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Capítulo 28

De acuerdo al plan, la inserción de Fred funcionó como Lunna lo había advertido, el público parecía molesto con nosotros.

—¿Entonces, nadie del resto del grupo sabía de tu supervivencia?

—No quise involucrar a más personas para no herirlas, solo Lunna, yo y otros cuantos lo sabíamos… Cariño, sé que lo que hice estuvo mal, pero ahora que sobreviví a los engaños de esos bastardos, quiero volver a ser yo, hacer mi música y ganar dinero, obviamente. Solo espero que ustedes, público maravilloso, pueda perdonarme tal y como mis buenos amigos lo han hecho…— el pelinegro siempre fue bueno para hablar con la prensa, aún cuando lo odiara y aquella entrevista fue su reivindicación y el primer paso para recuperar a nuestra afición.

—¿Podremos verte en los escenarios?

—Tan pronto como sea posible, cariño.

—Lunna, eres una pilla— bromeó la entrevistadora —¿por qué no nos dijiste nada respecto a Freddie?

—Bueno… entendí el principal motivo y no quería ir en contra o estropearlo, aunque, a decir verdad, me mató ver sufrir a los chicos y no poder decirles nada.

—¿Qué pasará ahora? Sí Freddie retoma su lugar como vocalista, ¿qué pasará contigo? ¿le devolverás su lugar o te opondrás?

—No soy una tirana, yo solo… mantuve el trono tibio para Fred…

—Eres una imbécil sí crees que te dejaré ir— alegó el bigotón en cuanto estuvimos en los camerinos.

—¿Me dejarás tu lugar?— insinuó ella.

—Tampoco digas estupideces.

—Freddie, volverás y ya no habrá nada para mí. Cómo dije: mantener el trono caliente.

—Ok, cariño, escucha, no me importa que digas tu o cualquiera de estos tres ancianos, o Jim… te quedarás en Queen y punto.

Nuevamente nadie se opuso, ni siquiera yo que dí problemas al respecto, pero en su momento dudé de las funciones que desempeñaría. Cómo sea, mis preocupaciones fueron diferentes aquella vez, pues ¿Que tan difícil sería tener una chica en una banda repleta de chicos? A pesar de que Lunna mostró no ser una princesa desde que llegó, creí que así sería; una como aquéllas chicas que buscan las cosas caras, preocupada todo el día por su cabello, mostrándole al mundo que su vida es fabulosa obligando a la gente a cumplir con sus caprichos de niña mimada, sin poder entablar conversación con ella porque no conoce más allá de su pequeña burbuja egocéntrica, alguien cómo Verónica… y sí era así yo tenía la ventaja por la similitud con mi esposa.

Mientras la desgracia de la presencia femenina me alcanzaba, me enfoque en acomodar los detalles pendientes; pusimos a Fred al tanto de los proyectos musicales y lo esencial que se había perdido a la par que él puso su vida personal en orden.

—¿Cómo va el asunto de los impuestos?— nos cuestionó.

—Peor, casi llegamos al ochenta por ciento— le respondí.

—Es una locura— comentó Brian.

—Necesitamos movernos a otro estudio, o buscar un lugar dónde ensayar— propuse.

—Claro, por qué no pagar dos lugares en vez de solo uno— respondió sarcástico Brian.

—Podría ser más barato.

—Tranquilos, queridos, sé exactamente el lugar para ensayar.

—¿Ah, sí?— preguntó Rog con su boca llena —¿Cuál?

—Tu casa— se dirigió a Lunna.

—¿Eh?

—El espacio es reducido, pero con esa sonoridad y un buen equipo, será excelente.

—¿Cuánto pagan por impuestos?— Rog es la prueba viviente de que se puede masticar un sándwich y hablar al mismo tiempo.

—No pagamos impuestos, es un estudio casero no registrado.

—¡Excelente! No puede ser mejor. ¿Qué dices, cariño, aceptas que ensayemos en tu casa? 

—Ah… bueno… Deben hablar con Kevin, yo no me meto en esas cosas…

—Muy bien, hablemos con Kevin.

No estaba convencido de la idea, pero Freddie tan impulsivo cómo siempre, olvidó detenerse a preguntar sí estábamos de acuerdo. Solía hacer eso, tomar las decisiones por la banda y luego voltear hacia las cámaras y negar que era el líder. Y ciertamente no podía hacerlo porque se metería en problemas con los tres; no importa cuánto lo admire, jamás lo tomaría como mi líder.

