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Parte dos

Asistí al funeral. De él solo recuerdo que todos los que, mes y medio antes nos reunimos para celebrar su cumpleaños, ahora nos reunimos para despedirlo. Mucha gente me saludó, me abrazó y me dió sus condolencias pero no escuché ni sentí nada, ni siquiera recuerdo quienes fueron.

En los siguientes días, no fui capaz de pararme de la cama. Verónica me obligaba a comer pero no tenía hambre. Robert me buscaba para jugar, pero yo me disculpaba con él y le decía que en otro momento.

No supe nada de Roger o Brian, hasta después que Jim Hutton nos reunió para darnos una libreta dónde Freddie había escrito sus deseos. El ochenta por ciento de la libreta eran canciones y en el restante hablaba de la voluntad de Freddie; decía que sus bienes se repartirían entre su familia, Mary, Jim, su cocinero y su chófer, especificaba qué parte le tocaría a cada quien. A Mary le otorgó su casa y sus gatos, un buen porcentaje de su fortuna y los derechos de autor de la mayoría de sus canciones. Especialmente, pidió que ella se encargara de sus restos, le pedía conservarlos dónde ella quisiera, pero que no lo divulgara con nadie, ni siquiera con sus padres. A nosotros nos decía que podíamos hacer lo que quisiéramos, solo que no lo hiciéramos aburrido, nos dijo que era nuestra decisión si continuamos con Queen, de ser así, propuso enfáticamente a Luna para tomar la voz principal, quién, a propósito, había desaparecido un día después del funeral.

Jim estaba molesto y Mary incómoda con la repartición de Freddie, pero no les quedó más que aceptar la voluntad de mi amigo. En realidad, todos lo hicimos; Bomi y Jer decidieron cremar los restos de su hijo y luego los entregaron a Mary, ella se mudó a la casa de Fred con sus gatos, Jim se mudó a una modesta casa que Freddie había destinado para él y nosotros teníamos que discutir el destino de Queen, pero, por lo pronto, era mejor ocuparse del material que él se empeñó en grabar.

Por un par de meses nos reunimos en el estudio, intentamos acomodar y hacer la parte instrumental de las voces que grabó Freddie. Raramente se abría el tema de si Queen continuaría; por su parte, Roger y Brian decían que no tenían ninguna idea. Por mi parte, mi decisión fue simple, un rotundo "No". La razón es simple, Queen es Queen por sus miembros, si uno falta, no hay banda. Y obviamente no se puede reemplazar, no hay nadie que pueda ocupar el lugar de Freddie. Además, se sintió un enorme vacío que, conforme pasaban los minutos, se volvía más y más grande. Tuve miedo de caerme, de que me consumiera y que no hubiera una salida. Hacía unos meses éramos cuatro, luego fuimos cinco y ahora solo tres; es injusto, debería de prohibirse entrar en la vida y corazón de las personas para luego marcharse sin piedad.

Jim, Brian y Roger se empeñaron en buscar a Luna, por el escrito de Freddie, querían hacerle saber la voluntad de mi amigo, aunque yo no entendí porque, si ni siquiera nosotros nos habíamos decidido en seguir, además, no había necesidad de traer a una persona tan molesta para nada. Otro gran problema fue su paradero, ninguno de nosotros recordó donde dijo que vivía, solo sabemos que es en Knightsbridge, pero exactamente no sabíamos, aunque estimamos que para ese entonces, ella estaría en Noruega de vuelta con su familia, dónde mucho menos recordamos el nombre del lugar donde reside. Aún así ellos tres se empeñaron en su búsqueda.

Cuando Roger y Brian estuvieron listos, accedieron a una entrevista para la televisión. Yo no lo estaba, ni quería hablar con nadie de la prensa, por eso me negué a esa entrevista. En ella se tocaron varios temas y uno en particular que sorprendió a mis amigos, y a mi después cuando me lo contaron, es que de alguna forma habían obtenido unas fotos donde se nos veía a nosotros cuatro y a Luna en el estudio, eran varias, en la mayoría ella aparecía abajo de la tarima frente a nosotros, lo más probable es que  estaba bailando y algunas otras arriba en el escenario, se veían nuestros rostros de alegría y gozo, seguramente de la vez que cantó con nosotros. Yo había permanecido tan alejado de la prensa y opiniones públicas respecto al fallecimiento de mi amigo que ni siquiera me enteré que esas fotos circulaban por ahí, tampoco supe quién las tomó ni cómo llegaron a la prensa, pero realmente no importaba pues ya era de su conocimiento y no solo eso, generaron intriga y deseos por saber quién era esa chica.

Después, tuvieron la idea de brindarle homenaje a mí amigo con un gran concierto donde se reunirían varios artistas para cantarle exclusivamente a él. Así que los meses siguientes se dedicaron a la organización del concierto y a la producción de canciones.

