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3. En esa rápida y repentina caída en desgracia

Por obviedad no había entendido lo que él me acababa de decir. Pero no quise decir nada, ya que él había avanzado y yo no quería quedarme atrás.

Hace mucho frío, y no puedo evitar estremecerme por completo. Me aguanto de esto, del aire que corre, porque quiero saber que es lo que me dirá próximamente, o al menos ver qué es lo que ha sucedido aquí.

No obstante, en nuestra caminata lineal no hay nada que pueda hacernos preguntar en donde están las personas, solo hay cosas desechables y por las que llevan años en ese lugar. No hay nada que nos pueda indicar algo vivo, y eso es lo que comienza a inquietarme muy en el fondo.

—Es una pésima idea que sigamos caminando. Me estoy muriendo de frío.

Me mira con razón, y entonces solo damos la vuelta para regresar, notando que en realidad no nos hemos alejado ni diez metros de la salida.

De pronto, una especie de bomba estalla a mi lado.

—¡Clarence!

Logro ponerme de pie, y siento que algo me escurre por la frente. El chico me mira y me toma de los hombros para después sentir una velocidad que nunca había sentido en mi vida, y que sin haber cerrado los ojos, observo que ahora estamos en la estación.

El chico me mete a la fuerza en el interior del tren, y se cierran las puertas para arrancar al siguiente rumbo desconocido. Me ubica en el primer asiento y se pone de rodillas frente a mí, a observarme el rostro.

—Estás sangrando.

Se quita la corbata atada a su cuello, y lo moldea como si fuera una frazada para presionarlo un poco más arriba de la frente. Cierro los ojos por el dolor que me causa, y comienzo a sentir que me mareo.

—¿Qué diablos acaba de pasar? —pregunto con la mirada en sus ojos.

El chico se pasa un nudo de la garganta. Tuerce la boca, como si estuviera molesto, como si mi pregunta le hubiera provocado esa molestia.

—Lo siento. Era yo aventando una bomba —responde con dureza.

—¿Tú?

—Yo, Cinco Hargreeves. Cuando tenia 13 años —explica atropelladamente, pero observo que se recompone —. No he tenido la oportunidad de explicarte lo que ha pasado. Pero antes de eso, ¿te encuentras bien?

—Me duele un poco la cabeza... lo siento, soy malísima para recordar los nombres, ¿como dijiste que te llamabas?

—Cinco, como el número.

—Qué extraño, es mi número favorito. Debería recordarlo como si fuera mi nombre. Lo siento, Cinco.

Ligeramente sonríe de lado, restándole importancia al asunto.

—Lo tengo —nerviosamente tomo la corbata hecha una bola —. Deberías sentarte para que me expliques esto de la línea del tiempo temporal, porque te prometo que no estoy entendiendo nada. Y me estoy desesperando.

Baja la mano con lentitud y se sienta a mi lado, cosa que yo esperaba que se sentara en frente de mí.

—Como te había dicho al principio, pertenezco a una academia llamada Umbrella. Somos 7 hermanos, nuestro padre nos puso de nombre el número a cada uno, pero en realidad ellos tienen nombres propios. El número 1 es Luther, el número 2 es Diego, el número 3 es Allison, el número 4 es Klaus, número 5, yo. El penúltimo, el número 6 es Ben, y por último mi hermana Vanya —se detiene y sonríe de lado —. Se llama Viktor ahora, es mi hermano.

Le presto atención, dándole a entender con mi asentimiento de cabeza.

—No somos cualquier academia. Lo que nos hace diferentes a mí y a mis hermanos es que dotamos de poderes.

—¿Poderes?

—Poderes. Luther dota de la súper fuerza. En una misión peligrosa donde solo quedaba él dentro de la academia, se arriesgó por un químico y Reginald, nuestro padre lo salvó inyectando algún líquido de nuestro amigo Pogo, un simio.

Se detiene ante mi curiosa mirada, pero continúa:

—Diego es un maestro en lanzar cuchillos, es su gran especialidad. Posee otras cosas además de tener la nuez pequeña.

Sonrío sin mostrar mi dentadura ante su tono.

—Allison tiene la capacidad de controlar a los demás con decir: Oí el rumor...

Alzo mis cejas con sorpresa.

—Klaus tiene el lamentable poder de ver y hablar con los muertos.

Aprieto mis labios ante sus palabras dichas.

—Ben tenía la habilidad de combatir y destruir a los demás con unos tentáculos sobrenaturales que le salían de su estómago.

—¿Tenía la habilidad?

—Falleció en una misión. Klaus es el único que puede verlo. Aclarándome, podía hacerlo. En la línea del tiempo de donde vengo hay otro Ben que pertenece a otra academia llamada Sparrow. Fue error nuestro que las cosas salieran de ese modo.

Cinco me observa, y evidentemente me encuentro confundida.

—Te lo explicaré después de que termine.

—Continúa, por favor.

—Viktor, bueno... antes de que se decidiera ser Viktor, resultaba que no tenía ningún poder como el de nosotros. Pero Reginald siempre hacía de las suyas el no buscar una mejor solución que decirle a Vanya que era ordinaria, cuando en realidad él es el más fuerte de todos. Tiene el poder de elevarse, manipular el sonido y la energía, y la atmoquinesis.