—Escuchen, sí vamos a hacer esto necesitamos separar los asuntos; en cuestión de amigos, les ofrezco la casa, pueden quedarse a dormir, comer, pueden acceder libremente a las clases y eventos que imparto, la cafetería tiene sus propias reglas, Lunna se las dirá, por todo lo demás, pueden considerar está como su propia casa— nos ofreció el moreno —En tema de negocios puedo ofrecerles el estudio tal y como está, ahora no tengo mucho tiempo para usarlo pero lo haré así que debemos planear los horarios, no tiene el equipo adecuado que supongo utilizan…

—De eso nos encargamos nosotros.

—Bien, en caso de descomponerse algún equipo y el mantenimiento lo sustentamos entre todos porque Connor y Alex también lo ocupan para sus propios proyectos…

—¿Cuánto nos cobrarías de renta?— pregunté cuando el bailarín se silenció.

—Es lo que estoy pensando…— golpeteo sus labios con la llema de sus dedos.

—Podemos darte cierto porcentaje de las ganancias por álbum— Brian arriesgó con esa oferta que pudo habernos costado demasiado dinero, aunque hasta eso era mejor que desperdiciarlo en impuestos.

—No, eso es demasiado… ¿cuánto pagan en su renta de estudio actual? ¡Olvidenlo!— ni siquiera nos dió la oportunidad de responder —¡Muy bien! Les propongo esto; paguenme el diez por ciento de su renta actual y ustedes se encargarán de la limpieza del estudio…

—¿Eso es todo?

—Esto no se trata de dinero… Me halaga que quieran ocupar este estudio para trabajar y le vendrá bien a Lunna.

El trato resultó mucho mejor de lo esperado; obtendríamos todos los beneficios de una casa por un precio muy bajo, sin impuestos y solo con poner el equipo y limpiar. Esas personas eran muy estúpidas o ocultaban algo para ser así de serviciales.

—Pero, voy a necesitar que me prometan discreción porque no dudo que en algún momento se enterarán de los dramas familiares que se viven aquí.

—Descuida, cariño, podemos mantener nuestras bocas cerradas.

No fue del agrado de Jim la decisión que tomamos, casi ilegal, de ensayar, pero también le benefició porque, el espacio era tan pequeño que su presencia resultaba innecesaria por lo que tuvo más tiempo libre y sin contar el aumento salarial que todos recibiríamos.

También a mí me benefició pues me permití el tiempo necesario para llevar y recoger a mis hijos de la escuela, aunque algunas noches las pasaba fuera de casa.

—¡Hola, amigo!— saludé a Rob en cuanto lo ubiqué en la salida de su escuela —¿Quién eres?— quise saber por su disfraz improvisado que llevaba encima.

—¡Soy un caballero de la guardia real!— me mostró su casco plateado hecho con hojas de papel.

—¡Qué bien! Un caballero, debería de tener cuidado contigo, no quiero que me lleves preso.

—No tendré piedad de ti, aunque no tenga mi espada.

—Es cierto, te falta tu espada.

Ese día en la escuela habían hecho una actividad para ilustrar la edad media, con obra de teatro incluída y mi hijo estaba más que fascinado con el tema.

El enclenque casco de papel no le duró mucho, así que con algo de cartón, mucho pegamento y pintura, pude hacerle otro más resistente. Él estaba feliz con su disfraz, solo se lo quitaba para dormir, comer, ducharse y, tras varios berrinches, en la escuela. 

Un simple yelmo de cartón no era suficiente para ser un caballero, por lo que le compré una espada de juguete en el supermercado. Después, no hubo marcha atrás y me convenció de hacerle el traje entero. Más pegamento, cajas y pintura fueron la armadura que lo cubrió gran parte del tiempo.

La mudanza al nuevo estudio nos llevó un tiempo, por lo mientras seguimos practicando y poniendo al día a Fred en el lugar de siempre.

—No está mal— comentó Fred —No estaba equivocado contigo — le dijo a la niña, en cambio ella no prestó ninguna pizca de atención a sus palabras, tenía su mirada perdida en el piso.

—¿Qué haces?— le preguntó Rog.

—Estoy buscando la plumilla que Brian me dió a guardar…— esbozo una enorme y falsa sonrisa hacia el alto.

