Epílogo
Alexander
La música comenzó a llenar el aire con una melodía suave y envolvente. Mi corazón latía con fuerza, pero una sola palabra resonaba en mis oídos al compás de cada nota: mía. Estaba a solo unos minutos de que Liana Watson cambie de apellidos, sellando la unión que la convertirá en mía completamente.
Las puertas se abrieron y, una a una, las damas de honor comenzaron a desfilar por el pasillo, sus vestidos moviéndose grácilmente mientras avanzaban. Lleve mis dedos masajeándome la sien, al ver como Flavia encabezaba el pasillo nupcial con un sutil contoneo de caderas. ¿En serio tenía que intentar liarse con alguien en la boda de su amiga? Era necesario reiterar por enésima vez, a cada uno de mis hombres que las amigas y familia de mi prometida eran intocables, en todo el sentido de la palabra. Solo queda esperar a que ninguna de estas locas esté decidida a causar algún alboroto. Ya me tenían sudando y no precisamente por los nervios de la boda.
—¿Estás nervioso?— inquiere Shadow dirigiendo la mirada a un lugar en particular como si estuviera buscando a alguien.
—No, solo intento que mi boda llegue sin incidentes inesperados.
Entonces el murmullo de la multitud se desvaneció mientras todos los ojos se dirigían hacia el final del pasillo. Allí estaba ella, mi amor, mi futura esposa, tomada del brazo de su padre. Mi corazón prácticamente se congeló al verla, radiante y hermosa, caminando con una seguridad que solo ella podía tener. Su vestido blanco brillaba con la luz que se filtraba a través de las ventanas, y su sonrisa iluminaba la sala.
A medida que se acercaba, nuestras miradas se encontraron. En ese instante, todo lo demás desapareció. Era como si el tiempo se hubiera detenido, y en esos segundos que me parecieron eternos, solo existíamos ella y yo. Le devolví la mirada, intentando transmitirle todo lo que sentía, todo lo que significaba para mí.
—¿Debería buscar un babero?— bromea mi primo, y solo por esta vez se me pasaron las ganas de matarlo, ya que sería un sacrilegio desviar la atención de mi mujer para responderle.
Finalmente, llegaron al final del pasillo. Su padre me examina de arriba a abajo con rostro estoico y un tanto escéptico, a tenerme como yerno. De seguro que aún no me consideraba lo suficientemente digno para su hija. Pues que se aguante.
Extendí mis manos en dirección a mi chica y entonces ella colocó sus manos sobre mis palmas.
Mía, solo mía, eso era lo que repetía una y otra vez el posesivo y cavernícola hombre en el que me había convertido gracias a esta mujercita. A pesar de las miradas incrédulas del público y los intensos deseos que tenían mi futuro suegro y cuñados por asesinarme, ella me había elegido a mí.
Sin embargo, la burbuja de felicidad solo duro unos segundos. El padre de Lia, aún renuente a irse, palmea mi espalda, dedicándome una amenazadora sonrisa.
— Cuídala... cuídala mucho a menos que desees que Moscú corra la misma suerte que Toscana.
Toscana, la ciudad italiana que había sido convertida en un río de sangre durante una redada para cazar a todos los capos principales de la Cosa Nostra. Tenía que reconocerle el punto al suegro, porque sin saberlo, me había dado el mejor regalo de bodas.
No había llegado tan lejos como Pakhan menospreciando a mis enemigos y definitivamente Tomás Watson era una fuerza a la que tomar en cuenta y mantenerla bajo control.
Asentí en respuesta, ya que con o sin amenaza, Liana era mi mujer y por supuesto que eso hacia intocable cada cabello de su cabeza.
Nos giramos en dirección al oficiante quien ya estaba listo para continuar con la ceremonia.
El hombre, era uno de los miembros más antiguos y de mayor confianza en la Bratva, también era juez. El hecho de que hubiera accedido a casarnos era una clara señal de reconocimiento y aprobación ante toda la organización. Al ser una persona de pocas palabras su discurso fue breve y claro, uno que finalizó con nuestros juramentos.
—Señorita Watson, por favor diga sus votos matrimoniales.
—Yo Liana Watson juro ante todos los presentes... Juro... ¡Madre mía! ¿Qué juro?— murmura por lo bajo.
Liana hace una pausa, y dirige la mirada a sus amigas.
— Deberías jurar ante dios ¿Qué tiene que ver tu madre en todo esto Liana?
—Los votos— susurra y justo cuando creo haber escuchado mal se gira y articula en dirección a Flavia.
—¿Los votos?— musito, es entonces donde la esperanza de tener una boda tranquila y sin incidentes se desvanece en el aire— ¿Qué ocurre Liana?— pregunto atesorando cada gramo de paciencia, porque sé que me hará falta.
