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Capítulo 9 Una vez seducida no hay salida.

Lia

— ¿Entonces qué dices pequeña Lía? Aceptas ser mi niña traviesa— musita muy cerca de mi clavícula y de paso deja un chupetón.

— ¿Aceptar qué? — respondo con el atontamiento en cada una de mis neuronas.

— Ser mi muñequita pequeña Lia, no te imaginas la de cosas que haríamos y lo mucho que jugaríamos.

Estamos piel contra piel a centímetros de distancia.

—¿Jugar? — jadeo quedándome casi sin aliento.

— Sí, jugar— susurra levantándome en peso, mientras cruzamos el umbral de la puerta de madera.

Atravesamos el pasillo hasta llegar a un cuarto oscuro donde me deposita en el piso con extrema delicadeza, antes de prender las luces.

En estos momentos mi diagnóstico oficial es: paciente petrificada del asombro y sin el más mínimo registro de actividad cerebral.

Me encuentro ante la habitación de ensueño de todo sadomasoquista. La curiosidad me invade, pero, por otra parte, no deseo ni saber qué tipo de cosas se hacen aquí. Por lo pronto, ya sacamos en claro que cuando decía jugar, lo decía en serio.

— Te dejaré elegir el juego— ríe despreocupadamente mientras se coloca unos guantes de cuero.

Me paseo por la enorme sala detallando cada estante, fustas, látigos, consoladores. Detallo el poste que se encuentra en medio de la habitación, la enorme cama matrimonial en la que caben ampliamente tres personas. Pero algo llama mi atención y termino deteniéndome justo enfrente. Es parecido a una cruz, o al menos tiene un diseño muy parecido a una, la cual debe tener un uso que no logro definir.

— Así que te gusta jugar con este tipo de cosas, ¿quién lo diría?

— ¿Este tipo de cosas? — repito en apenas un gemido, sintiendo como mis muslos se aprietan en busca de seguridad.

Entre la excitación y la ansiedad mi capacidad cerebral va en picada, con cada segundo que pasa.

Me voltea y pego un pequeño grito al ser sacada de mi ensoñación de una manera tan abrupta. ¿Es idea mía o eso que acabo de rozar con mis nalgas fue su erección?

Dios mío, mejor ni entrar en detalles para no añadir más pecados a mi lista.

Toma mis manos, y es tal y como lo imaginé el primer día que lo vi. Una sola mano de él puede aprisionar mis muñecas. Me ata y quedo con los brazos extendidos hacia arriba. Acto seguido se agacha y hace lo mismo con mis pies, estoy suspendida y a su disposición.

— Cierra los ojos— demanda y yo obedezco como un cachorro necesitado, y lo estoy, pero no precisamente de comida.

Introduce sus dedos en mi interior y comienza a estimular esa zona sensible de mi cuerpo que no hace más que provocarme una ola de absoluto placer.

¡Madre mía!

Qué bien se siente.

— Cásate conmigo Lia.

— ¿Qué? — abro los ojos y me encuentro en un restaurante de lujo, en compañía de Brandon, mi ex — ¿Qué carajos acabas de decir?

Cuestiono exaltada.

A estas alturas debería estar viviendo el mejor orgasmo de mi vida, no estar aquí en un restaurante con este idiota.

— Cásate conmigo Lia— repite colocando la pequeña caja sobre la mesa.

Abro los ojos y ahora sí que reconozco el lugar donde me encuentro. Estoy en mi habitación, húmeda, caliente y con ganas de follar. Si no fuera por la marca del cuello y el dolor en mis pechos, juraría que todo lo de ayer fue simplemente un sueño o algún producto de mi lujuriosa imaginación.

Ese maldito cabrón, hijo de puta tuvo que haberme drogado de nuevo.

Es que hasta la ventisca de ayer me parece mentira, cuando veo el sol asomarse por la ventana.

