Estaba de madrugada, el hospital era frío y Jimin había despertado, aquella soledad solo lo hacía sentir más miserable, de todas las cosas que pudo vivir la que menos imaginó fue esa, sentía frío, extrañaba a su amigo pero asumió que no lo habían dejado quedarse, lo comprendía perfectamente bien. El lugar era frío y desolado, se preguntaba cómo podría aquello ayudar a una persona enferma y lo único que inspiraba eran ganas de huir, incluso ganas de dejar de vivir, era solitario y se podían escuchar voces de otros pacientes, el lugar era tétrico si lo pensaba. Vio en su celular la hora y supo que eran las 3:00 am, imaginó que Taehyung estaría dormido, por lo que intentó hacer lo mismo, la última vez que lo había visto no fue grato, nunca había visto llorar a su amigo y eso había sido doloroso para él.

Poco a poco logró conciliar el sueño y quedarse dormido, dejó de pensar en lo que venía, tendría que estar un mes en ese desolado lugar y eso era como un castigo para él y peor aún, por un crimen que no había cometido, la vida era tan injusta con él. El señor Park estaba llegando a Seúl justo en aquel momento en que su hijo de estaba quedando dormido, le dolía el corazón, pero ahora no podía hacer nada, solo buscarlo y pedirle perdón aunque no ayudara en nada, aunque lo que realmente necesitaba era organizar su tiempo. Llegó a la mansión casi una hora después de haber bajado del avión, subió a su habitación, acomodó todo y pensó de nuevo en su hijo, su corazón no le permitía olvidarlo, vio al espejo largo donde acostumbraba verse luego de vestirse y recordó otra discusión con Jimin. Él joven le pedía que fuera con él a un viaje de la universidad que sólo sería de padres, puesto que ya eran adultos sólo irían los que quisieran y pudieran, Jimin le pidió que por favor lo acompañara pues sería un fin de semana juntos, pero el señor Park se negó.

De nuevo había tenido negocios, Jimin fue con Taehyung y Hansung, ellos cumplían el rol de familia con el solitario joven Park, JoonLe sintió una punzada de culpa en el pecho, si tan solo hubiera escuchado las súplicas de su joven hijo ahora no estaría pasando solo aquella dura situación. El hombre se puso en pie y camino a la habitación de su hijo, abrió la puerta y vio al fondo la gran cama, tenía cobertores de colores llamativos, pensó que seguramente eran los colores que a su pequeño le gustaban. Recorrió con la mirada aquel lugar, todo limpio y ordenado, al costado izquierdo junto al ventanal estaba el escritorio, con la computadora que de fondo tenía una foto de Jimin con su mejor amigo, no parecía que fuera en Corea aquel lugar, seguramente era uno de eso viajes que realizaban juntos a los que nunca le prestó atención. Vio sobre el mismo escritorio artículos de estudio de su hijo, las grandes escuadras y compás que el joven usaba para diseñar algún plano, o como fuera que se llamará lo que dibujaba en arquitectura, era lo que Jimin estudiaba, también vio una pequeña maqueta que al parecer había ganado una medalla, la tenía pegada sobre la parte más alta del edificio miniatura, algo de lo que tampoco sabía. Por un momento y después de ver aquella habitación y darse cuenta que no conocía a su hijo, su corazón se rompió, la culpa lo carcomió y se dejó caer sobre un diván.

Abrazó un cojín y entonces pudo llorar, ahora no le servía de nada tener tanto dinero si no había sabido cumplir su rol de padre, el dinero fue todo para él siempre, los negocios y cerrar grandes tratos con los proveedores era lo importante, pero ahora de nada le servía aquel gran éxito. Pensar en Jimin era tan doloroso que el señor Park no durmió lo que restaba de la madrugada, aún traía puesto su pants y camiseta que usaba para jugar tenis, una gorra y las muñequeras, era un hombre alto y delgado pero bien ejercitado. Al ver que la mañana estaba llegando, bajo y tomó una sudadera que había dejado sobre el barandal de las escaleras, se la colocó y fue hasta el estacionamiento interno de la casa subió a su vehículo y se dirigió al hospital, su corazón iba a mil, no sabía que le diría a su hijo cuando lo viera, todo era tormentoso. En la casa vecina, también Taehyung se había levantado temprano, este traía una enorme cruda y mal genio, el rostro hinchado por todo lo que sentía y agregado que había llorado el día anterior, bajo y subió a su vehículo.

Tenía proyectos que revisar antes de ir al hospital, tenía que llegar temprano para poder estar en la oficina antes que hubiera más personal, no le gustaba tener que juntarse con el gentilicio, su padre era uno de los arquitectos más reconocidos del país, por lo que Taehyung también estudiaba esa carrera. Llegó al edificio y subió a la oficina de su padre, para su sorpresa alguien más se había adelantado, la secretaria del señor Kim, casualmente revisaba los permisos de demolición que Taehyung había solicitado para el edificio Jeon, que recién había comprado para reconstrucción. ─ ¿Puedo saber qué hace aquí tan temprano? ─cuestionó Taehyung con un poco de enfado.

─ ¡Joven Kim! ─dijo exaltada al escuchar aquella grave, profunda y fuerte voz ─J-joven discúlpeme, solo revisaba que el permiso que va ejecutarse hoy tiene anomalías, posiblemente ilegales... ─dijo con temor mientras que Taehyung se acercaba imponente.

─Entiendo, pero, ¿eso a usted en que le afecta?, estoy consciente de ello, puesto que fui yo quién pagó esas "anomalías", papá debe estar orgulloso... ─Taehyung comenzó a acorralar a la mujer se edad media entre él y el ventanal, estaban en un décimo piso ─tenía una secretaria muy eficiente, lástima que era una loca suicida ─dijo con una cínica sonrisa al momento que la empujó con todas sus fuerzas haciendo que la mujer cayera al vacío rompiendo los cristales.

El malcriado joven cubría un acto de corrupción con esa muerte, insignificante para él...