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Capítulo 23

Libros y papeles son tirados y rebuscados por el par que sin cuidado dejan caer lo que no les interesa al suelo. – Bakugo mira, aquí – uno de los cajones no abre, así que el cenizo pretende hacerlo explotar, pero es detenido por Shoto, - La llave que traes, creo que es una llave maestra – comprendiendo lo que quiere decir intenta ponerla y efectivamente el cajón cedió.

En esta había documentos que tenían que ver con transacciones y tratos bajo la mesa de un tal “benefactor” y Shigaraki, así como informes de todos los que estaban involucrados con Midoriya, todos estos son copias de los originales, ya que una nota al inicio del paquete en el que estaban envueltos decía “Copia para Benefactor, original enviar a Kurogiri del Frente”.

Toda esta evidencia los dejó atónitos, pero aún había algo que necesitaban, o ese tal benefactor se saldría con la suya. Cuando perdían la esperanza de encontrar su identidad, al final del paquete encontraron lo que tanto buscaban, pruebas de la identidad del benefactor.

- ¿Esto es real? – el mitad y mitad miraba esos documentos de pies a cabeza, buscando algún rastro de falsificación, intentando no caer en negación.

- No hay duda, ¡maldita sea! Ahora todo tiene sentido – golpea el escritorio con furia, en silencio Shoto se pone a acomodar todo lo que encontraron en una bolsa que se encontró, y reemplazó los papeles del paquete con los papeles que habían tirado en el suelo.
– Si es real, tenemos que irnos, hay que darle esto a la policía y buscar a Midoriya- abraza la bolsa contra su pecho y jala al cenizo quien estaba reacio a moverse. – No sé porqué tenían estas cosas aquí, pero presiento que no debemos seguir aquí – y así fue, pudieron escuchar cuando iban bajando las gradas al primer piso, un grupo de personas que entra a la villa.

- ¡Mierda! –

...

Un auto negro se pasea por las calles más pobladas de Musutafu, dentro está el mafioso más peligroso del momento Shigaraki Tomura, y a su lado está Izuku Midoriya quien parece un muerto viviente después de aquel encuentro con el tal benefactor. La impresión de ese momento lo impactó tanto que ya no se está resistiendo, y eso que cuando vio a aquella persona su ira fue tanta que por poco rompe las pesas con su fuerza.

El mayor sabía que tendría un impacto negativo al llevarlo a esa reunión, así que lo llevó solo para divertirse y burlarse de él, pero, al contrario, se siente muy incómodo, tanto que un sentimiento de culpa lo golpea como finas agujas a su corazón, eso realmente le molesta.

En todo el camino a la base secreta Izuku intentó comprender lo que había pasado, aún siente el cuerpo entumecido por el extremo dolor que acaba de sufrir de esa maldita inyección, ni siquiera el nacimiento de sus pequeños lo hicieron sufrir la cuarta parte de lo que ese maldito líquido le hizo, y aún así eso no se compara con el dolor en su pecho por la decepción de la traición.

Shigaraki lo nota y ve como se manchó con el delineador sus párpados y mejillas, en otro momento o con otra persona ya se hubiera reído y burlado de lo ridículo que se ve, alegando a su dolor para hacerlo sufrir más, pero esas agujas en su corazón le prohibieron hablar.

- Quiero estar solo, no me escaparé, solo necesito estar solo – como siempre utiliza su voz demandante que suena quebrada por su intento de no derramar lágrimas frente a él.
– Como sea, es incómodo verte ahora – eso fue lo único que dijo antes de empujarlo sin mucha fuerza dentro de su suite para encerrarlo con llave, siente muchas ganas de tomar algo para despejar su mente y borrar la cara de indignación del peliverde, pero también sentía esa incomodidad cuando se intenta alejar de esa habitación.

Mientras tanto Izuku, con gran pesar se echó a llorar, sus lamentos golpean sin reparo a Shigaraki quien al final se terminó por quedar afuera a esperar a que termine. Golpes de objetos pesados cayendo, vidrios romperse al impactar contra las paredes y el suelo y los constantes ataques que reciben las paredes provenientes de la pesada mano del peliverde junto con sus gritos y maldiciones que nunca se esperó escuchar en alguien con una apariencia tan refinada.

