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ADA

Advertencias: Ninguna.

~•~

—Buenos días— la voz de la figura femenina sonó por la habitación, al no obtener respuesta dejó caer un vaso de la encimera.

—¿Dónde estoy?— dió un pequeño salto antes de abrir los ojos de golpe.

—Hoy creo que será un gran día para todos— examinó levemente la pequeña habitación—. Que ordinario.

—No conozco este lugar— se enderezó quitando por completo el futón donde dormía—. ¿Hasta cuándo harás esto?.

—Hasta que sea necesario— abrió el armario encontrando varios trajes similares—. Tu mal gusto en ropa sigue sin importar...

Un golpe sonó por toda la propiedad, la muchacha estaba lloriqueando mientras sobaba su cabeza.

—No fué para tanto— se dió cuenta de su exceso de fuerza—. Si eres una deidad no debería doler.

—Me dolió la traición— sorbió su nariz formando una mueca—. Ya no te ayudaré.

Desapareció dejando al pelinaranja con un gran sentimiento de preocupación, que rápidamente cambio a nerviosismo al escuchar golpes en la puerta. Lentamente caminó hasta la entrada, encontrando a el chico tigre.

—Chuuya-san, se nos hace tarde.

El más bajo abrió la puerta listo para golpearlo, pero notó algo peculiar, el muchacho le sonreía con esa mirada expectante.

—¿Por qué me hablas así?— el pelinaranja frunció el ceño.

—¿Estás de malas?— parpadeó un par de veces—. Si te sientes mal podrías faltar al trabajo.

—¿Qué trabajo?— gruñó en respuesta, poniendo nervioso al menor.

—En la agencia— se excuso rápidamente.

—¡¿Trabajo en la jodida agencia de detectives?!— no podía respirar bien.

El peligris retorcedió unos pasos con las manos puestas enfrente—. Estas muy raro.

—¿Dónde está la caballa?— murmulló antes de azotar la puerta.

—¿Quién?— era un manojo de nervios.

—El maldito Dazai— gruñó nuevamente.

—¿El líder de la Port Mafia?.

—¿Qué carajos acabas de decir?— una gota de sudor bajo por su frente.

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—¿De verdad te sientes bien?— volvió a preguntar el más alto que cargaba un bolso lleno de papeles.

—No, pero necesito jodidas respuestas— rodó los ojos con indiferencia.

Se cambió con uno de los trajes que tenía en el closet, que de hecho eran lindos, buscaba que la joven "deidad" apareciera para darle un poco de contexto respecto a esa ilusión.

—Chuuya-san...la oficina está arriba— señaló el elevador al ver cómo el joven iba por otro lado.

—Este lugar es nefasto— susurró para subir junto al menor, al detenerse caminaron hasta llegar a una puerta, el mismo giró el pomo dejando ver a los demás agentes.

—¿Por qué la cara larga?— la voz femenina de cierta doctora llegó a sus oídos—. ¿Bebiste de más?.

~¿Cómo demonios se llamaba?~ mostró una mueca que causó la misma acción en la mujer.

—Chuuya-san se siente un poco mal— intervino el de tirantes.

—Amaría darte mi tratamiento— una sonrisa sádica se formó en la dentadura de doctora.

—Yosano-san...no creo que lo necesite— al recibir la misma mirada terminó por esconderse detrás de Chuuya.

—¿Qué tanto hablan?— un joven de boina asomó su cuerpo detrás del escritorio—. No me importa, Atsushi-kun, necesito que te hagas cargo de un caso.

—¿Pero no es tu trabajo?— sus ojitos se abrieron levemente.

—Me asignaron algo, pero quiero comer estos dulces, están en su punto preciso— señaló unas bolsas coloridas—. Ya sé, puede ir Chuuya-san.

El de ojos zafiro ya estaba listo para gritar, esas personas no solo eran completos desconocidos, también algo irritantes. La doctora se alejó de ellos para buscar el bisturí que perdió días antes.

—Pero tu no eres Chuuya-san— el de ojos verdes le apuntó con el dedo.

