Capítulo 7.
Pasaron los días y así como las taradas de Ally y Dinah me ignoraban, de esa misma forma las ignoraba yo a ellas y a Camila que en varias ocasiones se acercó a mí con la intención de hablarme, lo cual no iba a suceder porque lo único que quiere es disculparse por lástima y no quiero su lástima, ni la de nadie.
Mi día en el colegio fue monótono y aburrido, terminé con todas las clases y llamé para que me buscaran de dónde estaba. Mientras esperaba al chófer me puse a pensar en cómo hubiera sido mi vida si no dependiera tanto de los demás, sé que puedo parecer o aparentar se fuerte pero en realidad no lo soy, soy como cualquier otra persona; débil. En ese momento alguien me sacó de mis pensamientos tocando mi hombro y yo me dí vuelta.
Camila.
—Mira, Lauren, sé que eres mejor persona de lo que aparentas ser y no digas que no— se adelantó a decir cuando yo estaba por abrir mi boca—. Así que deberías pedir perdón por lo que hiciste porque fue algo muy desagradable.
Y comencé a reírme a carcajadas, un par de personas afuera me miraron raro pero no me importó, quería reírme de la estupidez que esta insolente estaba diciendo. Justo en ese momento a su lado se posó esa amiga suya y sonrió de lado sin que Camila la vea.
—Y tú, ¿De qué mierda te ríes?— le dije acercándome más hacia ella, al instante su rostro cambio a uno abatido dejándome completamente confundida.
—Yo no me río de nada, lo juro, no me hagas nada.
—Mira lo que logras Lauren, la gente te tiene miedo y por eso terminas sola.
Eso fue todo, no sé quiénes se creían éstas para hablarme de esa forma, explote y miré primero a la tarada que estaba al lado de Camila.
—Aún no sé muy bien quién eres pero en lo poco que vi de ti me di cuenta que eres una persona demasiado falsa— miré ésta vez a Camila—. Déjame decirte Camila que hasta Holly es mejor persona que está mierda que tienes al lado.
—Claro, y tú eres un pan de Dios— dijo Camila lo cual me enfureció aún más.
Me acerqué a ella tomando de su cabello de la parte de atrás y acercando mi rostro al suyo, ella hizo una mueca de dolor al sentir el tirón y como supuse; su "amiga" no hizo nada para defenderla. Me reí.
—¿Crees que se llama amiga a una persona que se queda mirando como te dañan?— Camila miró a la otra que estaba al lado nuestro sin hacer nada—. Eso no es amistad, amiga se llama a una persona que te acompaña en las buenas y en las malas, no solo en las malas.
En ese momento su "amiga" se fue de dónde nos encontrábamos, yo solté a Camila y ella simplemente me miró.
—¿De qué te sirve una amiga que solo esté en las buenas?
—¿Y si sabes tanto de amistad por qué no quieres ser mi amiga? Desde un principio quise hablarte y me trataste de una manera horrible.
—Es que yo no quiero tu amistad, no me hace falta, solo te doy un consejo, está en ti tomarlo o no.
Su rostro mostraba frustración y un eje de tristeza, en ese momento sonó la bocina del auto que me vino a buscar, me estaba yendo cuando me di vuelta nuevamente a mirar a Camila, ella seguía ahí.
—Ve a mi casa hoy a las seis.
Solo dije eso y me fui, no sé a lo que quiero llegar invitándola pero no lo quiero pensar mucho, además muero de hambre una no puede pensar con el estómago vacío.
***
Quedaba una hora para que llegara Camila, cuando le conté a Mary que había invitado a alguien se puso muy pensativa, estaba segura que se imaginaba todos los escenarios de como entraba esa persona y en todos esos escenarios entraba una persona poco buena. Cabe destacar que desde que vive conmigo nunca traje a una persona que sea de su agrado, estoy casi segura que Camila caería bien en todos los sentidos.
