Es domingo en la mañana y son nuevamente las seis, esta vez no es un marciano cantador el que me despierta...
—Bueno días cariño. Margot y yo estamos en el mercado ¿adivina a quién nos hemos encontrado?
—Mamá, son las seis de la madrugada, no me importa si Michel Teló está mercando hoy. —gruño. Ruedo en mi cama intentando retener el sueño.
—No sé quién es ese Michal ¿es un amigo tuyo?
Suspiro y ruedo los ojos. Madres. —Michel mamá, y es un cantante... no importa. ¿a quién te encontraste?
—A la bruja de tu ex suegra, la Mercedes esa. Estaba comprando un pescadito fresco, cuando Margot la alcanzo a ver en el puesto de las manzanas. ¿Puedes creer el descaro de esa tipeja de vernos y saludarnos?
—No me importa esa señora mamá ¿por qué me has levantado tan temprano? Esto es una maldición. Voy a llorar, hoy es Domingo se supone que el domingo debes levantarte a las once de la mañana.
—Y con ella estaba esa niña trepadora —Sigue adelante, ignorando mis palabras—. ¿Cómo es que se llama? —susurra.
—¿Por qué estas susurrando?
—Porque aún están cerca... ¡Verónica! eso así es que se llama —Eww ese nombre me produce nauseas.
—Mamá no me interesa, Perronica y Mercedes pueden hacer lo que quieran. Me vale huevo ahora. —Totalmente cierto.
—Si mija —Escucho en el fondo a Margot preguntar por unas cebollas—, y me alegro escuchar eso. Pero solo quería decirte que Margot y yo seguimos creyendo que eres mucho más bonita y estilosa que esa arpía.
Awww mi madrecita santa. —Gracias mami, también te amo.
—Solo espero que ahora que está preñada, se ponga gorda y fea ¿Verdad Margot? —Vuelvo a escuchar a Margot y su sí señora, mi madre es un caso perdido. Mira que llamarme a estas horas para chismear. Es única—. Margot, trae esas naranjas de ahí, si no aprovechamos, después nos tocan las amargas. ¿Mija vienes a almorzar hoy?
—No puedo ma, ya tengo una invitación para hoy.
—¿De nuestro Vincent? —Ni siquiera lo conoce y ya está emocionada por él. Quien la entiende.
—No es nuestro y no es con él. Eunice me invitó a conocer a su familia hoy.
—A bueno cariño, sigue durmiendo entonces —Si claro, como si fuera así de fácil.
—Adiós mamá... ¿mami?
—¿Si cariño?
—Cómprame unos duraznos donde Manolo... ¡por fissss!
—Seguro bebé.
Como nuevamente soy interrumpida en mis fantasías en brazos de morfeo, decido nuevamente hacer ejercicio pero esta vez voy a correr. Uso mi ropa deportiva y con la música de Avicii tomo el camino hacia el parque. Corro por aproximadamente dos horas y regreso a mi lugar para organizarlo.
Hoy me corresponde el aseo del departamento. Cam y Adam salieron mientras no estaba lo cual es curioso, Cam no es muy madrugadora tampoco. Programo a Michael Jackson —Que puedo decir, es el Rey del Pop— en el equipo de sonido y TV de Cam. Empiezo por el baño de la sala, mientras Michael canta You Rock My World voy limpiando mi cuarto y mi baño. Organizo mi closet, cambio las sabanas de mi cama y acomodo mis libros.
Cuando llego a la sala tomo la aspiradora para limpiar las alfombras y los cojines, Michael interpreta una de mis canciones favoritas "Give In To Me" así que canto y empiezo un show privado. Cuando llegan al solo de Slash tomo la aspiradora y trato de imitar su actuación, no me doy cuenta que tengo compañía.
—¡Vaya! No te tenia por una fan del Rey del Pop —Me sobresalto al escuchar la voz de Vincent y volteo para encontrarlo junto a un sonriente Adam y una Cam muerta de risa en el piso—. Ese moño es sexy.
