Capítulo 16
Al cabo de una semana el peliverde estaba totalmente sano y listo para entrenar, así que no pierde el tiempo. - ¡Deku! – una voz estridente provoca que detenga en seco el estiramiento, creyó haber visto que Bakugo estaba dormido con los mellizos, así que iba a aprovechar para dar un paseo. – ¡Espero que no vayas a intentar hacer lo que estoy pensando! – la tormenta se acerca sin previo aviso, las zancadas rápidas logran sacar un chillido del peliverde que logró dar dos pasos en reversa hasta que un par de brazos toman los suyos. – ¿Acaso no entiendes la situación en la que se encuentras? Eres un estúpido Deku después de todo – ese trato le hace sentir nostalgia, recuerda cuando Katsuki lo rechazaba totalmente al inicio.
– Si vas a salir al menos deja que te acompañe – su mirada muestra sorpresa y felicidad, no pensaba que fuera a aceptar que saliera, aparte que si va con él podrán tener una especie de cita improvisada.
Luego de esa pequeña discusión la pareja se dispuso a hacer calentamientos, para cuando estuvieron listos empezaron una carrera, el peliverde se balancea con su látigo negro, mientras que el cenizo se elevó lo suficiente con sus explosiones para evitar que las chispas quemaran los árboles. La altura que alcanzó fue tanta que llegó hasta las copas de los árboles. Para Midoriya fue como si lo retara, así que se impulsó con el látigo hacia arriba, y se hizo más ligero con el flote, fueron instantes para que estuvieran lado a lado nuevamente.
- ¿Así que tienes nuevos trucos eh? ¡Vamos a ver qué tanto has logrado avanzar nerd! – y dejando una considerable cantidad de humo se alejó del peliverde y comenzó a ir hacia el norte, ríe al escuchar los llamados de atención del pecoso, los cuales ignora al pensar que solo se está quejando por dejarlo atrás. Pronto siente como algo aprisiona su torso y lo jala con rudeza hacia atrás y hacia el suelo, era Izuku, quien apenas sintió que el látigo lo trajo a su lado lo atrapó, pero no pudo sostenerlo por la fuerza con la que llegó y cayeron ambos al suelo.
- ¿Qué fue eso? Demonios, sé que eres un mal perdedor, pero… - es interrumpido por la pequeña mano del menor. Un sabor metálico llegó a sus labios y ahí fue donde lo observó mejor, tiene la ropa sucia y algunas raspaduras por todo su cuerpo, quiere regañarlo por ver cómo de la nada se puso así, pero al escuchar unas pisadas que pasan cerca de ellos comprende mejor la situación en la que están.
- Te dije que te detuvieras, esto es territorio prohibido – susurra el peliverde mientras tiene abrazado a su Kacchan y están debajo de un árbol caído. Las pisadas pasan más cerca de ellos y se quedan a un par de metros de su escondite, los bramidos del animal le recuerdan a un cerdo o a un jabalí, pero más sonoros y roncos, aparte que sus pisadas parecen más a las de un felino. Quiere ver qué es lo que les asecha, pero el pecoso que lo conoce bien no lo deja y más bien lo amarra con su látigo para que deje de forcejear.
Los segundos pasan y se sienten como horas, no es hasta que algo más llama la atención de aquel ser que los deja de asechar, es ahí donde decide liberarlo. – De acuerdo, debemos volver a la zona silvestre antes de que esa cosa vuelva, es importante evitar a toda costa que uno de ellos nos siga, así que lo mejor es intentar ir por los aires, pero ese animal casi logra atraparme a pesar de la distancia con el suelo, así que… - el cenizo mira incrédulo lo tranquilo que está luego de haberlo sometido de esa manera, aparte que volvió con sus estresantes murmullos, que interrumpe con un puñetazo en la cabeza del peliverde quien respondió con un quejido.
– Primero me amarras sin permiso, luego no me permites hablar y dejas que esa cosa se escape de mí, y osas ponerte con tus tonterías de nerd, tú lo que quieres es ser severamente castigado – el de ojos verdes niega nervioso y toma sus brazos en una manera de defensa, quiere calmarlo para que pueda explicarle, pero sus berrinches y escuchar que otro animal se acerca lo pusieron tan nervioso que activo su instinto de supervivencia.
Un “Lo siento Kacchan” seguido de volverlo a someter con el látigo fueron las acciones más coherentes que le pasaron por su cabeza, luego se lo amarró a su cuerpo y comenzó a flexionar sus piernas. El cenizo se retuerce en un intento fallido de soltarse, siente como las venas de su frente están a punto de explotar de la rabia y, de un momento a otro, el de cabellos verdes saltó, fue tan rápido que no pudo ver nada, y en un par de segundos estuvieron de vuelta en la cabaña.
