Trece
Jungkook se hizo a un lado con un brazo extendiendo la puerta.
Taehyung desinfló el pecho, lleno de aire que no sabía estaba reteniendo por los segundos que el mayor se mostró dubitativo.
Una vez en el interior, quedó estoico y mortalmente quieto observando sin reparo alguno cada esquina del apartamento que su vista llegaba a alcanzar.
Todo estaba tan... Diferente. De un modo agradable pero impactante.
"¿Qué ocurre?" cuestionó el pelinegro arrebatándole el paraguas para dejarlo escurrir a una esquina. "No pensabas encontrarlo exactamente como lo dejaste ¿o sí?"
Sus mejillas se calentaron al sentir su mente siendo leída, aunque bien podría deberse al contraste entre el frío que hacía allá afuera y este calor placible.
"Lo siento, no quise parecer..." admitió un poco cohibido. "Es solo que no me esperaba que hubieses hecho las remodelaciones tan pronto. Luce acogedora y más espaciosa. Haz aprovechado bien el espacio"
Jungkook asintió en un corto movimiento.
"Fue gracias a Somin. Todavía faltan algunas cosas"
Y eso fue todo antes de que la incomodidad se alzara en medio de ambos. Jungkook carraspeó, señalando la parte inferior de su atuendo.
"Deberías cambiarte. Estás arruinando el parqué" comentó indicando sobre el hombro hacia la puerta frente a la habitación. "Ya sabes donde está el baño. Iré a por algo que puedas usar"
El castaño abrió y cerró la boca en un mismo intervalo. Jungkook lo había dejado solo antes de que pudiera replicar cualquier cosa.
Se echó un vistazo a sí mismo y se percató que no había mucho que pudiera agregar sin parecer incoherente. Por suerte, la camiseta de su pijama y el suéter seguían íntegros.
Había visto el parte del tiempo y había subestimado la intensidad de la lluvia. Había venido conduciendo, no creyó que se empaparían sus zapatos los pocos metros desde el aparcamiento hasta la entrada.
Pero por supuesto, eran pantuflas. No pensó mucho en su apariencia cuando agarró las llaves del auto y su teléfono, en su cabeza solo estaba llegar aquí cuanto antes una vez arribó a dicha resolución.
Y pensó que realmente debería dejar de actuar tan impulsivo cuando se trataba de Jungkook, así no era él. Nunca lo había sido. Pero lo metódico, controlado y pragmático salía por la borda cuando entraba el pelinegro en la ecuación.
Eso, teniendo en cuenta las circunstancias actuales en que se encuentran las cosas entre ambos, era un problema.
Se descalzó, dejando las zapatillas estropeadas y manchadas a un lado y caminó descalzo hasta el cuarto de baño cerrando la puerta tras de sí.
Debería estar haciendo lo que se le indicó, sin embargo y como en la sala de estar, se quedó de pie en medio del limitado espacio absorbiendo cuanto pudo, su cerebro identificando las similitudes y diferencias con respecto a un pasado.
Estaba irreconocible.
Lo único inalterable era el lugar donde Jungkook ubicaba el cepillo de dientes, la pasta y el enjuague bucal, que deberían ir colgados al lado del espejo sin embargo él los tenía todos ubicados tras el compartimiento que yacía en la parte trasera del espejo. O el orden en que colocaba la espuma de afeitar, el shampoo y la rasuradora, que deberían ir sobre la meseta del lavabo -excepto el shampoo- sin embargo los ponía en una pequeña endidura creada dentro de la ducha junto al jabón y la esponja.
Taehyung siempre le refutó que no era nada práctico tener la rasuradora y su espuma tan alejadas del espejo cuando necesitaba de este en primer lugar, y el mayor siempre le contestaba que no necesitaba verse. No comprendió a qué se refería con eso hasta que se convirtió en una rutina que el menor le afeitase en la ducha antes de bañarse juntos cada mañana. Rutina que él adoró porque, recién comenzando a vivir juntos, percibió como si Jungkook lo incluyera en su espacio y las diminutas costumbres de su día a día para que también lo adoptara como propio.
"Ahora me afeitas y solo tengo que estirar la mano para lavarme completo" le había dicho en aquel entonces con su caliente sonrisa ladeada. "¿Qué no es práctico, pequeño arándano?"
