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Dos

Había algo dolorosamente gracioso en el hecho de que cuanto más te esfuerzas por olvidar sucesos, con más persistencia la casualidad se empeña en recordártelos. Incluso pareciera tener el cinismo de remarcártelos con luces de neón por si no viste sus señales una primera vez.

Bueno, más o menos algo como eso estaba sucediendo justo ahora. Solo que Taehyung no necesitaba que se lo dijeran dos veces; también era dolorosamente gracioso que aquello que te esfuerzas por desechar sea lo primero que recuerdes siempre ante el más ligero estímulo.

Patética. Su situación era patética.

Luego de haber salido del baño oliendo a limpio, con su holgada pijama y la mente un poco menos embotada, regresó nuevamente con Minho.

La ducha no funcionó.

Había servido de poco más que para entumecerle hasta los dientes. Incluso cuando se secó el cabello con el secador de mano todavía tiritaba un poco del frío.

Seguía estando tan tenso como una vara de metal.

Así que una cosa buena fue que cuando ingresó a la cocina, ya Minho tenía la cena lista y servida sobre la pequeña mesa que ahí se encontraba. Eso significaba que no tendrían que hablar mucho durante la siguiente media hora, al menos; su humor no estaba siendo el mejor, y su novio no merecía estar en el lado receptor de su desborde de conflicto interno.

Cenaron en silencio y una vez hubieron terminado, el mayor propuso ver una película, a lo que Tae no se opuso y le dejó a su elección la tarea de escoger una.

Exactamente treinta y ocho minutos después, lo lamentaba.

Yacía recostado sobre el pecho de Minho, con ambas piernas encaramadas sobre el sofá sintiendo sutiles caricias dejadas sobre su cintura, mientras en la pantalla se reproducía la típica película cliché romántica, cuyo nombre no se molestó en memorizar, que su novio había elegido.

En la escena, el joven protagonista neoyorquino queda embobado por las facciones angelicales de la chica que vendía las entradas para la Noria en el parque de atracciones, e impulsado por su amor a primera vista resuelve pedirle su número telefónico antes que una entrada.

Y Taehyung hubiese hecho algún comentario sardónico con Minho acerca de eso, seguido de una pequeña burla hacia su gusto por esas películas rosas. Pero no pudo, no cuando esa sola escena presionó todos los botones adecuados en él que lo llevaron a la remembranza.

Joder. Era absurdo.

Él creía haber superado esa parte suya melancólica, él realmente creía haber sepultado con cemento todos los momentos vividos junto a su ex pareja hace cuatro años.
Pero al parecer, creyó mal.

Y por mucho que luchó contra el impulso, el castaño cerró los ojos y mentalmente se trasladó al momento exacto del día en el que lo conoció, y volvió a colarse bajo la piel del chico de diecinueve años que era la primera vez que se enamoró.

Tae, se encontraba sentado sobre la alta y estrecha silla de madera dentro de la pequeña caseta, con un dolor agudo en la cadera y espalda difícil de ignorar por las horas que llevaba en su misma posición, sin poder hacer más que sonreír de oreja a oreja y atender a la clientela.

Ese era su trabajo: vender y cobrar entradas para el cine.

Aunque la mayoría de sus turnos eran en la noche, la verdad es que no se quejaba; había iniciado su primer año en la Universidad Nacional de Seoul hace unos pocos días, puede que la paga no sea tan alta e incluso si contaba con un alojamiento en el campus universitario, tenía otras necesidades que cubrir, y bueno, al menos este trabajo de medio tiempo le ayudaba en eso.

Afuera nevaba vehemencialmente, pero eso no afectaba a la extensa fila formada frente a su puesto.
A las personas no les molestaba salir de sus casas con este clima, al parecer.

Lo que sea por un estreno, pensó.

Observaba como disminuía de a poco con cada cliente que iba atendiendo. Gracias al cielo esta era la última tanda del día.
Una hora más. Solo una hora más y luego podría irse a descansar finalmente.

"Dos entradas para Mad Max" una voz imperativa resonó del otro lado del cristal.

Taehyung alzó su vista del pequeño bote de basura en el que acababa de tirar la parte residual del anterior ticket vendido, topándose de inmediato con las figuras de dos sujetos frente a él; uno de ellos tenía el cabello de un tono cobrizo con algunos copos de nieve sobre el, gozaba de un atractivo casi etéreo y sus hombros eran firmemente rodeados por el brazo derecho de su acompañante, quien a diferencia del anterior mencionado, lucía intimidante en su chaqueta de cuero gris oscuro, y su mirada penetrante y espesa tampoco ayudaba mucho a suavizar su imagen.

