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Capítulo XXII: Ha empezado

Un pequeño hilo se formaba con sutileza desde la franja diminuta que dejaban las cortinas. El mísmo avanzó poco a poco, formando una delgada línea que atravesó la habitación hasta llegar al rostro del rubio, haciéndolo pestañear.

- H-mmm - sollozó mientras se estiraba un poco -¡¿Cam?! - lo buscó a su lado pero no lo encontró -¿Camus? - gritó aún tirado en la cama y con los ojos fijos en el techo, sin embargo, no hubo respuesta.

Luego de ponerse en pie, arregló un poco su cabello y se dirigió a correr las fastuosas telas vino que cubrían los ventanales, notando las marcas de neumático en la entrada - ¿Salió? ¿Tan temprano?-cuestionó simultáneamente que bajaba rápidamente las escaleras hasta el pasillo principal. Lo buscó en todos los salones de la mansión; el estudio, la terraza, todo. Pero, no lo encontró.

10:00 am.

- ¿Dónde estás, Camus? - bufó marcando por millonésima el número del chico, pero no contestó.

Milo se sentía impaciente. ¿Dónde estaba? ¿ A dónde había ido sin avisarle? ¿Y tan temprano? ¿Pero lo más importante por qué tardaba tanto?. Pasaban las horas y más se confundía. Acaso, ¿lo había dejado? - No, no, no cálmate Milo - se levantó de la silla y acarició su cabello - Mejor vé a ducharte, tranquilízate. Ya volverá - se insistia a sí mismo.

Un rato después de realizar las rutina de higiene diaria, se dirigió al estudio a completar algunos informes de trabajo, intentando distraerse un poco.
Mas de este modo llegó el medio día y debía ir a inspeccionar los lugares que sufrieron avistamientos mágicos o demoníacos , en el peor de los casos. Puesto que Shaka le había dicho que lo hiciera por una semana, pero luego de esta siguió otra y otra y luego otra.

5 horas después.

El pelirrojo aún estaba desaparecido, no respondía las llamadas y mucho menos los mensajes. Tras de todo el día estaba terminando y aún Milo no tenía noticias.

Tomó su teléfono y se dirigío a mensajería

~ Espero que tengas una buena explicación para haberme preocupado así~ le escribió


- ¡Por un carajo Camuuus! - gritó pateando la llanta del vehículo.
Estába preocupado. Todo un día sin saber si quiera si estaba bien o si tan solo había provado algo de agua.

Se sentó en un tronco y cerró los ojos, pero en ese momento su celular sonó.

- ¿Bueno? -

- Milo, que bueno que contestas.

- ¿Dohko qué sucede? - preguntó poniéndose de pie.

- Es Shaka , quiere que vengas inmediatamente- indicó - no sé que quiere , pero está..diferente -

- Sabes que hoy estoy en ronda nocturna Dohko - replicó - dejando de lado que estoy en las afueras de la ciudad. Me tomará aproximadamente dos horas volver -

- Es una orden directa - recordó - es mejor que vengas a calmar sus ansias - hizo una broma de mal gusto al menos para Milo.

- Bien, iré para allá - dijo antes de colgar el teléfono - ¿Por qué me quiere allí? - expresó con cierta molestia a la vez que se cubría del frío - como si no tuviera suficientes problemas -

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- Lo siento cielo -sollozaba camus mientras se colocaba una joya con una enorme gema azul en su cuello -

El lugar estaba en silencio sepulcral, hasta que el sonido de la puerta al abrirse, lo terminó.

- No digas nada. Sé que haz venido por mí, ¿no es así?- señaló de manera fría, en esa forma de hablar que hace mucho tiempo no usaba - Estoy listo, quítate de mi camino, Saga - dijo saliendo de la habitación.

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7:00 pm

Milo se encontraba en el gran salón de la Citadel esperando a Dohko, el cual fue solicitado por Aioria.

- Pensé que solo era a mí -

- Pues, para mi desgracia - musitó- ahí viene Shaka -

- Chicos - inquirió sentándose en el trono del maestre - Milo, que gusto verte - dijo sonriente

- Dime que quieres. Tengo cosas que hacer.

- Tú lo pediste - comentó en tono superior - a partir de este momento ambos tienen prohibido la permanencia en la Citadel.

-¿ De qué hablas? - cuestionó Dohko algo confundido -

- ¿A qué se debe eso? - interrumpió Milo tajante.

Shaka sonrió ladino - ¿no lo sabes? - este negó y su superior movió su mano, para que luego apareciera una imagen del rubio con alguien más, y fué entonces cuándo los nervios se aceleraron, pues Dohko se dio cuenta de lo que se trataba. -

- ¿C-camus?- Milo miró a Shaka - Mi vida PRIVADA no es de tu incumbencia - bramó ofendido.

- Aúnque no creas si lo es - contestó bajando unas cuantas gradas. - Milo, Milo - hizo una pausa mientras habría esos hermosos ojos azules que mostraban seguridad - haz traicionado nuestro código - la tranquilidad que su rostro emanaba helaba la sangre de cualquiera.

- Vámonos hermano, déjalo así - pidió el castaño, tratando de evitar lo que sospechaba que pasaría.

- Déjate de tonterías Shaka y díme lo que tienes que decirme sin rodeos - exigió con la cabeza en alto como siempre.

- Camus Voiler, el mismo que vive en tu casa , el mismo que comparte tu cama - soltó con una pizca de sarcasmo - Es la mano derecha de Thanatos - Milo retrocedió unos pasos. Por otro lado, Dohko estaba demasiado nervioso, guardaba silencio en todo momento ¿qué haría Milo ahora?, esto resultaría muy mal.

- No hables de lo que no sabes - gritó el rubio, caminando hacía Shaka y tomándolo del cuello -

- No te atrevas a tocarlo ni un centímetro más - advirtió él que en algún momento decía ser su más preciado amigo, Aioria.

- Tú no sabes de lo que hablas - indicó ignorando al castaño - ¿Cómo dices tal cosa? - gritó con tenacidad.

- Milo yo jamás te engañaría - Shaka sollozó al ver los ojos cristalinos del rubio - jamás lo haría de esta manera.

- No tienes NADA que pruebe la Veracidad de lo que dices -

- Dohko, díselo, dile que tú lo sabías.

Milo volteó hacía Dohko lentamente. Y se dió cuenta de lo que pasaba, pues ese chico no supo que decirle, siquiera para defenderse. - ¿Tú? - soltó al Hindú y caminó hacia su amigo. - ¿En verdad esto estaba pasando y no dijiste nada? .

- M-milo - intentó escusarce ... pero en ese momento el ambiente del salón se tornó pesado y el lugar fue invadido por una oscura neblina.

Todos se alertaron y unos pasos se escucharon. Era Aioros - ¡Están aquí!- indicó frente a Shaka. - la Citadel ha caído.

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