El jefe
Advertencias: AU Beast.
Preparen los pañuelos.
~•~
—Buenos días señor sombrero— lo pateó en las costillas con nula fuerza—. Estamos en casa.
—¿Salimos?— se puso de pie buscando algún indicio de estar en su lugar de partida—. ¿Qué es este traje?, Me duele la cabeza.
—¿Dónde está tu ropa normal?— arqueó las cejas.
—¿De qué hablas?.
—No estamos en tu casa, pero este lugar es relativamente nuevo para mi— susurró volteando a ver todo el lugar, era similar a dónde lo atacó.
Lanzó una patada que la tomó por sorpresa, haciendo que cayera un metro más lejos.
—¡Nakahara-san!— un chico de traje lo llamó mientras corría hasta él—. El jefe lo llama.
—Ya voy.
~Siento que no deberíamos estar aquí~.
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—Hola Chuuya— el de vendas se veía extraño—. Gracias por venir.
—¿Quién mierda te crees que eres?— rodó los ojos al verlo en el puesto del jefe.
—Esa no es manera de hablarle a tu amo— sonrió de lado para después hacer una mueca—. No era en serio.
Al solo recibir como respuesta un pequeño quejido, suspiró frustrado—. Necesito que revises algunos informes.
—¿Y que otra cosa?— cruzó las manos esperando un remate.
—¿Podrías besarme?— pidió aún con su tono burlón.
—Cállate.
—Es una broma, eso es todo.
—¿Estás bien?— observó sus ojeras, y su semblante más demacrado.
—Claro, el jefe debe estar bien— sonrió de manera extraña—. Ve por los informes, están en la bóveda.
Salió en busca de la joven que ya estaba mordiendo sus uñas—. Vámonos, no deberías estar aquí.
—¿Es otro de tus juegos?— caminó por los pasillos, más intrigado.
—Nos arrojé a un mundo que no conozco— empezó a sudar—. Este no estaba, de verdad que no sabía de su existencia.
—¿Dónde quedó lo de deidad?— se carcajeo, e ignoró las preocupaciones de la mas baja, se tomó su tiempo en la bóveda, incluso sintió que fueron horas. Encontró los documentos, y subió nuevamente.
—Que raro...
—Deja de temblar, no creo que pase nada malo— ahora el parecía el más tranquilo.
—Espera aquí, voy a investigar algo— desapareció sin decir otra cosa.
—Estás más loca— sonrió pues de alguna manera encontró un poco de placer en sus visitas.
Escuchó una explosión, seguido de eso un ruido extraño, se acercó a la ventana de cristal, y por unos momentos su mirada se encontró con unos color chocolate. Y después nada.
Arrojó los papeles de lado, y salió corriendo, suplicaba que alguien hubiera tirado una prenda desde el último piso, su garganta se cerró, solo pensaba una cosa, "No seas Dazai".
—¡Chuuya!— la voz de la femenina lo freno por unos instantes—. No puedes seguir aquí.
Con más miedo siguió su camino hasta la entrada del rascacielos, dónde lo vió, el cuerpo de Dazai, estrellado contra el suelo, la gran mancha carmín avanzaba rápidamente y sin piedad.
—¡Dazai!— se acercó a él, o lo que quedaba de su cuerpo—. ¡Alguien llame a un doctor!.
Las personas se acumularon alrededor, incluso la joven deidad. No era Dazai, pero de algún modo, sintió que lo perdió él también.
—¡¿Quién lo hizo?!— gritaba hasta quedar afónico—. ¡Los mataré, maten a todos!
—Perdón por esto, señor sombrero— chaqueó los dedos haciendo que se desmayará.
Extra:
—Solo tengo dos grandes arrepentimientos, no leer su novela, y no besar una última vez a Chuuya— sonrió, y saltó.
El jefe caía enfrente de aquel rascacielos, y se encontró con la persona que amo de manera romántica, pudo formar una mueca antes de impactar contra el suelo.
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—¿De verdad?— preguntó Hirotsu—. Ir por la agencia es un poco extremo.
El nuevo jefe estaba sentado en la oficina principal, pero no parecía feliz, o siquiera tranquilo, sus ojos estaban perdidos, si, perdió algo muy importante.
—Los quiero muertos, a todos— exhaló el humo de su cigarrillo—. A todos los que lo hicieron sufrir.
El del monóculo salió dejando solo a Chuuya, que comenzó a sollozar en silencio.
—Dazai...
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