¡Cristo en muletas!
—Todo lo que uso es sexy —respondo, y me doy una palmadita mental por no titubear—, sabía que vendrías así que decidí colocarme estas horribles mallas, esta blusa rota y llenar mi cara de polvo. Esta es mi versión de ama de casa sexy y sudorosa.
—¿Oh sabias que vendría? —Vincent levanta una ceja escéptico. Cam se recupera y sigue a Adam a la cocina
—Lo supuse. Soy así irresistible —Ja, poco a poco mi yo de antes está volviendo. Vincent hace eso en mí.
—Probablemente tengas razón, he estado pensando en ti.
—Causo ese efecto en las personas, que no me olviden —Le guiño un ojo lo cual le hace sonreír.
—Confiada ¡me gusta! Te traje algo —Me pasa una caja de rosquillas de chocolate—. Salía del trabajo y estaban ofreciendo estas en el café del frente, son de chocolate así que me acorde de ti y de tu amor por el chocolate.
¡Aww este hombre es divino!
Mi estómago reacciona inmediatamente rugiendo como el tiranosaurio Rex de Jurasic Parck, no he comido nada en toda la mañana. Me sonrojo un poco. —Muero de hambre.
—Puedo escucharlo. —Se ríe entre dientes—. Vamos a alimentar a esa bestia amorcito. —Pasamos a la barra de la cocina donde los cuatro compartimos mis rosquillas de chocolate.
—Hmm le daría mi primogénito a esta rosquilla —murmuro. Están deliciosas lo suficientemente dulces y esponjosas— ¿Cómo es que llegaron juntos?
—Nos encontramos en la entrada del edificio, Adam vio primero las rosquillas que a Vincent —dice Cam. Adam resopla y rueda los ojos murmurando un "tenía hambre"—. Simplemente le abrí la puerta para verte en un taque epiléptico con la aspiradora.
—No tenía un ataque idiota. Estaba imitando al grande Slash.
—Desde mi perspectiva, parecías un pez fuera del agua —Cam se levanta y comienza a sacudirse bruscamente todos estallamos en carcajadas.
—Vale, está bien tu ganas. Pero deja de hacer eso, me haré pis.
Terminamos las rosquillas y Adam limpia la cocina. Aún no he terminado con la sala por lo cual Vincent me ayuda.
—¿No has llegado a tu casa aún cierto? —Hay bolsas bajo sus ojos y se le ve cansado.
—No. Salí del trabajo, compre las rosquillas y vine hacia aquí.
—Estaban deliciosas gracias. Lo más seguro era que pasara toda la mañana sin comer. Fue un detalle muy agradable.
—Sí, creo que merezco un beso al menos.
Un beso y hasta más, pero por el momento sólo le brindo lo que pide. Sin embargo este beso no es tierno, creo que los besos tiernos están de vacaciones, Vincent es más agresivo y demandante, mi deseo empieza a despertar con los estímulos de su experta lengua, acuna mi rostro con sus manos mientras yo me sostengo en él. Estoy empezando a enloquecer, llevo muchos días sin algo de acción ahí abajo y estos besos lujuriosos junto con las manos vagando de Vincent ayudan a empeorar la presión. Alguien aclara su garganta por lo cual Vincent gruñe y termina el beso.
—Lamento interrumpir su maniculitanteo de ahí pero tu móvil está sonando Alec —Cam me entrega mi móvil y efectivamente tengo dos notificaciones de Eunice, uno es de las ocho y veinte y otro justo hace cinco minutos
—Es Eunice, quede de almorzar hoy en su casa.
—Esa señora es un amor. Fue mi nana hasta los seis años. —No sabía que Eunice había trabajado para la familia de Cam. Creía que su nana era Nini
Eunice: Buenos días señorita Alec, si aún sigue en pie lo del almuerzo. Mi dirección es Calle 3 # 19-76 cerca al Bingo de Yoli.
