Capítulo XXVII : Final vs Inicio
Después de varios minutos perdido en sus pensamientos, Shion salió de la ducha y se dispuso a colocarse la ropa con pesadez. Aún había algo que habitaba en su interior molestándole como una daga. ¿Pero qué era? Ni si quiera él lo sabía. Puso un poco de colonia en su cuello y suspiró.
El manto nocturno había cubierto toda la ciudad hacía apenas unos minutos atrás.
—Es hora— dijo, respirando profundamente.
PV Dohko
Estaba de pie frente a la ventana, observaba como se acumulaba la nieve con el pasar del tiempo, aún no trataba de asimilar las cosas y eso me jodía. Me jodía bastante. No sé cómo pudo cambiar tantas cosas en unos simples días.
«–Te juro que me encargaré de que jamás olvides la estupidez que acabas de decir. Jamás volverás a humillarme con un tema del que no tienes ni idea»
— ¡Mierda! A qué se refería con eso — rasqué mi cabeza ansioso.
No podía dejar de pensar en eso, necesitaba distraerme.
Tomé un cigarette y salí al parque frente a casa. No pasó mucho tiempo para que mi cabello comenzara a cubrirse de una ligera capa de nieve, pequeños copos blancos que quedaban entre mis hebras castañas.— Como amo el invierno— me dije sentándome en la banca.
Miré a todos lados, las calles estaban en completo silencio, solas. Todos en sus casas, probablemente con sus familias, hijos , bebiendo chocolate.
Cerré mis ojos para absorber todo lo del momento, ya que el único recuerdo de mi familia me lo daban los inviernos, pues, cuando mamá me dejó sólo lo único que recuerdo era el frío de sus manos y su cabello negro iluminado por la nieve.
Un calambre recorrió mi cuerpo, al igual que un vacío extraño en la atmósfera — ¡Shion! — me levanté y corrí lo más rápido que pude.
Corrí unos minutos hasta llegar donde quería.
— ¡Dohko! — escuché del piso de arriba, acompañado de unos gritos.
De dos en dos avancé en las escaleras. Odiaba no poder usar la teletransportación cuándo estába en casa, para proteger a Shion .
¡Maldito campo! ¡Maldito Shaka!
— Shion — grité agitado en la puerta, pero era tarde, sólo estába un perfume roto en el suelo, y la sensación mágica que queda después de usar un portal.
*
*
*
Narración normal.
Milo se encontraba en la sala de estar leyendo un libro de terror cuando el sonido de la reja al abrirse lo sacó del mundo de su imaginación.
— Necesito de tu ayuda Milo — dijo tomando algo de aire, luego de entrar como sin nada a la casa — sé que no quieres saber nada de mí, pero se han llevado a Shion.
Cerró el libro de golpe y lo dejó en la mesita central de la sala— ¿Cómo sabes que él no se fue?— preguntó con una pizca de veneno en su voz.
— No estoy jugando, maldita sea — Bramó pasándose las manos por la cara — Salí al parque. Siquiera estuve fuera díez minutos, pero derrepente sentí la presencia de.... — se detuvo sin saber si decirlo o no.
— ¿De? — se puso en pie.
—Camus y... otros más.
El rostro de Milo se tornó tenso — Y yo pensando en buscarlo — Sonrió atribulado —En verdad que es increíble su cinismo.
— Debemos sacarlo de ahí de alguna forma — aclaró Dohko caminando de lado a lado.
— ¿Puedes buscarlo? — y por más que quisiera Milo no podía dejar pasar esa información. Después de todo ese bello francés que calentó sus días solitarios era importante para él. Aunque estuviese en el bando contrario.
Dohko movió un poco su mano derecha, formando una especie de nube de humo frente a ellos — No puedo ver en donde está. En donde sea que esté Thanatos, lo tiene con alguna barrera, no logro mirar nada — dijo haciendo desaparecer la nubecilla.
— Eso es malo — Milo se recostó al sofá a la vez que Dohko golpeaba la puerta.
— ¡Maldita sea Milo, maldita sea!
— Oye espera, ¿escuchaste eso? — preguntó Milo.
— No, seguramente fue mi golpe — respondió obviando la situación.