—¿Qué es la atmoquinesis, Cinco?

—Manipular el clima.

—Genial —expreso lo primero que se me viene a la mente, pero me detengo —. ¿Y tú qué poderes tienes?

Me hace un gesto casi sonriente, pero triste a la vez.

—Viajar en el tiempo.

—¿Viajar en el tiempo? —pregunto muy sorprendida y a la vez emocionada.

Alza su mano para agarrar su corbata, y darle la vuelta donde la sangre no se haya esparcido aún.

—Lo encuentras fascinante, al parecer.

—Eres un Delorean, ¿quien no quisiera tener ese súper poder?

Me mira con cierta burla, para luego reírse un poco y seguir sosteniendo la corbata.

—Entiendo a lo que te refieres. Pero sé que no te gustará cuando te diga lo que mi súper poder ha ocasionado, porque justo eso ha sido la razón por la que no podemos salvar al mundo.

—¿De qué hablas, Cinco? —frunzo mi ceja.

—Bueno..., no solamente el mío, también los de mi familia.

Decido quedarme callada y seguir con mi cara confundida, logrando que Cinco suspire con una cierta pesadez y no sé si hasta de tristeza.

—Como sé que no me conoces aún... tengo la duda de si me creerías o no con todo lo que nos ha pasado. No quiero asustarte.

Medio sonrío.

—Bueno..., Esto es más real de lo que pude haber imaginado alguna vez, Cinco.

Me observa con cierta curiosidad.

—Cuéntame. Por favor.

Entonces Cinco, con la mirada al frente y la cara un poco más melancólica, comienza:

—Cuando realmente tenía 13 años, Reginald me advirtió que no viajara en el tiempo. Una cosa es dar saltos, como el que acabo de hacer contigo, y otra cosa muy distinta es viajar en el tiempo. Claro, no le hice caso y me perdí. Cuando quise regresar, accidentalmente viajé al futuro y vi como el mundo era destruido totalmente. Vi a mis hermanos muertos —se detiene, y trato de estar muy concentrada, imaginándome lo que acaba de relatar :—. Por muchos años busqué alguna señal de vida por todo el mundo, y nunca lo hallé hasta que me encontró La Comisión, ellos me venían observando desde hace un tiempo. Ahí trabajé por bastante tiempo, asesinando a personas. Cuando pude, aproveché la oportunidad y regresé a la línea temporal al que pertenezco. Sin embargo, hice mal los cálculos y... —vuelve a detenerse.

—¿Y luego?

—Cuando te dije que tenía 13, los tengo físicamente. En realidad tengo 58 años.

Me observa un momento, para conocer mi reacción ante lo ultimo relatado.

—¿Tienes 58 años?

Responde con un sí por lo bajo. De repente, la situación quiere parecerse gracioso el hecho de hacerme ese comentario, y más quiere causarme gracia en la manera de cómo me lo dijo. Sin embargo, no me río ni sonrío por mera educación.

—¿Y puedes regresar a tu edad correcta? —pregunto, dándome cuenta de que es una pregunta estúpida.

—En realidad no, requiere de más cálculos. Tampoco es que me moleste. Ahora ya no.

Vuelve a mirar al frente.

De repente comienzo a sentirme triste, no solo por lo todo lo que me ha contado, sino por el mero hecho de hacerme recordar mi existencia, mi llegada a este tren.

—¿Qué pasa? —pregunta casi al instante.

—Nada, solo me quedé pensando —le miento para no hablar de mí.

El tren me ayuda, ya que este se detiene y se abren las puertas.

—¿Y qué se supone que hace este tren además de llevarnos a varias lineas?

—No avanza si salimos, como pudiste notar. Podemos salir afuera a ver qué otra línea nos ha llevado. Cada línea temporal tiene su grado de riesgo.

—¿Y tú ya habías estado aquí, verdad?

—Sí, por supuesto.

—Y sabes regresar a casa.

Me mira a los ojos, y niega con la cabeza.

—No, Clarence. Justo ese es nuestro mayor problema. Debo volver a encontrar la forma de volver. Antes tenía los cálculos que mi yo de otra línea temporal había escrito en una libreta, pero ya no son los mismos..., lo cual me hace preguntar, ¿como es que llegaste aquí?

—Yo solo vine aquí... para llegar a casa. Con mi hermano. Me está esperando.

Cinco me quita la corbata de la mano,

—¿Y viste algo fuera de lugar? ¿Algo que no perteneciera en el lugar?

—Ahora que lo mencionas... sí. Se supone que la estación de tren de donde venía era más abierto, podías ver el tren hacer las paradas al aire libre, pero cuando entré, me di cuenta que estaba aquí, entre las cuatro paredes.

Cinco comienza a reflexionar, ahora enfocando su mirada en el suelo.

—No sé que pudo haber pasado, pero me hace llegar a una conclusión.

—¿Qué conclusión?

—Tal vez tu llegada tiene que ver con el hecho de que los cálculos sean diferentes. Y sinceramente... no tengo ni la más mínima idea de cómo regresar.























¡Holaaa!

Les traigo otro capítulo, ligeramente más largo. ¿Qué les pareció? Me gustaría que dejaran su voto y me comentaran algo, jeje.

Muchas gracias por leer el capítulo.

Amor y paz. 🩶

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