Mientras leo el texto de Eunice le comparto mis pensamientos a Cam. —No sabía que ella trabajó para ustedes. Pensé que Nini era tu nana.
—Sí, no podía decir Eunice así que le decía Nini, su padre enfermó así que tuvo que renunciar.
Oh.
Eunice: Señorita Alec, ¿usted gusta de la carne a la parrilla? Mi esposo quiere hacer una barbacoa pero desconozco si es usted vegetariana. No puedo creer que aún no sepa eso.
Yo: Eunice claro que sí, amo la carne. No se preocupe yo tampoco se muchas cosas de usted, pero eso cambiará hoy.
Eunice: Muchas gracias por aceptar venir señorita Alec.
Yo: Gracias a ti Eunice.
—Bien, tengo que irme ¿tienes planes esta noche? —pregunta Vincent.
—¿Qué tienes en mente? —cuestiono, emocionada.
—¿Qué tal ir de pesca?
—¿Pescar? ¿De noche? —No creo que pescar sea una actividad nocturna.
—Sí, será divertido. Te recojo a las seis, usa ropa abrigada, hace frio —Me besa y se retira. Yo quedo un poco en aturdida pero me recompongo, me voy a mi cuarto para prepararme y encontrarme con la familia de Eunice.
Cuando Eunice dijo que su casa era modesta y sonó tan preocupada me imaginé una casa en ruinas. En realidad, su casa es muy bonita, no es grande pero tampoco pequeña, tiene un antejardín con flores y otras plantas el cual se ve muy bien cuidado, la casa es de color azul pálido con rejas negras. Parqueo el carro de Cam en la entrada a la vez que Eunice se aproxima.
—Buenas tardes señorita Alec, me alegra verla. —Toma mis manos y me da un beso en la mejilla.
—Igualmente Eunice. Me encanta su jardín.
—Gracias mi esposo es el responsable. —Sonríe orgullosa—. Entre.
Sigo a Eunice al interior de su casa y es mucho más bonita que afuera. Es muy acogedora, sus muebles son antiguos pero están en perfecto estado y desde la cocina brota un delicioso olor.
—Las salsas y los aperitivos ya están listos, Gregorio ha armado un comedor en el patio para poder hacer la barbacoa. ¡Gregorio ven aquí! —grita en dirección a la parte de atrás—. Ya llego la señorita.
Un hombre oso, se aproxima hacia nosotras. Tiene un rostro duro, pero una sonrisa enorme. Me abraza inmediatamente me ve.
—Es un placer conocerla señorita, mi esposa me ha hablado mucho de usted. Estamos muy agradecidos.
—Puede llamarme Alec, y las gracias están de más, yo soy quien debe agradecerle a su esposa por ayudarme tanto. —murmuro sobre su pecho.
—Tonterías —desestima Eunice, paá oso me libera de su abrazo— usted es quien ha ayudado aquí. Venga le presento a mi hijo. Gregorio, cielo trae las salsas por favor.
—Si cariño. —Papá oso sale hacia la cocina mientras Eunice me guía hacia el patio.
—Pipe ven aquí, ella es la señorita Alec. Señorita él es mi hijo Felipe Sánchez Delgado
Un joven delgado pero muy sonriente me da su mano. —Encantado Señorita Alec, muchas gracias por estar hoy aquí —Tantos agradecimientos me marean. No soy el papa o algo así.
—Puedes llamarme Alec —La sonrisa de Felipe es mucho más grande ahora.
—¿Alec?... me gusta. Puedes llamarme Pipe —Nos sonreímos mutuamente.