Taehyung se mordió el labio, e inconscientemente llevó la mano a sus hebras castañas, cuando un pinchazo de nostalgia lo atravesó.
A través de las puertas de vidrio grueso podía ver perfectamente que ese hábito suyo no había cambiado. Entonces un pensamiento que le paralizó lo asaltó.
¿Jungkook ya tendría a alguien que haga esto por él? ¿Que sostenga su rostro intentando eliminar todo rastro de vello mientras se le hace difícil concentrarse por esa mirada oscura encima suya? ¿Que él le susurre al oído que hizo un buen trabajo como si hablase de una tarea mayor y no la trivial que acababa de hacer, y luego hacen el amor, contra estos azulejos?
¿Jungkook ya tendría a alguien?...
Exhaló cuando el aire se arremolinó en la garganta. La suposición no debería aterrarlo tanto, después de todo él no se mantuvo célibe tampoco, y sin embargo lo hacía.
Unos toques en la puerta le hicieron dar un respingo en su sitio.
"¿Taehyung? ¿Todo bien ahí dentro?" escuchó mientras trataba de salir de sus pantalones a toda prisa.
Por el tono ligeramente ansioso supo que llevaba demasiado perdiendo el tiempo como un tonto.
"Sí, no te preocupes" se las arregló para no dejar escapar ninguna inflexión en la voz que pudiera delatarlo.
Tras unos segundos, volvió a escuchar la voz de Jungkook, más calmada y medida.
"¿Puedes abrir la puerta?"
Taehyung se acercó y giró la manija sin pensar mucho en que había quedado solo en boxers a duras penas cubierto por su camisa.
La mirada de Jungkook se detuvo unos segundos sobre la piel descubierta de sus muslos antes de apartarla y entregarle el cambio de prendas que tenía en la mano con la mandíbula rígida y volver hacia la sala.
El menor, que estaba sintiendo su corazón bombeando de más, se apresuró a cambiarse con el short negro de nylon que se le dio y unas zapatillas nuevas de interior, rojas y lanosas.
En el sofá el mayor lo esperaba, con ambos codos hundidos en las rodillas y sus manos sosteniéndole la frente.
Taehyung se detuvo en el umbral, preguntándose si habrá cambiado de opinión sobre su presencia aquí y está enloqueciendo por dentro. Mas cuando Jungkook alzó la cabeza en su dirección, se topó los mismos ojos que el primer día que le vio sentado en ese banco, iguales de inescrutables, por primera vez desde que había puesto un pie aquí.
No tenía idea de qué pasaba por su cabeza, pero lo que fuese había logrado retraerlo a su caparazón.
"Preparé una taza de té para ti" indicó la porcelana sobre la mesa ratona, dudando. "Si es que todavía te gusta"
El menor tomó asiento en el sofá, bastante espacioso por lo que se esmeró en guardar una distancia prudencial para empezar.
Sintió el calor del líquido humeante calentar sus manos cuando acunó la taza y luego probó un sorbo. Ávido por la bebida y la calidez que este prometía a su organismo, entonces el sabor estíptico y terroso inundó sus papilas mimetizado junto a otro más leve y almibarado.
Té Rojo con miel de abeja.
"Te acuerdas" pronunció entonces, con emoción en sus iris centellantes fijos en el perfil contrario.
La pálida mano tatuada sujeta al vaso de leche que había servido para sí, se detuvo a un centímetro de sus labios.
"¿Lo hago?" contestó sonando desapasionado. "Supongo que solo acerté con la medida entonces"
Tae eligió callar. Mientras degustaba de su bebida se preguntaba si, nuevamente no había sido un error garrafal venir aquí.
Esta vez no se atormentaba por él mismo, sino por Jungkook. Quien había reconstruido su hogar desde cero y esperaba encontrar de nuevo su lugar en el mundo.
Y entonces llegaba él, otra vez, a interferir con esa búsqueda de anhelada paz y a voltear su mínima normalidad de cabeza.
¿Jungkook lo sentía de ese modo? ¿Estaba siendo un incordio para él?
Vino aquí porque no estaba decidido a ser un cobarde y no quería seguir huyendo de sí mismo pero, teniendo en cuenta el rostro impávido de su ex pareja, se preguntó si no estaba actuando desconsiderado.