Pero Taehyung no se iba a dejar amedrentar por esto. El primer chico irradiaba un aura afable y desenfadada como para ser tan arrogante, esa cualidad se le atribuía mejor al pelinegro junto a él, por lo que a Tae no le llevó ni cinco segundos concluír quién había sido el de la orden.

"Un Buenas noches y un Por favor no te matarían, ¿sabes?" respondió con firmeza, tratando de poner su mejor cara de vete a la mierda. Sería despedido en el acto si tratara así a un cliente, pero ya que no lo podía decir, al menos que se notara en su semblante.

Y pensó que tal vez el pelinegro le lanzaría un comentario mordaz, pero lejos de eso, el lado izquierdo de sus labios se curvó lentamente en una sonrisa igual de engreída que él.

Acababa de corregirle y a él le divierte. Qué mierda...

Debía ser cierto eso que su madre decía de que cuando se enfadaba, lejos de parecer desafiante, lucía más como un hámster enfurruñado. Bueno, al menos lo intentó.

"Tienes razón. Discúlpalo, por favor" intervino apenado el joven con cara de ángel "Es que es nuestra primera salida y debe estar nervioso, aunque no lo admita"

El aludido volteó a verle con una ceja enarcada dándole una rápida mirada a su rostro de arriba a abajo como si el chico acabara de soltar la mayor sandez de la historia universal: antigua y contemporánea.

"No te preocupes. Aquí tienes" contestó entregándole al jovial chico las dos entradas luego de haber separado los tickets por la mitad "Sala 3. Son $36.80"

Observó como Don Soy-mejor-que-tú sacaba de su billetera el dinero que depositó luego sobre el mostrador.

Taehyung lo contó y parecía estar casi completo, hasta que se topó con una peculiar moneda un poco diferente a las otras.

"Esta moneda está en desuso" declaró devolviéndola por debajo de la hendedura del cristal.

"Oh, ¿enserio? Vaya, no lo sabía" se excusó el contrario con lo que parecía ser un deje de... burla en su tono, aún si su expresión se mantenía pacífica "¿Estás seguro?"

Taehyung frunció el ceño.
¿El muy cretino le estaba tomando el pelo, acaso?

"Sí" espetó "Desde hace dos años"

El chico tarareó una respuesta mientras deslizaba otro billete en el mostrador después de guardar nuevamente la moneda.

"Quédate el cambio de propina"

Taehyung quiso gruñirle que bien podía meterse su propina en el... bolsillo del pantalón, pero no pudo porque uno: necesitaba el dinero. Y dos: el de cabellos cobrizos ya se lo había llevado de la mano casi a rastras luego de que su chico le guiñase un ojo.

El peliazul reprimió un bufido y volvió a reprogramar un semblante amable y sonriente para la próxima persona en la fila.

La hora restante transcurrió sin más inconvenientes, aunque a un ritmo desesperantemente lento.

La película aún no acababa pero su turno sí, por lo que ahora se encontraba en el pequeño local designado a los trabajadores doblando pulcramente su uniforme luego de haberse cambiado y devolviéndolo a su casillero.

"Tae" llamaron desde la puerta.

Park Bogum se acercó a él.

El mayor le había asesorado en su primer día de trabajo y normalmente coincidían en los turnos; mientras él trabajaba en la entrada principal, Bogum era el encargado de la cafetería, aunque aveces intercambiaban puestos. No eran amigos aún, pero era alguien fácil de tratar.

"Un sujeto me pidió que te diese esto" le entregó lo que parecía ser una servilleta de papel blanca doblada en un pequeño cuadrado "Hace un rato un chico estaba comprando palomitas y antes de volver a entrar él solamente me preguntó si le podría hacer un favor" explicó encogiéndose de hombros ante el inquisitivo rostro del peliazul.

"Pero... ¿Solo eso?" indagó "¿No te dijo su nombre, o algo?"

"No" hizo una mueca, de pronto su expresión se iluminó "Pero dijo que tú sabrías quién era"

"Bien. Muchas gracias, Bogum" correspondió Taehyung a la corta sonrisa que le dedicó su compañero antes de cerrar la puerta, si bien estaba curioso y confundido a partes iguales.

Una vez estuvo solo no perdió tiempo en desdoblar el objeto en cuestión, encontrando en su interior unos números escritos con tinta azul y que presumía debían ser de un móvil, sobre estos una nota:

Algunos las consideran símbolo de buena suerte, quizás no fue del todo coincidencia encontrarnos. Pero es una pena que seas tan precioso y a la vez tan amargado...
Llámame y puede que endulce alguna de tus noches un poco ;)

Y en el centro se hallaba la moneda devaluada que hora atrás había devuelto a cierto irritante cliente.

Pasó desde el asombro al disgusto en un parpadeo.

