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Capítulo SIETE


Aunque intenté hablar con Ren, no funcionó. Comenzó a esquivarme mucho más que antes, incluso me dirigía gestos asqueados si le pasaba el plato de comida o hacía cualquier tipo de interacción con él. No quería seducirlo, solo intentar tener una relación pacífica porque todos convivíamos allí.

Apoyé mi cabeza en el hombro de Dan, quien me miró con curiosidad.

—¿Qué sucede, linda?

—Me siento sola —susurré—. O sea, no a nivel romántico.

—¿Te refieres a sexo? No eres la única. Todo el tiempo que llevas aquí es el mismo que Marc, tu madre y yo —suspiró—. No voy a aguantar un año más así.

Sentí mi rostro arder porque no me estaba refiriendo a eso, aunque sí tenía la necesidad y a veces era muy difícil soportar el deseo.

—No me refería a eso, pero... sí, no había pensado en ello. Solo extraño el pasado. Extraño a mis abuelos, la gente que conocía. La gente que podía entender si decía «Star Wars» o «Mickey Mouse».

Sentí la mano de Dan en mi hombro, y su brazo posarse en mi espalda.

—También extraño el pasado. Tenía una pareja allí, ¿sabes? Poco antes del desastre.

Dirigí la mirada hacia él. Tenía una mirada tan triste.

—Nos separamos cuando el proyecto empezó, porque desconfiaba de todo esto y sabía que no podríamos estar juntos al final. El futuro que se me prometió, por el que fui metido en esa cápsula, el proyecto entero fracasó. Así que ahora estoy solo, dudo que haya gays en la selva y ya no tengo nada. Absolutamente nada.

—¡Me tienes a mí! —dijo Marc, sentado frente a nosotros con la espalda apoyada en un árbol.

—Lamentablemente —bufó.

—Dan —dije con voz suave y dirigió sus ojos azules hacia mí—. Ahora nos tienes a mamá y a mí también. Sé que no es lo mismo, pero entre todos podemos ser una familia.

—Tú en cualquier momento vas a conseguir esposo y te vas a ir, supongo que me quedaré con el extrovertido de Marc y la poco divertida Petra.

No le había contado lo de Ren, aún no me sentía cómoda al respecto, así que Dan no sabía que era muy poco probable que consiguiera una pareja.

—¿Sabes? Hay gays entre los koatá. Tal vez te consigas un monito sexy —dije con una risita.

Él dirigió su mirada hacia mí con una ceja alzada.

—Prefiero morir antes que acostarme alguna vez con una bestia.

Le di una palmada en la espalda y me puse de pie, tomando a Uri de la manta en el suelo para poder colocarlo en su bandolera. Quería ir a visitar a Yoyo y Shali, aunque me llevaba bien con Marc y Dan aún no los consideraba mis amigos. En realidad ambos eran, más bien, amigos de mamá.

Le avisé a mamá que iría a ver a los koatá y ella se ofreció a acompañarme, para evitar que algo me sucediera en el camino. Dejó momentáneamente todo a cargo de Marc, así que, como antes, caminamos juntas en la selva.

Los sonidos de los pájaros a veces era ensordecedor, pero ya me había acostumbrado a que la selva era ruidosa y, por sobre todo, apestosa. Sin embargo la zona de los koatá era mucho más tranquila, los aromas allí eran dulces y agradables, y los sonidos de música siempre resonaban en el aire.

Cuando llegamos allí mamá lanzó un fuerte chiflido con los dedos que, por un momento, asustó a los koatá. Rápidamente bajó Mekaal hacia nosotras. Sus brazos eran musculosos y fuertes y se marcaban al tensarse entre las lianas y ramas. Era enorme e intimidante, en especial por su mirada, pero a su vez era amable. A su manera.

—Petra, Erin —asintió con respeto—. ¿Qué las trae por aquí?

—Mi hija quiere visitar a sus amigos, yo solo la acompañé por seguridad —Mamá se cruzó de brazos con el rostro serio, y sus músculos también se marcaron allí.

—Ambas son bienvenidas siempre. Pueden quedarse el tiempo que deseen.