Ella solo me sonríe. Luego vuelve a dirigir su atención a Flavia quien le hace un gesto para que... ¿Se levante el vestido? No puede ser. Quizás capté mal la seña.
Con la demora comienza a extenderse un murmullo en la sala, que me pone nervioso, pero eso no es nada en comparación con lo que hace Lia a continuación.
¡Joder no puede ser! Ella no...
Respiro profundamente.
Ella no... Ella... ¿Acaso acaba de levantarse la falda del vestido en medio de un salón lleno de invitados justo en el día de su boda? Unos celos enfermizos y posesivos comenzaron a corroerme. Seguro estoy que la idea de esconder los votos en los ligueros fue de la morena. La madre de Lia exhala asombrada. Mientras yo le dedico una sola mirada de advertencia al resto de la audiencia, para evitar la muerte prematura de cualquiera de los presentes. Superado el percance, mi mujer se aclara la garganta y se acomoda el vestido como si no acaba de mostrar medio muslo a todo el mundo.
—Yo Liana Watson juro ante todos los presentes que seré esa mujer que te diga: te lo dije con cada una de tus malas decisiones, seré tan incomprendida y caprichosa como pueda ser, y prometo apartar de tu camino a todas las pirujas que se crean algo cuando no llegan ni a la suciedad de tus pies. — la sala entera soltó un bufido lleno de humor— pero también te prometo que seré tuya. Y que te amaré con cada latido, con cada respiración y con cada parte de mí ser, por encima de todo. No importa cuál sea el pecado, contigo a mi lado, gustosa lo hago. Aun si para los demás eres un error, quiero que sepas que para mí, siempre serás el correcto.
—Y ahora el novio— anuncio el oficiante.
—Seré tu maldición. La sombra que siempre estará al acecho en cada rincón de tu alma... Mentiría si dijera que está unión es hasta que la muerte nos separe, porque eso de morir es de cobardes, no moriría por ti, sino que viviría para ti, para tu felicidad, por nuestro futuro y aun si el destino me arrebata de tu lado con gusto ardería en el infierno sabiendo que eres mi último pecado— Finalice agarrado a mi mujer por la cintura mientras tomaba su boca con un beso exigente y dominante.
Ella es una droga y yo soy como un puto adicto buscando desesperadamente la próxima dosis de su esencia.
—Los declaro marido y mujer— escuché decir muy a lo lejos, embriagado de placer y satisfacción, mientras todos los presentes prorrumpían en un melódico aplauso.
No hay vuelta atrás pequeña, acabas de firma un trato con el diablo, y el diablo no negocia.
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Luego del primer baile como esposos nos sentamos en la mesa dispuesta en el centro del salón para recibir las felicitaciones de los invitados. Si bien hubiéramos querido no hacer una gran cosa de la ceremonia, nuestra organizadora nos aseguró que el programa más sencillo no podía ser, a menos que deseáramos solo firmar en un registro civil, de solo pensar en tal sugerencia Lia puso el grito en el cielo, así que al final seguimos adelante con la boda.
A pesar de todo, eso no quitaba que el embarazo limitara a mi esposa en muchas cosas, y el baile era una de esas o al menos así se lo deje ver. Suerte que nuestra pequeña ya estaba fuera de peligro, pero eso no me quitaba las ganas de encerrar a mi mujer en una torre llena de almohadas sin acceso al mundo exterior.
—Bienvenida a la familia —comenta Orlov, siendo unos de los primeros en acercarse a felicitar — Conozco a Alexander desde pequeño, será difícil a veces, pero dicen que las mejores cosas de la vida son resultado de la paciencia.
—Gracias— Lia le dedica una sonrisa de cortesía enlazando sus manos con las mías.
—Pero si se vuelve muy tozudo no dudes en llamarme, conozco un par de trucos para hacerlo entrar en razón— concluye guiñándole un ojo.
Su comentario casual logro sacarle una sonrisa en medio de la tensión y los nervios.
Minutos después recibimos las felicitaciones de varios vor zakone, algunos socios y otros miembros de la organización. Conforme avanzaban los saludos percibía a mi mujer cada vez más nerviosa, es como si algo la molestara.
—¿Qué pasa amor?— aproveche la retirada de uno de ellos para preguntarle.
—Nada... es que...
—Lia— insistí.
—La maldición de Natacha...—¡Maldita vieja que hasta muerta jodía!— he tratado de no pensar en eso, pero ya sabes... tengo un mal presentimiento— confesó, bajando la mirada, mientras se palpaba el vientre.
—Oye— levante su rostro chocando con la tormenta que amenazaba con desatarse en su mirada— Natacha está muerta y si tengo que bajar al infierno para acabar con lo que resta de su maldita alma, lo haré. Las protegeré, con mi propia vida — aseguré tocando su vientre.
—Siempre dije que serías un padre maravilloso.
Alega una cálida voz que desvía mi atención al frente, donde al parecer Kiara se había quedado extasiada con la escena.