Si el imbécil creía que con esa última frase que parecía haber sido sacada de alguna línea telefónica caliente iba a caer un su juego, lo llevaba claro.

Puede que esas cutres palabras le hayan funcionado con los demás pero él era algo más. Ni siquiera sabía qué le había dado a entender al pelinegro que iría a aceptar su descarada propuesta. Es más, ni siquiera sabía qué hacía él proponiéndole tal cosa cuando tenía a su novio justo al lado.

Pero por fortuna, a menos que le llamase -cosa que claramente no iba a hacer- no tendría por qué volvérselo a encontrar, sino es que se pasase otro día por el cine, entonces él podría limitarse a atenderle e ignorarlo, tan sencillo como eso.

Arrugó la servilleta en una bola que arrojó al bote de basura más cercano. Miró por unos segundos la moneda entre sus dedos y, decidiendo que no haría daño quedársela, acomodó su gorro emprendiendo rumbo a la salida del cine.

Par de días más tarde, Taehyung se encontraba pasillando con desgana a través del amplio comedor del recinto universitario, llevando su bandeja de comida hacia una mesa en el fondo que se encontraba vacía; siempre trataba de llegar lo más temprano posible para poder sentarse en el mismo sitio.

La mesa estaba casi en un rincón. Pero la vista no era mala, desde ahí se podía observar el jardín bien cuidado del campus, los estudiantes que yacían sentados sobre el blanco césped o bajo algún frondoso árbol -tan frondoso como podría estarlo en invierno a mediados de enero-, eso sin contar la helada pero refrescante brisa que se colaba por las ventanas del cristal corredizo.

Sí, le gustaba ese sitio, por todo lo antes mencionado y más aún por el hecho de estar lo suficientemente alejada del resto.

Él se consideraba una persona con habilidades sociales deficientes y una actitud inaccesible la mayoría del tiempo, el ruido le incomodaba y la invasión abrupta a su espacio personal también, por lo que la aislada mesa del fondo le venía de perlas.

Tomó asiento despojándose de su bolsa y miró con grima la comida frente a él.

Arroz con calabazas...

Ese también había sido el almuerzo la semana pasada. Suspiró con pesar y resignado, empezó a comer la parte restante de su comida. Acelgas y anchoas era algo que sí podía degustar. Aunque era tan poca la porción que probablemente se quedaría con hambre, otra vez.

Taehyung lloriqueó mentalmente ante la idea.

"Vaya, pero que coincidencia" esa voz. Levantó la cabeza en un solo movimiento y la incredulidad lo golpeó "Sabes, me quedé esperando tu llamada" dijo el sujeto luego de tomar asiento frente al peliazul.

"Tú... ¿Qué haces aquí?" preguntó perplejo luego de tragar el bocado que había quedado sin masticar dentro de su boca.

El contrario soltó una risa suave.

"Pensé que era obvio. Estudio aquí. Tercer año" arqueó una ceja "¿Creíste que te acosaba, acaso?" negó divertido ante su propio pensamiento "Lees mucho Agatha Christie, ¿no crees?"

Taehyung seguía sin dar crédito, quieto en su sitio. Mirando con recelo como el pelinegro almorzaba tan tranquilamente.

Frente a él estaba el mismo indeseable maleducado de hace tres noches. El mismo que creyó no volvería a ver en una cantidad considerable de tiempo.

Y sin embargo aquí estaba.

Taehyung pensó que si esto era en verdad una coincidencia, su suerte hedía.

"N-no, yo..." se aclaró la garganta mientras agarraba nuevamente los palillos "Solo me sorprendí. Es todo"

Ambos continuaron su almuerzo en un silencio que el peliazul sintió incómodo, hasta que su acompañante auto-invitado abrió la boca.

"¿Por qué no tocas el arroz? Sabe bien"

"Calabazas" se limitó a contestar "No me gustan"

El mayor frunció el ceño por unos segundos antes de atraer hacia él la bandeja de comida del peliazul, quien se había quedado con una anchoa a medio coger.

Taehyung estaba molesto y listo para soltar cualquier improperio, pero antes de que pudiese decir lo que sea que tuviese pensado, el pelinegro empezó a separar de forma meticulosa y concentrada con ayuda de sus palillos los diminutos trozos cuadrados de calabaza del arroz, dejándolos en su propia bandeja.

Y algo dentro de Taehyung no pudo evitar sentirse cálido ante esa acción.

Ni siquiera él mismo se daba a la pesada tarea -más por pereza que cualquier otra cosa-, y que el pelinegro se haya tomado tales molestias por él era simplemente... inaudito.

Y quizás, solo quizás, ya no sentía tanta aversión hacia el mayor como en un principio. Solo un poco.