Sonrió frente al espejo y en mi rostro, más que la sonrisa, se refleja la ironía del recuerdo. Miro el calendario, y en efecto, si no fuera por Flavia y sus brillantes ideas, un día como hoy estaría cumpliendo aniversario de bodas con mi ex.

Esto de pertenecer a alguien que me deja tirada y drogada en dependencia de como ande su humor, no me hace ninguna gracia. Abro el refrigerador con la esperanza de que comida se lleve parte de mis males o al menos me ayude a olvidarlos por un momento y... ¡Sorpresa!

Tengo la despensa más desierta que el Sahara. Hay demasiadas cervezas así que la tragona de Flavia pasó por aquí.

Desayuno café, galletas de sal y una barra energética.

Me pongo una remera, unos pantalones de invierno y un abrigo. Busco la dirección del supermercado más cercano y justo al abrir la puerta, encuentro una rosa congelada y enmarcada en una hermosa caja de cristal, con una nota que lee:

Ríndete ahora porque una vez seducida no hay salida.

¡Vaya vida de mierda!

Ignoro la demostración de cursilería barata y sigo mi camino al mercado.

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Regreso del mercado y la escena que tengo frente a mis ojos debería indignarme, porque tengo todas las razones del mundo para hacerlo, pero en lugar de eso me dirijo a la cocina, coloco las bolsas sobre la encimera y comienzo a organizar las compras en el estante.

Al terminar, observo el desmadre que hay en la sala de mi casa.

Me dirijo silenciosamente a las responsables de convertir mi espacio personal en un motel barato.

Y al ver que siguen como si nada me sitúo justo enfrente, entre ella y la TV.

— ¡Joder Liana! ¡Se viene la mejor parte del partido! — protesta Kelly apartándome con el pie.

— Se puede saber ¿qué son? — pregunto.

— Jugadores de béisbol— responde Megan.

— ¡Ja! Quítale el uniforme, y déjalos en bóxer y tendrás el catálogo más vendido de la Calvin Klein— cometa Kelly.

— Amén hermana— afirma Megan sin quitar la vista de la pantalla.

— Me refería a ¿Qué clase de animales son ustedes para convivir con la suciedad sin que les moleste?

— Limpiaremos después del partido— asegura la rubia— ahora si nos permites terminar lo que va de inning.

— ¿Acaso hacían esto cuando tenían novios? — inquiero dejándome vencer por la curiosidad.

— Para tu información, esos novios miraban las pasarelas de Victoria's Secret como si fueran las diosas del Olimpo.

— Ay por dios Kelly, con razón siempre eras tú la infiel.

— Se llama precaver, los hombres son animales infieles, esa es su naturaleza, y como dicen por ahí, el que da primero, da dos veces.

Suelto un suspiro exasperado, concluyendo que no me queda otra alternativa que botarlas.

— ¿Qué no tienen sus respectivas casas con TV? — increpo.

— Sí, tenemos, pero la tuya nos encanta— responde Flavia saliendo del baño con una toalla en la cabeza, otra cubriendo su cuerpo y oliendo a mi champú preferido.

— ¿Tú también Flavia?

— Tranquilízate cariño, yo en breve seré historia, vine a bañarme porque las tuberías de mi casa se congelaron por el frío. Llamé al fontanero y dijo que hasta el mediodía no podía venir, así que tuve que venir acá, y estas dos se colaron.

Derrotada, entro a mi cuarto, me pongo unos pantalones de chándal y una sudadera de cuando estaba en la universidad. Subo la calefacción y par de horas después estoy sentada junto a Kelly y Megan, viendo el final del partido.

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Lunes en la mañana.

—Café para las ojeras y sopa para la borrachera— comenta Flavia, mientras coloca un expreso sobre la mesa — ¿Qué te ocurre Lia? Tienes cara de odioso lunes.

No digo yo, si la sonrisa apenas me llega a los ojos.

—Sucede que hace días que no duermo.

—¿Por algo o por alguien?

—Ambas— afirmo y dejo que el café me convierta nuevamente en persona.

