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Capítulo 13

Notilla: adelanté el capítulo de mañana porque necesito leer sus comentarios, realmente me alegran el día. Sin más disfruten.
Alexander.

Italia, 24 horas antes del secuestro de Lia.

Llevo una semana, una maldita semana en Italia. Siete días en los que no he podido tocar a Lia, escuchar su voz o simplemente disfrutar de las locuras que pasan por su cabeza.

Quizás, si no hubiera sido por esa llamada, la tendría ahora mismo recostada contra mi pecho, con su respiración acompasada a la mía, mientras la observo dormir pacíficamente. Pero en vez de eso debo conformarme con una foto de ella y los escuetos reportes de Shadow.

Doy par de caladas a mi puro, mientras rememoro la cara de asombro de aquellos que intentaron matarme y terminaron muertos.

Todo fue una trampa, las otras familias de la Cosa Nostra nunca quisieron hablar conmigo y entregarme a Pedro. El encuentro fue una trampa bien pensada para eliminarme. Pero los muy hijos de puta, son más estúpidos de lo que creí. Ellos creyeron que yo caería así sin más y su error les costó la vida.

El sonido de una notificación interrumpe mis cavilaciones. Abro la bandeja de mensajes recientes y voy directo al correo que me ha enviado Shadow. Observo las fotos que acabo de recibir y leo atentamente la información adjunta.

Martin Lombardi, así se llama el gilipollas que comisionaron para matarme.

El correo no muestra nada de utilidad aparte de sus datos personales y habilidades.

Es un sicario hábil y caro, así que la persona que lo contrató para efectuar el trabajo, sabía bien lo que hacía.

Apuro el resto del trago, dejo el vaso en la mesita y salgo de la habitación en dirección al sótano, con la bebida aun quemándome la garganta.

Ya va siendo hora de disfrutar de la atracción principal de la noche.

Apenas abro la puerta del sótano, un hedor nauseabundo y desagradable se impregna en mi ropa.

Matar es más sencillo, pero eso de torturar nunca se me ha dado muy bien que digamos, ya que no soy un hombre paciente y menos cuando mis enemigos se toman tanto empeño en sacarme del juego.

Lombardi tiembla apenas nota mi presencia.

Su ropa está sucia y con restos de sangre seca. Sus heridas aún siguen abiertas, tiene el labio partido, un hematoma en el ojo derecho y al menos tres costillas rotas cortesía de Vladímir, a quien nunca en su vida lo había visto tan motivado con un prisionero.

Le dirijo una mirada antes de ir a la mesa donde están los instrumentos de tortura, que van desde una inusual variedad de cuchillos, a pinzas, jeringas y otras mierdas que solo Vladímir usa y entiende.

Tomo una pinza y me giro en dirección al hombre que está atado y amordazado en la silla.

—Déjalo vivo Alex, no es su culpa ser idiota— bromea Vlad antes de sentarse a mirar algo en su teléfono.

Empiezo con lo más sencillo, sus extremidades, pero mi torpeza abarca incluso algo tan sencillo como percibir el umbral del dolor ajeno. Así que el cuerpo que tengo delante, lejos de emitir algún sonido, simplemente se estremece y desfallece minutos después de ser arrancado el sexto dedo.

El agua fría saca al hombre de su letargo y entonces comienza a decir incoherencias.

Ni siquiera sabe con certeza que está haciendo aquí o quién era la persona que le mandaron a eliminar.

Y aquí está, justo frente a mí, a punto de convertirse en un amasijo de carne.

— ¿Quién te envío? —

Mi voz resuena entre las paredes de la habitación desvaneciéndose tras el eco.

Tomo una pinza cualquiera de la mesa esperando que le sirva como motivación.

Los gritos y añadido a eso el rebote del sonido en las paredes le dan a la estancia un toque espeluznante, digno de cualquier película de terror.

Estamos en una de las mansiones más antiguas de Italia.

Lo que en su tiempo fue una majestuosa edificación, con el tiempo quedó olvidada y reducida a ruinas. Razón por la cual no dude en echarle mano.