—¿Qué dices?.

—¿Quién te metió en todo esto?— inflo las mejillas antes de entregar los papeles al tigre y hacerlo irse.

—¿Cómo te diste cuenta?— sabía que eran detectives, pero aún así ese chico estaba a otro nivel.

—Fué sencillo, siempre estás chismeando con Yosano, y a Atsushi-kun lo tratas como si fuera de cristal— dió la vuelta en busca de otro dulce—. Entonces dime, ¿Qué habilidad te golpeó?.

—Es una mocosa, dice ser un dios pero estoy seguro que solo quiere torturarme— apretó la quijada.

—Debe haber un buen motivo, averígualo, o no volverás a tu antigua vida.

—Si tú eres detective hazlo, te pagaré— por primera vez trataba de sonar amable frente a sus enemigos.

—No tengo problema en ayudar a un amigo, pero tú no eres Chuuya— esa sonrisa creció volviéndose arrogante—. Te daré una pista.

Colocó sus gafas "activando" su habilidad, pasaron segundos dónde Nakahara lo miraba esperando una respuesta.

—Ya veo, entonces realmente estás en problemas, no te dejará ir hasta hacer lo que quiere— rascó su nuca con cierta timidez—. Ve al puerto, en media hora.

—¿Para qué?.

—Aquí eres un detective, compórtate como uno— alzo los hombros antes de escapar a la oficina del presidente para pedirle permiso de salir, claro que con Kyoka como guía.

Así lo hizo, de camino recibió un saludo del compañero de Dazai, lo ignoró completamente, era extraño que de todas las probabilidades, esa fuera su peor pesadilla.

No tenía auto, y su motocicleta estaba en el complejo recidencial que sospechaba era por parte de la agencia, tomó un taxi, pues incluso en esa vida el estaría siempre a la moda. Al llegar al puerto vaya sorpresa que se llevó.

Dazai estaba a punto de saltar al mar, vestía de traje como cuando salieron juntos, el más bajo corrió y sostuvo su manga para evitar que se arrojará.

—Hola Chuuya— su mirada parecía estar perdida—. Que sorpresa vernos.

—¿Qué demonios pasa contigo?— sobó su entrecejo mientras buscaba paciencia inexistente—. ¿Por qué sigues en la mafia?, No, la verdadera pregunta es ¿Por qué yo no estoy en la mafia?.

—¿De qué hablas?— parecía estar enojado—. ¿Insinuas qué quieres volver?.

—Necesito saber ¿por qué tú pedazo de mierda, no abandonaste la organización?— sus mejillas comenzaban a ponerse rojas del coraje.

—Ven aquí— sujeto su muñeca—. Ten cuidado con las habilidades, seguramente te golpeó una muy fuerte para que hayas olvidado todo.

—No, quiero decir, si es una habilidad, pero...solo dime lo que ha pasado entre nosotros— estaba apenado, indignado al ser sometido por esa mocosa, obligandolo a pasar vergüenza.

—Ya veo, de verdad no eres tú, lo sé porque de ser tú habrías llorado— por unos segundos sus ojos parecieron brillar—. Bueno, es de mis historias favoritas, puedo contarte algo de eso.

Ambos se terminaron sentando en el filo del muelle, Chuuya había olvidado lo mal que se sentía verlo tratando de suicidarse, de igual forma solo esperaba terminar con el plan de la muchacha.

—Bueno, Mori-san temía que yo lo matará para quedarme con el puesto de jefe— sonrió de lado—, Tú lo terminaste haciendo.

—¿Yo hice qué?.

—Dijiste que no ibas a permitir que él me lastimará, y vengaste a Odasaku— soltó una especie de risa—. Te matarían por no ocupar el puesto, y te pedí desaparecer, pero mírate, eres tan terco, y encima te apareces frente al actual líder.

—¿Por qué tomaste la responsabilidad?— sintió una extraña presión en el pecho.