—Eso suena a chisme.

—Ojalá fuera chisme, la cosa es que tuve un sueño demasiado loco, Flavia.

— ¿Loco bueno o loco malo? — inquiere sentándose a mi lado y aprovecho que estamos solas en la oficina para desahogarme.

—Verás, hace dos noches soñé con un tipo...

—¿El desaparecido? — acierta y yo asombrada, asiento.

Pero si ya tiene hasta un mote y todo.

—El mismo, a ver Flavia no te desvíes del tema, resulta que soñé con él, lo estaba pasando bien y de repente aparece Brandon pidiéndome matrimonio.

—¡Puta mierda! — escupe el café y luego limpia el desastre con una servilleta— ¿Entonces?

La cara de mi amiga es un todo un poema.

— Entonces me desperté— concluyo, bebiendo lo que resta de café en mi vaso.

—No sé tú, pero yo sigo creyendo que el universo quiere convertir tu vida en una novela de esas que lee Megan.

—Flavia— la regaño— sabes que no creo en nada de eso.

—El karma y las leyes divinas no van a dejar de existir, simplemente porque tú no creas en ellas, Liana.

—Anjá, Flavia si vas a ser así, mejor damos por terminada la sesión de terapia.

—Vale, me explico y de paso te explico, hace unos días estaba chateando en el grupo de la empresa, nuestra antigua empresa, entonces escuché que Brandon había regresado de su maestría en el extranjero, y justamente paso por la oficina preguntado por ti y tú ya no estabas.

Brandon y yo fuimos compañeros en la universidad, luego amigos, de ahí pasamos a ser compañeros de trabajo y finalmente novios. Fue un buen novio, pero cuando me propuso matrimonio, yo no estaba preparada para dar ese paso en nuestra relación. Así que cometí una de las mayores locuras de mi vida, le pedí consejo a Flavia, y ella, con el apoyo de Kelly, idearon el plan de sus vidas.

Dos años, si en años Brandon no se olvidaba de mí, eso significaba que iba en serio con lo del compromiso.

Aclaración, Brandon tiende a ser expulsivo el 90% de las veces, esa parte garantizaba la efectividad del plan casi en su totalidad. Así que lo puse a prueba, y este es el resultado de poner a prueba mi suerte de mierda.

Dos años después, Brandon volvió con un anillo, apenas terminó su maestría o lo que sea que haya ido a estudiar en el extranjero.

—Tierra llamando a Lia — Flavia chasquea los dedos sacándome de mi coma autoinducido.

—¿Sí?

—¿Qué harás si Brandon viene a buscarte?

—No sé Flavia, puede que sus sentimientos se mantengan igual, pero los míos brillan por su ausencia.

—Buen punto— afirma volviendo a su puesto.

Desecho el vaso de café y continúo con mi investigación sobre edificios y construcciones modernas. Esta mañana nos avisaron que nuestra propuesta será analizada por la junta directiva, así que necesito solidificarla para aumentar sus oportunidades de ser seleccionada. Desde que llegué no hice más que buscar informes sobre estructuras similares a la nuestra, así como sus fortalezas y deficiencias en cuanto a arquitectura y diseño. Mañana tendré que visitar algunos de esos lugares para observarlos en detalle.

—Ya son las cinco— anuncia Kelly, estirándose en su silla— hora de irse a casa.

—Vayan ustedes, yo me quedo un poco más.

—Nada de horas extras— impone la rubia— tu único trabajo a partir de este momento es descansar y dormir. Al paso que vas, lo más probable es que esas ojeras te duren hasta los 40.

A regañadientes me levanto de mi escritorio y recojo mis cosas para ir a casa. Flavia y Kelly siguen hablando del nuevo bar que abrieron cerca de nuestro vecindario, y cómo se pone los viernes.

Mientras que Megan asiente a todo lo que dicen y por su cara ya la tienen medio convencida de acompañarla. No digo yo, si es que ya hasta las visualizo en el bar. Flavia y Kelly son todas unas maestras cuando se trata de convencer a la gente.