"Listo. Ahora come" imperó al terminar, devolviendo la bandeja a su sitio.

Taehyung miró desde el arroz amarillo perfectamente libre de mierdas anaranjadas hasta el rostro impasible del pelinegro.

Él, en cambio, estaba contento. Estaba tan contento que incluso había pasado por alto aquella actitud mandona suya.

Qué importaba eso cuando al menos esta tarde no tendría que pagar otra merienda en la cafetería de la esquina por haberse quedado con el estómago casi vacío.

El mayor ya se estaba inquietando un poco, el chico melindroso le estaba mirando como hipnotizado, y llevaba así unos buenos segundos.

"¿Por qué me miras así?" cuestionó sacando a Taehyung de su pequeño trance "¿Faltó algún otro trozo por sacar?"

"Muchas gracias, por eso" murmuró apenado.

"Sí, bueno. Tampoco es como si te hubiera donado un riñón o algo" concedió con un gesto despreocupado "No fue nada"

"Aun así gracias" insistió "Yo intenté una vez hacerlo pero desistí. Carezco de paciencia"

"¿Entonces?" inquirió el pelinegro tras esperar pacientemente a que el contrario terminara con su almuerzo.

"¿Entonces, qué?"

"Lo que te escribí" le recordó "¿Saldrás conmigo?"

Otra vez con eso. Taehyung pensó que tal vez ya habría expulsado de su sistema la idea.

"¿Por qué saldría yo contigo cuando ya tienes a alguien?"

"¿A alguien?" ladeó la cabeza ligeramente desconcertado "Yo no tengo a nadie"

El menor reprimió un bufido.

"¿Entonces quién era ese chico del otro día? Dijo que era su primera salida" remarcó "De ambos"

"Ah..." el rostro del contrario se iluminó en una comprensión jocosa "Sí, y también fue la última. Solo fue un acostón y ya"

"Solo un acostón y ya" repitió las palabras ajenas como si hubiera tragado resina "¿Y así planeas convencerme?"

El pelinegro lucía ahora como si le hubiese tocado un nervio. Si Taehyung lo supiera mejor incluso podría afirmar que ese chico no estaba acostumbrado a regatear tanto por una conquista.

De alguna forma el pensamiento le hizo sentir relevante. Especial sería la palabra.

"Ambos somos adultos y ambos sabíamos lo que queríamos del otro desde un inicio. No veo el problema" rebatió "No entiendo por qué lo complicas tanto"

Tae suspiró cansado del tema.

"Mira, no quiero ofender ¿de acuerdo?, pero tienes toda la pinta de ser un jugador, un rompecorazones. Y yo no quiero eso" habló calmo y pausado, como si le estuviese explicando a un niño pequeño por qué el brócoli era saludable "Merezco más que ser solo la follada número sabrá-Dios-cuál de alguien"

El peliazul miró expectante al chico del otro lado de la mesa en busca de alguna señal que manifestara que sus palabras eran entendidas. El contrario solo se limitó a deslizar un brazo por el respaldo de la silla vacía a su lado, devolviéndole una mirada cuidadosamente quieta.

Lo último que quiso era enojarlo o hacerle sentir mal, pero debía ser claro. Su madre siempre se aseguró de que se mantuviese conciente de su valía como persona, de la joya en bruto que era y no cualquiera podría tener en sus manos. A eso sumándole que no había tenido su primera vez aún, y no le apetecía divulgar a viva voz cuan inexperto era en el tema. Eso sería penoso.

"Entonces..." el pelinegro decidió romper el breve silencio que se había formado "Siguiendo tu propia lógica, desperdiciar mi tiempo separando calabazas del arroz para alguien más, ¿encaja en tu diagrama de Chico Playboy?" el menor presionó sus labios en una línea fina, no encontró qué decir "No, ¿verdad? Uno también pensaría que no eres alguien prejuicioso, pero ya ves tú. No solo las cebollas tienen capas"

Taehyung estaba un tanto pasmado en su sitio, preguntándose cómo la situación había cambiado a tal punto que ahora era él el de moral dudosa.

"Lo siento, no quise..."

"Sé lo que quisiste decir" interrumpió "Pero al contrario de lo que piensas no voy por ahí teniendo sexo con cualquiera ni cambio de pareja como si de ropa interior tratase" retiró su brazo de la silla y apoyó ambos codos sobre la mesa "No me conoces, ni yo a ti. Pero podríamos hacerlo. De todos modos, no pierdes nada con intentarlo, estás más solo que la una, por lo que veo"

"Vaya, gracias por la parte que me toca" bufó "Aun así no creo que..."

"No eres de aquí, ¿verdad?"

Taehyung torció el gesto. Qué rayos tenía que ver eso con el hilo de la conversación.

