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2. Sé que ha terminado y va a ser violento

Sus palabras me dejan un poco más confundida que antes. Hago uso de escaneo en su ropa negra: es solamente un traje negro con la corbata del mismo color, pero la camisa es blanca.

—¿Eres policía? —me atrevo a preguntarle cuando lo miro a los ojos.

—Algo así —se sienta frente a mí —. Dices que te llamas Clarence, ¿cierto?

—Sí. ¿Como es que te llamas?

Vuelve a arrugar su frente.

—¿No sabes quién soy?

—No... —me trago la saliva por su tono seguro —. Nunca te había visto.

Tartamudea un poco antes de contestar:

—Me llamo Cinco Hargreeves. Pertenezco a una academia llamada Umbrella. ¿Te suena el nombre?

Me quedo pensando, pues con la memoria que me falla desde hace bastante tiempo me hace dudar. No obstante, niego con la cabeza.

—¿De dónde eres, Clarence?

—Nací en Texas. Pero mis padres me criaron en Calgary —respondo casi con prisas, luego me apresuro más a preguntarle —. ¿Por qué me preguntaste de este tren?

Me sonríe con los labios apretados.

—Primero que todo... créeme que estoy igual de confundido que tú, pero seré lo más breve y conciso que pueda. Así que... necesito que mantengas la calma, por favor.

—Me vas a secuestrar. O mejor; a matarme.

—No. Nada de eso. ¿Por qué supones una cosa así?

—Por lo que acabas de decir. Y además, he notado que el tren no ha parado de seguir.

El chico se pone de pie, y mira para afuera como si no creyera en lo que había dicho. De pronto, empieza a caminar por la izquierda en busca de algo. Mi teléfono comienza a vibrar en la mano, y cuando veo la pantalla, éste se pone en blanco, como si mi teléfono no tuviera señal alguna.

—¿Qué es lo que estás haciendo? Como sea que te llames —alzo la voz para que me oiga al ver que está más lejos.

—¿Hiciste algo cuando entraste al tren? —camina hacia a mí con con la mirada fija.

—¿Yo? ¿Qué haría aquí además de esperar?

Levanta la mirada hacia arriba, como si acabara de notar algo. Así que le sigo la mirada, pero yo no veo nada que pudiera ser relevante a la vista.

Sin previo aviso, el tren incrementa más la velocidad. Bajo la mirada hacia él, como si hubiera hubiera provocado algo..., cuando mi lógica me dice que él ni siquiera ha llegado a la cabina del lugar.

—¿Qué es lo que está pasando?

—Es lo que estoy tratando de averiguar. No entiendo porque el tren no se detiene —dice con cierto nerviosismo en su voz —. El tren siempre hace una parada para cada línea temporal.

—¿Qué? —lo miro con confusión.

—Línea temporal. Este tren en un punto de convergencia de múltiples líneas del tiempo —al mismo tiempo me agarra las manos para sostener el tubo de metal —¡Agárrate con fuerza!

El tren sigue sin detenerse, incluso avanza más conforme vemos que las lámparas de afuera se convierten en una línea fina de pura luz blanca. Entonces comienzo a pensar que de verdad voy a morir, pero a morir a lado de alguien que no conozco, cuyo nombre que dijo me es raro hasta sin sentido. Mi alivio comienza aparecer, es tan raro como la vez es poco creíble, el simple hecho de que vaya a morir en estos momentos es algo que sorprende, y me llega ese temor que siempre siento cuando quiero irme de aquí.

No obstante, la velocidad del tren va a disminuyendo a cada segundo como marca mi reloj que está atada en mi muñeca. Lo miro a él; y él me observa muy de cerca. Hasta hacerme sentir bastante incómoda.

Y de pronto el tren hace una parada frente al mismo lugar que yo había subido.

—¿Nos hemos salvado? —pregunto en cuanto me alejo de su presencia.

Vuelve a observar a su alrededor como si aún no estuviera seguro de lo que se ve a simple vista, en la palma de la mano.
Las puertas se abren, cada una como había pasado con anterioridad. Me resisto de quedarme aquí, así que camino hacia la puerta, pero él me toma el brazo.

—Espera un momento. Algo no está bien.

—¿Por qué lo dices? —lo miro, y luego observo su mano en mi brazo.

Suelta mi brazo con delicadeza.

—Algo no está bien —vuelve a repetir —. Nunca había pasado lo que acaba de pasar. Y presiento que estamos en una mala línea temporal.

Decide salirse y le sigo, temerosa de que el tren quiera seguir en su curso sin querer avisarme con el pitido.
Le observo la ropa que lleva puesta, y me sorprenda que tenga un aire de demasiada seguridad. Me hace confirmar que es verdad lo que me contó hace unos momentos.

Pasa por el torniquete de la estación para dirigirse a la escaleras arriba que acabo de visualizar

—Oye, ¿a dónde vas?

Se gira a verme.

—Voy a subir. Debo averiguar una cosa.

—¿Puedo ir contigo? —me apresuro a preguntar.

Comienza a dudar, entonces asiente con la cabeza dándome la señal. Paso por el torniquete y entre los dos comenzamos a subir las escaleras.

—Clarence, debo pedirte que te mantengas cerca de mí en todo momento. No quiero ponerte en peligro.

Doy un asentimiento de haber entendido y aceptado su petición.
Nuestra ropa comienza a volar por el aire, entonces él se me adelanta para ponerse frente a mí como si fuera a protegerme. Pero me doy cuenta que es eso lo que en realidad está haciendo, pues sus pasos son lentos, y tiene la cara enfrente al escenario que aún no puedo mirar.
Se oye la ráfaga del viento en cuanto comenzamos a subir más, hasta que la salida se abre ante nuestros ojos.
Me quedo quieta, en espera de sus movimientos próximos. Y cuando decide dar un paso más, mis ojos perciben un terreno baldío de nieve.

Aquel chico me toma el brazo para detenerme. Le observo la cara y noto en él algo similar al miedo.

—¿Qué es esto? —apenas susurro.

Me mira por unos momentos antes de contestar:

—Estamos... en otro lugar. Un lugar distinto. Una época diferente —explica con voz ronca.

Vuelvo a observar el lugar, y no hay sol que se asome sobre las frías y opacas nubes que se notan desde aquí. Pareciera que es una pintura extensa que nunca tiene fin, haciéndote provocar escalofríos, como si experimentaras el frío en todo tu cuerpo. Sin embargo, yo sí lo siento. No hay ningún elemento que pueda decirme que no estamos solos, que tal vez hay alguien que solo está abrigada y quizá vendiendo algo de comida, como si esta temporada fuera de lo más normal. Que es una vivienda normal para el otro lado del mundo.

—No entiendo de qué hablas.

—Lo siento. Clarence, creo que estamos perdidos.
























¡Holaaa! He aquí con un nuevo capítulo.

Me he tardado, lo sé. La verdad es que aún no había organizado bien mis ideas, y aunque va a ser una historia corta, aún así me la estoy complicando, jaja.

Bueno, quisiera saber qué les ha parecido el capítulo. ¿Que creen que pase en esta parte de la Linea Temporal?

Amor y paz. 🩶

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