Las puertas del elevador se abren, entramos y marco la planta baja en la pizarra, mientras mi mente traviesa se desvía hacia unos hermosos ojos verdes, atrapados en ese pecaminoso cuerpo, que responde al nombre de...

— ¡Carajos! — exclamo y las puertas del elevador se abren de par en par— Ese jodido idiota ni siquiera me dijo su nombre ¡Ni que yo fuera una puta con la que pasar la noche!

La mitad de los presentes desvían la mirada sintiendo vergüenza ajena y los que no entendieron optan por ignorar lo que acaban de presenciar.

—Lo eres querida— confirman a mis espaldas— solo que aún no te haces a la idea de tu verdadero talento.

Kelly estalla en risas por el intento de chiste de Flavia, mientras Megan se acerca disimuladamente.

—Andas un poco ausente en estos días, Lia.

—Sí, bueno tengo muchas cosas encima últimamente— le comento de camino a la recepción.

Levanto la vista y mis pasos se detienen con la puerta de la entrada cerrándose tras de mí.

Mis amigas se quedan igual de confundidas que yo.

Flavia y Kelly pasan del asombro, a un fortuito intercambio de miradas. Nada bueno puede salir de esto.

—Lia — anuncian y me estremezco— mi único amor, he venido por...

— ¿Qué carajos haces aquí Brandon? — interrumpo y mi tono delata la indignación que comienza a surgir con esas sencillas palabras — será mejor que me expliques que es toda esta mierda cuanto antes.

—Señoras y señores les presento a Brandon, el ex de Lia, acabadito de aterrizar con globos rosa y todo, solo le falta él ...

— Cállate Flavia— siseo exasperada cuando noto una pequeña multitud reunida en torno a nosotros.

—Lia mi amor— afirma Brandon, pero esta vez más cerca— he volado seis horas, no he dormido, ni comido, solo para volver a verte y cumplir con la promesa que realizamos 2 años atrás. Por eso aquí y ahora te pregunto Liana Watson ¿Te casarías conmigo?

Repite la pregunta, pero esta vez sacando una pequeña caja de su bolsillo derecho y arrodillándose en el suelo con más intensidad y sentimiento que al principio.

Los músculos de mi espalda se tensan y por inercia retrocedo unos centímetros, guardando la distancia necesaria.

No me apetece ver a Brandon. De hecho, no me apetece ver a ningún hombre, a menos que tenga los ojos verdes esmeralda, mida casi dos metros, tenga la piel deliciosamente entintada, mirada seductora y cuerpo de dios griego. Todo lo contrario, al hombre que tengo delante.

Siendo objetiva, Brandon no está nada mal, pero en comparación con...

—Lia— susurran a mi izquierda— creo que te has vuelto a ir.

La voz de Kelly me ubica en tiempo y espacio. Brandon está frente a mí esperando una respuesta. La gente comienza a sacar sus teléfonos, mientras otros están a la expectativa.

Con una sonrisa a cámaras, mando a tomar por el culo a todos los chismosos, antes de dirigirme a la causa del problema.

—Brandon creo que lo mejor es que conversemos este asunto en privado— sentencio antes de dar media vuelta rumbo a mi casa.

*****

Por favor, que todo esto sea un mal sueño, es la única frase coherente que se ha repetido en mi cabeza durante los últimos días.

Para mi mala suerte parece que alguien está demasiado ocupado allá arriba, como para atender enceres menores.

¿Recuerdan cuando les dije Brandon era impulsivo la mayor parte del tiempo? Bueno, pues si no me creen, sirva de prueba lo que ha pasado durante las últimas 72 horas.

Esa tarde al salir del trabajo, ambos conversamos en un café cercano, luego de que dejara sus cosas en casa de Flavia, porque el muy maldito no tenía ni alquiler donde hospedarse.