No sé porqué pienso éstas cosas, como si Camila viniera como novia, por Dios, que tonteras. Dee igual forma Mary se emocionó y está haciendo cualquier variedad de pasteles y postres, y eso que le dije que no se emocionara mucho.
Cuando el reloj marcó las seis en punto el timbre sonó, vaya, que puntual. Fui a abrir la puerta y lo primero que noté fue a la pequeña niña que venía a su lado, me dio ternura verlas a ambas tomadas de la mano pero simplemente lo oculté mirando solo a Camila.
—Hola, espero que no te moleste— yo miré a la niña la cual solo me sonrió de lado, le devolví la sonrisa—. Se llama Sofía, es mi hija.
Estoy segura que me cara perdió todo el color cuando escuché lo que dijo Camila, al instante comenzó a reír muy fuerte y no solo ella, también la niña.
—Es broma, es mi hermana, ¿En serio creíste que tendría una hija?
—En este mundo todo puede pasar.
Dicho esto me hice a un lado para que pudieran pasar a mi casa, cuando lo hicieron miraban a todos lados sorprendidas, sí, a muchas personas les impresionaba mi casa.
—Tienes una casa muy bonita— dijo Camila mientras posaba su mirada en mí.
—Lastima que esté tan sola.
Ella iba a contestar pero en ese momento entró Mary y otra empleada más detrás de ella que se acercaron a saludar a las recién llegadas.
—Hola, me da gusto verlas, pensé que serían personas más al estilo de Lauren pero veo que mis suposiciones eran erróneas, sean bienvenidas.
Ambas saludaron con gusto a Mary y a la otra empleada.
—Ella es Mary, es básicamente mi madre, estuvo haciendo pasteles para ustedes toda la tarde— Sofía saltó en su lugar y miró con adoración a Mary—. Puedes acompañar a Mary para que veas que los pasteles sean de tu agrado.
Sofía me miró, miró a Camila y noté como ésta le daba su aprobación y recién ahí asintió hacía Mary y las tres se fueron dejándome a solas a mí y a Camila. Yo la miré dispuesta a hablar, pero se me ocurrió otra cosa.
—Ven conmigo— le dije para luego caminar por un pasillo que está oculto detrás de las escaleras, al final de ese pasillo hay un cuarto donde es una sala donde hay solo almohadones de todas clases y las paredes son de vidrio, se ve el fondo de casa que da directo a la piscina y la pequeña cascada que se escucha claramente como cae el agua desde aquí, Camila miraba todo con sumo cuidado—. Siéntate.
Ella miró donde sentarse pues tenía muchos lugares disponibles de dónde lo podía hacer.
—¿Me dejas adivinar tu vida?
Dijo tomando asiento por ahí y yo de frente a la pequeña cascada.
—Si tú me dejas adivinar la tuya— respondí mirando hacia la pequeña cascada.
—Supongo que eres la típica niña rica que ama que sus padres cumplan con sus caprichos, padres cuales permanecen ausentes pero te conformas con lo que te dan.
Me reí porque hacía unas expresiones muy raras mientras me explicaba "mi vida".
—50-50, en algunas cosas tuviste razón en otras no, ahora déjame a mí. Estoy segura que tienes unos padres que te aman con su vida y que hacen lo posible para su bienestar. Seguro eres la típica niña pobre que desprecia a los ricos porque tuvieron un poco más de suerte en la vida, haciendo la vida imposible de cualquier rico que se te cruce hasta cumplir la mayoría de edad para comprar un arma y acabar con todos los que posean un poco más de dinero que tú y volviéndote así una súper heroína de pobres.
Se rió muy fuerte logrando contagiarme con su risa.
—Vaya imaginación, pues ahora cuéntame tu vida tú misma.
La miré y luego miré de vuelta a la cascada que ahora largaba unas aguas de color rosa fuerte, vayas efectos.
—Pues como dijiste soy la típica niña rica pero no ando pidiendo cosas materiales a mis padres, solo les pido atención y no me conformo con lo material que me dan, a causa de eso he querido dejar la escuela, tuve un accidente, participo en peleas clandestinas y aunque tengo en bello consuelo de Mary para mí no es suficiente, quiero a mis padres y ellos solo me ignoran.
