Desperté con los rayos de sol que se colaban por la cortina de la habitación.  Sentí un brazo en mi cintura y recordé la noche de ayer.

¡Me iba a casar con el hombre de mis sueños!

Sonreí al recordar todo, giré para encontrarme con un Antony aún dormido; se veía tan tierno y tan indefenso, que mi corazón se llenó de amor. 

No soporté las ganas y besé sus labios lentamente, al principio frunció el ceño pero después comprendió la situación y siguió el beso. Nos separamos lentamente y el abrió sus hermosos ojos.

-Buenos días guapo- salude sonriente

-Buenas días hermosa, ¿cómo amaneciste preciosa?- pregunto con su voz ronca.

Eso lo hacía ver tan sexy.

-Perfecta- contesté alegremente

Y así empezamos una charla muy feliz entre besos, acaricias y carcajadas. Hablábamos de temas triviales, estábamos siendo una pareja perfecta y creía que nada podía arruinar este momento. Pero al parecer si se podía. Unas nauseas atacaron mi garganta  y estomago; me levanté corriendo y me dirigí al baño aún desnuda. No me importo, solo quería llegar al maldito baño.

Vomité toda la cena de anoche y agua ¿De donde salió el agua?

Vomitar era de las cosas que más odiaba, y me daba tanto asco, que vomitaba más y más.

Antony llegó al baño y ya traía el pantalón puesto, me recogió el cabello para poder vomitar tranquila. Cuando saqué todo lo que había comido, me tranquilicé y tomé aire para recobrar energía. Me puse una bata de baño que había ahí y me lave los dientes aun bajo la mirada de mi prometido.

-¿Es la primera vez que te pasa esto?- preguntó preocupado.

Negué con la cabeza ya que mi boca estaba siendo lavada. Cuando terminé de enjuagar lo miré.

-Esta semana comencé, pero pensé que era algo que había comido, después se me hizo extraño que solo me ocurriera en las mañanas y tan seguido- respondí.

Su cara cambio dramáticamente. La preocupación desapareció para que el enojo se hiciera presente.

-Cámbiate rápido, vamos al hospital- dijo serio y se marchó, dejándome sola y confundida.

¿Qué le pesaba a este hombre?

Íbamos en la camioneta y Antony había estado muy callado, estaba pensando, pero no me decía nada y eso me desesperaba.

Su cambio de actitud me preocupaba, pero no me armaba de valor para preguntarle que le pasaba.

¡Deja de ser tan cobarde y hazlo!

-¿Qué esta pasando? ¿Por qué vamos al hospital?- pregunté tímida.

-A veces eres un poco ingenua- respondió divertido, pero se puso serio otra vez -Tus malestares  indican algo- 

¿Antony tendría problemas de bipolaridad?

-Y según tu ¿ que tengo?- pregunte irritada por como me había llamado.

-Creo que será mejor hasta que lo confirmemos- respondió frió.

-Creo que tengo derecho a saber si se trata de mi cuerpo- dije desesperada.

-Dije que no- grito él.

-Necesito saber- grité.

-No necesitas-

-¿No lo necesito yo o tú no lo necesitas?-

Él comenzó a respirar para tranquilizarse. Pero al parecer no lo lograba.

-Tal vez estas embarazada- comentó frustrado y enojado. Sus manos apretaban el volante y sus músculos estaban muy tensos.

Me quede callada, intentando analizar lo que acababa de decir.

¿Embarazada?

¿Yo?

Carajo...