Y cómo sabía él tal cosa.

"No... Soy de Daegu" masculló "Cómo..."

"Obviando el hecho de que llevo aquí tres años y esta es la primera vez que te veo... tienes acento" explicó con sobrada obviedad "Solo un poco"

"Oh" asintió para sí mismo. Se sintió un poco estúpido, siendo francos.

"Sal conmigo, entonces" continuó cuando el contrario abrió la boca con ánimo de refutar "No tiene por qué ser una cita. Puedo darte un recorrido por Seoul y las otras partes del recinto que todavía no has visto" el peliazul pareció entonces pensárselo "No será con segundas intenciones. Lo prometo"

Taehyung sopesó escrupulosamente sus palabras. Estaría loco si confiase de a lleno en un casi desconocido, pero realmente quería apreciar Seoul en su máximo esplendor y en primera persona; le gustaría conocer otras calles más allá de la que tomaba para ir al trabajo. Y el cine no quedaba muy lejos del campus.

Por otro lado, el mayor se había portado amable con él, lejos de esa actitud grosera la primera vez que interactuaron, lo que le hizo pensar que quizás esa no sea su verdadera personalidad y tal vez solo tuvo un mal día, o una mala semana. Lo cierto era que el pelinegro no le parecía una mala persona y en más de un sentido tenía razón, estaba más solo que la una.

Puede que fuese medio huraño pero no era amante de la soledad los sesenta minutos de cada hora.

Así que... ¿Por qué no?

"Bien" asintió "Tengo cualquier tarde libre, menos los lunes, o sea hoy, los miércoles y viernes" explicó "Trabajo, ya sabes"

El pelinegro le brindó una sonrisa de labios cerrados y sus ojos brillaron con una emoción fugaz que Taehyung no supo clasificar. Solo esperaba no arrepentirse.

Después de que intercambiaron teléfonos, Tae vio el contacto del chico agregado en su celular: J. Jungkook

"Debo volver a clases" informó -quien ahora sabía era Jungkook- tras ponerse de pie "Por cierto, lo que escribí en la nota iba en serio. Eres gruñón pero me gusta, combina con el azul chillón de tu cabello" volteó alejándose de la mesa, gritándole un Te llamaré luego.

Taehyung vio su campera de tela roja deslizarse alrededor de las otras mesas y posteriormente perderse tras la puerta principal.

Al día siguiente, tal y como había dicho, Jungkook le llamó y quedaron esa misma tarde.

Taehyung mentiría si dijera que no estaba nervioso y ansioso por la presencia del mayor, pero a medida que iba pasando tiempo a su lado se iba desinhibiendo cada vez más, y la tarde transcurrió demasiado rápido para su gusto; entre conversaciones amenas, visitas a lugares turísticos no muy alejados de la Universidad, exposiciones y el Río Han, ya había anochecido.

Cuando estuvieron de vuelta en el campus, Jungkook le mostró de lejos dónde se ubicaban las otras facultades, incluída la suya, hasta que finalmente se despidieron frente a la zona de dormitorios de primer año. No sin antes de que Taehyung lograra convencerle -aunque en realidad no tuvo que hacer esfuerzo alguno- de salir en otra ocasión. Aún quedaban muchos lugares interesantes en Seoul que no había logrado ver hoy.

Pronto, esas salidas esporádicas aumentaron de frecuencia, ya ni siquiera lo hacían con el propósito de enseñarle las maravillas de la capital. Ninguno de los dos supo en qué momento sucedió, solo que esos recorridos diurnos se transformaron en citas nocturnas a una pizzería, el acuario, la bolera, e incluso una escapada a la torre Ilsan.

Como hoy.

"Entonces, recapitulemos" habló Taehyung dando golpecitos a su bebida frappé con la palma de su mano. Ambos estaban sentados sobre el capó del auto del pelinegro admirando la vida nocturna de la ciudad a kilómetros de ellos "Tus padres viven en Incheon mientras que tu hermana se casó antes de mudarse a Seoul, y con su ayuda fue que pudiste pagar un departamento cuando te admitieron en la SNU..."

El hombre a su lado hizo un corto asentimiento. Parecían entretenerse en esta especie de juego de Preguntas y Respuestas al contrario, solo con el objetivo de conocerse otro poco más.

Muchas de las veces, Jungkook podía ser un libro abierto, pero Taehyung se dio cuenta de que incluso hasta para él existían ciertos asuntos que evadía como si de un campo minado se tratase, siendo el tema de su familia, intuía, uno de ellos.

Por lo que ahora sabía, su hermana era una abogada que trabajaba para una importante firma, y aunque la amaba, su carácter un poco adusto e intransigente hacía que las cosas entre ellos fueran un poco ásperas aveces. En cuanto a sus padres... la relación con ellos tenía fisuras, información que le fue dada implícítamente gracias a la breve tensión que recorrió al pelinegro en cuanto el menor tocó el asunto.

