Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Parte única

NamJoon observaba la ciudad desde el limpio y amplio ventanal. Al fin lo había logrado, estaba ahí trabajando en esa oficina, donde tenía la vista de los edificios más lujosos y altos de la zona. Después de graduarse, una editorial lo había contratado al instante, pues había hecho su servicio social en esa empresa. Todo había sido tan fácil que tenía miedo.

Frente a él, el cielo iba perdiendo su luz y tonos cálidos, dando paso a un azul profundo y misterioso; la luna empezaba a ser visible para el ojo humano, dándole la bienvenida a una noche más. El olor a café negro distrajo a NamJoon de sus pensamientos, la cafetera estaba lista.

Suspiró y tomó las dos tazas calientes de la barra, después de verter el líquido oscuro sobre ellas. Por ser básicamente un niño en el mundo editorial, aún no le habían asignado un trabajo decente dentro de la oficina. En vez de eso, le pedían hacer tareas, favores y mandados tontos. Y eso es algo que NamJoon odiaba. Órdenes por aquí y por allá, miradas de burla y lástima, humillaciones de personas con un puesto superior al suyo. No lo entendía, si su servicio social fue todo un éxito ¿por qué ahora lo trataban como a un inutil? Tal vez la vida real era así de cruda.

Pero tenía que soportarlo.

La familia de NamJoon era normal, según los estándares. Sus padres llevaban treinta y cinco felices años de casados y su hermano mayor era un reconocido abogado. Todos convivían en armonía y las reuniones familiares desbordaban felicidad y amor. O al menos eso demostraba la familia Kim cuando tenían invitados. Esa falsa unión y el hablar sobre sus logros y éxitos. Sus padres siempre mencionaban a DaeHyun, su hermano, resaltando su fama entre los abogados y mil cosas más.

Y él, ¿quién era? un recién egresado de la licenciatura en letras. Los señores Kim estaban felices por su hijo, orgullosos no tanto. Desde que NamJoon era sólo un niño, la presión empezó: siempre era comparado con su hermano. Parecía que era una obligación ser igual o mejor que él, sus padres lo repetían a cada rato: "Daehyun a tu edad sacaba las mejores notas de su clase" "Deberías tener más amigos, Joonie. Tu hermano es muy sociable, deberías seguir su ejemplo" "¿Por qué tu hermano es bueno en fútbol y tú no?" "Deja de ser tan torpe, aprende de tu hermano."

Le repetían cosas así todo el tiempo, hasta que él mismo comenzó a compararse con sus compañeros de escuela. Siempre pensando que los demás eran mejor que él, o que nunca podría ser igual de bueno que ellos. Siempre comparando a su persona. Así pues, Joon se volvió inseguro y tímido. No le gustaba participar en clases ni hacer trabajos en equipo. Siguió así hasta llegar a la universidad, donde la presión de sus padres y la suya propia, le hicieron reprobar varias materias y retrasarse dos años. Le costaba mucho relacionarse con sus compañeros y entender la mayoría de los temas. Se sentía inútil, pues era claro que no era el mejor alumno a pesar de estudiar y esforzarse.

Algunas veces solo quería renunciar a todo, alejarse de la presión y de sus obligaciones, del estrés que le causaba la situación. Pero no quería defraudar a sus padres. NamJoon quería que al menos una vez se sintieran orgullosos de él. Pero al final, después de todo su esfuerzo, eso no pasó.

Y después de tanto tiempo, el de cabellos cafés seguía pensando que era un inútil, incluso en el trabajo. ¿Sería capaz de renunciar? ¿Qué iba a pasar con su vida? ¿De qué iba a vivir?

Su consuelo después de un día muy duro e irritante dentro de esa tonta oficina, era caminar por las calles de Itaewon. A pesar del bullicio y la gente, el joven Kim se sentía a gusto. El olor a comida lo hacía feliz y le abría el apetito, aunque no podía permitirse una rica comida todas las noches. A NamJoon le gustaba caminar, sentir el aire frío del invierno y tener una excusa para usar gorros de lana. Y ahí estaba, esa noche traía puesta una playera con cuello de tortuga y una gabardina de color negro; un gorro de lana de color gris y sus típicos lentes con armazón dorado. La mascarilla protegía su rostro y caminaba tranquilamente. A un par de cuadras divisó gente aglomerada y se dirigió hacia ahí. Tan pronto llegó, percibió la música de un teclado y una voz masculina que lo acompañaba.

