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Capítulo XXIV: Divergencia

El sol se había cansado de irradiar, permitiendole a la luna mostrar su belleza infinita, belleza que era admirada por los ojos del tibetano, quien se encontraba en la ventana de una de las pocas habitaciones de la Citadel que no fueron destruídas.

Un profundo silencio invadía todo el lugar, hasta que Shaka lo rompió, con el chillante sonido de las pulseras en sus tobillos.

¿Como sigue? — preguntó .

Realmente no lo sé — Suspiró el lemuriano volviéndose hacia su superior— Su herida no deja de supurar , a veces esta bien y luego, ya no —contestó preocupado mientras se acercaba a la cama — ¿qué vamos a hacer Shaka?

Esperar — musitó como si de cocinar se tratara—

— ¿No hablas en serio? —

Shion que lo haya herido un espectro es malo , sus poderes y sus venenos son, impredecibles — contestó mientras tocaba la frente del jóven inconciente sobre la cama. 

Me siento tan impotente, saber que no puedo hacer nada— se acercó y le acarició uno de sus pies

Shion tranquilizate — indicó Shaka acercándose a él — Es de sabios ser pacientes, ante las circunstancias

— Discúlpame,  pero no tengo ese temple que ustedes los altos monjes se manejan — recriminó — A nosotros, los de abajo, si nos importan las demás personas. —

Un enorme suspiró salió de él— Estarás bajo el cuidado de Dohko — ignoró el comentario anterior, pero aún así se percibía su fastidio. 

— ¿De qué habla? — dijo —  N-no me iré y menos con Dohko—

Shaka se acercó lo suficiente y dijo — Él estará bien aquí, pero ahora que no está nesecitas protección, no hay nadie más con su nivel, sólo Dohko.—

— ¿Y Milo?—

— No hay nadie más, Milo ya no es uno de nosotros —
Comenzó a caminar pero Shion lo detuvo.

Shaka por favor, déja que me quede

Dejé que te quedarás anoche porque Suikyō estába mal, pero ya pasó un día desde esta desgracia, no dejaré que te pase nada. — dicho esto Shaka caminó hacia la puerta y se detuvo en ella — baja ahora mismo, Dohko te espera.

No puede ser — dijo para sí mismo. Giró para mirar al de cabellos púrpuras —  vendré seguido Sui! Lo prometo.

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Shion bajó al instante, sin mirar a nadie y mucho menos sin decir nada, subió al auto de Dohko y se dirigieron a su casa.

Bueno , bienvenido indicó Dohko con una sonrisa timida , luego de abrir la puerta y de que Shion se abriera paso — puedes andar libremente en donde quieras.

Hmm gracias — dijo mirando a todos lados — es algo tarde, me gustaría, descansar un poco.

Si claro, sígueme —indicó mientras cruzaba toda la sala principal para luego subir las escaleras hasta el segundo piso en silencio— pasa — señaló al abrir la puerta y entrar a la que era su habitación.

— ¿Tú habitación? — preguntó cruzandose de brazos.

Así es dijo sacudiendo un poco la cama — en realidad no tengo una habitación equipada para ti, entenderás que siempre he vivido solo—

Lo entiendo.  Además es obvio, ya que Shaka tampoco me avisó a gruñó rodando los ojos un poco — Y ¿Dónde dormirás tú?

No te preocupes por mí, dormiré en la sala, estoy más acostumbrado de lo que te imaginas —sonrió socarrón mientras terminaba de encender la chimenea — Listo, ahora sí, buenas noches. dijo antes de cerrar la puerta.

Shion suspiró profundo — Buenas noches — Luego de eso decidió ir a darse un baño — Genial— gruñó al caer en cuenta que no tenía nada de ropa debido a las destrucción de hace unos días.  Caminó hasta el gavetero de Dohko. Tomó el puño y tiró de la puertecilla de una sección. 

Tomó una de las prendas y la llevó directamente a su nariz — Maldita sea Shion — murmuró abrazado a ese pedazo de tela — Supéralo ya, por favor!
Dió un suspiro y dejó su mirada en el espejo que tenía en frente  — ¡Maldita la hora en que lo hice! — gruñó tirando la puerta de madera y caminando hasta el baño molesto con el mismo. Pues al tocarlas, la suavidad de las mismas hacían sentir eso que aún yacía en él,  amor.

Luego de darse el baño, se recostó en la cama, pero no por más de una hora.  Debido a que el pobre chico no podía conciliar el sueño.
Se levantó y cubrió su cuerpo con una de las sábanas,  ya que en verdad era una noche fría.
Salió de la habitación y continuó caminando sigilosamente hasta bajar las escaleras — Este lugar es demasiado grande ¿Dónde estaba la cocina?— avanzó hasta salir del salón y encontrarse en el pasadizo principal en donde se detuvo en seco al mirar a Dohko.  Su cuerpo estaba todo encarrujado en el sofá, que por ser algo elegante también era algo incómodo a simple vista, un cojín bajo su cabeza y la cobija.. Esperen ¿él no tenía cobija?  ...

Ese pequeño y simple hecho estrujo el corazón del tibetano — Debes estar soportando mucho frío por mi causa —musitó.  Se acercó y se puso de rodillas a su lado — Eres un maldito idiota sabes — sonrió cubriéndolo con la sábana que llevaba encima
pero, aunque haga todo lo posible, no puedo olvidarte.. Dohko

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Mientras tanto Milo se encontraba sentado a la orillas del estanque ubicado en el jardín de su casa, en aquél mismo sitio en donde le había dejado para irse a casa de Dohko,  cegado por la ira y la decepción.
Su cabello revoloteaba por todos lados debido al viento que lo azotaba, a su lado tenía algunos cigarrillos tirados y una botella de tequila casi vacía.

— ¡¿M-milo?!

¿Qué quieres? — preguntó al obviar la presencia que se sentaba a su lado, con ese mismo aspecto gótico y frívolo de la última vez — ¿vienes a burlarte de mí?.

No, claro que no — respondió al instante — vengo a decirte que lo siento, en verdad lo siento — musitó— Jamás quise engañarte pero debía protegerte

¿Por qué no me lo dijiste? — preguntó dolido, casi en un grito de esos que destruyen la garganta—

¿Escuchaste lo que te acabado de decir?  Lo hiciste — dijo volteando para mirar su rostro, ese completamente devastado con mucha notoriedad —

Claro que lo hice ¿pero tú prestaste atención al tipo de vida que llevo?  — argumentó en su defensa — Era un maldito agente de la puta Citadel,  sabes a lo que me dedicaba y en verdad temias por mí

¿E-eras? —

Milo suspiró y quitó de su rostro el cabello que se escapaba de su coleta —Te amaba, yo te conté todos mis secretos, yo t-te... Te hice el amor y tú sólo mentias... —

No espera, no es así, dejame explicarte... — dijo con angustia.

Siempre supe que me ocultabas cosas, pero no le di importancia y mírame ahora — pronunció terminando su trago.

Camus apartó de su lado la botella y se acercó a él con aspecto triste — Milo debí decirtelo ¿bien? sé que será difícil, pero estoy dispuesto a empezar otra vez indicó tomándolo de la mano — Apesar de todo lo demás, cada palabra y cada sensación nuestra fué verdadera

Milo alejó su mano de las del pelirrojo, sonrió y dijo — ¿Hay algo más que deba saber?

Los ojos escarlata del chico se mantuvieron indecisos unos segundos, no sabía que podría pasar,  pero si no lo intentaba jamás lo sabría.  Se pasó las manos por el rostro y prosiguió a alejarse un poco.
— Lo siento — pronunció  como para tomar el valor que le hacía falta y ¡buala! . Su cabello trenzado se movió un poco debido al par de alas que se desplegaron de su espalda, eran de color negro con tonos rojizos, al igual que su cabello y ojos.

Milo se puso de pie — ¿Qué eres exactamente ? — preguntó con desconcierto.

U-un ángel de Sombras — casi susurró, pues estaba preocupado ante la reacción de Milo — soy uno de los últimos de mi especie

¡¿Eres su sirviente fiel?! — Camus dejó que sus ojos cristalizaran ante la expresión abominable que le dió Milo — Dime tu nombre

¡No tengo otro nombre! — musitó con voz débil mientras sus alas se movían un poco —

Maldita sea sólo dilo

Abrió su boca temeroso — kamac de Aurora — Milo se alivió al darse cuenta del origen de Cam.
Los ángeles de sombras eran la mano derecha del poseedor del libro, así había sido por Siglos.
Pero habían dos especies, los nacidos  y los reclutados.  Estos últimos, según los escritos de la Citadel, eran lo mismo que decir ángeles divinos condenados,  traídos a la tierra fuera de su voluntad para devolverle sus alas, sin embargo, nada era igual pues con ellas les imponían llevar consigo los confines sombríos del ser portador,  en este caso Thanatos. 

— ¡Eras un ángel divino!

Lo era Milo — aclaró volviendo a su aspecto normal — Pero debes entender que haría  lo que fuese por tí , incluso ir en contra de mis instintos y naturaleza , daría mi alma por tí, y si eso no es amor, no sé lo que significa  para ti. —

Entiendo tu situación, pero ahora somos dos extraños hablando dijo mirandolo fijamente — Nuestros caminos divergen entre sí , ¿entiendes a lo que refiero no?

Milo — pronunció a la vez que una lágrima caía por su mejilla —  serías capaz de.. — el rubio guardó silencio y dicen que el que calla,  otorga — No eres capaz,  tú me amas y si me pierdes a mí , lo pierdes todo Zabat. —

No olvides que he hecho esto toda mi vida —Sonrió ladino, aún cuándo su ser muriera de dolor —  Procura alejarte de mi,  y es mejor si es para siempre — dijo por último, para ponerse en pie y dejarlo atrás, en todo el sentido de la palabra.


Pv camus


Extendí mis alas y logré alejarme del suelo — ¿En verdad me asesinaras, Milo? — mis palabras fueron oscurecidas por el aire y por mi propio llanto. 

Y es como terminas de afirmar que todo ha terminado , ya no hay vuelta atrás, lo sientes, y justo entonces intentas recordar en que momento comenzó todo y descubres que todo empezó antes de lo que pensabas .

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