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Beso

Advertencias: Vivan los novios. Grité mal editando este capítulo.

~•~

—¿Ambos usarán trajes blancos?— cuestionó algo emocionado, si salía de esa, probablemente molestaría a su subordinado.

—Ryunosuke quería negro— el tigre sonrió nerviosamente—. Pero accedió cuando le dijiste que el blanco es más lindo.

—Es testarudo— resopló dejando de lado el arreglo de mesa que llevaba rato analizando—. Las velas aromáticas podrían molestar a las personas.

—¿Tú crees?— estaba avergonzado porque él dijo que serían buena idea.

—¿Tus invitados son alérgicos a algo?— movió sus dedos aplicando presión en el más alto.

—Ya pregunté, nadie es alérgico en la agencia, solo alguien no puede comer maní, ni almendras.

—Entonces eso queda descartado en la mesa de dulces— suspiró tachandolo de una lista.

—Chuuya-san, ¿Seguro que te sientes mejor?— Atsushi seguía con esa expresión nerviosa.

—Que si, carajo— apretó sus dientes, en realidad estaba de malas por Dazai, que trató de sacarle la verdad haciéndole cosquillas, obviamente terminó noqueado.

—Gracias por todo lo que haces— recargó su cabeza entre sus manos—. Yo no tengo muchos amigos, y casi nadie tiene buen gusto, es muy amable que me ayudes. Desde que Dazai-san nos presentó supe que nos llevaríamos bien.

—¿Recuerdas el día de mi boda?— trató de sonar con naturalidad.

—Claro, no parabas de regañar a Dazai-san por intentar colgarse del candelabro— al ver su mirada filosa dejo de reír—. Ambos parecían felices.

—¿Felices?— se puso de pie—. Ya me voy a casa, procura probar los pasteles junto a Akutagawa, decidan el mejor.

Salió del salón donde veían algunos detalles, era extraño, le gustaba la idea de ser necesario, también las fiestas refinadas, así que ser su apoyo no resultaba desgastante. Manejó hasta su departamento, o el que suponía él pagaba, bajo sosteniendo algunas fotos de los manteles, subió por el elevador y al abrir la puerta encontró a Osamu sostener una bolsa de hielo pegada a su nuca.

—Eres muy malo, chibi— Canturreo con una sonrisa boba.

—Cómo si nadie supiera que eres un poco masoquista— rodó los ojos antes de servirse un vaso de agua.

—Me déjate tirado en la recámara por horas— recriminó con cierta burla—. Había olvidado que eres el mejor artista marcial de la mafia.

—Tu condición física está fatal— ignoró su comentario asomando la cabeza en el refrigerador.

—Dame un masaje, será una disculpa— subió sus pies a la mesa de centro.

—Claro, y después puedo llamar a un elefante para que nos lleve hasta Francia en su espalda— una risa por parte del castaño lo hizo sonreír.

—Entonces tengo otra idea mejor— se puso de pie botando la bolsa plática sobre la barra donde Chuuya preparaba una ensalada.

—¿Mi pie metido en tu...

Sus labios hicieron contacto, el castaño se agachó lo bastante para besarlo, mientras que Chuuya no movió ni un músculo, sus ojos se abrieron aún más. La lengua del suicida se coló para lamer sus labios mientras se alejaba para ver su rostro.

—Es mejor así— sonrió de lado al ver cómo la cara de su esposo se tornaba roja—. Pero que linda vista, será difícil contenerme, me gustaría estar arriba...

—No seré pasivo, maldito degenerado— Chuuya sabía que podía matarlo, pero lo extraño es que no quería, en el fondo las acciones de las demás "caballas" le recordaban sus momentos con el castaño.

—Entonces otro besito— abrazo su cuerpo mesiendo el mismo a un ritmo lento.

El ejecutivo cerró los ojos, se dejó llevar por esa sensación. Admitió para sus adentros que de verdad extrañaba a Dazai Osamu.

—Deja de joder— exclamó aún sin buscar apartarse del más meloso.

—Ya, está bien— su mano derecha terminó en su pecho, justamente sobre él corazón de Chuuya—. Tuve miedo... porque te desmayaste.

—¿Creiste que te quedarías sin a quien molestar?— no le importaba si no era su Dazai, quería sentirle cerca.

—Dejar este mundo contigo es tentador— su tono dejó de ser burlón, era más serio.

—No me suicidaría contigo jamás— subió su palma para dejarla sobre la mano del más alto.

—Sin ti, ya no tendría sentido esforzarme en hacer nada— plantó un beso en su cabeza—. El mundo es mejor contigo.

~¿Las mismas putas palabras?~ pensó el pelinaranja, recordando el tono en que se las dijo después de usar la corrupción por primera vez.

—¿Te ayudo con eso?— comentó el de ojos chocolates—. La verdad no quiero, mejor pidamos pizza.

—Idiota— le dió un codazo para hacerlo retroceder.

—Yo si la ordenaré— caminó hasta el teléfono de la sala.

—¿Ensalada un viernes por la noche?, Si que eres mezquino— la voz femenina se hizo presente a su costado.

—¿Ahora sí te apareces?— Murmuró apretando las palas de madera con las que mezclaba los ingredientes.

—Vamos, soy alguien ocupado— alzó los hombros divertida—. Veo buenos avances, felicidades, señor sombrero.

—¿Hasta cuándo debo quedarme?— miró de reojo al castaño.

—De hecho, vengo por ti— infló el pecho de forma heróica—. Ya entiendo, no quieres irte.

—Maldita— apretó los dientes, tenía un poco de verdad en sus palabras.

—Tu ensalada deberá esperar— sujeto su hombro y casqueó los dedos.

—¡¿Chuuya?!— fué lo último en escuchar, el cuerpo dónde habitaba cayó al suelo.

Extra:

—¿Estás bien?— el más alto abrazaba ella cuerpo de Chuuya.

—Ya te dije que si, mañana iré al hospital— al ver que no se movía pataleó un poco—. Quítate de encima, me asfixias.

—No me asustes así— algo parecido aún sollozo llegó hasta los oídos de su verdadero esposo—. Por favor...

—Lo siento— no entendía del todo sus preocupaciones, pero lo abrazo, y cuando tuvo mayor movilidad, beso su labios.

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