No puedo casarme, o mejor dicho no deseo casarme con Brandon, si tal vez tuviera ojos verdes, midiera un metro noventa y tuviera unos tatuajes... ¡Haya vas Lia María! Pensando de nuevo en el caramelito.

Entonces explicadas mis razones y a pesar de no entenderlo a la primera, Brandon acepto darme tiempo para poner en orden mis ideas, ideas que giran en torno a cómo deshacerme de él.

Aún estoy muy lejos de ser una mujer comprometida, es decir, no tengo ni treinta y las cadenas no son lo mío, eso es algo que Brandon tendrá que asimilar, pero por ahora, con que se lo tome con calma es más que suficiente, eso me dará tiempo.

Pero... obvio, estamos hablando de mi persistente ex. Un hombre que no ha sido capaz de salir con nadie desde que decidimos darnos un tiempo, un romántico empedernido, algo loco e impulsivo, buena persona, pero de idea fija. Es de esperar que alguien así, no tire la toalla, no importa cuántas veces le digas que se rinda. Y justamente eso es lo que ha ocurrido.

Exactamente aquí es a dónde quiero llegar...

Durante los últimos tres días, he tenido más de seis propuestas de matrimonio, ninguna tan seductora como la rosa que encontré el fin de semana pasado, pero bueno, no pediré perfección.

Ahora que pienso en la rosa... No creo que haya sido Brandon, según lo que me dijo, el domingo estaba montado en un avión.

Entonces... si no fue Brandon... eso significa que fue... ¡Madre mía!

¡Así que el caramelito hablaba en serio cuando dijo eso de la seducción!

Da igual, ¿Dónde está ahora que no defiende lo que según él es suyo? ¡Hombres!

La vagancia me puede y sin más alternativa, le pido a las talentosas Flavia y Kelly, que arreglen el problema en el que ellas mismas me metieron dos años atrás.

La pequeña sala de mi casa sirve como salón de reuniones un jueves en la noche, donde todas estamos en pijamas y sentadas en círculos.

—¿Puedes por favor, quitar el patrón del medio de la mesa, romper el círculo, apagar las velas y prender las luces?

—¿Por qué? — protesta Flavia— así me baja mejor la inspiración.

—Esto parece de todo menos una reunión para resolver mi problema, no me extrañaría si de repente apareciera Lucifer para reclamar sus pecaminosas almas.

—Con el diablo correcto— dice Flavia.

—Cualquier infierno es perfecto— termina Kelly.

—¡Chicas concéntrese! — regaño—Megan ¿Ideas?

La trigueña se encoge de hombros, mientras se levanta y comienza a darle forma a la sala.

—Muy bien, básicamente el trato con tu ex era, que después de dos años, si ambos permanecían solteros, pues se casaban ¿No es cierto?

—Sí.

—Joder Liana, tu vida sexual me da pena, ahorita me veo organizándole un funeral.

Enarco una ceja y decido ignorar el comentario, esperando que Kelly diga algo con más sentido.

— ¿Y si alargamos el plazo?

—No es un contrato Kelly, eso con Brandon no va a funcionar.

—¿Y si te casas? — comenta Megan.

—Casarme con Brandon no es opción, nuestro matrimonio está destinado a fracasar, porque no siento nada por él.

—Pero la opción de la pareja aún sigue en pie— argumenta Flavia.

—Te sigo— contesto.

—¿Qué tal si alguno de ustedes encuentra a alguien?

—Podemos buscarle pareja a Brandon.

—Buena opción—secunda Meg— pero ¿Dónde?

—Ese es el menor de los problemas, de hecho, tengo el lugar ideal— argumenta con una media sonrisa en sus labios— vacíen sus agendas chicas, mañana comienza la operación ¡Adiós a la soltería!

Una preguntita ¿le gustan los capítulos largos o cortos?

feliz domingo gente

A propósito... Una preguntilla les gusta que actualice el sábado y el domingo o lo prefieren viernes y sábado? Los leo y ahora sí feliz Domingo

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