El lugar es discreto y solo he modificado el interior para mantener la apariencia de abandono.

Luego de unos minutos que me parecen horas, el hombre comienza a removerse y poco a poco vuelve en sí.

Parece un adefesio, la mayoría de los dientes están esparcidos por el suelo, junto a sus dedos.

Su brazo está en una posición antinatural, mientras una de sus piernas exhibe los resultados de nuestra reciente práctica de tiro al blanco.

Apenas está vivo y debe seguir así.

Sin embargo, lo que más me cabrea de toda esta situación es que estoy perdiendo la apuesta.

Sí, todavía no me creo que fui lo suficientemente tonto como para hacer una apuesta con Vladímir. Una que trata sobre hacer confesar a Lombardi, el ganador puede preguntarle lo que sea al perdedor.

Es el turno de Vlad, así que se acerca, le inyecta una sustancia y de inmediato el asesino empieza a sangrar por los orificios nasales.

—Lo necesito vivo— enfatizo al ver que me está sacando una clara ventaja.

El muy pendejo ha dicho más cosas en su turno que en el mío.

— Tranquilo, es suero de la verdad, o al menos eso creo— sonríe y entonces el pajarito empieza a cantar

—El cliente dijo que el líder de la Bratva estaría presente ese día, nos dieron las coordenadas y la hora exacta— balbucea el sicario con la mirada perdida y el cuerpo completamente quebrado.

— ¡Gane! — exclama Vladímir con una sonrisa triunfal— estás perdiendo facultades, querido primo.

Comenta pavoneándose por toda la habitación.

—Hace años que no torturo a nadie, así que es normal pasarse un poco de la raya con los métodos.

— Tan solo admite que nunca has tenido el arte— responde clavando una pequeña jeringa en la yugular de la víctima.

La sustancia mantendrá despierto a nuestro invitado durante buen tiempo.

—Ahora toca cobrar mi recompensa— afirma Vladímir.

—Pregunta lo que quieras.

—Entonces, asumiendo que ya se besaron y se manosearon, mi pregunta es ¿Han hecho algo más adulto?

— ¿Por qué te interesa tanto este tema Vladímir? — pregunto con un tono sombrío.

Una furia indestructible me invade cuando lo escucho hablar de Lía, ella es solo mía.

—Porque aparte de tu loco plan para vengarte de tu padre, nunca le has prestado atención a una mujer, más allá de una noche y más si no sabe cómo mamártela como es debido.

— ¡Joder Vladímir!

—Nadie te manda a ser un tipo aburrido, o sea ¿Cómo quieres que no tenga curiosidad si tu razón de ser es una venganza que está por terminar?

—No hemos llegado a nada serio, aún— la última parte de mi respuesta queda sepultada bajo la incontrolable carcajada que le sigue.

Odio perder y más si es contra Vladímir.

Cojo el cuchillo, es mi turno de jugar, así que paso la hoja metálica por una mecha ardiente y procedo a encajarle el hierro en carne viva, y un aullido de dolor hace eco en el sótano.

—Eres demasiado rudo Alexander —sé queja— careces de sutileza y te sobra crueldad, ya te lo he dicho, la tortura es un arte amigo mío.

Pongo los ojos en blanco y concentro toda mi atención en la tarea que deje a medias.

—Basta de rodeos y dime ¿Quién coño te mandó? – interrogo, hurgando en sus heridas con el cuchillo caliente.

El hombre suelta un aullido agonizante de dolor y luego se desmaya.

—Te lo dije— suspira Vladímir— ahora tendremos que esperar a que despierte, porque la droga que le inyecte es un arma de doble filo.

Dos horas más tarde Lombardi se despierta. Vlad se hace cargo del resto del trabajo y el muy gilipollas prácticamente escupe todo lo que sabe antes de que su respiración comience a volverse superficial.

Vladímir le rompe las piernas y él simplemente deja de respirar.