Una vez ahí soltó a su pareja y se deja caer de rodillas por el entumecimiento que genera un don tan pesado como el fajin cuando apenas si lo ha utilizado y después de haber estado en cama. Por otro lado, Katsuki devolvió su desayuno por la boca, se quedaron en sus respectivas posiciones durante unos 10 minutos, sintiendo debilidad y dolor. Después de ese tiempo un golpe que casi es propiciado por Katsuki a Izuku, pero fue hábilmente esquivado cortesía del sensor de peligro, algunas lágrimas amenazan con salir de sus ojos y no, no es por el susto, es por haber vomitado tan de pronto y su cuerpo lo resintió de esa manera.
-Lo siento Kacchan, teníamos que salir de ahí y no te callabas – error, eso hizo que el cenizo se enojara más – esa zona del bosque es realmente peligrosa, hace una década tiraron un gas que volvió los animales en monstruos, por eso no vamos ahí, y como querías pelear sin saber lo que era tuve que retenerte a la fuerza – juega con sus manos mientras infla las mejillas, a veces ese tierno puchero lograba apaciguar un poco la ira de Katsuki, pero en esta ocasión solo hizo que se enfadara más, y de nuevo esquivó otro golpe con éxito, luego otro y otro, y así hasta que comprendió que si tiene su don activado le será imposible encestar uno.
– ¿Quieres pelea acaso? – se levantó con la fuerza que su tembloroso cuerpo le deja y se pone en posición de pelea, el peliverde se levanta nervioso, compartiendo su condición.
– Kacchan ya te dije que lo sentía – lo ignora y se acerca amenazante mientras crea chispas con su mano, por la otra parte, se prepara para atraparlo con su látigo.
El capitán se levanta en el aire ayudado de una mano, Izuku aprovecha para enredarlo con sus látigos, al mismo tiempo ve como tiene la otra mano preparada para atacar se abre hacia él y cuando van a intercambiar golpes ambos quirks se apagan, haciendo que el rubio le caiga encima al peliverde.
– Parecen unos mocosos de primaria, ¿y se supone que tienen hijos? Compórtense acorde a su edad – ven como Aizawa se acerca son su don activado, al lado viene Toshinori quien intenta calmarlo para que no deje caer su furia en los jóvenes.
– Lo sentimos señor Aizawa – dice el peliverde que tiene al cenizo acostado en su pecho, el alboroto hizo que el hermano de Katsuki saliera a ver, y el espectáculo que se encontró fue su disfrute temporal, hasta que sintió la mirada amenazante del azabache y no tuvo de otra que toser con nerviosismo y actuar como el hermano mayor y adulto responsable que es acercándose a la futura escena del crimen de no apaciguar la ira de Aizawa.
- Ustedes dos, no es momento de que peleen, estamos en una situación difícil y están perdiendo el tiempo con peleas tontas – esas palabras hicieron que se relajara y dejara de utilizar su don en la pareja, mientras que ellos miran a otro lado con vergüenza.
– Bien, dejemos de hablar aquí, la peste que causo la escenita de estos dos me está enfermando – saca unas gotas y se echa una en cada ojo. Yagi es el primero en entrar, luego Leader y los otros dos de último, que parecen perritos regañados. – Bakugo espera, necesito hablar contigo – Aizawa llama su atención antes de que entre, y ambos se quedaron afuera unos cuantos minutos discutiendo sobre un tema que no fue escuchado por nadie más.
...
- Tenemos nueva información, ya tenemos las identidades de quienes atentaron contra Midoriya – dice sin esperar a que algún otro miembro llegue, Bakugo se adelantó al resto para tomar los documentos que Aizawa puso en la mesa, lo primero que hizo fue ver las fotos, quiere guardarlas en su retina para hacerlos explotar cuando los tenga de frente. – Forman parte de un grupo criminal de sicarios llamado “La luna de sangre” y hacen el trabajo sucio de los políticos o gente con dinero, debemos atraparlos para saber quién los contrató – eso solo hizo que el cenizo sospechara de ciertas personas de su ciudad, Shoto llegó en el momento preciso y escuchar aquello creó una especie de conexión con Katsuki.