—No me quedaré, pero cuiden a mi nieto o van a rodar cabezas —picó el pecho de Mekaal con su dedo índice.

Él alzó una ceja al ver ese dedo en el escote de su pecho, justo en la línea de sus pectorales, luego alzó la mirada para vernos.

—Puedes quedarte y vigilarlo.

Miré a mamá preguntándome qué haría. Usualmente yo venía sola, pero a veces mamá me acompañaba. En algunas ocasiones se quedaba a beber cerveza y conversar con Mekaal, vaya a saber Dios de qué, y otras tantas veces se iba con su rostro enojado habitual, ignorando cualquier posible invitación.

Esta vez decidió quedarse. Entonces Mekaal me tomó de la cintura para subirme hacia los puentes de madera. Mamá, por su parte, subía sola como la amazonas que era. Me daba miedo esa mujer, era como un Terminator que no necesitaba descanso y nada podía parar.

Él miró hacia abajo una vez estuvimos en los puentes, para asegurarse de que mamá estaba subiendo bien. Ella se trepaba a un árbol y desde ahí subía por una liana con una rapidez digna de su rango.

—¿Sabes cuál es el hogar de Shali? —me preguntó Mekaal con los brazos cruzados.

—Sí, pero me asusta un poco caminar por los puentes.

Él asintió y llamó a un muchacho que andaba por allí.

—Acompáñala hasta lo de Shali, despacio —dijo con el rostro serio, luego me miró a mí—. Yoyogu debe estar en los frutales trabajando, volverá al atardecer como los demás recolectores. Shali sí está.

—Dame a Uri, lo cuidaré para que puedas conversar con tus amigos —dijo mamá al extender los brazos.

Me quité la bandolera para poder acomodar a Uri en el pecho de ella, aunque primero le di un beso en la cabeza. Él era tan tranquilo, como un dulce angelito. Solo luego de que ella se fue con Uri y Mekaal fue que el muchacho me extendió la mano para que la sujetara. Los dedos de los koatá eran ásperos por el continuo roce con los árboles, lianas y supuse también que por su trabajo. Eran algo callosas.

Me sostuvo todo el camino, y aunque ya no necesitaba arrastrarme por los puentes me seguía poniendo muy nerviosa caminar por allí. El muchacho me dejó en la entrada de Shali, le agradecí por la ayuda e hice sonar las piedritas colgantes para llamar a mi amiga. Sin embargo, justo cuando terminé de hacerlo, oí una voz grave y masculina dentro. Sentí que estaba fuera de lugar y me arrepentí de haber ido.

Al instante Shali abrió la puerta y me dirigió una sonrisa alegre, con sus ojos brillando de alegría.

—¡Erin! Qué lindo verte, ¿dónde está Uri?

—Lo tiene mi madre, así podemos conversar —expliqué con una sonrisa.

—Ven, estoy trabajando pero tal vez puedas ayudarme.

Asentí y la seguí por detrás, pero me quedé gélida al ver allí la fuerte espalda de un koatá con cortes sangrantes. El suelo estaba lleno de gasas y el joven allí parecía adolorido.

Cuando nos miró por sobre el hombro me di cuenta de que era Ilmaku. Él abrió los ojos con sorpresa al verme pero corrió la mirada al instante. Intentó ponerse de pie pero Shali lo regañó.

—No quiero molestar, iré con tu madre —dijo Ilmaku, sin hacer contacto visual conmigo.

—Déjate de tonterías, las dos somos sanadoras. Tienes dos hembras hermosas que van a toquetear tus músculos, sé agradecido —Colocó las manos en la cadera.

—Yo solo veo una hembra hermosa aquí, ¿dónde está la segunda? —bromeó él con una sonrisa torcida.

—Y esa es Shali, por supuesto —acoté al acercarme hacia esa alfombra tejida donde él estaba sentado.

Ilmaku de repente se vio tan nervioso y avergonzado a la vez que solo pude sonreír. Era la primera vez que lo veía con el torso desnudo, generalmente usaba esas blusas sin mangas y con un amplio escote en V que enseñaba sus pectorales. Era muy musculoso, no tenía prácticamente nada de grasa. Y aunque creí que los koatá eran velludos por completo, me llevé una gran sorpresa al ver que no era así. Ilmaku solo tenía abundante vello negro en los antebrazos, además de sus largas patillas. El resto de su torso era suave, lo supe cuando posé mis dedos en su piel, y él se estremeció ante ese tacto.