Jungkook fue lo bastante educado como para responder lo justo, y Taehyung también lo fue como para no presionar en el tema.

"Basta de hablar de mí" habló el mayor a su lado "Ya sabes mi color favorito, lo mucho que detesto el sabor a limón y amo la pizza, la banda de rock que escucho, la gran debilidad que tengo por Overwatch y cuanto odio estudiar" afirmó rodando los ojos con fingido fastidio mientras venían a su mente las respuestas que anteriormente otorgó al peliazul "Solo te falta saber qué marca de ropa interior uso"

Taehyung no pudo evitar soltar una carcajada ante lo dicho por Jungkook, no sabiendo muy bien si fue una indirecta o una simple broma.

"Conociéndote..." le siguió el juego "Apostaría por Victoria's Secret"

"Muy gracioso, Kim" murmuró con una pequeña sonrisa torcida en su labios "Pero, ¿No te gustaría pasar de la hipótesis al descubrimiento?"

"Creo que estoy bien en mi ignorancia por ahora, Jeon" habló manteniendo el mismo tono de voz bajo que el mayor, llevando su vista de nuevo al frente cuando esta se posó un segundo sobre sus labios.

Si Jungkook lo notó, no comentó al respecto, cosa que agradeció interiormente.

Entre ellos venía creándose una especie de tensión sexual que se acrecentaba con cada rato que compartían juntos. Se estaba volviendo un poco difícil de sobrellevar.

Al menor le atraía enormemente Jungkook, eso era un hecho a estas alturas, y podía ver cuanto el pelinegro se esforzaba por contenerse y suprimir la naturaleza depredadora que sabía llevaba dentro, aunque aveces se le hacía casi imposible, como hace un instante atrás.

Taehyung carraspeó.

"Me considero una persona que difícilmente podrías catalogar como interesante" retomó la dinámica inicial "Lo que ves es lo que hay. Me gusta el orden, las personas pragmáticas, y disfruto el Jazz tanto como los números" indicó con un leve encogimiento de hombros tratando de lucir despreocupado cuando, lo cierto era que, por dentro ardía en su timidez "A mis padres no les gustó mucho la idea de que viniese solo a Seoul. No tenía muchos amigos en Daegu y tampoco me esforzaba por cambiar eso. Mis libros y los estudios eran todo para mí. Así que mi madre pensó que sería algo así como una presa fácil aquí en la gran ciudad" resopló.

"Hay algo que no entiendo. Tienes una beca que cubre tu matrícula" prosiguió Jungkook tras recibir un pequeño asentimiento en respuesta "Por qué te empeñas en mantener entonces ese trabajo en el cine. No veo la necesidad"

Kim suspiró, mirando nuevamente al horizonte. Las luces de Daegu no alcanzaban Seoul, pero creía en su ilusión que si forzaba su vista un poco en algún punto lejano del Sur, podría distinguir los diminutos puntitos brillantes de su ciudad natal.

Extrañaba mucho su hogar.

"El subsidio de la beca solo cubre mis gastos básicos. El dinero que me pagan en el trabajo de medio tiempo es para... otras cuestiones" continuó sintiendo la interrogante mirada del pelinegro sobre él "Las cosas no andan del todo bien en casa. Mamá no me lo dice pero yo sé que no están bien económicamente. Hace unos años le diagnosticaron a mi padre una enfermedad degenerativa, y desde entonces todo ha sido un poco difícil. Su salud ha empeorado recientemente y solo el trabajo de mi madre no alcanza para cubrir lo impuestos además de los tratamientos y medicamentos" suspiró, cerrando los ojos por un momento "Así que intento ayudar enviándoles algo de dinero, aunque sea un poco insignificante"

La deteriorada salud de su padre y el bajo salario que ganaba su madre eran la principal razón por la cual Taehyung trataba de aferrarse con uñas y dientes a aquel puesto en el cine, mas no la única.

Un pequeño detalle que el peliazul había omitido a sus padres era el hecho de que su beca universitaria contaba con ciertos límites financieros.
Una vez comenzara su segundo año tendría que empezar a depositar el 30% de su matrícula hasta la culminación de su licenciatura.
Sus gastos se multiplicarían estratosféricamente, por lo que contemplando la idea de un segundo trabajo de medio tiempo había echado a una ojeada a los anuncios de internet hace unos días en la biblioteca mientras esperaba por Jungkook.

