En tus manos confío Chapter 20
Chapter 20
El declarar oficialmente que éramos pareja fue un movimiento difícil. Creí, en ese instante, que las cosas que describían tan absurdamente en las novelas de amor eran reales. Ambos pensamos que los Winchester lo tomarían bien, pero… ¿qué pasaría con Jack?
-Yo hablaré con él. –me dijo Cass tras un suspiro. –No quisiera que ocurriera otro incidente.
-Pero, Cass, yo tampoco quiero que se ponga en tu contra. Y, aun así, no creo que lo haga. Estaba arrepentido de lo que hizo. Se disculpó conmigo. Entenderá, ya verás que sí.
-¿Por qué siempre los humanos dicen ya verás cuando confían que algo sucederá en el futuro?
-No lo sé,… es una costumbre humana, supongo. Es una forma de pensar que seremos capaces de ser testigos de aquello que confiamos que ocurrirá.
-Entiendo. Prefieres entonces venir conmigo.
-Sí, será lo mejor. –tomé la mano de Cass y ambos salimos de mi habitación.
Noté que esta peculiar familia trata los conflictos de una manera característica. De no sentarse a conversar sus problemas, desatan su ira contra los otros por algún berrinche. Al pensar eso, una leve risita salió de mi boca, lo que llamó la atención del ángel.
-¿Ocurre algo? –me preguntó.
-¡Oh! No, no pasa nada. –negué con la cabeza. –Es solo que pensaba que se siente bien tener una familia, aunque sea tan rara como esta, pero es una familia.
-Me siento feliz de que estés a gusto con nosotros,… a pesar de todo lo que ha pasado.
-Nunca he tomado lo que pasó como algo negativo. Me hizo descubrir lo que siento por ti, Cass.
-¿Cómo sabes tanto sobre lo que hacen los humanos?
-Bueno,… soy humana, Cass.
-Sí, pero, Sam y Dean no siempre pueden responder a mis preguntas.
-Ellos tienen sus mentes muy enfocadas en sus cacerías. Es normal que no tengan ese tiempo para analizar la vida.
-¿No deseas regresar a una vida normal? Hacer lo que hacen los humanos normales en la vida.
-Cuando mis padres comenzaron con ese comportamiento tan extraño, supe que no tendría una vida normal nunca más. No dudé en decirle a los Winchester que quería compensarte por haberme salvado. Esa fue una decisión que tomé dejando a un lado lo que llamas una vida normal.
Llegamos al salón de guerra en el que se encontraba Jack leyendo un libro en una de las mesas. Nos acercamos a él y este nos miró con extrañeza el vernos tomados de manos de una forma tan íntima.
-Jack, queremos conversar contigo. –dijo Cass serio.
El muchacho nos miró intrigado, aunque por lo que vio supuso de lo que se trataba. Puse la mano del ángel sobre una de las sillas para que este se sentara y me senté a su lado, frente a Jack. Cass se encontraba justo frente a él, mas su mirada cada vez se acostumbraba más a apuntar hacia abajo. Esto desconcertó al nephelim, pues, desde que supo lo del accidente, no había tenido el tiempo de fijarse en el estado real de su amigo y protector. Lo notaba vulnerable, incapaz de defenderse si acontecía alguna de las sorpresas que siempre colmaban la vida sobrenatural. Él también bajó la mirada, se mantuvo así incluso cuando el ángel habló.
-Jack, queremos que entiendas una cosa y que lo tomes lo mejor posible,…
-Ustedes están juntos,… Es obvio.
-No te enojes, Jack, por favor. –le dije en tono de ruego, el muchacho apretó los puños.
-Jack, eres consciente de mi estado. –el nephelim lo miró sorprendido por tocar ese tema. –Sé que todos hacen lo posible porque no me sienta diferente, pero junto a Gabby he aprendido a ser independiente y me siento pleno con ella. Es un sentimiento difícil de explicar, pero,… para mí es como si pudiera ver al estar con ella.
