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En tus manos confío Chapter 17

Chapter 17
Aunque su alma sentía esa paz celestial, Castiel aun no podía asegurar para sí mismo que se encontraba en el Cielo. Con sus manos extendidas frente a él, buscó alguna referencia del lugar en el que se hallaba. Caminó por varios pasillos, sin rumbo ni dirección fija, hasta que, a lo lejos, una voz le habló.

-¿Castiel? ¿Eres tú?- el ángel se volteó a la voz que se acercaba.- ¿Qué te ha pasado?

-Eres Dumah, ¿cierto?

-Castiel, ¿qué le ocurrió a tus ojos?

-Larga historia, Dumah. Necesito tu ayuda. Llévame con Naomi.- el ángel se sujetó del hombro de su semejante y ambos comenzaron a andar.

-No entiendo, Castiel. Tú estabas en la Tierra, ¿en ese estado? ¿Cómo evitaste caer en desesperación?- ambos caminaban con paso presuroso doblando por varios pasillos luminosamente blancos y llenos de puertas.

-Tuve una gran ayuda. La mejor que pude tener, pero debo atender unos asuntos aquí o perderé a esa persona.

-Está bien, hermano. Te apoyaré en lo que necesites, aunque no entiendo tu prisa y preocupación por un humano...

-Dumah, ella no es cualqui...

-Llegamos. La oficina de Naomi.- ambos ángeles entraron.

La mujer estaba atendiendo ciertas distribuciones de almas en varios papeles ofrecidos por otro ángel que ya estaba en la oficina con ella. Al levantar la vista de los documentos y ver el estado precario de Castiel, desechó sus responsabilidades para darle prioridad a él.

-Naomi, tenemos que hablar.

-Anael, trae estos documentos luego.

-Por supuesto. Con permiso.- mientras Dumah guió a Castiel a un asiento frente al escritorio de Naomi.

-¿Qué te ocurrió, Castiel?

-Naomi, no vine para tratar mis ojos. Tengo un asunto más importante aquí. Necesito saber si Joshua dejó algún escrito o algo sobre algún futuro plan de Dios.

-Eso no lo sé. Tendríamos que hacer una búsqueda a gran escala por todo el Cielo. Ahora somos pocos y estamos más ocupados por mantener el Cielo sobre la Tierra. ¿Por qué es tan importante?

-¿Cuándo has oído de una humana que tenga tanto sangre de ángel como de demonio?

-¿Qué? Eso es imposible. No puede existir una criatura así, moriría solo con nacer.

-Existe. Y necesito saber por qué Dios intervino en su destino.

-¿Cómo estás tan seguro de que fue Dios?

-No lo estoy... Pero sentí su presencia, y es la segunda vez que pasa desde que la conozco. Ha sido él. Por favor, Naomi, necesito tu ayuda para esto.

La mujer apoyó su cabeza sobre sus dedos entrecruzados sobre el escritorio. Miró fijamente al ángel frente a ella y se quedó seria.

-No pensé ver al gran Castiel pedir un favor de una forma tan deplorable. Debe ser muy importante para ti esa humana como para arriesgarte a venir solo en ese estado y pedir un favor.

-Solo quiero saber si me ayudarás.

-Lo haré.- ella suspiró y él sonrió.- No te prometo velocidad, pues, como te dije, somos pocos y estamos ocupados. Te avisaré a través de la Radio Ángel si encontramos algo, hasta entonces, deberás esperar.

-Lo aprecio mucho. Dile a mis hermanos y hermanas que estoy agradecido.

-¿No preguntarás por tus ojos?

-No creo que sea necesario.

-Supongo. Tampoco tenemos una cura. Y, si tu Gracia no te ha sanado, poco podremos nosotros.

-Prefiero que me ayudes con lo de Joshua.

-Está bien.- la mujer se puso de pie.- Dumah, ve a la Tierra con Castiel. Creo que será mejor así, antes de que bajes directo a una ambulancia.

Dumah tomó el brazo de Castiel y lo ayudó a ponerse de pie. Lo condujo hacia la puerta y ambos salieron siendo observados atentamente por Naomi. Esta, luego de que ellos salieran, se dejó caer sobre la silla pesadamente y pasó su mano por su cara.

-¿Dios, en serio? ¿Cómo concibes en el mundo una criatura así? ¿Y qué planes tienes con Castiel como para que luche tanto por ella? Será que...

Afuera en el pasillo, los dos ángeles conversaban.

-Una niña humana, ¿en serio?

-No es una niña, al menos, ya no tanto. Es necesario que regrese para comprobar su estado.

-Está bien, Castiel. Yo te ayudaré a llegar.

Sujeto del hombro de su acompañante, Castiel desapareció del Cielo junto con el otro ángel.

Tras cuatro horas del incidente, desperté viendo junto a mí a Sam con un semblante muy preocupado. Me incorporé en la cama y le hablé.