Y es que es obvio, haber sido vendido de esa manera por alguien tan cercano rompería el corazón hasta del más fuerte. Una parte de él quiere entrar y detenerlo, con la excusa de que deje de destruir el departamento, pero otra no quiere, no le permite abrir esa puerta y el solo acercamiento de su mano a la perilla hace que tiemble, no comprende qué es ese sentimiento, pero cada vez lo exaspera más y no solo a él, Kurogiri que estuvo a las puertas del ascensor del mismo piso viendo aquello lo hizo quedar muy impactado. Nunca había visto que Tomura fuera empático con alguien, y menos que tuviera paciencia al dejar que el objetivo que hace unos días quería matar destrozara su suite favorita por un berrinche el cual deduce su detonante.

-Señor, ¿está todo bien? – cuando por fin de acerca nota que no ha apartado la vista ni un momento de la puerta, como si esperara aprobación del otro lado para pasar.
– Solo tráeme un trago – y sin más abrió un portal al bar del segundo piso para traer la bebida favorita de su jefe, entrándole el vaso poco después. – Deja la botella y vete, necesito tiempo a colas, creo, y consigue pesas nuevas, las que está usando están a nada de romperse – y sin esperar a que reaccione toma la botella que solo tiene la mitad del contenido y se sirve una vez se terminó el trago.

Tuvieron que pasar 3 horas para que volviera el silencio al piso, dudó un poco, pero no quería esperar más, ya le dolía el trasero de estar esperando a que acabara así que entró sin más. Como pensó todo está echo un desastre, libros que nunca leyó tirados por todo el piso, plumas aún flotan, provenientes de los almohadones que adornaban los ahora rasgados sofás. La única mesa estaba rota a la mitad y el juego de vasos de la entrada, toda tirada en el piso justo por la pared. Al revisar las otras secciones del departamento notó que no tocó ni el baño ni la habitación en la que ahora descansa un pecoso con la cara hinchada de tanto llorar.

Toma una de sus manos y ve como las pesas han cedido a los constantes abusos de golpes, así que los cambia con los que le dio Kurogiri, causando que por poco lo despertara.

Le parece gracioso verlo descansando de esa forma en terreno enemigo, cuando la madrugada anterior estuvo intentando romper las ventanas sin lograr mucho. Cuando presta atención a su cara siente de nuevo las agujas de la culpa, no puede siquiera pensar en la última vez que sintió algo como tristeza por alguien y ahora un mocoso de 32 años le está volcando el mundo entero.

No puede negar que tuvo un pequeño clic cuando lo vio la primera vez, pero siempre era lo mismo con otras mascotas que había tenido, así que la frustración que siente por no entender qué le pasa con él lo hace querer destruir todo el edificio en el que se encuentran.

Con un suave movimiento Izuku se encogió hasta abrazarse a sí mismo, lo cual no logró del todo por las incómodas pesas que ahora son más pesadas que antes, hasta eso molesta a Shigaraki, porque cuando las estaba cambiando vio que ya las tenía marcadas y sabe que estas nuevas lo van a dejar peor, en eso unos quejidos lo sacan de sus pensamientos. Le toma una mano y deduce que su cara de molestia es por las grandes heridas que se hizo en ellas, de seguro fue al golpear porque recuerda haber notado un brillo rojo en los trozos de vidrio que quedaron clavadas en una de las paredes, pero no fue hasta ahorita que pensó en eso.

Mandó a llamar a Kurogiri para que se encargara del desastre y le trajera un botiquín. Cuando está limpiando sus manos hinchadas lame su sangre, por alguna razón le encantó su sabor cuando la probó la madrugada anterior y quiso volver a probar para comprobar si sigue siendo el mismo sabor.

Para cuando Midoriya despierta ya es de mañana, y de nuevo se encuentra en la misma situación que el primer día, sus pantalones habían sido retirados y solo tiene su camisa de vestir puesta que no cubre nada por ser ajustada a su cuerpo, además de que está abierta. Eso no le importaría sino fuera porque su acompañante está de nuevo sin camisa, solo que esta vez está en bóxer. El miedo lo invade, pero al mismo tiempo recuerda la reunión y las lágrimas vuelven a buscar salir, ya no sabe ni en qué pensar, todo es tan confuso que terminó por tener un corto circuito mental que lo dejó con la mente en blanco por pocos segundos, es demasiado de asimilar para él.