Gracias a su gran altura, no le fue difícil ver al artista que tocaba esa linda canción. Era un muchacho igual de alto que él, con dedos largos, piel brillante, cabello negro azulado y labios grandes. Vestía con ropa casual y aunque su rostro era precioso, no fue eso lo que captó la atención de NamJoon, sino su voz. Una voz agradable al oído, una melodía suave y tranquila pero sin dejar lo alegre. Cuando la canción terminó, la gente comenzó a aplaudir, el músico hizo varias reverencias y después, volteó a ver a NamJoon. Y le sonrió.

Al ver esos ojos cafés, un impulso ajeno hizo que el chico de piel canela se acercara al artista. Como el espectáculo había terminado, la gente se dispersó. Los letreros de los locales de comida, bares y tiendas, alumbraban ese espacio en donde se encontraba el teclado y el chico de piel clara.

-Hola.

-Hola -respondió el joven de labios gruesos, sonriendo tímidamente.

-Cantas muy bien, me gustó mucho tu interpretación -dijo NamJoon mientras bajaba su mascarilla.

-Oh, no seas exagerado. Me llamo SeokJin. -Se presentó el más alto, extendiendo su mano hacia él. NamJoon la tomó, y para su sorpresa, estaba calientita.

-Un gusto, soy NamJoon.

Le sonrió, sus hoyuelos haciendo acto de presencia en su rostro.

-Un gusto, chico de los hoyuelos.

El susodicho comenzó a toser y sus orejas tomaron un color rojo. Como respuesta, Jin rio. Comenzaron a hablar sobre música, libros y comida, y como seguían parados en la acera, acordaron que sería bueno ir a comprar algo en vez de estar ahí estorbando; mientras la gente pasaba y pasaba.

🌌

No supo cómo pasó, pero ahora, NamJoon se encontraba junto a Jin. Los dos acostados sobre el húmedo césped de un parque cercano, mientras tomaban té de lavanda, el cual compraron previamente en una cafetería.

A pesar de que el pelinegro era un completo extraño, NamJoon se sentía a gusto. Era una sensación difícil de explicar, pero se sentía bien. Estaban acompañados de un silencio cómodo, después de compartir opiniones sobre qué marca de soju era mejor, el amor por los cangrejos de NamJoon y el gusto por la pesca de SeokJin.

-Puedo notar que algo te abruma. ¿Te gustaría hablar sobre eso?

NamJoon dudó un poco, pero al final habló. A pesar de estar teniendo un rato muy agradable con el músico, su mente seguía siendo un torbellino de emociones. Así que decidió hablar.

-Sabes, la mayoría de las veces quisiera no ser yo. Quisiera ser nada, me gustaría desaparecer y no tener que cargar con todos estos pensamientos que me agobian cada día, quisiera huir de mi realidad. Me gustaría saber si alguien me extrañaría, si notarían mi ausencia, si el rumbo de las cosas cambiaría gracias a mí. Pero eso es algo imposible porque no quiero desaparecer, extrañaría la sensación de la luz del sol sobre mi piel, contemplar las nubes, salir de paseo en bicicleta, ir a museos y galerías de arte, -una pequeña pausa- extrañaría la música y las pequeñas cosas que me hacen feliz. Pero aún así, ojalá hubiera un lugar en este inmenso mundo, al cual pueda recurrir para refugiarme de mi realidad.

Jin escuchaba muy atentamente. Observaba con seriedad a su acompañante, quien hablaba en voz baja, casi susurrando, como si tuviera miedo de alzar la voz.

-Hace cuatro meses que me gradué de la universidad. Pero tengo mucho miedo, no soy feliz en mi trabajo y a mis padres no les importa mi situación. Lo único de lo que están felices es que al fin terminé la universidad, después de tanto tiempo. Ya no deben cargar con un hijo que a sus veintiséis años sigue estudiando la licenciatura. -Volteó a ver a Jin-. Perdón, te estoy incomodando, sé que esto no te interesa en lo absoluto.