—Hola futura mami ¿Me recuerdas?
—Sí.
—De ti depende que no tengamos más escándalos en emergencias— dijo soltando una risita.
—¿Escándalo?— preguntó Lia ajena a los acontecimientos.
—Si escándalo, o acaso mi querido primo no te contó como entro a emergencias y...
—No es necesario que la pongas en contexto Kiara, a fin de cuentas, ya pasó.
—Alexander...— Vladímir llega y automáticamente el rostro de Kiara cambia por completo de la risa a uno más sombrío— ¿Interrumpo?
—Para nada, si ya me iba— se excusa mi prima.
—Necesito hablar contigo en privado— comenta.
—Es absolutamente necesario.
—Si— responde con vehemencia.
Me levanto de la silla no sin antes darle un beso a Lia, dejándola en compañía de Josefa quien se había acercado poco después de Kiara para felicitarla.
Estando ya a una distancia prudencial y lejos de los oídos indiscretos levanto la vista y no hacen falta las palabras para adivinar lo que sucedió.
— ¿Y ahora quién ha muerto?
Uno de nuestros hombres ha sido encontrado en las cercanías de un bosque.
Episodios como este eran comunes, ahora bien que el hombre en cuestión fuera uno de mis Vor de confianza, encargado de la distribución de la droga, era un problema. Uno que no hacía más que ir in crescendo.
La pregunta era ¿Quién? ¿Quién pensaba que tenía los cojones suficientes como para entrometerse en mis negocios y salir ileso?
Creí que la muerte de Pedro había sido un acontecimiento ejemplarizante, pero quizás me equivoqué.
Algo se me estaba escapando, y la persona que lo hizo tocó demasiado cerca.
—Quiere llamar la atención— dice Shadow apareciendo con par de lo que parecían chupones en el cuello, pero no fue eso lo que me llamo la atención, sino lo que tenía en sus manos.
—Y lo ha logrado, simplemente que no de la manera que él piensa— aclara Vladímir.
—Lo quiero muerto, no me importa si es hombre o mujer, ruso o italiano, lo quiero muerto antes que Liana dé a luz.
—Sea lo que sea parece que ya se ha cansado y quiere ahorrarnos las molestias de seguir jugando al gato y al ratón— explica Shadow entregándome un misterioso paquete.
—Ya decía yo que estaban demasiado tranquilos— admite Vladímir imaginándose el único escenario posible.
El momento en que abrí la caja el aire se hizo denso, mientras mis ojos se fijaban en el contenido. Allí, en medio de un oscuro charco de horror y sangre, yacía un feto.
Todos los músculos de mi espalda se tensaron ante la amenaza implícita, una que no dejaría pasar.
Vladimir se asomo la cabeza y pude ver en su mirada algo con lo que me sentía más que identificado.
La primera imagen que me atraviesa es la de Lia, embarazada, con su sonrisa cálida, el brillo de la expectativa en sus ojos y nuestra hija en brazos. Ahora tenía una familia que confiaba en mi para que la protegiera, no podía fallarles.La idea de que alguien pudiera amenazar ese mundo, nuestro mundo, despierta en mí un instinto protector tan feroz que me sorprende su intensidad. Siento cómo la ira me recorre como un torrente imparable, cada latido de mi corazón es un tambor que retumba con un único propósito: proteger.
—El ''regalo'' venía junto con esta nota— explica Shadow extendiéndome un sobre con una tarjeta que lee:
Dime Ivanov ¿Se disfruta una victoria ficticia igual que una real? A propósito felicidades por el vástago y las nupcias. Firma el verdadero Cappo di toddi Capi.
El mensaje era claro y no dejaba nada a la casualidad. El italiano, que al parecer recién le habían crecido un par de huevos, iba a por todas.
—Si la Cosa Nostra quiere sangre, se tendrán que conformar con la suya— asevere con un rostro adusto dispuesto a todo.
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Notita de la autora(si, eso de terminar una historia nos pone sentimentales a todas):
Y colorín, colorado este cuento aún no ha terminado jajaja.
Chicas disculpen la demora del final es que cuando siento que estoy llegando me entra una pendejada que para que.
Confesarles quiero que está hermosa historia estaba condenada al ostracismo por falta de inspiración 🤭
Pero ... sucedió algo y... me rompieron el corazón(créame que se lee más fácil de lo que realmente se siente) el dolor era como si me hubieran cortado en un montón de pedacitos, entregué más de lo que recibí.
Necesitaba un escape, escribir.
Necesitaba volver a reír y así surgió Lía Maria 🤓
Estoy segura que eso es lo que menos imaginaron cuando leyeron estás páginas. Si Lia los hizo reír en cada capítulo era porque yo también necesitaba reír.
Gracias por leer.
Espero que está historia las ayude a sonreír , pase lo que pase🤗
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