"Hey, no digas eso. Sé que no opinas lo mismo, pero no es tu obligación ayudar a tus padres. Les ayudas más ayudándote a ti mismo" consoló el pelinegro a su lado. O al menos eso quería creer que hacía. Era realmente malo en esto "Lo que quiero decir es que no descuides tu bienestar. No te exijas más de lo que tu cuerpo puede soportar"

"No me sobrexijo" le refutó al instante "Soy joven, sano y con algo de tiempo libre. Otro trabajo realmente no afectaría mucho a mi rendimiento"

Jungkook volteó los ojos, sabiendo de ante mano que esa sería la respuesta de Taehyung. Después de llevar casi dos meses en su compañía, había empezado a predecir un poco ciertas actitudes que venían con el carácter del peliazul.

"Mis padres poseen un restaurante en Sinsa-dong" masculló repiqueteando los dedos sobre la fría superficie metálica "Creo que tal vez podría... Puedo hablar con ellos y ver si tienen algún puesto disponible como mesero. Solo si quieres, claro"

¿Que si quería? Qué clase de pregunta era esa.

Estaba pletórico por la valiosa oportunidad que el mayor le estaba dando, sin embargo, pese a los fuegos artificiales que centelleaban en su interior, Taehyung pudo sentir una emoción más sobrecogedora abrirse paso lentamente.

El peliazul no se había perdido la forma en que Jungkook había tragado pesadamente. Ni el esfuerzo que supuso para él pronunciar dichas palabras. Y el solo hecho de que estuviese dispuesto a dejar un segundo de lado sus diferencias con sus padres debido a él le hicieron cavilar pensamientos rosas por un instante.

Y últimamente tenía muchos de esos instantes.

Jungkook era consciente de cuanto Taehyung creía que él no reparaba en el tenue sonrojo de sus mejillas cada vez que tenía un gesto lindo hacia él, pero no podría estar más equivocado.

Sería un completo fastidio contactar con sus padres después de lo desastrosa que resultó ser su última reunión. Ya presentía la amargura del momento, de hecho; pero valdría toda la pena con tal de recibir nuevamente esa mirada de adoración en esos iris avellanas.
Esa que era solo para él.

¿Cómo podría no darse cuenta de los sentimientos que evocaba en Tae cuando sus ojos eran así de expresivos?
Cuando desbordaban esa inocencia de quien ve el mundo por primera vez

Taehyung era tan puro que ni siquiera sabía disfrazar su sentir. Era genuino.

No tenía máscaras. No las necesitaba.

Las cartas que jugaba el destino eran realmente interesantes, se dijo el pelinegro.

Sus sentimientos hacia el chico proliferaban cual bola de nieve. El mismo chico que él solo quería follar y eliminar de su lista de contactos al día siguiente.

Sí, Taehyung no se había equivocado en lo absoluto cuando lo describió al principio.
Sin embargo sabía reconocer a una persona con brillo único, y ese precioso joven de sonrisa geométrica tenía eso, y más.

La lujuria se reemplazó con afecto. El deseo carnal fue sustituído por algo más visceral. Y lo que en un principio fueron estratagemas para hacerlo caer en su cama, se reorientaron a hacer caer su corazón.

E iba cediendo. Lo sabía. Fue cuestión de breve espera ver los muros de Taehyung desmoronarse.

En menos de lo que dura el aleteo de un colibrí, la primavera de marzo transcurrió.

Ese mes quedaría marcado para siempre en el calendario de vida de Taehyung, junto a ese, todos lo otros que le prosiguieron, encapsulando dentro de sí las más hermosas experiencias; partiendo desde su primer beso con Jungkook aquel atardecer en el parque del campus, en el que la brisa mecía bruscamente la arboleda, y con la misma brusquedad jaló de su sudadera para sellar sus labios sobre los contrarios.

Probablemente fue el peor beso que Jungkook recibió en su vida, y con seguridad, no fue nada parecido a lo que Taehyung fantaseó que sería su primer beso.

No fue dulce, quizás un poco rígido y en demasía torpe, sin embargo, fue la única forma que encontró de cortar de una maldita vez con el afluente de personas que se le ofrecían al pelinegro casi a diario. En su propia cara.

¿No veían acaso que estaban en medio de algo?

Él podía entender que a todas las moscas le gustase lo dulce, ¡pero Jungkook ya estaba tomado!

O al menos eso esperaba conseguir...

De igual forma no tuvo tiempo de averiguarlo. Cuando se despegó de Jungkook y pudo detectar el estupor bordado en su rostro, en el de la pelirroja polioperada que aún se aferraba con descaro a su antebrazo y en el de las decenas de rostros más que cruzaban esa tarde el campus, su osadía fue la primera en salir corriendo de allí. Él le siguió detrás.