-Me interesa, y si te hace sentir mejor sacar todo, hazlo. Me gusta escucharte, NamJoon.

En vez de responder, Joon le sonrió. Sintiendo que por fin alguien mostraba interés en él, así que continuó.

-No sé hacer muchas cosas, no tengo un talento. Mis hobbies son tontos y me siento inferior cuando convivo con muchas personas. Siempre ha sido así, a veces me pregunto si todo lo que hago vale la pena, mi presencia sale sobrando donde quiera que esté. He tratado de cambiar, confiar en mí mismo y dejar de escuchar las opiniones negativas de mis padres, las miradas de burla de mis compañeros de trabajo, pero no puedo. Yo... No sé qué hacer.

Dejó de hablar, pues sentía que en cualquier momento se soltaría a llorar. SeokJin esperó unos segundos para hablar, pensando en las palabras que saldrían de su boca.

-Las cosas nunca están bien, NamJoon. Quien te diga que tiene la vida perfecta te está mintiendo. Yo también me he sentido así, siento que no soy suficiente para lo que hago pero me hace feliz cantar. Y a pesar de todo, lo disfruto. El canto me apasiona como no tienes idea.

El castaño sonrió, ladeando un poco su cabeza en señal de curiosidad.

-Me gusta mirar las estrellas -Jin siguió hablando-. Pienso que cuando las personas mueren se convierten en estrellas. ¿No crees que tiene sentido? Es por eso que existen tantas, nuestra alma viaja hasta el exterior y se apropia de una estrella. Cada día van apareciendo más puntos blancos en el inmenso cielo porque diariamente mueren personas alrededor del mundo. Y sólo podemos ver las estrellas en las noches, porque de esa manera la conexión que tenemos con ellas es más fuerte. -Despegó sus ojos del cielo y posó su mirada en NamJoon-. Me gusta pensar que cuando muera, me convertiré en parte de una galaxia. Aunque justo ahora, sé que soy una. Y tú también, Joon. Hay una galaxia dentro de tu ser, puedo verla a través de tus ojos.

El chico de lindos hoyuelos se encontraba en un trance, tratando de comprender las palabras de Jin. Perdido en el brillo de sus dulces ojos y en su suave voz.

-Hay una galaxia dentro de ti, eres un mundo. Y sé que alguna persona se dará cuenta de eso y lo apreciará. Pero antes, eres tú el que debe reconocer tu propio brillo. Porque eres una estrella especial, Nam.

SeokJin acarició suavemente los pómulos de su acompañante, pues un par de lágrimas habían caído de su lagrimal. Su tacto tímido, no queriendo asustar al chico de lentes. También le sonrió, transmitiendo una tranquilidad, cariño y comprensión tan sinceras que los vellos de los brazos de NamJoon se erizaron. Nadie lo había mirado de esa forma, nadie.

-Así que, ten siempre eso en cuenta ¿sí? Prométeme que vas a dar lo mejor de ti día a día. Cada que te sientas abrumado, acércate a tu ventana y siente el frío aire rozar tu piel, observa las estrellas.

NamJoon cerró los ojos dejándose arrullar por la voz tan armoniosa de Jin, mientras este seguía tocando sus mejillas.

-Muéstrame que puedes hacerlo, muéstrate a ti mismo que puedes. Y si sigues sintiéndote de la misma manera, al final siempre podrás venir a mí. Utilízame como tu refugio, estoy dispuesto a darte lo mejor de mí para que tu dolor disminuya aunque sea un poco. Mis brazos siempre estarán abiertos para recibirte.

-Gracias -susurró.

-Siempre puedes recurrir a mí, no lo olvides.

-No lo haré.

Jin le dirigió una última sonrisa, dejando ver sus dientes y haciendo que sus mejillas subieran, después retiró sus manos del rostro acanelado. NamJoon le devolvió la sonrisa con ganas. Pasaron unos minutos más acostados, admirando el cielo. No volvieron a hablar, pero no era necesario. El aura que los envolvía era agradable para ambos. Después de un tiempo se levantaron, pues la temperatura había descendido y ya era entrada la medianoche. Entre chistes, risas, sonrojos y ojos brillantes, caminaron a la parada de autobuses y se despidieron. NamJoon con la esperanza de volver a verlo y Jin sintiendo su pecho cálido, pues había ayudado al chico bonito de hoyuelos.

