Capítulo 34 "Yo te apoyo" (Editado)
-Regresaste- dijo en mi oído.
Me sorprendió ver su tranquilidad, pero ella no sabia que estaba secuestrada, entonces no era su culpa.
-Así es mamá- respondí con la voz rota. Me hacía tan feliz verla.
-Tu padre y tu hermano estarán muy felices de verte- dijo dejándome pasar a la casa.
Yo solo asentí con una gran sonrisa y los ojos llorosos.
¡Estaba otra vez con mi familia!
Caminamos a la cocina. Me senté un una de las sillas y me tendió una rebana de pastel.
-Espera aquí. Voy por los demás- dijo feliz mi mamá.
Salió de mi vista y me dejo ahí comiendo pastel.
¿Cómo les diría que me habían secuestrado? o peor, ¿Cómo les diría que quería volver a buscar a mi secuestrador?
No sería fácil.
Oí pasos bajando rápidamente de las escaleras, supuse que era mi hermano, ya que mi padre no era muy rápido.
Efectivamente era él. Cuando me vio, se quedó helado. No podía creer que fuera yo.
Moví mi mano frente a él para que se diera cuenta que era real, y no una mala ganada de su imaginación.
-Hola- saludé.
Seguía sin moverse, entonces me levanté y le di un beso en su mejilla. Fue entonces cuando me acercó a su cuerpo y me abrazó como nunca. Tomé su cabello y comencé a acariciarlo.
Escuché como salían algunos sollozos.
-Ya estoy aquí, tranquilo- lo calmé.
Me miró a los ojos y confirmé que si estaba llorando, y eso muy extraño en él, pues solo lo había visto llorar 3 veces: Cuando nuestro perro "pulgas" murió, cuando falleció nuestra abuela y hoy.
En cambio él me había visto llorar toda la vida.
-Te extrañe mucho- dijo.
-Yo también te extrañe demasiado-
Él había sido de las personas que más me había dolido dejar, pues siempre me apoyaba y me hacia sentir querida.
-Hija-
Escuché que alguien hablaba a nuestras espaldas. Giré para velo, y era mi padre en pijama.
Solté a mi hermano y corrí a los brazos de mi padre.
-Mi niña, estas otra vez aquí-
La noche seguía cayendo, y había evitado el tema de lo que yo había hecho, y solo preguntaba por ellos. Pero sabía que tarde o temprano preguntaría, y aun no estaba listo para eso.
-¿Y como te fue en tu viaje?- preguntó mi madre.
Ya era hora de decir la verdad.
-Es hora de que sepan la verdad- todos me miraron confundidos - La verdad es que nunca me fui a Europa. Ni siquiera salí de la cuidad. El día que desaparecí de la nada, fue porque de regreso a casa, fui secuestrada-
Todos estaban sorprendidos. Creían que esto era una broma.
-Cuando estaba regresando a casa, aparecieron unos tipos en una camioneta y me llevaron contra mi voluntad. Me llevaron a las afueras de la ciudad y les hicieron creer lo de la beca y mi viaje- expliqué -Con el tiempo, los dos tuvimos confianza y por razones del destino, me dieron una oportunidad de irme. Pero sigue habiendo un problema-
-¿Cual?- preguntó mi padre.
Suspiré y bajé la mirada.
-Me enamoré de mi secuestrador-
Hubo un silencio incomodo, pero el golpe en la mesa, hizo que desapareciera.
-¿Estas loca?- gritó mi hermano.
-¿Por qué hija?- pregunto mi mamá igual de desesperada.
-No lo se, simplemente pasaron las cosas y no lo pude evitar- respondí.
Miré a mi hermano y estaba furioso. Se estaba conteniendo las ganas de golpear algo más. Mientras que mis padres, aun procesaban toda la información.
-¿Y que piensas hacer?-dijo mi padre.
-Voy a regresar a buscarlo y voy a arreglar las cosas- respondí segura.
-No, tú te quedaras aquí y harás las cosas como se deben: olvidar y superar- dijo mi hermano sumamente molesto.
Nunca lo había visto tan enojado.
-Ya no soy una niña, y no me vas a decir lo que tengo que hacer- contesté.
-¿De verdad te enamoraste?- preguntó mi madre.
Hasta los huesos.
-Si- respondí -Tu siempre me dijiste que yo no escogería de quien me enamoraría y que no importaba quien fuera, mientras yo fuera feliz-
-Pues si, pero no te enamoras de tu secuestrador, ni de la persona que te alejo de tu familia y te privó de tu libertad- volvió a decir mi hermano.
Su actitud me empezaba a desesperar.
-Ya me harté- me levanté de mi lugar y miré a todos - Ya sé lo que voy a hacer, solo quería decirles y hacerles saber que estoy bien. No me importa si me van a apoyar o no, por que la decisión ya esta tomada. Y si me disculpan tengo sueño y me voy a dormir porque mañana es un día largo para mi. Con permiso-
Me fui de ahí, dejándolos hablar. Me metí a la que era mi habitación cuando me fui, y todo seguía exactamente igual.
Cerré la puerta con seguro, porque sabia que mi hermano sería capaz de entrar a seguir dándome lecciones de vida.
En cuanto cerré los ojos, caí profundamente dormida.
Me desperté cuando una mano tocó mi hombro. Me alarmé un poco, pero me di cuenta que era mi padre.
¿Cómo había entrado?
-Tranquila, entré con la llave- respondió al ver mi expresión. Sonreí en forma de respuesta.
Miré el reloj y noté que ya eran las nueve de la mañana.
-¿Que pasa papá?- pregunté acomodándome en mi cama.
-Quiero que sepas que yo te apoyo en todo lo que quieras hacer, siempre te apoyaré. Y aunque tu mamá no lo quiera decir, también te apoya, pero tienes que arreglar lo de tu hermano. El te ama, pero entiende que para él no es fácil este asunto y tienes que darle un poco más de tiempo-
Mis ojos se llenaron de lagrimas.
-Gracias papá. Tu apoyo y el de mi mamá era muy importante para mi. Yo hablare con él-
Me dio un beso en la frente y salió de la habitación. Me levanté y me cambié.
Por primera vez en semanas, usaba algo mio.
Salí de la habitación y bajé por las escaleras. Antes de entrar a la cocina vi la espalda de mi hermano.
Suspiré y me acerqué.
-Buenos días- dije tratando de sonar indiferente, como si no me importara, pero si me importaba mucho.
-Hola- contestó él de la misma manera.
Tomé un vaso y lo rellené de leche. No tenía mucha hambre.
-¿A que hora te vas?- me preguntó cuando estaba por salir de la cocina.
-Ahora mismo, no voy a perder tiempo- respondí.
-Perdón por haberte hablado así, por mi forma de actuar y por todo. Solo que no puedo creer lo que dijiste ayer. Entiéndeme, fue una gran sorpresa saber que mi hermanita fue secuestrada y que se enamoró, pero, aunque después me arrepienta, te apoyo en todo lo que quieras hacer-
Lo miré y sonreí.
Me acerqué a abrazarlo y el correspondió.
-Gracias, gracias, gracias- le susurré al oído.
-¿Hay algo en lo que te pueda ayudar?- preguntó.
Claro que si.
-Si- asentí con una sonrisa.
Él me miro con ceño fruncido.
-Me ayudaras a encontrarlo-
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