No mucho después del idílico incidente, Taehyung supo dos cosas: la primera, ahora tenía por novio al chico más cautivador y altivamente apuesto que había visto nunca. Lo segundo, el primer beso no es realmente importante, lo importante es que te sientas tocar el pico del Everest sin despegar los pies del suelo.

Jungkook se lo dijo, que de esa forma se sentía cada vez que tomaba su cintura y le besaba lento y profundo cuando él se avergonzaba de su inexperiencia. Luego haría una mueca de disgusto mientras arrugaba la nariz cómicamente y le culpaba por hacerle soltar todas esas mierdas cursis.

Y Taehyung qué tenía para decir al respecto.

Adoraba esa suavidad que permanecía oculta en medio del rudo genio del pelinegro. Esa que mostraba solo a él.

Esa que había nacido solo por él.

Puede que fuese muy poca cosa para alguien como Jungkook, que duren menos que un pastel a la entrada de un colegio o bien ni combinen en lo absoluto, como tanto Taehyung había escuchado decir a sus espaldas.

Y tal vez, pueda que en algo acierten.

En cambio él encontraba confort memorizando fórmulas físicas mientras jugaba con su concentración al ritmo del saxofón de Lester Young, Jungkook era más de Nirvana, de pasar horas perfeccionando bocetos de dibujos que siempre consideraría fallidos, de fotografiar paisajes urbanos con grafitis difuminados, de reunirse con amigos para pasar un buen rato o ejercitándose, de gastar sus noches en colmadas fiestas, de saciarse con cerveza, botella tras botella, y beber café puro y amargo en las mañanas.

Taehyung odiaba el café con toda su alma, prefería su Té Rojo por encima de todas las cosas, ver uno que otro documental acompañado de alitas de pollo frito, un paseo nocturno tranquilo. Dibujar se le daba fatal, lo más cerca que estaba de ser creativo era cuando resolvía cubos de Rubik, y eso ni siquiera se asemejaba.

Su personalidad retraída y demasiado serena distaba de la de su novio; tan extrovertida y dominante. Eran tan diferentes como un estudiante de Ingeniería Acústica y Bellas Artes podrían serlo.

¿Sin embargo, no era esa la mejor fórmula?

Ambos vivían en sus mundos tan distintos, tan desiguales, que su colisión fue sumamente hermosa.

Poco a poco sus rutinas cedieron a las contrarias, tomando las mejores partes de cada uno, amoldándolas a su propio ser hasta que se transformaron en un mejorado y nuevo yo. Poco a poco lo hicieron funcionar, poco a poco, se convirtió en amor; del real, del bueno.

Y, maldita sea, Taehyung estaba tan bien en su nube de ensueño que cuando tocó fondo, se estrelló con fuerza.

La caída fue demasiado dura, de esas que rompen huesos.

En el ahora, volviendo al presente cuando sintió la cálida mano de Minho recorrerle el muslo con lentitud por encima de la tela, emergió del mar de recuerdos que fue su mente.

Quiso volver a concentrarse en el hilo de la película otra vez pero simplemente se le hizo imposible; sus ojos estaban empañados, sus pensamientos dispersos y las caricias de su pareja lejos de calmarle más bien le hicieron querer arrastrarse fuera de su piel en esta ocasión.

"L-lo siento" se aclaró la garganta tratando de imitar la normalidad en su voz "Creo que me retiraré a la habitación. Estoy cansado. Tú..."

"Esperaré a que la película termine. Luego te alcanzo" y con eso acababa de confirmarle que se quedaría a pasar la noche. Taehyung necesitaba estar solo, tirar las calabazas a la basura, y refugiarse en el sueño. Pero cómo podría negarse a ese rostro que lo miraba con genuina preocupación "¿Está todo bien, Tae? Puedo apagar la tele y..."

"No es necesario" contestó, esforzándose en no sonar aprensivo "Estoy bien, solo es la fatiga normal después de un largo día de trabajo. Termina la película, parece que la disfrutas" le brindó una sonrisa seguida de un casto beso "Buenas noches"

Y mirando una última vez a la feliz pareja en pantalla que ahora se besaban bajo la lluvia, le pesó un poco más el pecho.

¿Por qué no pudieron ellos también tener una historia como ese tipo de películas que tanto solían odiar?...

Se retiró a su habitación con pasos ausentes y los párpados cerrados con una fina capa húmeda tras estos.

¿Por qué las lágrimas nunca se agotan?

Esta ha sido parte de la historia de JK y Tae, obviamente esto no acaba aquí. Aunque todos los demás capítulos se desarrollan en el presente.

Yo asumo que tengo escrito para publicar unos dos capítulos más, tengo que hacer algunas correcciones pero los iré subiendo de a poco, no me da el día para hacer todo lo que quiero ಥ⁠‿⁠ಥ

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