—¿Qué sucedió, cómo te hiciste esto? —pregunté con sorpresa porque los cortes parecían ser de garras.

Él se encogió de hombros.

—Una... batalla con los kei —balbuceó.

Knox también se había herido por pelear contra los caimanes, ¿sucedía seguido? La espalda de Ilmaku no se veía bien.

—Vamos, quieres alardear frente a ella. Hazlo, es tu oportunidad —dijo Shali con una risita, mientras limpiaba algunas de las heridas.

—Solo quiero que esto termine e irme a casa...

—¿Qué pasó? —pregunté.

Comencé a lavarme muy bien las manos para evitar infectar sus heridas.

—Mató a un kei, no es la primera vez. Ilma es el mejor al pelear contra ellos, como Mekaal lo es contra los naweles —explicó Shali.

Él no dijo nada, seguía esquivándome la mirada así que no presioné. Dudaba mucho gustarle tanto como decía Yoyo, si ni siquiera me miraba durante más de un segundo. Aunque cada vez que lo tocaba su cuerpo se estremecía, y creo que fue igual de incómodo para los dos.

Con Shali trabajamos arduamente para sanarlo, vendamos su torso y le pedimos que no se apoyara de espaldas, para no hacer demasiada presión sobre los cortes.

Él se puso de pie muy rápido, aunque parecía algo mareado por la pérdida de sangre.

—Quédate, idiota, haré un jugo de frutas —dijo Shali con los brazos cruzados—. Vives literalmente al lado, no hay diferencia en que te quedes aquí o allá.

—No quiero molestar, ella vino a verte a ti —dijo él con la vista fija en las vendas.

—No molestas —acoté con una sonrisa—. Además necesitas descansar.

Abrió los ojos avellana con sorpresa cuando me miró y al instante resonó la carcajada de Shali. Entre las dos lo convencimos de quedarse con nosotras, así que Ilmaku se acomodó nuevamente sobre la alfombra tejida. Y mientras que mi amiga preparaba ese jugo de frutas yo me entretuve levantando todas las gasas ensangrentadas para poder limpiar un poco.

—Lo siento, debería hacerlo yo —dijo él al ver el desastre.

—Está bien, parte de ser «sanadora» es justo esto —sonreí, dejando las gasas en una canasta para que fueran lavadas luego.

Me animé a mirarlo fijo, porque siempre lo había visto de lejos, jamás de tan cerca. Jamás, tampoco, habíamos cruzado palabras entre nosotros. Era algo parecido a Mekaal aunque no demasiado. Tenía la misma mirada intimidante, con sus cejas negras caídas sobre los ojos. La nariz era larga y algo ancha en la parte inferior, y sus labios eran finos. Sus mejillas se hundían un poco ante algunos gestos, aunque era difícil de notar debido a sus largas patillas negras. Era atractivo, algo innegable, pero seguía siendo una bestia.

—Dime, ¿qué te gusta hacer en tu tiempo libre? —pregunté con curiosidad, pues quería conocerlo, después de todo parecía ser mi única opción de compañero.

Él alzó la mirada para verme y miró al instante a Shali, tal vez creyendo que le preguntaba a ella.

—Erin sabe que me gusta bordar, estúpido, te pregunta a ti —siseó Shali y se acercó a nosotros con una jarra con jugo de frutas.

—Oh... —carraspeó—. Supongo que...

—Tomar cerveza con Yoyo no cuenta, tampoco molestarme —interrumpió ella.

Ilmaku le lanzó una fruta por la cabeza.

—¡Estúpida! Déjame hablar.

Apreté los labios para evitar reírme, pues la fruta se había roto y su jugo anaranjado caía por el rostro de Shali.

—¡Eres un...!

—Supongo que... ¿qué cosa? —agregué, porque de verdad tenía curioso.