-Cass,… -susurré conmovida.
-Siento que nada me falta, ni siquiera la vista. Siento que ella lo compensa. –Jack notó la felicidad en el tono del ángel.
-¿Qué ocurrirá al pasar el tiempo, si ella muere?
Puse mi mano sobre la de mi compañero, quería que me cediera esa respuesta a mí. Este calló, y apretó mi mano. Al parecer, él tampoco había pensado en ese tema.
-Yo me esforzaré, Jack, para que, durante mi vida, Cass aprenda todo lo necesario para ser independiente, y que, aunque yo muera, me convierta en un recuerdo grato e inolvidable para él.
-Gabby,…
-Me siento contrariado, pero veo que ustedes se complementan muy bien. –sentenció Jack. –Solo diré que no quiero que te olvides de mí, Castiel.
-Jamás, Jack. Se lo prometí a tu madre. Te protegeré siempre. –el nephelim se estremeció al escuchar eso.
Ahora se sentía como una carga para su protector, solo por existir. Si algo le ocurría a Jack, Castiel tendría que arriesgarse a enfrentar enemigos que pudieran matarlo. El muchacho se puso de pie y se acercó al ángel, le puso la mano sobre el hombro y este dirigió su perdida mirada hacia su posición.
-Entrenaré y me volveré fuerte para que no tengas que protegerme más. Te sentirás orgulloso de mí.
-No te sientas comprometido. Solo debes ser capaz de controlar tus poderes para no lastimar a quien no desees.
-Lo haré. –el joven sonrió.
Castiel ya estaba orgulloso de la actitud de Jack al querer superarse de esa forma. No se esperaba una reacción tan madura por parte del muchacho, ya que era muy impulsivo y quería “comerse el mundo” sin saber controlar sus habilidades. Sin embargo, la llegada de Gabby cambió tantas cosas en la vida de todos los que vivían en el búnker, también hizo más suavizada la forma de Jack de enfrentar los problemas.
-Iré a entrenar entonces. –el nephelim se fue con una voluntad de éxito.
Yo miré a Cass, este soltó un suspiro de alivio. Sobre la mesa, él tanteó en busca de mi mano, yo se la tomé con ternura. Luego, se puso de pie y, con el ademán, a mí. Puso sus manos en mi cara y me besó suavemente.
-Resulta tan extraño lo adictivo que puede ser esto para mí. –me confesó con una sonrisa de satisfacción.
-Para mí también lo es, Cass. Soy feliz, por primera vez puedo decir que plenamente soy feliz. El estar a tu lado, el ser correspondida por ti. No puedo imaginar nada mejor.
-Ven conmigo, quiero que me enseñes las afueras del búnker. –él me condujo a las escaleras sin soltar mi mano. –Si vamos a crear recuerdos que sean inolvidables para mi eternidad, debemos aprovechar el tiempo que tenemos juntos.
-Claro, Cass, pero no te apresures, -le dije mientras él abría las puertas del búnker. –tenemos todo el tiempo del mundo, o al menos, el de mi vida.
-Lo siento, pero para mí, la eternidad se va tan rápido en el tiempo, que me resulta difícil no querer apresurar todo. –subimos la escalera de caracol y salimos fuera.
En las afueras del búnker, las hojas de los árboles caían en su colorido del otoño. El viento soplaba algo frío, lo que me hizo cubrir mis hombros con mis manos. Pero la belleza del paisaje me apasionó.
-¿Quieres que caminemos un poco? –me dijo en un tono conmovedor.
-Sí, me encantaría.
Anduvimos unos minutos, tomados de las manos. Castiel caminaba junto a mí con gran confianza, sin tener miedo a que pudiese tropezar o dar un mal paso. Era distinto a llevarlo de mi hombro, era pura complicidad. Aunque en algunas oportunidades caminaba sobre rocas o ramas caídas y perdía el equilibrio, le quitaba importancia al apretar mi mano y apoyarse en ella. No se quejaba, solo caminaba conmigo.
-¿Quieres que te describa el lugar? -le pregunté ante la oportunidad.
-Conozco bien esta zona, o al menos la recuerdo bastante. Pero eso no se comparará con tu gesto.
-¿Estás intentando ser romántico?
-¿No te gust...?- lo abracé.
-Tranquilo, Cass. No te esfuerces en agradarme. Solo sé tú mismo.- el ángel asintió.- Pues, los árboles están teñidos de un hermoso naranja, también algo de amarillo. Las hojas adornan los árboles y el viento al caer cuando este sopla. El suelo está cubierto de estas hojas y el contraste de su color con el del cielo, da un sentimiento de paz.
-Tengo que reconocer que fue muy bello. ¿Tienes frío?
-Un poco, el viento es más frío en esta época...
Mediante un abrazo, Castiel me cubrió con su gabardina y me acercó a su cuerpo dándome calor. Yo estaba agradecida, pero me combiné con el otoño al ruborizarme.
-¿Estás mejor?- preguntó al notar mi quietud.
-Sí,... Se siente,... cálido. -apoyé mi cabeza en sus hombro y continuamos andando.
Perdí la noción del tiempo, junto a Cass eso me solía ocurrir. Cuando comenzó a oscurecer, le pedí a mi ángel que regresáramos. En el camino, Cass se detuvo repentinamente.
-¿Qué pasa, Cass? ¿Qué tienes?
-Es la Radio Ángel. Naomi me está llamando.- se paró frente a mí y tomó mis hombros.- Gabby, regresa al búnker. Debo ir al Cielo, Naomi puede tener alguna información sobre lo que pasó. Necesito ir, pero no te quiero dejar, no ahora...
Tomé su rostro y lo besé en los labios con cariño. Yo tampoco quería que se fuera, pero comprendí que lo hacía por mí y eso me emocionaba.
-Estaré bien, Cass. Ve y ten mucho cuidado cuando vueles, ¿sí?
-Me cuidaré, regresaré pronto. Hazle saber a los Winchester.
-Sí.
Él desapareció en un parpadeo mío. Yo suspiré y me dirigí con prisa hasta el búnker. Entré con una pequeña lágrima rodando por mi mejilla. Vi que, sobre la mesa, mi celular vibraba. Sequé mi llanto egoísta y contesté.
¿Hola?
-¡Gabby! ¿Estás bien?
-Sí, Sam. Todo está bien, ¿qué,…?
-Escúchame, hay un ángel llamada Naomi que está tras de ti. Dice que quiere matarte, debes mantenerte en un lugar seguro, ¿entiendes? No salgas del búnker hasta que lleguemos y, si Cass regresa, le dices lo que ocurre y que nos espere.
-Cass acaba de irse otra vez al Cielo… -dije muy seria, estaba preocupada de haber dejado que Cass fuera a una trampa.
-¿Qué? ¿Cómo que Cass regresó al Cielo? -reaccioné al volver a escuchar su voz.
-Dijo que esa tal Naomi le había avisado de una información que él buscaba y se fue hace un momento.
-¡Rézale, dile que regrese, pronto! -me gritó.
-La última vez se estrelló, no quiero que… ¡Ah!...
Una fuerte jaqueca me estremeció. El dolor era tanto que me hizo caer al suelo dejando caer el móvil. El nephelim se acercó a mí alarmado por mi grito y me intentó ayudar.
-¿Qué pasa, Gabby?
-Cass,... Cass, regresa,...
Ante ambos, una fuerte luz apareció. Esta se hizo cada vez más potente hasta que dio forma a un hombre delgado y de barba que miraba preocupado la escena.
-Debí darle a Naomi una cuantas nalgadas cuando pequeña. -dijo el hombre.
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