Al finalizar miro a Camila que me mira sorprendida.
—Vaya, o sea que me podrías haber dado una fuerte paliza y no lo hiciste.
—Estuve a punto.
Ambas reímos nuevamente y la verdad es que me sentía muy a gusto estando ahí con ella y pudiendo hablar con alguien que realmente quiera escucharme y no lo haga solo por compromiso.
—Bueno, ahora yo, tuviste razón al decir que soy pobre pero no tengo ningún rencor hacia los ricos, me alegro de que Dios les haya dado la oportunidad de poder tener lo que tienen y también le doy gracias por lo poco que me dió. Sí, tengo unos padres que me aman y que darían su vida por mí al igual que yo por ellos. Y soy feliz así.
—¿Te puedo hacer una pregunta?
Ella me miró confundida y asintió esperando por mi pregunta.
—¿Qué hacías en el hospital?
Al escuchar la pregunta ella simplemente se miró las manos y quedó callada por un largo rato que pareció eterno.
—Eso no me corresponde a mí decirte, lo siento.
—Está bien, comprendo— levanté mis manos en rendición y se me ocurrió otra idea—. ¿A Sofía le gustan las muñecas?
—Sí, ¿Por qué?
—Tengo algunas que le van a encantar.
***
Subimos a los cuartos de arriba ya Sofía iba con nosotras, llegamos a una puerta rosa que estaba con llave, le quité la llave y nos adentramos. Cuando vi la expresión de Sofía me dió algo de risa, el cuarto estaba lleno de muñecas y muñecos con todo y manchones pequeñas, distintas ropas, zapatos y cabellos. Todo el cuarto estaba repleto de muñecas.
—Puedes elegir las que quieras, yo ya no las uso y no tengo hermanas para que se queden con ellas.
Camila me miró con una sonrisa en su cara y sus manos estaban hechos puños.
—¿Qué? ¿Tú también quieres una? Camila, estás grande para esas cosas.
Ella solo rodó los ojos.
—No, gracias por esto, no sabes cuánto le gustan las muñecas pero no las puede tener.
Eso lo dijo en voz baja para que Sofía no llegara a escuchar, la emoción de la niña nos contagió a ambas haciendo que terminemos jugando un rato con ella, me sentía muy bien con alguien más que no sea Mary en casa. Mary nos trajo la merienda para el cuarto y allí nos quedamos hasta que se hizo hora de que Camila y Sofía se tengan que ir.
Estábamos esperando a que el chófer saque el auto para llevarlas a casa cuando se me ocurrió algo.
—Camila, ¿Te puedo pedir algo?— ella me miró levantando una ceja.
—Claro, pero ¿Qué me puedes pedir a mí que no tengas tú?
—Compañía, quisiera que me acompañes a una pelea que tengo este fin de semana, no vas a quedar sola porque también va mi entrenador. Quiero que me acompañes porque Ally y Dinah van a estar ahí y quiero que te vean conmigo.
—¿Pasó algo entre ustedes?— ella me miró algo frustrada.
—No, o sea sí, pero fue una tontera, solo que no quiero que te sigan molestando como lo hacen.
Creo haber notado una sonrisa en su rostro antes de que el auto se estacionara a un lado de nosotras, Sofía llevaba consigo diez muñecas a las cuales no quería soltar y dos pelinegras se llevaba Camila, al final terminó quedándose con dos.
Sofía subió al auto y antes de que Camila subiera me miró y dijo;
—Claro que te acompaño.
Y se fueron, y jamás en mi vida había pasado un día tan agradable como hoy y esperaba que se repitiera.
HHHHHHHHHHHH
Como lo prometí aquí está el nuevo capítulo, espero que les guste, voten y comenten que me ayuda a seguir escribiendo ❤️❤️❤️
Capítulo largo para compensar la tardanza
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