De alguna manera, NamJoon sentía que había encontrado su refugio, no en un lugar sino en una persona. Se sentía algo tonto pensando eso, pero en verdad se sentía así. Lo había encontrado, sin necesidad de buscarlo. Un pequeño agujero en su corazón se había abierto, dejando entrar la presencia de Jin de una forma abrupta, pero al mismo tiempo se sentía correcto.

🌌

La jornada laboral de NamJoon había terminado. Lo único que quería era llegar a su departamento y tomar una rica taza de té caliente. Pero antes, quería pasar a ver a Jin, tal vez platicar un rato o simplemente saludarlo. Quería verlo. Cada vez que se veían, Joon definía su encuentro como mágico. Sólo eran él y SeokJin, el mundo exterior no importaba. NamJoon estaba al borde del abismo, pero la presencia del chico de ojos brillantes lo ayudó, le otorgó ese consuelo que necesitaba.

Desde su primer encuentro había pasado un mes. Veía a Jin al menos dos noches a la semana y gracias a eso se sentía más tranquilo y no tan estresado por todo lo que ocurría en su vida. Siempre quería volver a verlo para dejar fluir sus pensamientos y sentimientos, escapar de la rutina mientras hablaban amenamente. A fin de cuentas Jin le dijo que podía recurrir a él para lo que sea y así se cumplió, habían forjado una especie de amistad mágica. Además, amaba ver a Jin tocar y escucharlo cantar. Su voz era como un arrullo de estrellas que calmaba su corazón.

El castaño llegó al lugar donde lo vio por vez primera. Y ahí estaba. Radiante como lo recordaba, sonriendo mientras cantaba y movía sus delgados dedos sobre las teclas monocromáticas. La gente aplaudía siguiendo la canción y los faros de la calle iluminaban su perfil. NamJoon no pudo contener una gran sonrisa, pues con sólo ver al pelinegro, una tranquilidad se instaló en su cuerpo. Esperó a que la melodía terminara para acercarse a él.

Cuando acabó de tocar, Jin lo vió y lo saludó con la mano.

-Veniste, Nam.

-Claro -respondió con una sonrisa, mostrando sus hoyuelos. Vaho salía de la boca de ambos, gracias al clima frío del invierno.

La voz tan dulce, la sonrisa cariñosa, el cabello moviéndose por el viento y los ojos brillantes, hicieron que el ritmo cardiaco de NamJoon aumentara. Se sintió afortunado, porque las estrellas hicieron que SeokJin se cruzara en su camino. Su compañía influyó para bien, pues poco a poco el caparazón en el que estaba resguardado se iba agrietando, dejándolo salir al exterior. Comenzaba a confiar en sí mismo, a notar sus estrellas. Incluso, había renunciado a su trabajo y metido a un curso de pintura.

Jin pudo ver en los ojos de NamJoon un brillo especial, algo que no percibió en su primer encuentro. Y se sintió contento, pues había logrado su cometido.

-Puedo ver tu galaxia en tus ojos, NamJoon.

Escuchar eso de Jin tomó al moreno por sorpresa, pero también lo hizo sentirse contento. Contento consigo mismo. Jin le dio lo mejor de sí y NamJoon no se quedó atrás, porque dio lo mejor de sí mismo. Creyó en su propia galaxia.

Y al tener a Jin frente a él, sonriendo como siempre lo hacía, cayó en cuenta de que todo estaría bien, mientras tuviera a SeokJin a su lado.

Justo cuando iba a responderle, una luz morada envolvió al músico. Era una luz muy brillante que lo hizo cerrar sus ojos. Al abrirlos, solo se encontró con la ajetreada calle, llena de transeúntes y bulla. NamJoon volteó a todos lados, buscando al chico de pelo negro azulado, pero ni él ni el teclado estaban.

SeokJin había desaparecido.

Holaaa, gracias por leer!! La historia está inspirada en una de mis canciones favoritas: Magic Shop. Espero les haya gustado mi interpretación >u<

No es mi historia favorita pero aún así me gusta. Aunque creo que debería de volver a re-re-escribirla jaja.

Moon

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro