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En tus manos confío Chapter 19

Chapter 19

-No puede ser,… -miré al suelo molesta.

-¿Cuándo?

-Cuando tuviste esa pesadilla con tus padres. Pero no te borré nada con respecto a ellos, ni a tu vida pasada. No era algo importante.

Apreté mis puños con enojo. Mis recuerdos eran míos, la importancia se la daba yo. Por mucho que insistiera, siempre hubiese preferido conservarlos.

-¿No era importante que yo supiera que te estabas declarando muerto ante Dios solo porque me querías liberar?

-Gabby,… ¿Cómo lo supiste? –volteó hacia mí sorprendido.

-Cuando Jack hurgó en mis recuerdos lo vi. Te escuché perfectamente decir “Padre, perdóname por haber fallado, pero ella vale mi sacrificio.” ¿Qué quisiste decir con eso, Cass?

-Los ángeles somos los guerreros de Dios, pequeño cuervo, y debemos cumplir con nuestra tarea de limpiar al mundo de impurezas. En ese momento consideré que ya no valía para nada. En realidad, ese demonio me había herido gravemente, estaba a punto de morir. Pero esa luz que apareció fue lo último que vi.

-¿Esa luz? Pero,… pensé que habías sido tú.

-No. Fue Dios, o al menos la misma presencia que vino hace poco. Al sentir que me desvanecía, solo pude despedirme de mi padre, al que consideré tener frente a mí. Sin embargo, esa presencia me curó, pero no le dio atención a mis ojos.

-Dijiste… que yo… valía tu vida… -me puse de pie y me paré frente a él, estaba enfadada, pero comenzaba a sollozar.- ¡Jamás vuelvas a pensar eso! ¡¿Me oyes?! ¡Jamás!

Me arrodillé entre sus piernas y, apoyando mi frente en su pecho, le di suaves puñetazos en el pecho. Repetí esas palabras varias veces, pues el solo pensar que Cass sería capaz de dejarse morir por mí, me mataba. Mis lágrimas corrían, mi voz gritaba de pánico, todo mi cuerpo se estremecía y no sabía cómo detenerme. El ángel estaba quieto, no dijo nada. Pasé unos segundos así hasta que él me sostuvo de los hombros y me hizo parar mi loco ataque de histeria.

-No llores, mi pequeño cuervo. -¿qué era eso? Ese tono de su voz… -Lo siento mucho. Te defraudé, te dije que confiaba en ti, pero no cuidé la confianza que tú tenías en mí.

-Eres un ángel tonto. –dije limpiando mis lágrimas sin lograrlo. –Por muy especial que yo sea por mi sangre, tú eres un ángel. Siempre serás más importante que una simple humana…

Mis palabras se apagaron al sentir la mano de Castiel en mi cara. La sintió mojada, por supuesto, pero aun así la recorrió con placer. Me quedé atónita, no quería moverme, no quería que esa sensación terminara. Pero su continuación me dejó pasmada. Castiel pasó su pulgar sobre mis labios acariciándolos, luego acercó los suyos lentamente. Pude sentir su respiración entrecortada y en su mano había cierto temblor, pero sus labios fueron certeros y seguros. Era un beso, Castiel me estaba besando. No era por un ritual, no era por demostrar algo, era por puro impulso.
Cerré los ojos concentrada en disfrutar del movimiento de su lengua y el sabor de su boca. Era perfecto, era,… celestial,… A los segundos, nos separamos. Yo me quedé en silencio y él me regaló una sonrisa de satisfacción.

-Cuando te rescatamos, pensé que valías más que yo sin siquiera conocerte, Gabby. Ahora, pienso que vales mucho más de lo que pensé, por lo que mi pensamiento no creo que cambie.

-Entonces, promételo, Cass. Prométeme que harás todo lo posible para mantenerte con vida si algo pasara, que no te importará si es mi vida la que está en riesgo.

-No puedo, Gabby.

-¿Por qué no?

-Porque creo que estoy sintiendo eso que los humanos llaman amor.

-¿Qué…?

-Lo confirmé ahora. Desde que llegaste, has sido una cosa rara para mí. Tu forma de ser, tu valor, tu ayuda desinteresada, tu cariño, tu voluntad, tu imaginación, tu bondad, tu… amor. Traicioné tu confianza, te pido perdón, pero eso es algo que siento por ti ahora más que nunca.

-Me besaste,…

-Porque sentía ganas de hacerlo. Quería repetir esa sensación que me diste cuando enfrentaste a Lucifer,… Espero que no te haya molestado.

Me senté a su lado otra vez y lo abracé con ternura. Sentí ese calor de su pecho, me estaba volviendo adicta a él, pero se sentía reconfortante y agradable.

-Cass, solo te pido una cosa. –dije sonriendo.

-¿Qué es?

-Nunca más vuelvas a borrarme la memoria, ¿sí?

-Está bien. –asintió.

-¿Me borraste algo más?

-No, solo eso, pequeño cuervo.

Lo miré fijamente, ya no buscaba que sus ojos me encontraran, estaba feliz solo con verlo. Tampoco me molestaba que, de forma casual, tocara mi rostro. Sentía necesidad de verme y así lo hacía. Procuré secar mis lágrimas de una vez y sonreír para que esa fuera la imagen que recordara siempre de mí. No me importaba si estaba con un ángel, no me importaba su eternidad. Los años que viviéramos juntos, me esforzaría por hacerlos inolvidables para él.

Sam y Dean estaban fuera de una típica mansión abandonada en la que, según la información de Garth, un grupo de demonios se escondían. Este último no se atrevía a ser parte de esa cacería. Tras mucha charla y algunos rezongos de Dean, los Winchester decidieron que era lo mejor.