—¿Y por qué te agarras tus bubis?— señaló el rubio.

Ella permaneció escaneando el suelo con sus ojos mientras sostenía un pecho en cada mano resaltando su tamaño y voluminosidad.

—No lo sé… Me ayuda a… encontrar cosas— se alzó de hombros —No lo sé… ¡Aquí está!— señaló el pequeño plástico levantándolo del suelo —Para ti— se la extendió a Brian.

—Recuérdame que nunca te de mis plumillas.

—Lo siento, me distraje… ¿Lo ves? Funcionó— se dirigió a Rog.

—¡Déjame intentarlo!— el rubio corrió al lado de la enana y pronunció: —¡¿Dónde dejé la llave de la batería?!— para después estirar una de sus manos hacia las bubis de la chica.

A la par que todos soltamos carcajadas por las ocurrencias del ojiazul, Lunna se lo sacó de encima.

—Imbécil.

Esa misma tarde tuve la oportunidad de hablar con los miembros más pequeños del grupo.

—Escuchen… les debo una disculpa, a ambos, me comporté cómo un verdadero idiota… y lo siento…

Roger, sentado a mi lado, se acercó y estrelló un puño contra mi hombro y a pesar de que no fue tan fuerte, me dejó con el dolor punzante a flote.

—Te perdono, pero no lo vuelvas  a hacer— me dijo antes de marcharse.

—Lo prometo— le grité.

Lunna estaba detrás del sofá en que estaba reposando, sentí que se acercó por mi espalda, y me dijo:

—John, no me gusta que me hablen como lo hiciste y sí lo vuelves a hacer, no solo te daré un puñetazo en el hombro, realmente te haré sufrir.

—No volverá a pasar, lo prometo.

—Bien, eso espero.

No me tomé a la ligera su amenaza, por sí era verdad o no, era mejor estar precavido y no volver a ser un cabeza hueca o al menos no en voz alta.

Con mis disculpas me sentí mejor, los cinco convivimos armoniosamente logrando que el nuevo estudio de ensayo cobrara forma; estuvimos jugando Tetris con los instrumentos, y una vez que acordamos el espacio de cada uno, dimos por terminado el día.

—Está por comenzar un evento en el bar ¿quieren quedarse?— nos ofreció Lunna.

—¿Habrá alcohol?— cuestionó Rog.

—Siempre lo hay.

—De acuerdo.

—Adelantense, ahora los alcanzo— nos anunció antes de desaparecer. 

Como ella nos indicó, nos dirigimos hacia el gran salón al que entramos discretamente, allí estaban Kevin, Connor, Alex, otros dos chicos y dos chicas que no conocía. Nos dirigimos a una mesa alta vacía que estaba en el extremo opuesto al de la entrada, nos sentamos en los bancos de alrededor y presté atención a las palabras del joven bailarín.

—Fue increíble. Vamos a hacerlo una última vez, pero en vista de que tenemos público, nuestro frente será ese— señaló hacia dónde estábamos —A nivel— Todos los chicos tomaron posiciones acostados sobre el piso y Kevin inició la música. Era lenta, muy lenta, al ritmo de ésta, se incorporaron y comenzaron a ejecutar una coreografía.

Poco después, Lunna entró de la misma manera que nosotros, llevaba ropa diferente, se paró junto a mí y apreció la demostración dancística de los chicos.

En el estribillo antes del coro, el grupo bailarín se replegó dejando todo el centro libre con una sola persona dentro de él bailando, la canción continúo y cada cuatro compases se intercambiaban entre ellos para tomar el centro de la pista haciendo, cada uno diferentes pasos, que, a mi parecer, lucían increíbles, juraría que estaba ante bailarines profesionales. Cuando Kevin terminó de hacer su pequeño número, se acercó a nuestra mesa y le dijo a Lunna, quién en ese momento intentaba amarrar su cabello:

—¿Quieres hacer un ocho libre? A nivel— ella asintió con sus manos ocupadas sobre su cabeza. Kevin esperó un poco y luego dijo: —Es ahí— ella hizo una mueca de odio, soltó su cabello y abandonó la mesa, para tomar lugar en el centro de la pista y moverse de manera similar que el grupo de bailarines. Dió giros y coordinó sus brazos y piernas a la perfección para mover su cuerpo de una forma asombrosa, si no la hubiera conocido juraría que también era una bailarina profesional. Fue ahí, dónde nos demostró que podía hacer mucho más que bailes ridículos. 