Después de todo era cierto. Como Jungkook le dijo y no supo admitir en ese entonces, él había sido quien había roto la regla de oro -autoimpuesta- y le buscó primero. No al revés.
"Tenías razón" confesó por sorpresa, en voz alta. "Mamá, ella... no es la persona bondadosa y buena que todos los hijos desean en un padre" comentó aferrado a la taza de té como su salvavidas. De repente, le sobraba mortificación para admitir esto cara a cara. "No te dejé explicarte porque a mis ojos te creí tan capaz de hacerlo, de hacer cualquier cosa por obtener lo que querías. Eso fue algo que quisiste más que a mí y no pude lidiar con el hecho de saberme cada vez más prescindible para ti y cuando vi la caja vacía... Enloquecí. Yo..."
No se había dado cuenta de cuando había comenzado a ahogarse con sus propias palabras hasta que un jadeo estrangulado brotó gracias a su pecho encogido.
¿Cuándo había empezado a llorar?
Tampoco lo supo hasta que unas manos apresuradas tomaron sus mejillas con el tacto más reconfortante posible.
"Oye, escúchame. Respira" le pidió, secando las errantes pero continuas lágrimas con sus dedos. "Respira conmigo ¿Está bien?"
El menor se dejó envolver en la seda suave y lenitiva que era la voz amable del pelinegro.
Jungkook tomó la taza de sus manos dejándola sobre la mesa y luego apretó las manos temblorosas entre las suyas.
"Está bien" arrulló, compasivo. "Está todo bien, no tienes que seguir"
Taehyung negó con terquedad.
Hacía mucho que no experimentaba una crisis de ansiedad, la mayoría del tiempo tenía las cosas bajo control pero hoy... simplemente se desbordó como previó que haría.
Tenía los sentimientos a flor de piel como no se había permitido en mucho tiempo.
"No quiero detenerme. Si lo hago ahora..." miró sus dedos, afianzados a los de Jungkook. En algún punto habían dejado de temblar a sostener su mano con la misma determinación que él le brindó. "Realmente quería a Minho"
Jungkook se tensó visiblemente a su lado y lo fulminó, furioso.
Todo el tiempo que habían pasado aquí, se había mantenido alejado de Taehyung por una razón. Dubitativo del tipo receloso; todavía sin saber con certeza qué estaba haciendo él aquí ni qué demonios quería de él a estas alturas.
Jungkook no sería tan optimista como para esperar lo que el lado izquierdo de su pecho ambicionaba. Pero así había sido, inevitablemente.
Y cuando pensó que estaban dirigiéndose a un puerto visible, él venía y le decía que quería a otro hombre.
Airado, se levantó del sofá, sin embargo la mano del menor apresando su muñeca le obligó a frenar.
"Déjame terminar" suplicó conciliadoramente. "Por favor"
El pelinegro le contempló durante esos segundos. Con los labios entreabiertos, su nariz rojiza y sus ojos avellanas brillantes por la fina capa de humedad, tan desesperados que enviaron un pinchazo directo a su centro.
Maldita debilidad.
Cuando tomó asiento una vez más, Taehyung pareció aliviarse y mirarle agradecido.
"Quise a Minho. Al principio en serio quise esperar un futuro junto a él, pero me di cuenta de que siempre encontraba una excusa" admitió. "Pasé mucho tiempo en negación, maquillando las cosas y me enfurecía conmigo mismo de solo pensarlo pero ahora..." negó con la cabeza, sumido en sus propios pensamientos, antes de volver a encararlo. "No basta con intentarlo sino también sentirlo. Y no creo que pueda sentir por nadie más lo que sentí por ti"
El pelinegro siguió cada uno de sus movimientos cuando Taehyung metió la mano al bolsillo de su suéter y le extendió su palma abierta.
Jungkook tomó la moneda con tiento, como si él solo hecho de tocarla lo hiciera verla convertirse en polvo. Tenía la garganta cerrada y sus ojos habían olvidado parpadear, fijos en el significativo objeto.
"Nunca la deseché" obvió el castaño.