-¿Aun piensas que Crowley está detrás de esto? -preguntó Sam a su hermano mientras se acercaban al lugar.

-Sammy, Crowley ha sido capaz de engañarnos a nosotros para su propio beneficio. ¿Qué no le diría a una niña con tal de recuperar su reino?

-Pero, su promesa,... Quiero decir, Crowley no era como otras veces. Él se veía diferente. Creo que realmente se encariñó con Gabby.

-Bueno, Sammy, al parecer el corazón de un demonio no cambia.

-El de un vampiro pudo.

Los hermanos compartieron una mirada que hablaba más que sus propias palabras. Las experiencias confiando en demonios no habían sido las mejores. Para Dean, Ruby fue una decepción de por vida y no se arriesgaría otra vez. Sin embargo, Benny fue la gran excepción que Sam no pudo procesar. Ambos tuvieron experiencias diferentes, por lo que sus pensamientos tampoco coincidían.
Al estar fuera de la mansión, justo en la puerta trasera, ambos se acercaron a la pared, cada una a un lado de la puerta. Sam le asintió a Dean para decir que estaba preparado, lo que el mayor tomó como señal de que podían entrar. De una fuerte patada abrió la puerta y ambos entraron revisando cada rincón del lugar con sus pistolas en mano. Al abrir la puerta de una de las habitaciones, ambos se quedaron sorprendidos de a quién encontraron dentro. La mujer estaba rodeada de cadáveres de personas y de espaldas a los hermanos, mas esto no impidió que la reconocieran.

-Tú… ¿Qué haces aquí? –preguntó Dean contrariado.

-Winchester, no puedo decir que sea una sorpresa. –la mujer se volteó.

-¿Naomi? ¿Qué sucedió? –Sam también estaba desconcertado por la escena.

-Estoy aquí para limpiar un desastre. Igual que lo hacen ustedes, solo que llegué un poco antes.

-Sí, seguro. Y se supone que debemos creerlo. –dijo Dean con sarcasmo.

-¿Cuál es tu verdadera razón aquí, anciana?

-Más respeto, Winchester. De no ser por sus constantes errores, no estaría yo ahora ensuciando mis manos. Si hubiesen terminado con la vida de esa abominación cuando tuvieron la oportunidad…

-Hey, un momento, espera. ¿De qué hablas? ¿Qué abominación? –replicó Sam.

-Esa niña humana. Será la perdición del Cielo si continúa viviendo.

-¿Qué? ¿Estás loca, anciana? Esa chica es increíble y es muy buena persona. Jamás le haríamos daño. –intervino el mayor hermano.

-Pues entonces estarán en contra del Cielo cuando la guerra se desate. No clamen piedad luego de mi advertencia. –la mujer desapareció.

-Genial. –se quejó Dean.- ¿Por qué siempre los malditos ángeles se van sin terminar una conversación? –Sam se agachó a revisar los cadáveres.

-Hey, Dean, mira esto.

-¿Qué es? –el menor estaba tocando un líquido que se esparcía sobre los cuerpos de los demonios, era oscuro, pero a la vez, plateado.

-Se parece a,… la sangre de Gabby,…

-¡Imposible! Digo, ella utilizó todas las jeringas que había. ¿El Reaper quizás?

-No lo creo. En dos jeringas no había tanta sangre como para cubrir a cinco cadáveres.

-¿Qué está pasando aquí? Me voy a volver loco.

-Regresemos y tratemos de dar con Cass. De seguro él sabe por qué Naomi está así.

Los Winchester salieron a paso rápido del lugar y se dirigieron al Impala, el cual estaba estacionado cerca, disimulado entre varios arbustos. Los dos entraron sincronizadamente y Dean arrancó el motor.

-Si Naomi está detrás del pequeño cuervo, Cass ya debe saberlo. De seguro debe estar con ella para proteg… -las palabras de Dean se cortaron, luego aceleró con mayor ímpetu.

-¿Qué pasa? –Sam se sorprendió de la reacción de su hermano.

-Cass, Sammy, eso es lo que pasa, Cass. Él está en el Cielo, o eso pensamos, pero no sabemos cuándo volverá. Y, me duele decirlo, pero, aunque regrese, no será rival para Naomi si encuentra a Gabby.

-En ese caso,… -Sam tomó el móvil y marcó al celular que le habían dejado a la chica. –Vamos, vamos. Gabby, responde.- luego de largos tonos, la llamada llegó.

-¿Hola?

-¡Gabby! ¿Estás bien?

-Sí, Sam. Todo está bien, ¿qué,…?

-Escúchame, hay un ángel llamada Naomi que está tras de ti. Dice que quiere matarte, debes mantenerte en un lugar seguro, ¿entiendes? No salgas del búnker hasta que lleguemos y, si Cass regresa, le dices lo que ocurre y que nos espere.

-Cass acaba de irse otra vez al Cielo… -la voz de ella sonaba átona.

-¿Qué? ¿Cómo que Cass regresó al Cielo? –Dean lo miró de reojo intrigado.

-Dijo que esa tal Naomi le había avisado de una información que él buscaba y se fue hace un momento.

-¡Rézale, dile que regrese, pronto! – le ordenó casi gritando.

-La última vez se estrelló, no quiero que… ¡Ah!...

-¡Gabby! ¡Gabby! ¿Qué pasa? ¡Mierda! Se colgó.

-O.K., no más juegos. –Dean le dio al pedal a tope.- No me falles ahora, Baby, porque será una larga carrera.

El Impala rugió en la carretera vestida de noche, mas el día de diferencia que llevaban los cazadores los iba a hacer llegar demasiado tarde.

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