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Capítulo IXX : Quédate

El día había acabado con un atardecer bellísimo, pintando el cielo de ligeros tonos naranjas y rojos. Ahora la noche se abría paso por el despejado cielo de estrellas, dejando ver el extenso trillo de luces en el gran manto de la oscuridad.

Milo se encontraba en su recámara mientras sostenía una vieja fotografía, contemplándola en silencio pero con miles de sentimientos floreciendo en su interior. Siendo totalmente ajeno a sus pensamientos Camus estaba en el cuarto de lavado, sin saber de la gran mortificación que aún el rubio albergaba en su interior.

No le mientas al punto que la verdad sea inaceptable.— recordó con tristeza las palabras de Dohko

Lo sabía más que sobra, no era ningún tonto que se conformaba con crear su propio mundo de mentira y vivir ahí encerrado, engañándose a él mismo, y a todas la personas que pasaban por su vida. Incluso Milo, él no merecía estar con alguien que le mentía.

Y por eso mismo, cada día sin contarle la verdad, le dolía. Porque ni si quiera sabía si su amado lo iba a aceptar así como era, o al contrario de eso, tendría las propias agallas para cazarlo.

Con solo darle una oportunidad a esa idea, le aterraba.

Debo decirle ahora mismo— suspiró con desgano mientras tomaba la canasta y subía a la recámara. Estaba totalmente decidido a contarle la verdad tormentosa que le seguía a cualquier parte. Se estaba arriesgando a perderlo, pero ya no podía seguir con la mentira.

Acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja y tomó la perilla de la puerta mientras entraba a la habitación.

Milo aquí están las sábanas...—inquirió.

Camus...— musitó.

El rubio se vió brevemente interrumpido por la presencia de su pareja. Por lo que limpió su rostro casi al instante, sin dejar rastro de las lágrimas que había dejado que rodaran por sus blandas mejillas hacía unos minutos atrás.

—¿Qué pasa? —preguntó Camus— ¿Qué tienes?— insitió al mirarlo.

Milo tenía sus ojos azules completamente rojizos, con una mirada que le partió el corazón a Camus. Era una mirada ida, llena de dolor escondido y pensamientos ahogados en un mar de emociones como los que sentía en ese momento. Su mirada de tristeza estaba clavada en un rincón del cuarto, sus manos estaban gélidas y pálidas—, ¿M-Milo?— tartamudeó su nombre con preocupación. No era algo normal y comenzaba a asustarse.

¿Dónde están los tuyos Cam?— preguntó con un nudo en la garganta— Los míos no están más.

El chico se acercó a él, le miró con desconcierto, no sabía de qué estaba hablando.

—¿A-A qué te refieres?— el pobre estaba asustado, jamás lo había visto así. No era un comportamiento usual—. Cariño, me estás asustando— se sentó frente a él. 

M-Mi madre...—empezó, pero conforme pensaba las palabras necesarias, su estómago se hacía un nudo, sus pulmones exigían aire y su corazón quería salirse. Aunque todo aquello pasó hace años, los recuerdos parecían no querer abandonarlo, incluso le amenazaban con perseguirlo por toda la eternidad. Respiró profundo y siguió— Ella fue violada.— concluyó, a lo que Camus se llevó una mano a sus labios—, Tuvo que ser hospitalizada por días porque no se sabía con certeza si viviría o no, las enfermeras le daban muy poco porcentaje de vida— por más que odiara llorar, su vista se nubló por las lágrimas que amenazaban con salir de nuevo— Fue tratada por muchas enfermedades venéreas que le hacían llorar todos los días, el dolor no lo soportaba y aún así ella luchó hasta el final..., Hasta que logró ser tratada a tiempo por el embarazo— su respiración se entrecortó y su corazón quería desbordarse por la boca.

Mientras Milo seguía su relato, a Camus se le partía el corazón con verle en ese estado, había recordado algo que no debía, y que por más que quisiera, no podía olvidar.

Posó una de sus manos sobre la otra del rubio, dándole confort. Su acción fue respondida con un leve apretón.

Se suponía que no lograría soportar el parto por todos los problemas en su cuerpo, sin embargo, lo hizo. Y no fue hasta mucho después que una pequeña niña de cabellos lilas crecía a mi lado... Era mi felicidad, era una pequeña parte que inundaba mi ser de alegría por más que tuviese un día, y no solo un día, sino toda mi vida, que fuese una mierda. Creí que al final la vida me sonreía— sonrió nostálgico. Unas cuantas lágrimas cayeron— Hasta que mi madre dejó de ser... h-humana— los ojos de Camus se abrieron con sorpresa. Ahora ambas respiraciones se mezclaban con rapidez— Lo hizo para convertirse en un servidor de Gehenna y poder acabar con mi vida... Yo aún estaba chico, Camus, y aún así ella pensó en...— Milo no pudo aguantar más y dejó que sus lágrimas lo invadieran como un niño que es arrebatado de los brazos de su madre.

Se dejó caer en Camus, mientras las lágrimas empapaba sus mejillas, y dejó salir un quejido lastimero.

Porque se derrumbó, porque su límite se terminó, porque su pared de hierro había sido afectada una vez más por sus sentimientos y no pudo sostener.

Milo...— sollozó a la vez que lo abrazaba con fuerza y su corazón se partía— Es un mal recuerdo, ya pasará cielo— señaló con voz quebrada al ver a su amado en esas dolorosas condiciones. A él también le afectaba— Sólo...  un rumor interno. 

Los odio, Camus —musitó entre llanto, sus lágrimas amargas dejaban un recorrido de ira y rencor contra ellos— Los odio tanto.—repetía con odio, hundiéndose en el pecho del pelirrojo.

Y lloraba del dolor y el coraje que le producía esos sentimientos, los repudiaba sabiendo que siempre iban a existir y no sería suficiente para poder acabar con todos.

Tranquilo cariño—musitó Camus, sabía a quienes odiaba y entendía que tenía sus razones, pero eso no impedía que el pelirrojo sufriera el doble...

Cerró sus ojos y suspiró con tristeza, una vez más, prefería callar. No era buen momento.

No me dejes, no me abandones Camus... Te lo ruego, te lo imploro— su voz quebrada y sus ojos de súplica le terminaron de quebrar el corazón. Las lágrimas seguían saliendo con dolor, trataba de parar pero no podía, había albergado y tragado todos aquellos sentimientos por bastante tiempo.

Camus lo miró y asintió, se recostó a su lado mientras lo acurrucaba en un abrazo. Milo cerró sus ojos mientras dejaba que su llanto lo opacara una de las almohadas. Después de breves minutos en silencio y respiraciones un poco más tranquilas y estables, se había dormido, o al menos eso era lo que Camus creía.

Se removió con cuidado de no despertarlo y se levantó con el propósito de dirigirse a su habitación. No había falta recordar que por culpa del incidente que los había separado hace tiempo Camus había dejado de dormir con él.

Aunque fue detenido por una voz.

Una adormilada y profunda por ambas razones.

Quédate conmigo Cam. Por favor no te vayas...— suplicó.

El pelirrojo volteó hacía Milo.

Está bien, cariño— indicó volviendo a la cama, dándose cuenta que todas las intenciones de decirle la verdad habían desaparecido al verlo tan devastado.

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Hola 😃... Disculpen la tardanza,  pero aquí estoy,  trayendo un capítulo nuevo 🤗...

Debo admitir que me he dado cuenta que la fantasía no es lo mío, pero no dejaré esta historia en el olvido amiguitas 🙂..

Gracias a mi dios tengo a la mejor beta del mundo,  por que sin ella creo que este cap jamás hubiese llegado o al menos no por ahora JAJAJA

ViolentRevolution eres la mejor, nena ❤
Gracias por existir!!! 

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