— No, no — un poco aturdido y curioso el rubio salió a la parte trasera de la mansión, seguido de su amigo.
—¿C-Camus? — Dohko murmuró sorprendido al ver al pelirrojo con sus dos enormes alas desplegadas.— Tú eres un...
—¿Qué haces aquí?— Milo preguntó de inmediato con acidez en sus palabras—¿Te llevas a Shion y vienes aún sabiendo lo que eso implica?
Camus lo miró indiferente. Una sorpresa para el humano— Sé donde esta Shion— se dirigió al castaño.
— No puedes confiar en él— gritó Milo— Acaso no te das cuenta Dohko, él mató a Suikyō y también se llevó a Shion y…-
—No me importa — musitó, sorprendiendo al rubio— Recuerda que Shion está en manos de ese bastardo, haré lo que sea para sacarlo de ahí. No importa lo que sea, lo haré.
Milo se quedó en silencio procesando las palabras de Dohko.
—Dime en donde está— demandó.
—En los calabozos que están bajo el castillo— contestó el pelirrojo.
—Debemos ir allí ahora.
— Espera, no puedes abrir un portal así por que así , si lo abres con tu magia probablemente te descubrirían de inmediato.
Dohko se agarró la cabeza.— ¿Entonces? — bramó desesperado —No puedo quedarme sentado.
— El frasco de portal que Shaka me dió— recordó Milo entrando a la casa. — Es hora de terminar con esto— dijo agarrando sus armas y poniéndose una chaqueta.
*
*
*
Camus le dijo a Dohko que no podía acompañarlos, por obvias razones. Mientras por otro lado, Dohko y Milo partieron a su nuevo destino, pasando por un bosque cercano al castillo, era oscuro, de árboles frondosos y mucha humedad a su alrededor.
Caminaron con sigilo hasta entrar y poder llegar a las escaleras que se dirigían a una planta extensa con escaleras hacía ambos lados.
Fue fácil, sí, gracias a los poderes de Camus les daba una oportunidad relámpago para poder adentrarse al edifício sin ser notados, pero eso no sería para siempre.
—Ve por ahí— indicó Milo quitándose la chaqueta que traía—, yo iré a la derecha.— Dohko asintió y corrió escaleras abajo— ¡Espera, Dohko!— gritó haciendo al contrario detenerse— Por si las cosas se tornan difíciles, lo siento.
— Eres mi hermano — le dedicó una sonrisa sincera y continuó su rumbo.
Por cada minuto que pasaba, la desesperación de Dohko también incrementaba, empezando porque todas las malditas puertas eran confusas, y cuando pasaba cerca de una, le quedaban mil más por recorrer.
Antes de que su paciencia se agotara y su voluntad se quebrara comenzó a llamar su nombre por todos lados.
Silencio, eso era lo único que obtenía.
No fue hasta el sexto llamado en donde se escuchó un murmullo cercano. Con valor y esperanza, volvió a llamar su nombre.
—¡Shion!— gritó debido al desconsuelo.
Unos largos segundos silenciosos pasaron, hasta que se escuchó una voz desde lo más fondo del pasillo.
—¿Dohko? ¿Eres tú?
El castaño no dudó ni un segundo en correr hasta ese lugar. Tomó él pomo de la puerta y lo giró, espantándose por tan asquerosa habitación.
Era realmente horrible, paredes con humedad, olor a descomposición y ratas por todas partes.
—¡Dohko, ayúdame!— gritó desesperadamente.
Estaba encadenado a una pared—Tengo miedo— lágrimas de terror rodaban por sus mejillas.
Al castaño se le partió el alma de verlo en ese estado, no obstante, mantuvo su compostura y se acercó lentamente para darle la confianza.
—Aquí estoy, tranquilo— dijo besando su frente.
—Dohko no me dejes aquí— suplicó removiéndose y ubicándose en donde había una línea lumínica escasa, suficiente para ver su rostro pálido y agredido.
—Te sacaré de este lugar, lo juro— aclaró. Miró las cadenas por segundos, pensando en cómo hacerle para deshacerse de ellas.
Pensó en usar su magia pero sabía que eso era muy arriesgado. Dirigió sus ojos a todos lados pero no había nada que fuese de ayuda.
—¡Alguien viene! — chilló el tibetano. Unos pasos hacia ellos alertaron a ambos chicos.
Preparados para lo que fuese, Dohko dio un paso atrás, se iba a dejar llevar por sus impulsos y no le importaba.
—Deben salir de aquí ahora— para su dicha, fue Camus quién apareció frente a ellos.
—¡Vas a matarme! — gruñó.
— No te quejes por cosas mínimas, mejor date prisa.— alentó— Thanatos se ha enterado y ha desplegado guardias por todas partes.
—Quítame esto pronto — sollozó Shion.
—Dime como quito esta basura— se dirigió a Camus irritado.
Camus se acercó rápidamente colocando sus manos sobre las cadenas, para después dejar que el hielo que provenía de sus manos hiciera el trabajo, las congeló y continuó.— Esto dolerá— se enderezó y pateó los grilletes.
—¿Estás bien Shion?— se preocupó el funcionario de la Citadel.
—Sólo duele un poco— se puso en pie con ayuda de Dohko.
—Vayanse ahora, salgan de este castillo de inmediato— ordenó asomándose por la única ventana de la torre.— ¿Dónde está Milo?—
—No lo sé, nos separamos a mitad de camino— contestó apoyando a Shion en su hombro.
*
*
*
PV Milo.
Seguramente Dohko encontró a Shion, puesto que yo jamás dí con los mentados calabozos, solamente pude encontrarme con algunos guardias, pero por dicha les he logrado evadir.
Me devolví por el mismo camino por el que había llegado. En poco tiempo me encontraba en el lugar en donde deje a Dohko — ¿Habrá salido ya?— me detuve un segundo a pensar que haría, sabía que los secuaces de Thanatos nos buscaban por todas partes ya.
Sentí una presencia colocarse a mi lado, más no viré a su dirección. En este instante se presentaron ante mí las únicas dos posibilidades; o estaba muerto porque me habían descubierto, o era de la persona menos esperada.
—¿Debes irte?— Sí, era Camus, y parecía algo inquieto pero como noté en casa, su rostro no era el rostro del dulce hombre que me enamoró, tenía una fuerza y dureza en el mismo que hasta a mí me hacía titubear ante el papel que ahora jugaba — Es peligroso que te quedes aquí— Quiso llevar una de sus manos a mí hombro, pero instintivamente me alejé.
—No me toques— dije impulsivo— Podría lastimarte.
—Ya lo habrías hecho— Contestó con sinceridad. Sabía que tenía razón, por eso desvié la mirada sin decirle media palabra.
—¡Ahí están!
Tanto como a Camus y a mí, nos tomaron por sorpresa. Uno de los guardias nos había encontrado, sin pensarlo dos veces atacó a Camus con uno de sus hechizos, uno que fácilmente esquivó y pudo contraatacar.
—Vete Milo, yo me encargo de ellos. — inquirió escondiéndose tras una pared— Dohko te espera en el bosque.
Pero no, no era así. No quería dejarlo completamente solo mientras luchaba contra su alrededor lleno de guardias que por cada segundo eran más y más. Sentí nuestras vidas al tope, el miedo e incertidumbre de qué pasaría me hacía estragos, no por mí, no estoy solo estoy con él.
¿Qué pasará conmigo?, pero más importante, ¿Qué pasará con Camus? . No puedo dejar al hombre que amo morir solo y literalmente morir solo, por salvarme a mí.
Las paredes comenzaban a retumbar y a desmoronarse, cosa que logró sacarme de mis pensamientos.
—No te dejaré aquí— grité para que me escuchara. Cerré los ojos ante los impactos.
—No es momento Milo, he hecho de tu vida un infierno.
—Ven conmigo Cam— le pedí—. Podría soportar ese infierno pero solo si eso implica que estés a mi lado, que estés conmigo— me miró indeciso por un momento, y agachó la mirada—Camus por favor, yo te amo— confesé— Te sigo amando sin importar quien seas, no te dejaré aquí solo. No dejaré que te sacrifiques por mi. —
Su mirada se aguó por las lágrimas que amenazaban con salir de sus lindos ojos. Sonreí para mis adentros. No importaba quién o para quién trabajara o fuese, lo comprendí en el momento menos indicado, porque aún así no podía evitar que mi corazón latiera por él.