-Sam, ¿qué pasa?

-¡Gabby! Por fin despiertas. ¿Te sientes bien?

-Por supuesto.- el rostro del cazador no cambió. -Sam, dime la verdad. ¿Qué ocurrió?
-Será mejor que estemos todos juntos para conversar esto. ¿Puedes levantarte?

-Sí, voy a lavarme la cara un poco. Me reuniré con ustedes, no tardo.

Me puse de pie y me dirigí al baño. Al mojar mi cara y secarme, miré al espejo. Notaba algo diferente en mí, no sabía lo que era, pero estaba ahí. También en mi sentir. Dentro de mí algo había cambiado, y, aunque no estaba segura de lo que era, no me desagradaba esta sensación.

Me encaminé al salón de guerra deseosa de ver a Castiel otra vez. Quería pasar tiempo con él, hacerle saber que no importaba si ni Dios ni el Diablo los querían juntos, que yo lucharía por ambos. Sin embargo, mi sonrisa se borró al ver que solo me esperaban los Winchester y el nephelim.

-¿Dónde está Cass?- fue lo primero que mis labios atinaron a formular.

-Está en el Cielo... O eso esperamos...- me respondió Sam.

-Ven aquí, pequeño cuervo.- Dean hizo un ademán para que me sentara junto a Jack, frente a ellos dos.

-Bien, ya estoy aquí. Ahora díganme qué pasó.

-Bueno... Cuando te desmayaste luego de lo ocurrido con Jack, Cass dijo que sintió algo.- comenzó a decir Sam.

-Sí, el Todopoderoso estuvo aquí.- continuó Dean.

-Esperen. ¿Qué? Pensé que habían dicho que Dios andaba de juerga con la Oscuridad.

-Y así era. No estamos seguros de si fue él o no, ya que Cass solo lo percibió, pero...

-Vale, no lo vio. Entiendo. Pero,  ¿qué tiene que ver eso conmigo? Y aun no me han dicho dónde está Cass.

-Ya te dijimos, en el Cielo.

-No, Dean. Eso lo suponen. No saben dónde está o si necesita ayuda.

-Gabby,- Sam me miró con unos ojos directos y seguros, muy convincentes.- Cass estaba preocupado por ti. No te desmayaste por culpa de Jack, sino por lo que fuera que hizo Dios al venir. Cass quería ayudarte y estaba dispuesto a ir solo al Cielo si allí encontraba respuestas para ti. Lo está incluso ahora.

-Pero, estoy bien. Dios, o quien haya sido, no me lastimó. Lo que sea, ya pasó.

-No es tan sencillo.- Sam suspiró.- Si eres el objetivo de Dios para algo, puede ser que eso sea porque se acerque una nueva guerra y tú estés en el medio como una pieza clave.

-Entonces, ¿qué debo hacer?

-Esperaremos a mañana, si Cass no regresa, lo llamaremos para saber si descubrió algo. Luego pensaremos en algo.- dijo Dean.

-¿Qué? ¿Ese es tu plan? ¿Esperar para pensar?

-No estamos seguros de a qué nos enfrentamos, por eso estamos haciendo las cosas paso a paso.- aclaró Sam.

-Está bien. Seré paciente.

-Bien, entonces... ¿Tienes hambre, pequeño cuervo?

-Bastante, Dean.

-Te prepararé algo entonces.

-Yo te ayudo.- ambos hermanos se pusieron de pie con dirección a la cocina.
Luego me levanté yo, pero la mano de Jack me detuvo, había estado callado todo el tiempo, pero ahora me hablaba con voz quebrada.

-Gabby, quiero pedirte perdón por lo que ocurrió. Por lo que hice. Yo... no debí... Ese no era yo...

Mientras el joven hablaba, su mirada iba decayendo. Se notaba el arrepentimiento en su voz. Yo tomé su mano y la apreté con ternura. Ambos nos miramos, los ojos del nephelim estaban a punto de llorar. Yo sabía que no era por mí, era por haber arriesgado la vida de alguien a quien su querido Castiel apreciaba. Le sonreí, él sintió la calidez de mi voz.

-Te perdono, Jack. Eso no tiene duda. Estoy feliz de saber que, cuando yo no esté, Cass podrá contar contigo.

-Anael, quedas responsable del Cielo. Debo cumplir con mi deber de protegerlo.

-¿A qué te refieres, Naomi? Esa humana no puede hacer nada con su poder.

-Si el Infierno se entera de que ella es una debilidad para nosotros, no dudarán en utilizarla. Ni siquiera pongo en duda que se una a ellos. Es una humana, al final.

-¿Y qué harás con ella?

-Borrarla.

-Sabes que Castiel no te dejará.

-No es nadie en ese estado. Y si se interpone, la acompañará en su destino.

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