Para los últimos momentos de la canción, todos volvieron a la pista, pero seguían moviéndose como cada quien quería, hasta que la canción se pausó y todos junto a ella, para lentamente volver al suelo y quedar tirados como en el principio, así la melodía terminó y coreografía también.

Se incorporaron y de todos ellos salieron aplausos.

—Eso fue todo. Muchas gracias por venir, lo hicieron increíble— anunció Kevin dando por terminada su clase.

—¿Ustedes son un grupo o algo así?— preguntó una de las chicas.

—Eh... Si, éramos un grupo grande, pero ahora solo quedamos nosotros cuatro— respondió refiriéndose a Lunna, Alex, Connor y él.

—¿Montan las coreografías y las presentan?

—A veces las presentamos, otras, las grabamos o solo es para aterrizar mis ideas o por el puro gusto.

—¿Podría ver alguna otra coreografía?— preguntó la chica curiosa.

—¡Claro! Por su puesto... Haremos Slip— respondió Kevin sonriente mientras Lunna, Connor y Alex intercambiaron miradas de preocupación.

—Pero no he calentado— le alegó Lunna al moreno mientras que él se dirigía a poner la canción mencionada.

—¡Qué lástima!— se burló el afrodescendiente —¡Listos!— e inició otra canción, era igual de lenta que la anterior, pero la coreografía resultaba más impresionante, pues a pesar de que los pasos se veían muy sencillos, los cuatro iban perfectamente sincronizados, como si un mismo cerebro le indicara a todas esas extremidades en qué momento moverse. Fue espectacular. 

Los mismos movimientos se repitieron a lo largo de toda la canción con algunas variantes. Lucían impresionantes, fue muy placentero ver moverse a esos cuatro, sin embargo, pareció que a Kevin no le gustó en absoluto, porque al finalizar la canción se disculpó con su pequeño público por esa ejecución.

Los chicos aplaudieron, agradecieron la demostración y la clase y se retiraron, una vez ausentes:

—¡Ustedes tres, harán tablas por todo un mes!— los regañó.

—¡Nos pusiste Slip!— saltó Alex —Pudiste habernos pedido otra cosa, ¡pero no! Tenía que ser Slip.

—¿Hacia dónde teníamos que girar? Me perdí— preguntó Lunna confundida.

—A la derecha— respondió Alex.

—¡No! A la izquierda— corrigió Connor.

—¡Serán dos meses de tablas!— sentenció Kevin.

Al final, se dispersaron, Kevin acudió con personas que iban llegando, Alex desapareció, Connor acomodó un material en la parte de arriba y Lunna volvió a la mesa con nosotros.

—Tesoro, no sabía que podías bailar así— reconoció Freddie.

—Mi mejor amigo es un bailarín, claro que sé bailar, solo que hace mucho tiempo que no lo hacía.— dijo estirando su espalda hacia atrás.

—Son sensacionales.

Los minutos pasaron y al salón llegaron más y más personas. La iluminación del lugar bajó y la música subió, era muy movida y en su mayoría, estaba en español. Se trata de una discoteca latina. Hasta ese entonces solo había escuchado rumores sobre este tipo de eventos, jamás me había interesado en uno, ni mucho menos en asistir.

Conforme el lugar se llenó, el espacio destinado para bailar se redujo. Por arriba de la entrada se proyectó el vídeo de la canción en turno con subtítulos en inglés, de ésta forma pude descubrir de qué trataban las canciones; todas fueron sobre sexo, amor y desamor, no hubo más.

En la mesa, comimos botanas, bebimos y Roger se esforzó por mantener una conversación, pero por el volumen tan alto del sonido, fue imposible sostenerla.

Después de un largo rato, Kevin se acercó a nuestra mesa:

—¿Qué hay? ¿Todo bien?

—Excelente— le respondió Lunna.

—¿Ya le echaste el ojo a alguien? ¿Algún afortunado?

—Sigo llorando por un ex al que no supero y ¿tú quieres que le eche el ojo a alguien?— le preguntó incrédula.

—No es ningún delito.

—Olvidalo. ¿Qué hay de ti?

—El chico que está en la por la entrada del baño, el musculoso, es sexy— anunció el bailarín esbozando una enorme sonrisa.