Él dirigió nuevamente su mirada hacia mí, y comenzó a colocarse una de esas camisetas verdes sin mangas y con amplio escote en V. Sus músculos eran en verdad impresionantes, y considerando que su tono de piel era algo moreno y bronceado... Supongo que era bastante de mi tipo.

Apreté los dedos a mi falda al darme cuenta de ello. Seguía siendo extraño.

—Me gusta hacer música —dijo y curvó sus labios en una sonrisa, lo que hizo resaltar sus colmillos—. Y bailar.

—Tal vez puedas enseñarle a Erin algún baile, ¿eh, Ilma? —Shali le dio un codazo con una sonrisa pícara.

—Sí, me encantaría, no conozco sus danzas —dije, más entusiasmada de lo que esperaba.

—¿A ti qué te gusta hacer? —preguntó, con la mirada llena de curiosidad.

Antes me gustaba bailar y ver televisión, pero ahora...

—Me gusta cocinar, aunque no creo que a ustedes les guste lo que hago —Torcí los labios, considerando que solía hacer estofados con carne—. Y jugar con mi bebé, aún es pequeño pero ya se ríe y eso me gusta mucho.

Él sonrió con buen ánimo, con alegría, y sus ojos parecieron brillar al oírme. Pensé que diría algo, sin embargo tomó el contenido de su vaso y se puso nuevamente de pie para alejarse hacia la puerta.

—¿No te quedas? —pregunté.

—No, debo hablar con mi padre sobre los kei —giró para verme por sobre el hombro—. Quizás en otro momento podamos hablar así otra vez, Erin, o bailemos, o pueda probar una de tus comidas.

Sentí mi rostro arder.

—Todo tiene carne...

—Siempre es bueno probar cosas nuevas —dijo con un tono de voz bajo que me erizó la piel—. Sé apreciar lo que otros no.

—No me junto con caníbales, asqueroso —chilló Shali, muy asqueada.

—Tú me persigues, de qué hablas —se rió y cerró la puerta tras de sí, para no darle tiempo a réplicas.

—¡Tú me persigues a mí, idiota, me sobreproteges y es molesto!

Bebí un poco de ese delicioso jugo de frutas, viendo el rostro enfadado de Shali. Era divertido ver la relación que tenía con Ilmaku, porque parecían más bien un hermano mayor y una hermana menor, molestándose mutuamente una y otra vez.

—¿Y? —Me miró con una sonrisa—. ¿Qué te parece?

—¿Ilmaku? —Bebí otro poco de jugo—. Es atractivo y sexy, no puedo negarlo, pero...

—Es un koatá, ¿verdad? —suspiró—. Mira, Erin. Ilma es una buena opción, es un poco tonto a veces pero es bueno, y nada te faltará a su lado. Piénsalo. Es difícil la vida para las hembras que están solas, especialmente las que tienen hijos.

—No parece ser difícil para ti —dije con una ceja alzada.

Se dejó caer sobre la alfombra con un suspiro, observando el techo de hojas de palma.

—Lo es, solo que menos que para las otras debido a que es mi familia la que me cuida —Dirigió la mirada hacia mí—. Yo no debería vivir sola, ¿sabes? La construcción de una casa es parte del cortejo, el macho que quiera compartir su vida contigo te construirá una casa. Esta me la construyeron entre Yoyo y mi padre, porque... rechacé a muchos machos y nadie jamás me hará una. Así que es mi hermano quien me cuida, quien junta fruta para mí y se ocupa de que no me falte nada.

La miré con atención porque se veía algo triste. Posé mi mano en su cabeza, justo a mi lado, para poder pasar los dedos entre su largo cabello negro lleno de ondas.

—Creí que te gustaba estar sola —dije con suavidad, acariciando su cabello.

—No me gusta —admitió con un suspiro y posó su cabeza sobre mis muslos—. Me gustaría que un día uno construya una casa para mí, no que solo intente tener sexo conmigo como todos los otros. Me da miedo el sexo porque me da miedo el parto, pero... ¿eso impide tener un compañero que me quiera y me cuide? Alguien que no sea mi hermano.

La miré al rostro más pálido que el de otros koatá, herencia de su bella madre, y continúe pasando mis dedos entre las hebras negras.