Lo cierto es que no dijo mucho, pero con la información que logramos extraer es más que suficiente como para saber que Pedro está detrás de esto, algo que obviamente ya sabia y al contratar sicarios italianos pone en evidencia que una persona de la Cosa Nostra lo está respaldando.

Ellos ya sabían que vendría a por él, lo que nunca se imaginaron es que uno de mis hombres ocuparía mi lugar en la supuesta reunión con el informante.

— ¿Qué hacemos con esto? — pregunta Vlad señalando las pertenencias del muerto y enciende su teléfono.

—No eres un aficionado Vladímir, simplemente deshazte de ellas— ordeno.

El teléfono vibra, mostrando un mensaje de alguien que no está registrado.

— Es un número Alexander— afirma.

—Sí, eso parece—comento sin darle mucha importancia.

— ¿Y si de casualidad lo están contactando para trabajo?

—Solo son números Vladímir.

— Pero si lo miras de otra forma también pueden ser coordenadas— afirma sin dejar de mirar la pantalla.

Apaga el teléfono, y una vez en el auto enciende el ordenador, abre un programa e introduce el número comprobando que sus sospechas eran ciertas.

—Es una dirección y no está lejos de aquí, ¿Vamos?

Sin más arranco el auto en rumbo a la dirección que indica el GPS.

                 ———————————————————————————————————-

—Dime una vez más, ¿por qué coño, tú estás ahí disfrutando de la acción mientras yo monitoreo y sirvo de apoyo en el puto auto?

— Porque tú no querías venir, además así sabrás lo que se siente que te dejen fuera.

—No me digas que estás así por lo de Rensoli

—Tal vez, además, si Shadow se entera de que te envié directo a quien pidió tu cabeza en bandeja, va a matarme.

—Estás a un tiro de cerrar los ojos, Vladímir, no juegues conmigo.

—Sabes que me gustan los deportes de riesgo.

— ¿Aún no encuentras nada?

— Pues no, estoy revisando todos los casilleros parece que solo cambian la dirección, pero la contraseña se mantiene.

—¿Entonces? — inquiero con impaciencia.

—Entonces toca esperar, porque estas mierdas tienen cerraduras digitales y el artefacto de Shadow se demora como su puta madre.

—Vale.

Tamborileo las manos en el timón esperando alguna pista.

Vladímir sabe hacer estás cosas, pero a diferencia de mí suele tomarse su tiempo.

Pasados 30 minutos la voz de Vlad inunda el altavoz del auto.

— Encontré algo, pero dudo que te guste

— ¿Qué tienes en manos?

— El próximo encargo.

—Ven, para que podamos irnos de este mierdero de una vez por todas.

—Vale, solo cuenta hasta diez, relájate y luego recuerda que tienes una organización que dirigir.

—Déjate de mierdas y ven Vladímir.

Hace lo que le digo, entra al auto, se sitúa en el asiento del copiloto y me extiende un sobre color marrón.

Deslizo el papel hacia arriba y una furia comienza a invadirme apenas saco la fotografía del interior.

Es ella, ella en su apartamento, ella con dos amigas, en el trabajo, es sencillamente ella.

—Parece que van tras tu chica.

—Joder, ¿Parece? ¡Acaban de enviar mercenarios a matarla y a ti solo te parece Vladímir!

—Cálmate Alexander.

— ¿Cómo quieres que me calme si le jodí la vida entera?

— No saques conclusiones precipitadas, llama a Shadow y dile que te mande una foto en tiempo real y sus coordenadas.

Sigo su consejo, llamo a Shadow y me responde al segundo timbre.

—Boss.

—Liana Watson, mándame su ubicación y fotos en tiempo real

—Lo siento, pero eso no es posible.

Su respuesta cala hasta lo más profundo de mi ser, helándome los huesos

— ¿Por qué no puedes? — contesto con los dientes apretados.

— Pakhan, Liana Watson ha sido secuestrada.

Segundos, después de procesar la frase, todo mi mundo se detiene.

saluditos, les deseo un bonito fin de semana

P.D@diana12loka morí con tus comentarios 😂😂😂😂😂

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