—¿Ya lo invitaste a salir?— le gritó Lunna después de dirigirle una mirada al mencionado.

—¡Obvio!— le sonrió victorioso —¿Qué te parece?

—Es sexy pero tiene cara de ser un idiota.

—¡Qué poca fé tienes!

—Experiencia, amado mío.

—Como sea...— Kevin se retiró con indignación de la mesa.

—No tenía idea de que Kevin tuviera... esos gustos— comentó Freddie con curiosidad y timidez  

—Kevs es bi pero le interesan más los hombres que las mujeres— confirmó la chica.

—Increíble.

—Ahora vuelvo— anunció Lunna, para levantarse y perderse entre la multitud. Volvió minutos después y retomó su lugar con nosotros, tenía el rostro descompuesto, parecía molesta.

—¿Todo bien?— preguntó Fred.

Lunna lo miró y evadió la pregunta proponiendo:

—Hagamos una apuesta; quien se emborrache primero usará por toda una semana un disfraz que los demás le pongamos.

—No lo sé...— lo dudó Brian.

—Me agrada. Estoy dentro— anunció Freddie.

—Creo que perderé, pero está bien, yo también apuesto— concordó Roger.

—Excelente. ¿John?

—Ah... Yo... No lo...— no tenía intenciones de participar en un estúpido jueguito pero no quería expresarme de esa forma.

—No tengas miedo, cielo— me dijo Freddie —Te cuidaré bien si te embriagas.

—No me preocupa eso, es solo que...

—¡Basta! John también está dentro— me interrumpió mi amigo vocalista dejándome sin palabras.

—Es solo si tú quieres…— Lunna postró sus pequeños ojos en los míos con medía sonrisa en sus labios.

—No... Está bien. Hagámoslo— le respondí al fin, me sonrió por completo y luego se dirigió con Brian.

—¿Ya lo sabes?— le preguntó.

—Está bien— también acepto él.

—Excelente— ella se apresuró a llenar nuestros vasos con licor, brindamos y así dió inicio nuestra pequeña apuesta.

—Voy a decirles esto para que no crean que hago trampa; si te concentras en la bebida o el alcohol te embriagas más rápido, por lo que intenten pensar en otras cosas.

Así hice. Desvié mi mirada hacia la multitud, y al borde de está localicé a Kevin bailando con una mujer morena de curvas pronunciadas. En un instante su vista se dirigió hacía la mía, creí que me veía, cuando voltee a mi lado y descubrí que a quien él observaba era a Lunna. Kevin juntó sus dedos índice y pulgar formando un círculo y los otros tres dedos los separó estirandolos, levantó la mano y se la mostró a Lunna, quién al ver esa señal, negó con la cabeza, lo que provocó que Kevin se acercará de nuevo a la mesa.

—¿Qué sucede?

—"Sexy" no solo tiene la cara de idiota, lo es.

—¡Ay no!

—El descarado me invitó a salir— soltó de pronto —Es un imbécil. En verdad, lo siento...

—No importa. Lo acabo de conocer... Digo, no era algo serio...— en su rostro se notaba la desilusión de Kevin.

—¡Te conozco, Kevs! Tú ibas en serio— Lunna lo abrazó para darle consuelo.

—Bueno, al menos saldrás con él, ¿no?

—¡Me ofendes!

Después de eso, Kevin bebió un trago con nosotros y se retiró a su evento. Los restantes continuamos bebiendo lentamente por un largo rato. Tal vez nadie se embriagó por lo lento de los tragos. Hasta que alguien dijo algunas palabras en español que no entendí, provocando que todo el público gritara incluida nuestra pequeña conocida.

La música cambió, dejó el ritmo movido para transformarse en uno lento y melancólico. Lunna incrementó la frecuencia de sus tragos a la vez que cantaba con ímpetu y desprecio cada canción que sonaba por los altavoces. Por los subtítulos en la pantalla proyectada, supe que se trataban de canciones de desamor.

—Creo que va a perder— anunció Roger.

—Así es— concordó Brian.

—¿Bromean? No caigo tan fácil— nos dijo Lunna quién continuó tomando por un largo rato.

Cuando la noche estuvo muy avanzada, los cinco nos retiramos a las habitaciones para dormir. Cada quien se preparó y entró a su cama. Yo caí rendido, los días eran agotadores, pero divertidos. Me encantaban.

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