Ese año fue uno de los más difíciles que he vivido. No tenía ánimos para hacer nada, no quería estar en el estudio, ni hacer la instrumentación de las canciones, ni entrevistas, ni conciertos. No tenía cabeza para nada de eso.

En el otro lado, Verónica había dejado de consolarme en mi llanto, me dejaba solo y después me reclamaba que no hacía nada y solo me quedaba en la cama. Entre en un modo automático que yo mismo descubrí en ese tiempo. Robert había comenzado el jardín de niños y Michael, daba sus primero pasos, sus primeras palabras y cada vez pasaba más tiempo despierto, no fuí capaz de disfrutar o apreciar cualquiera de esas cosas porque mi mente me encerraba y me mandaba muy lejos fuera del presente. Me sentía derrotado, no me apetecía hacer nada, de hecho no podía, algo me lo impedía, por más buenos argumentos hallé para hacer alguna cosa, no lo logré, en cambio deje de disfrutar lo que amaba hacer. Me había perdido momentos irrepetibles en la vida de mis hijos y yo era el único culpable de ello, pero no sabía qué hacer, ni cómo salir de ese bucle melancólico. Y si me preguntas, cómo podía trabajar y rendir en el estudio, eso tampoco lo sé, pero lo hice.

Algunas semanas antes del homenaje a Freddie, Jim fue contactado por la boutique donde Freddie compraba, hacía arreglos y servicio de tintorería a sus vestuarios. Ellos conservaban algunos de los trajes que Fred usó y querían devolverlos, pero no sabían a quién. Brian se ofreció para ir a recogerlos y con él fuimos Roger y yo pues me interesaba conservar alguno de esos trajes.

Fuimos a la boutique y en la entrada había un montón de cajas apiladas que impedían el paso hacia adentro por lo que permanecimos en la acera, desde ahí no se veía nadie, hasta que una personita muy pequeña caminó frente a nosotros con una enorme caja en sus bracitos, su cabello blanco amarrado y su altura peculiar me hicieron reconocerla de inmediato.

—¡Aquí estás!— gritó Roger atrayendo la atención de la chica, quién al mirarnos y por el inesperado gritó de Rog, se asustó y tiró la caja de sus manos para agitarlas en movimientos cortos y contínuos.

—Y aquí están— respondió llevándose una mano a su pecho en señal de alivio después del susto —¿Cómo están? Me da gusto verlos— repuso con una sonrisa.

—Ya sabes... sobreviviendo— le respondió el mismo Roger.

—Me imagino, tampoco ha sido fácil para mi... ¿Y qué los trae por aquí?

—Van a darnos unos vestuarios de Freddie— está vez respondió Brian.

—Excelente.

—Te hemos buscado por todas partes— comentó Roger.

—¿Ah si? ¿Para qué?

—Hay algo importante que queremos decirte— le respondió Brian.

—¿Sobre qué?

—Tal vez podamos ir a algún lugar más privado para hablar...

—De acuerdo.

La encargada apareció y no hizo entrega de dos cajas iguales a la que Luna llevaba, Brian metió las tres cajas al maletero de su auto y luego nos dirigimos a un restaurante un poco sofisticado donde la tranquilidad fue perfecta para charlar y para comer.

—¿Estuviste en Londres todo este tiempo?— le preguntó Roger.

—No. Mi esposo y yo volvimos a Noruega, pero, ninguno notó que un nombre está mal escrito en el documento que elaboramos con el historiador, entonces volvimos para que lo corrija.

—¿Cuándo llegaron?

—Ayer por la tarde.

—¿Tú trabajas en la boutique? Es raro que dos veces te hayamos encontrado ahí— comentó Roger.

—¡Si lo es! A mí amigo le gustan los vestuarios de ahí, entonces a mi me manda a recogerlos, solo eso— respondió ella divertida —¿Estoy en problemas?— agregó un tanto preocupada.

—No solo... todo pasó tan rápido que no pudimos despedirnos de la manera adecuada— contestó Brian —Estamos organizando un concierto en tributo a Freddie, será algo grande, digno de él, habrán varios artistas invitados y queremos que tú también partícipes.

Eso no estaba planeado.

—¿En serio? Es muy lindo de su parte hacer eso por su amigo. ¿Y qué quieren que haga?— contestó ella esbozando una sonrisa.

—Que cantes, por su puesto.

—¿Junto con ustedes en un escenario?— su rostro se iluminó y sus ojos brillaron de la emoción.

—Así es.

—¿Cuándo?

—El veinte de abril.

—En tres semanas...— pareciera que había hecho una pausa en su emoción para analizar la circunstancia —¿Qué canción tocaríamos?

—Buena pregunta...

—Bueno... Sabemos que puedes cantar Somebody yo love— dijo Rog. Cómo respuesta, la chica se sonrojó.

—Es cierto... Ok. Hagámoslo.

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