Agitó su mano dando un leve lapso de tiempo para poder correr hasta mí, no lo pensé dos veces y lo tomé de la mano para no dejarlo atrás. Corrimos hasta llegar a la salida del bosque, sin embargo, debía admitir que los hombres de Thanatos eran rápidos y precisos, y no solo eso, estaban a punto de atraparnos.
No me importó y aferré más el agarre de nuestras manos unidas, nada iba a impedir nuestra huída.
Divisé a Dohko en las afueras, a lo que Camus le exclamó que abriera uno de los portales.
Me detuve cuando llegué hasta él y tomé una gran bocanada de aire.
—Abre el portal— repitió bastante agitado, al llegar a su lado.
—¡Ya, ya!— exclamé igual de agitado. Camus me miró de reojo con inquietud, lo miré confundido y él me respondió robándome el aliento.
—Te amo, Milo— me recordó con un beso fugaz. Quise responderle que yo igual, pero nunca me esperé lo que hizo a continuación— Nunca lo olvides.
— No, no, no. ¡Cam, espera...!— no me dio tiempo de reaccionar cuando me vi empujado dentro del portal junto con mi compinche. Fue muy tarde para que me escuchara, yo ya estaba en los bosques de Londres tirado sobre la nieve.— ¿Camus? — grité poniéndome de pie — ¡Háblame Camus! — mi voz estába ronca. Era de noche y había mucha neblina no podía ver nada.
— Milo, no sabes cuánto lo siento— pronunció Dohko.
Lo ignoré y corrí hacía cualquier parte con la esperanza de encontrarlo.—¿Cam dónde estás? No juegues así conmigo, por favor — grité desesperado, pero el silencio fue la respuesta.
No supe por cuanto tiempo corrí, pero me detuve hasta quedar sin aliento.
Estaba en lo más profundo del bosque y todo estaba en un silencio sepulcral, sólo escuchaba el palpitar agitado en mis oídos y las respiraciones cansadas y secas que daba por mi boca.
—¡CAMUS!— grité contra un árbol, como si una fiera quisiera escapar de mí. Traté de no perder la cabeza, de hacerme la idea de que no era como yo lo había pensado. De que el muy tonto no se había sacrificado por nosotros.
Estuve por hincarme y rogar por su aparición si no fuese porque en ese momento una luz deslumbrante se hizo presente dentro del bosque — ¡Luces!— me vi sorprendido al ver que nuevamente habían abierto el portal de hace unos minutos atrás.
—¿Cam?— corrí de nuevo hacia esa dirección.
Daba todo lo que el clima me permitía, la nevada era fuerte, el suelo cubierto por una manta gruesa de la misma, la visión nublada por la caída. Apenas y podía notar los destellos, los cuales aparecían y desaparecían por doquier, mas de un pronto a otro ya no más.
Con toda la fuerza de voluntad que tenía, ignoré el dolor de mis piernas y el cansancio de mi físico con la esperanza de encontrarme con él y poder protegerle.
Sin embargo, al llegar todo mi mundo se derrumbó. Me dejé caer sobre mis rodillas, incrédulo.
No podía ser cierto. Él estaba boca abajo inconciente, sobre un manto que anteriormente había sido de nieve blanca por sobre teñidos copos de sangre, de un color más vivo que su cabello.
— No... Esto, esto... — musité acercándome. Mi ropa se cubrió con su sangre, la cual brotaba de su espalda y estaba vertida alrededor de su cuerpo— ¡T-Tus alas! — sollozé dejándome ganar por las lágrimas, al ver las mismas, a no más de un metro de distancia de él.
— ¿Mi amor?, ¿Cam ?—llamé con esperanza, pero sus alas comenzaban a desaparecer como si de espuma se tratara —Camus no... No me puedes hacer esto, por favor... ¡No!
*
*
*
Nenas 😱
Final pronto pronto!
Saludos ❤
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro