Tal vez Misty estuviera involucrada. Las afirmaciones de Satoshi tenían sentido, tenían todo el sentido. Una voz a lo lejos los alcanzó haciéndolos girar.

—¿Están bien? —preguntó el azabache cuando Gladion y Vir los alcanzaron.

—Sí —afirmó esta última—, cuando vieron que no los iban a poder alcanzar se retiraron insultándonos de aquí a Kalos. Son unos maleducados.

—Eso quedó atrás, lo importante es que todos estemos bien —respondió aliviado el mostaza tomando nuevamente la mano de su novia, hecho que molestó a Gladion, pero conmovió a Vir.

—Che, y ustedes... ¿están juntos o algo? —quiso saber esta última al notar la situación. Los chicos, un tanto apenados, reconocieron que llevaban más de un mes de relación. El rubio pareció indignado con aquel dato, mas no tardó en asimilarlo.

—Pues bien, aunque les moleste, de ahora en más no los voy a dejar solos en las cercanías del colegio —aclaró Gladion.

—¡Yo tampoco! —Se sumó Vir con la vocesita repleta de alegría.

—Chicos, yo se los agradezco, pero...

El niño rico ignoró a Satoshi continuando con su oración. —Lo de hoy podría haber terminado en desastre. Prefiero estar ahí por si hago falta.

El oriundo de Pueblo Paleta quiso hablar, pero enseguida fue interrumpido por su novia. —¡Está bien! —Se miraron teniendo una de esas charlas mentales que nadie más que ellos dos comprendían y luego Serena redondeó su idea para que todos sus amigos la comprendieran—. Hay mucho peligro aquí: los populares, los asesinos, la policía que los encubre, los medios que no cuentan nada... Necesitamos de ustedes, chicos. Seamos un grupo y hagamos que la justicia prevalezca.

—¿Asesinos, prensa y policías? ¿Pero de qué están hablando? —cuestionó Vir que no estaba enterada de nada en lo absoluto.

—Ven, déjame contarte...

Y así, casi por casualidad, el grupo de resistencia a los asesinos de la agenda perdida nació. Debían acomodar muchas cosas: revisar la agenda, entender cuál es el mejor modo de actuar, inventarse un nombre más corto y por fin, definir sus acciones en cada nuevo compromiso anotado en aquel cuaderno. Pero nada los detendría..., o al menos eso creían, porque a veces el peligro acecha desde lugares que uno jamás imaginaría.

https://youtu.be/w-iBgr-4EfI


***


NA: Les voy a empezar a dejar spoilers y referencias cifradas en canciones jaja. A ver quién lass saca. Andy fuera

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