Ni siquiera cuando comenzaron a salir como amigos, Taehyung le hizo saber que la había conservado. Jungkook pensó que la botó junto al papel garabateado que le dejó esa noche en el cine.
Y sin embargo, aquí estaba. En sus manos después de casi ocho años.
"¿Por qué?..."
Lo que quería decir era por qué se la estaba devolviendo ahora, pero su voz -que salió más grave de lo normal- solo sirvió para dos sílabas.
Sin embargo Taehyung, que pareció entenderle, se encogió de hombros.
"Es el destino, supongo" respondió con sorna, contraria a la sobriedad de su rostro.
Jungkook fijó la vista en él finalmente, y apretó la moneda en un puño. Algo similar... había escrito en la improvisada nota.
"Tú no crees en esas cosas"
Él asintió.
"Pero puedo creer en lo que siento por ti"
Un nudo se le formó en la garganta cuya estrechez propició la íngrima gota salada que recorrió su mejilla y se dispersó en la comisura del labio.
"Taehyung, si no es demasiado tarde para nosotros" formuló despacio, con baja voz contrita. "¿Nos darías otro chance? De volver a familiarizarnos, reconocernos. Retomarlo desde donde lo dejamos"
"No" el castaño negó con vehemencia. Pero sus próximas palabras confortaron al mayor antes de que pudiera sentirse abatido. "No desde donde lo retomamos. Quiero empezar desde cero contigo"
Había un lapso de años pares en los que deambularon por separado en el mundo, años en los que una persona puede cambiar, renovarse o destruirse.
Y ninguno de ellos eran los recién iniciados veinteañeros de aquella época, que no conocían las penurias del alma ni el filo de la cuchilla que portaba la vida en su otro extremo y aprendieran que más profunda era la cortada cuanto más descuidadas tus acciones. Esas consecuencias dejaban cicatrices invisibles.
Y ahora que ambos habían tenido su justa probada en exacta medida de las heridas, su fortaleza mental se había recrudecido junto a un muro que, inevitablemente, se erigió de nuevo entre ambos.
Volverlo a un puente sería el desafío ahora.
Jungkook centró sus iris en los más claros, y dejó que la intensidad de su alcance hablara por él; estaba dispuesto a todo por ambos. Sin reparos. Aceptaba el reto.
Taehyung se complació con su franqueza. En todo el tiempo desde que había llegado, sus ojos le mostraron mucho más que recelo y cautela y se permitió disfrutar de ello.
Solo dos palmos de distancia separaban sus rostros, si extendía un brazo fácilmente podría tocarle. Y eso hizo.
Delineó con la yema de sus dedos los masculinos rasgos de sus facciones como si las registrara en su memoria por primera vez, apartando el cabello que le recubría la frente -tan sedoso a su tacto como recordaba- el arco de las pobladas cejas, el puente de su nariz, la casi imperceptible cicatriz en el pómulo de su mejilla, la dura línea de su mandíbula...
Jungkook podía soportar muchas cosas, esta no era una de ellas. Tener la completa atención de Taehyung en él mirándole de esa forma, tocándole, era lo más cercano a un Talón de Aquiles para él.
Cuando los ojos de su deseado compañero se detuvieron en sus labios, el desproporcional tiempo que Taehyung se tomó para admirarlos en comparación con sus otros rasgos hizo su sangre ebullir con primitiva satisfacción.
Jungkook tomó la delicada muñeca contraria y la besó en el interior. Fue consciente del sonido de la respiración del menor atascándose.
Casi sonríe. Pero no era suficiente.
Llevó la nariz a la base del cuello y escaló hasta la parte posterior de su oído, despositó otro beso allí.
"Jungkook..." el jadeo vino acompañado de un férreo agarre en sus hombros desnudos.
Había olvidado que estaba sin camiseta, pero al parecer Taehyung no.
En cualquier otra circunstancia habría pedido permiso, pero le había dado tiempo de retractarse yendo despacio, lo más despacio que pudo.
Más las cuerdas que mantenían su autocontrol en el lugar estaban deshaciéndose. Y cuando Taehyung humedeció con la lengua su boca, sin soltar el afiance a su piel ni apartarlo, Jungkook mismo terminó por desatarlas todas y arrojarlas fuera.
2/3
El próximo es el más largo.
Espero les esté gustando
(^^)
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