—Yoyo me dijo que ustedes tienen un tipo de compañeros que es por protección mutua, donde no tienen sexo entre sí. ¿Tal vez puedas tener eso?

—Ningún macho quiere eso, al menos no los que me han cortejado —Dirigió sus grandes y profundos ojos negros hacia mí—. ¿Y si vivimos juntas y nos cuidamos entre nosotras?

—¿No necesitaba un macho que haga el trabajo duro por mí? —pregunté, algo confundida.

Dejó ir un suspiro.

—Sí, supongo que no puedo hacer que Yoyo y papá también cuiden de ti. Ilma me ayuda mucho y me cuida, pero cuando tenga una compañera dejará de hacerlo. Me gustaría que esa compañera fueras tú —Sonrió—. Él te cuidará bien, y a Uri. Jamás les faltará nada a su lado.

Me encogí de hombros y, al igual que ella, también me sentí algo triste. Todos decían que la vida en la selva era difícil para las hembras, especialmente para las solteras, pero... ¿alguna siquiera lo había intentado?

—Ese tonto humano no te merecía desde un principio —dijo y me tomó de la mano—. Mereces alguien que te quiera.

—¿Y crees que ese es tu amigo? —murmuré.

—Sé que él no quiere solo acostarse contigo. Él quiere ser tu proveedor, ayudarte a criar a Uri. Su sueño siempre fue tener una familia, Erin. Pueden ser una.

—Pero si quiere una familia yo no soy una buena opción, no podría darle hijos...

—No lo sabemos, jamás se han mezclado los humanos y los koatá, pero sí se han mezclado koatás con otras especies y han procreado híbridos —sonrió con sus colmillos de una forma adorable—. ¿Quién sabe? El mundo ya no es como tú lo conocías, tal vez puedas dar a luz junto a uno de los nuestros. No eres muy diferente a nosotros.

Me quedé en silencio por un rato, pensando en todo eso. En Ilmaku, en Lían, en los hombres que me habían rechazado, en lo sola que me sentía.

—Shali... —susurré y pestañeé varias veces para eliminar las lágrimas que comenzaban a acumularse allí—. Me siento muy sola...

Ella se sentó al instante con tanta velocidad que me sorprendió que no se marease. Acunó mis mejillas y sus manos no se sintieron callosas ni ásperas, eran muy suaves.

—Estoy contigo. Eres mi amiga, mi única amiga —dijo al mirarme fijo y sus ojos también se llenaron de lágrimas—. También me siento muy sola, Erin, pero te tengo a ti y tengo una familia que me quiere.

—Ni siquiera sé si mi familia me quiere —sollocé, aunque quise evitarlo—. Mi madre es la única familia que me queda y jamás ha sido amable conmigo, Uri es solo un bebé.

Shali sonrió y apoyó su frente en la mía al tomarme de la cabeza.

—Tu madre te ama, Erin. Lo sé porque es igual a Mekaal —dijo—. ¿Has visto a Mekaal mostrarle afecto a Ilmaku alguna vez? No recuerdo haberlo visto jamás, ¿pero sabes qué? Recibiría una lanza en el pecho y se dejaría desgarrar por los naweles solo por él, y yo creo que tu madre es igual. Yo creo que el solo hecho de cuidarte aquí en la selva es prueba suficiente.

Sorbí por la nariz, porque lo he pensado, pero también era difícil no notar lo dura que siempre fue conmigo.

—Tal vez me lleve bien con él —dije y sonreí con tristeza—. Los dos tenemos padres fríos y soñamos con una familia.

Ella sonrió al acariciarme el pómulo.

—Ilma te hará feliz, Erin. Estoy segura de eso, y si no lo hace entonces puedes contar con que le patearé las bolas.

Sorbí nuevamente por la nariz y respiré hondo.

—Lo pensaré.


Buenas, gente bella, hice un par de dibujos de los personajes y quería dejarlos acá. Para evitar que los vea alguien que no le interese (pues tal vez prefieran su imaginación, y eso está perfecto) los colocaré luego de puntos.

No voy a poner a todos, solo a Ilmaku y Shali que son los que más participaron en este. El resto los iré repartiendo por los siguientes capítulos.

Espero les guste <3

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Ilmaku:

Shali:

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