Mientras almorzamos una deliciosa carne, con puré de papas, arroz y verduras conozco más a fondo a Eunice y su familia. Llevan cuarenta y cinco años de casados. El señor Sanchez es de Cuba pero migro a nuestro país cuando sus padres tuvieron que buscar refugio fuera de la isla, Eunice es Colombiana de padres Colombianos y venezolanos. Se conocieron cuando el padre de Eunice fue diagnosticado de cáncer y ella debía cuidarlo en el hospital, El señor Sánchez cuidaba de su hermano mayor que había sufrido un accidente contando caña de azúcar.
Fue amor a primera vista. Pipe es algo así como un milagro de Dios, pues Eunice no podía tener hijos por un problema hormonal, cuando todas sus esperanzas se esfumaron, Eunice consultó al doctor por unos dolores en el abdomen bajo, los dolores eran contracciones prematuras. Tuvo que guardar reposo durante seis meses para luego ver nacer a su hijo. Pipe siempre ha sido un niño prodigio sus padres han intentado brindarle una mejor educación, pero la hipoteca de la casa y el hecho de que hace poco el señor Sánchez tuvo que pagar los velatorios de sus padres ya, que su hermano mayor se encuentra desaparecido, los ha dejado con muchas deudas. Pipe quiere ser médico, es increíble escucharlo hablar tan seguro de sí, con tan solo dieciséis años. La familia de Eunice no está en contacto con ella, le culpan por la muerte del padre. Por el momento son sólo ellos tres. Es muy triste pero a la vez me siento muy orgullosa de ellos. Son perfectos, amorosos y muy unidos.
—Lleve esto para esta noche Alec —El señor Sánchez me entrega un recipiente con la cantidad de carne para un batallón.
—Muchas gracias, creo que el novio de mi mejor amiga estará feliz hoy.
—Me alegra saber que haré feliz a alguien con mi carne a la parrilla. —sonríe y debo igualar su gesto. Esta familia es genial.
Me despido de todos, y me comprometo en silencio a ayudar a que Pipe tenga la mejor educación y pueda acceder a una buena universidad, es un gran chico y se lo merece.
****
Faltan treinta minutos para las seis de la tarde y aun no sé qué ponerme, es decir, vamos de pesca pero debo ir abrigada.
—¡Eso es de Alec! maldito tragón ¡vas a acabar con todo! —el grito de Cam, se escucha hasta mi habitación.
—Eda me do dio —responde Adam, supongo que con la boca llena.
Escucho los pasos de Cam hacia mi cuarto. —Deja de alimentarlo... jamás se irá. Se pondrá gordo y feo.
—Eso es envidia porque jamás tendrás un cuerpo como el mío —Adam se acerca con el recipiente de carne, que traje del almuerzo con Eunice.
—Anoche eras tú el que decía lo bien que se sentía mi cuerpo, así que ¡cállate!... —gruñe Cam. Ingresa a mi cuarto e inspecciona mi closet—. ¿Por qué aun no estás lista? Ponte esto —Me pasa unos jeans negros, un blusa roja de tiras y un cardigán gris—. Debes usar tenis, si el suelo no es estable unas bailarinas o sandalias no son recomendables.
Tomo mis converse blancos con rojo y recojo mi cabello en una cola de caballo. Me aplico algo de rímel, delineador, rubor, brillo, aplico perfume y ¡Voila!
Vincent llega exactamente a las seis y se ve exquisito en una camiseta negra y jeans.
—¿Lista? —pregunta con una encantadora sonrisa.
—Si. —chillo, mi emoción siendo evidente.
Conduce por toda la avenida hacia las afueras de la ciudad, cerca al campo de caña de azúcar y llegamos a un Club Campestre de Pesca Nocturna, Yakú. Hay varios autos en el parqueadero y se puede escuchar el murmullo de las personas.
—Te lo dije, es muy popular la pesca nocturna. —dice, ante mi mirada expectante.
—Jamás lo había hecho. Me gusta pescar pero nunca he venido de noche.
—Me lo imagine, ten esto es para ti —Me entrega una caña de pescar liviana y saca una cesta con alimentos.
—¿Oh me has traído chocolate?