- El estúpido alcalde –
- Mi estúpido padre –
Los dos se miraron, esa neurona que suelen compartir a veces da miedo en lugar de risa. Midoriya niega levemente, no podría pensar en que el padre de su mejor amigo pudiera hacer tal cosa. – El señor Todoroki puede odiarme, pero no creo que sea capaz de manchar su reputación haciendo esto – sabe que no tiene justificación lo que le hizo, pero no quiere pensar en él como posible sospechoso, ya que podría tener a otros lacayos que lo apoyan para exterminarlo, y no quiere pensar que cierta persona de su familia esté involucrada, su corazón no aguantaría el dolor de pensar en ello.
Un suave sonido lo saca de sus pensamientos para poder buscar el origen, era Shoto que puso su maleta en el suelo, ya preparado para partir. – Es lo único que necesito escuchar, Bakugo, nos vamos a casa – dijo demandante con un semblante sereno. Un quejido salió de la boca del cenizo y cómo no hacerlo si desean volverlos a separar.
– No me iré a ninguna parte, vete tú solo bastardo mitad y mitad – se acerca al peliverde y, como si no hubiera pasado nada hace unos cuantos minutos, lo abraza por detrás, como si fuera un muro que lo protege de las garras de Shoto.
– Tsuyu e Iida no podrán cubrirte por mucho más tiempo, además de que debemos investigar a nuestras familias – sabe que el infeliz tiene razón, pero no se quiere separar de su Izuku, aún si intentó explotarlo hace unos instantes.
- ¡Si no te vas te llevaré yo mismo a rastras! – la voz del detective retumba por toda la casa, haciendo que los presentes se les ponga la piel de gallina. – Ya Todoroki te dijo que deben largarse, si sigues aquí el esfuerzo de nosotros se vendrá abajo – como siempre, el pelinegro no duda en decir lo que piensa, aún si es rudo con el muchacho. – No te preocupes, nosotros cuidaremos a Midoriya, ya suéltalo y ve por tus cosas – el peliverde le da un suave beso en los labios al cenizo, luego le muestra una tierna mirada para que entienda que está bien, que se vaya y que no se preocupe.
Un chasquido se produce en la lengua de Katsuki y sube en silencio como un perrito regañado, no quiere volver de nuevo a su hogar, si es que le puede llamar así a un lugar donde ya el peliverde no está. Izuku pide permiso y se va a seguirlo.
- Estos mocosos, hace nada estaban a punto de matarse y ahora parecen ser inseparables – Aizawa se lleva las manos a su cabello para rascarla, ahora es la castaña que, con una sonrisa nostálgica toma la palabra, – tienen más tiempo siendo rivales que amantes, así que aún no saben cómo ser una pareja, o tal vez no necesitan saberlo – el mayor le responde con una pequeña queja, ahora deben esperar a que regresen para seguir con la reunión.
- Kacchan – la dulce voz ajena llama la atención del cenizo quien lo voltea a ver solo cuando termina de meter las pocas pertenencias que trajo consigo en su mochila. – Yo tampoco me quiero separar de ti, pero debes volver a tu casa – sus pasos se acercan lentos, pero seguros, al estar a solo dos pasos le pasa un pequeño cuadro que no mide más que un portarretratos el cual no duda en tomar. – Sé que estabas lejos, pero siempre te sentí cerca de nosotros – el cuadro contiene una pequeña pintura en la que está el cenizo con los niños y Midoriya, lo más observadores pueden notar que el dibujo del peliverde fue hecho por alguien ajeno, gracias a que los trazos de este son mínimamente diferentes a los del pintor.
Sus ojos rubies comienzan a aguarse, esa imagen es tan preciosa que lo han cautivado, tanto que no espera más para envolverlo en sus brazos. – Es tuya ahora, este cuadro será la promesa de que nos volveremos a ver – escucha que su prometido dice que sí repetidas veces, cada uno sonando más quebrado que el anterior, Izuku siente que va a romper en llanto en cualquier momento, pero se muerde por dentro de la mejilla para evitar que terminen ambos con los ojos hinchados.
- Vamos, no hagamos esperar más al resto – intenta separarse, pero el mayor no lo piensa soltar.
– Solo un poco más, quiero sentirte un poco más – este asiente y se queda acurrucado en él. Cuando vuelven con el resto ya están ambos tranquilod y Bakugo está listo para irse.
– De acuerdo, antes de que se vayan llévense esto, es un resumen de los dones de ese grupo, aún hay varios que no han atacado a Midoriya y pueden intentar hacer algo contra ustedes – el de cabello bicolor es quien toma el folder antes de que el otro chico pueda siquiera intentar mover la mano. - Dejo aquí otra copia, Uraraka, Midoriya, revisen bien esto y manténganse alerta – y con eso termina la reunión, llevándose a los otros dos, aunque a Bakugo se lo llevó amarrado porque no se quería separar de su prometido ni de los niños.
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