- ¡Ey! ¡Niño! Oye, reacciona, mierda creo que lo rompí – hace 5 minutos que Shigaraki está intentando hacerlo reaccionar después de despertar y verlo con un rostro inexpresivo, quiso jugarle una broma al subirse encima de él para coquetearle, encontrándose sin respuesta. Parecía que le hablaba a una muñeca sexual y tampoco está tan enfermo como para satisfacerse con algo así, es entonces cuando intenta hablarle, volviendo al silencio. Hartándose de la situación comenzó a darle golpes continuos en su mejilla, de nuevo sin respuesta.

– ¡Bien! No hay nada mejor para un colapso mental que un baño, así que te vienes conmigo – y así se lo llevó para el baño que fue donde, al sentir que estaba quitándole el bóxer logró reaccionar por sus instintos de supervivencia. - Por fin niño, creí que tendría que hacerte mío para que reaccionaras – no recibió respuesta porque cuando terminó de hablar Izuku ya había regresado a la habitación, buscando un espejo para cerciorarse de que no hubiera sido utilizado sexualmente durante su inconciencia. – Tranquilo, no me gusta cuando están dormidos, prefiero que estén despiertos para escuchar sus gritos de ayuda – le dice Shigaraki quien está recostado en el borde de la puerta, recibiendo una mirada de asco y desafío que solo lo hizo gozar.

– Ni pienses que dejaré que me toques – fue lo único que dijo mientras se intenta cubrir con la camisa y sus brazos para que deje de mirarlo de manera lasciva.
– Sigue provocándome y no te tendré piedad – y con eso abandonó la habitación, dejando a un pecoso al borde del colapso nuevamente.

En otra parte de la ciudad.

Todoroki y Bakugo están escondidos en un compartimento secreto que encontraron cuando corrieron a esconderse y ahora que están en esta situación el cenizo se siente realmente idiota por no haber intentado pelear contra los que acaban de entrar y maldice estar en esta situación tan comprometedora. El espacio es tan pequeño que ambos quedaron totalmente pegados, siendo separados solo por el paquete que Shoto sigue sosteniendo con fuerza mientras intenta buscar una forma de no tener la cara de Katsuki tan cerca.

– Maldición, no sé porqué te hice caso bastardo, podría haberlos mandado a volar y habernos ido -.
- ¿Y luego qué? No sabemos cuántos son y si se da cuenta antes de que lleguemos con Aizawa no habremos logrado nada – al ser él quien está pegado a la puerta pone su cabeza contra esta para escuchar si hay alguien cerca, lo que para su mala suerte así es, y no solo es que las personas estén pasando, es que se quedaron dos o tres al lado de ellos para conversar tonterías. Ambos se imaginan cómo reaccionaría Midoriya si los viera así, tal vez haría un berrinche, o lo malpensaría, o en tal contexto se sentiría culpable por hacerlos pasar por una situación tan mala.

- ¿Ahora qué? Nos descubrirán si seguimos aquí – el calor que está haciendo en aquel lugar es suficiente para que la nitroglicerina del cenizo los manchara a ambos, lo que enfadó a Shoto ya que no podría usar su fuego o si no se convertirían en bombas molotov. No le respondió, prefirió poner atención a la conversación para ver si podía descubrir información nueva, o al menos saber si las personas se van.

- Ya tengo el paquete, vámonos – se escucha una voz gruesa, pero conocida, no era de la persona que tenían en los papeles, lo que sacó a relucir la sorpresa de ellos al descubrir que no hay un solo traidor.

Pronto escucharon que la villa fue abandonada, lo que les permitió salir de ese pequeño lugar cayendo Bakugo encima de Todoroki por la presión. Se miraron por los ojos por unos segundos sin decir nada, y cuando la situación comenzaba a tornarse rara el cenizo intentó hacer explotar al bicolor, siendo interrumpido por un trozo de hielo que cubrió su mano.

– ¿Acaso quieres quemarnos junto con las pruebas? – Shoto lo empujó para poder levantarse y solo hasta que se sintió seguro le quitó el pedazo de hielo. En cualquier otro momento hubiera sido golpeado hasta la muerte, pero como la situación se había puesto rara mejor decidieron hacerse la ley de hielo todavía más firme que antes, hablando solo lo suficiente.

Al llegar al auto se suben en silencio, esta vez Shoto tomó su lugar original de conductor, y se quedaron viendo al frente durante unos segundos, volviendo a conectar su única neurona otra vez.

- No soy gay – dice Shoto
- Estoy comprometido – menciona al mismo tiempo Bakugo
Ambos se miraron de reojo, eso solo hizo más incómoda la situación.
- Mejor conduce –
- De acuerdo –

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