—Sí, y unos deliciosos sándwich de pollo —Piensa en todo, bien.
—Me has conquistado. —bromeo.
—Lo sé, soy increíble. —Me devuelve mis palabras de hace unos días.
—Ja. Ja —Llegamos al lago y hay varias docenas de familias, grupos y parejas reunidos, algunos están muy concentrados en el lago mientras que otros están riendo y hablando.
—Hay demasiado ruido ¿cómo es que logran pescar algo? —Vincent ríe entre dientes.
—Eso es porque los peces están en medio del lago. Debemos tomar esos botes y remar hasta esa luz que está allá —La luz está a un kilómetro más o menos.
—Oh ya veo.
Nos acercamos a los botes, y una pareja se nos acerca.
—¿Vin? Hijo, que bueno verte —El hombre que se encuentra al final de los cincuenta años abraza a Vincent. Quizás son amigos.
—Miguel —Toma la mano de la mujer que sonríe mientras me mira—. Sonia ¿cómo estás?
—Muy bien cielo ¿Y tú? ¿Quién es tu amiga? —Su pregunta no es descortés, por el contrario muestra un interés genuino en mí.
—Ella es Alejandra. Alec ellos son Miguel Marín y su hermosa esposa Sonia Marín. Son los dueños de este lugar.
Estrecho la mano de ambos, aunque Sonia me da un abrazo fuerte. Al parecer hoy es el día de los abrazos sorpresa.
—Es muy bonito este lugar, no lo conocía.
—Somos un grupo cerrado. Muy pocos conocen este lugar —Me tenso por la mención de que soy una intrusa en este momento. Ellos lo notan e inmediatamente Sonia se corrige.
—Oh no espera, no quise que sonara de esa manera. —Sonríe tranquilizadoramente—, nos complace tenerte con nosotros. Me refiero a que la mayoría de los que estamos aquí somos familia y amigos cercanos. Nos encanta saber que eres invitada de Vincent por lo general el siempre viene solo
Bueno esa explicación me calma un poco más. —Gracias, nunca he pescado a estas horas, pero quiero intentarlo.
—No es diferente que de día, ya lo veras. Preferimos la noche por el clima y muchos de nosotros tenemos otros trabajos que hacer cuando el sol brilla —Miguel es un hombre gordito y bajo de estatura, es muy agradable.
—Miguel y Sonia son... familia. Cuando mis padres no han estado ellos sí. —El rostro de Vincent es sombrío y un gesto de dolor cubre sus ojos. Miguel y Sonia se tensan pero se recuperan rápidamente. Aquí pasa algo
—Muchas de estas canas que ves querida, las ha sacado este grandote. Cuando tenía diez lo correteaba por el jardín de su casa. ¿Debo o no mencionar que estaba desnudo?
—¡Oh vamos hombre! —Las mejillas de Vin adquieren un poco de color—. Tenía diez años eso es como ¿normal no? —Quiero reírme de su incomodidad, pero no lo avergonzaré más— ¿ves? por eso no te presento a nadie.
—Cariño no lo avergüences más delante de la jovencita. —defiende Sonia.
—Yo bañaba desnuda en la piscina de mi casa a los ocho —Claro que la piscina era cubierta pero no diré eso. Vincent aprieta mi mano en señal de agradecimiento y me guiña un ojo.
—¿Quieren venir en el bote con nosotros? —ofrece dulcemente, Sonia.
—Querida, quizás ellos quieran estar solos —Sonia luce esperanzada. La verdad, si me gustaría estar a solas con él, pero estas personas son cercanas a su vida y en este momento me doy cuenta que no sé nada sobre él. Quiero las historias jugosas.
Miro a Vincent para saber que decide y lo encuentro mirándome intensamente —¿Qué dices?
—Me gustaría que fuéramos todos —Vincent sonríe al igual que Miguel y Sonia, al parecer, esperaban que aceptara.
Bien, esto será interesante.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro