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Acompañarlos

En las familias muy a menudo pasa que cuando los padres son viejitos, uno o dos de los hijos se encargan de su cuidado las veinticuatro horas del día, los trecientos sesenta y cinco días del año. Los llevas a sus citas médicas, los bañas, les haces la comida, te encargas de ir por sus medicinas y llevar su agenda de citas.

Pero no todo es miel, aunque es una bendición para ti hacer algo por otros, sobre todo por tus padres pues te llena el alma, también se da el caso que te desgaste no solo físicamente y emocionalmente, puede ser que te sientas atrapado y tu vida, si es que te queda algo de tiempo para ti, se enfoque en ellos. No es malo cuidar a alguien, lo malo es que toda tu vida gire en torno a ellos y no tengas una actividad o forma de ganarte tu vida. Aunque tengas una profesión o negocio, los haces a un lado para encargarte de sus cuidados.

Algo que aprendí en carne propia es que a veces te oprime tanto centrarte solo en ellos que te sientes mal si sales unas horas a comer con una amiga o a tomar un curso, incluso te puedes sentir culpable por tomar unas horas al mes para ti.

Además, la familia te recrimina si al salir tuvieron una crisis o pasó algo. No ayudan pero critican; por lo menos es lo que yo viví como cuidadora. Me relegaban el cuidado de mis papás y como era la que los acompañaba, era mi obligación estar con ellos.

Se hace pesado el cuidado de un adulto mayor y enfermo crónico, no solo por su situación clínica, si no que además se le junta el cansancio de años, pues no descansas en las noches al cuidarlo y no descansas en el día al llevarlos al médico o preparar sus alimentos o se te junta la ropa, pues son enfermos que o mojan la cama o les lavas sus heridas cruentas, que nadie más lava con el pretexto que uno es el encargado de esa tarea y que uno lo hace mejor.

Mi papá poco a poco se deterioró, el regreso a ser como un niño, requirió cuidados especiales y teníamos que cuidarlo las 24 horas, en ese tiempo mi mamá aún enferma, nos ayudaba en su cuidado vigilándolo. Ahora entiendo lo pesado que fue también para ella esa época

Con mi papá no pude despedirme en sus últimos momentos pues fui la encargada de ir por el doctor para que lo ayudara. Cuando llegue con el médico, ya había fallecido y yo sentía culpa por no haber estado con él cuando murió. Pero todo tiene un porque en esa época estaba mal emocionalmente y no lo hubiera dejado morir tranquilo. Cuando murió mi mamá si estuve con ella.

Yo fui la que llevaba a los dos al doctor, mi trabajo era su cuidado, un trabajo sin sueldo ni prestaciones y aunque suene mezquino al morir tus enfermos como cuidador no te queda un sueldo propio o una pensión para ti. Te quedas sin tu actividad de cuidadora. Aunque me ayudaba mi hermana la responsabilidad principal recaía en mí. No me quejo afortunadamente en esos 34 años de cuidar a mi mamá, aprendí a cuidar no solo de ellos, sino también de mí.

Tengo forma de ganarme la vida, pero en ese ir y venir de hospitales desafortunadamente relegue proyectos por años, por no tener tiempo para mí.

Mis asideros fueron mi profesión como chef y recientemente como acupunturista y masajista que estudie cuando no sabía cómo ayudarlos en su convalecencia. Si yo no tuviera un proyecto diferente al de solo cuidadora tal vez, hubiera muerto al poco tiempo de mis padres; que es lo que las estadísticas marcan de los cuidadores que se enfocan solo en sus pacientes.

Hace siete años me centré únicamente en ellos, en esa época me sentía tan abrumada que me quise suicidar, afortunadamente en esa crisis conocí a personas que me dieron herramientas, no solo para ser una mejor cuidadora, me dieron otro panorama para vivir, sin tener culpa por tomar tiempo para mí. Si yo estoy bien, no solo seré una mejor cuidadora, si no que yo no enfermaré.

Es algo muy doloroso perder a tus padres, la verdad te desgarra el alma. Hace 7 años mi papá y ahora mi mamá acaba de partir. Cada uno vive muy diferente su duelo; si yo hubiera estado estresada o enojada con mi mamá, no hubiera sido buena compañía como lo fui en sus últimos años.

Estuve acompañándola en ese trance de la muerte. Gracias a que yo estaba bien, ella pudo partir sin pendientes, Pude hablarle con amor y respeto. Sus últimos días fueron los más duros física y emocionalmente.

Por eso mi único consejo si vives una situación similar, es que agradezcas la vida que te dieron, honrarlos, cuidarlos y también acompañándolos en su enfermedad. Pero ten algo muy en cuenta, que no es malo tener una vida propia. Cuando se van, porque es una realidad la muerte, aunque estemos apegados a ellos, en algún momento llega y se lleva a tus seres queridos.

Lo ideal es estar en armonía con ellos y contigo.

Si en algún momento hubo algún resentimiento, al hacer las paces y cuidarlos, no solo sanas tu relación, sanas tú y creces. Cuando parten solo queda el amor, el agradecimiento y esa sensación de paz por haber estado con ellos acompañándolos en todo momento. Como me dijo mi maestro "Usted cumplió"

Lo que yo hice cuando mi mamá se iba, es decirle lo agradecida por la vida que me dio, le di gracias porque me dio de comer, me cambió de bebé los pañales, me enseñó a ir al baño, me hizo mi lunch, gracias por ser mi confidente y por taparme con mi papá que reprobé en la universidad una materia. Lo orgullosa que me sentía de que ella fuera mi mamá.

Le dije que hizo un buen trabajo y que sus semillas dieron frutos, que hizo una buena siembra y que ahora era tiempo de irse, que no tuviera miedo, que caminara a la luz, que ahí encontraría paz, no habría dolor y que algún día nos reuniríamos.

Le susurre que estaríamos bien, le tomaba su mano y le transmitía amor y aunque me partía el alma saber que eran sus últimas horas, disfrute de su presencia y le di besos en su frente y la abrazaba.

Trataba de no llorar, pero mi voz se escuchaba temblorosa. Trate de que en su camino no se agregaran mis miedos y tristeza. Que estuviera tranquila en ese recorrido a la luz.

Ahora que se fue la extraño, pero sé que ella trascendió y ahí no hay dolor, esta liberada del cuerpo allagado y ahora tiene paz.

La pérdida de mis padres es muy dolorosa, pero siento que en el caso de mi mamá ese crecimiento interior que tuve hizo que fuera diferente a la muerte y resignación de mi papá; En el sentido de estar más preparada para dejarla partir.

Si estas en ese trance y sientes que quieres tirar la toalla busca ayuda, para que puedas vivir plenamente, acompañando a tu familiar en su convalecencia y si es el caso hacer que su partida sea menos traumatizante para él y para ti.

Hasta aquí mi historia.  

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