—Esta nueva actitud me gusta más— movía sus manos de manera impaciente—. Bueno, era eso, o que la organización se desmantelará y te buscarán para matarte, porque obviamente ya no querías seguir en la mafia. Era mi turno de cuidarte.

Una lágrima amenazaba con caer, pero aguantaba lo mejor que podía, a fin de cuentas no quería que volver a llorar frente a él.

—Es extraño, hasta hace poco creíste que te expulse por falta de amor. Ahora no importa, te ves más feliz en la agencia, o al menos el Chuuya que conozco lo es.

—Yo conozco a un Dazai más irritante, también idiota— en un esfuerzo por contener su llanto su voz sonó un poco más quebrada.

—Me odias por lo que te orillé a cometer— su mano terminó en su mentón, guíandolo para quedar cara a cara—. No sé si cuenta disculparme contigo, pero de verdad lo siento. Mi única intención era protegerte, chibi.

Una y luego otra, así comenzaron a salir las gotas saladas. Nakahara ya no hacía el intento por frenarlas, en realidad esa disculpa contó, y mucho.

—No importa cuál sea, todos las babosas son sensibles— acarició su cabello una última vez—. ¿Te hice daño?.

—Cállate— con sus manos limpió las gotas saladas que parecían detenerse poco a poco.

—Ya debo irme, mi tiempo libre terminó— se puso de pie para después ayudar al contrario—. Si eres Chuuya, me alegra haber hablado contigo.

—Quisiera decir lo mismo, pero la estúpida cara de la caballa me hace imposible prestar atención— sorbió su nariz.

—Tenía la esperanza de cumplir mi promesa, aún si era en otra vida— su mirada apagada terminó por atravesar a Chuuya, y el dolor agudo en el pecho pudo quebrar su corazón—. Cómo sea, dale un saludo a tus compañeros de mi parte.

—Los odio a todos— era verdad, él dejó de trabajar en equipo hace años.

Una carcajada ruidosa hizo eco por todo el puerto—. Hasta luego, si nos volvemos a ver cuéntame de nosotros y qué hacemos en dónde vives.

El castaño se alejó en dirrección a varios autos negros que comenzaron a estacionarse junto a muelle. Nakahara lo observaba todo con bastante tristeza.

—¿Dónde estás maldita?— posó sus manos sobre su cintura.

—¿Qué quieres?— una figura masculina de aparentemente doce años se presentó frente a él —. ¿Ya quieres mi ayuda?

—¿Dónde está la mocosa?.

—Soy yo, te dije, podría ser lo que quisiera, pero si te acostumbraste a el otro cuerpo puedo hacer algo— sonrió antes de esconderse detrás de un pequeño bote.

—Deja de jugar, creo que ya se lo que quieres— no estaba del todo seguro, pero al menos lo intentaría.

—Bueno, dime, señor sombrero— salió de su escondite como era su antiguo cuerpo.

—Puede que Dazai no sea un poco diferente a estos tontos, así que lo acepto, puede que no lo odie tanto— su cara se invadió de un color carmín intenso.

~Pones en riesgo tu vida si es por él~ pensó la más baja antes de asentir—. ¿Qué con eso?.

—Solo dime ¿Qué debería hacer?, Ya acepte su disculpa...

—Te lo dije desde un principio, si no lo recuerdas es tu problema— se dió la vuelta para marcharse pero escucho algo peculiar.

—Solo dime cómo salir de aquí...por favor.

Giró la cabeza encontrando una vista peculiar—. Claro, mira te llevaré por algunos de los universos que creo necesario visitar, después te harás un juicio de su relación, porque eso de fingir odiarse no es lo más sano.

—¿Por qué haces todo esto?— rápidamente su vergüenza paso a ser enojo—. Yo no creo esa mierda del amor.

—Estaba aburrida— su indiferencia hizo que el otro parpadeara un par de veces—. Vamos señor sombrero, falta poco para llegar al final.

Este capítulo no busca ofender al personaje de Mori (viejo sabroso), y me pareció necesario darle ese fin porque de otra manera Chuuya jamás hubiera traicionado a la mafia.

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