Caminaba sin rumbo alguno en el mundo, miraba a mi alrededor y me sentía vacío.
Mi corazón apenas podía respirar con pesar, ¿qué era este vacío en mi pecho qué me asechaba en cada instante?

Me detuve en medio de la calle, mi mirada aún seguía en el suelo, sabía que era noche, ya que no había muchas personas a mi alrededor así que podía estar tranquilo.

"Qué preciosa nostalgia"

La voz de mi cabeza hablo mientras mi cuerpo me obligaba a alzar la mirada asía un cielo estrellado.
Era el mismo cielo estrellado de aquella noche, noche que sin duda jamás olvidaría.

Hacía más de 5 años que deje de vivir en una casa común, parecía que mientras fuera un niño el mundo me diría que nunca crecería. Era una broma muy pesada del mundo que yo quisiera crecer lo más rápido posible, para ser ese pilar en un hogar, el cual sé caí a pedazos.

Ahora me puedo reír de ese pequeño sueño, era inútil pensar así porque ahora eso no me sirve de nada.

- Seth baja a comer - era la hermosa voz de mi madre llamándo me por la mañana a desayunar antes de ir a la escuela. - si, ya bajo mamá - era un día feliz y yo estaba muy apurado, no quería hacer enojar a mamá.

Baje a toda prisa para desayunar sin embargo mi andar se detuvo al mirar a mi padre sentado con su vista en su celular, me detuve y quería regresar a mi habitación a esconderme bajo la cama y aguantar mi respiración hasta que se fuera, pero sabía que no funcionaria.

- buenos días, papá - trate de sonar lo más alegre que pudiera mi voz, no quería que me golpeara de nuevo porque le tenía miedo.

Él desayunó estaba servido y mis nervios estaban a flor de piel, sabía que algo malo iba a pasar el hambiente frío me lo indicaba, mi madre se encontraba en silencio mientras tomaba un vaso de jugo.

- hoy, tienes que recoger a tus hijos - mi madre hablo con fastidio en su voz y eso fue el detonante para una nueva discusión.

Mi padre se levantó de la mesa y empezó a discutir con mi madre, yo simplemente no podía moverme de la mesa así que solamente decidí quedarme en silencio al igual que mi hermano.
Ambos nos miramos, sabíamos que ya era tarde, pero ninguno quería interferir en aquella fuerte discusión.
Mis lágrimas ya se sentían salir de mis ojos y mi hermano con demasiado enojo se levantó de golpe en la mesa y grito qué era hora de irnos.

Él y yo teníamos casi la misma edad, pero aun así él era más fuerte que yo, yo solamente podía llorar y hacerme bolita en un rincón. Al salir de casa mi padre nos llevó en su auto a la escuela mientras se quejaba de la imperfección de mi madre mientras que nosotros como niños solo podíamos asentir.

"Después de todo jamás debes contradecir a un superior"

En la escuela no tenía amigos a diferencia de mi hermano, así que trataba de conseguirlos a cualquier costo, hacia cosas por ellos al punto de ser malas solamente para que estuvieran felices, muchas veces era él comediante del salón, mi papel era el de un bufón.
Me encantaba qué las personas me amarán y por ello asía muchas cosas.
Un ejemplo claro fue aquella vez que me retaron lamer el piso y los zapatos llenos de popo de un compañero, para que mi recompensa fuera un simple elogio, o incluso una qué si me preguntan fue desagradable, los niños a esa edad estaban llenos de emoción de besar a alguien, pero nadie se animaba entonces me pidieron que besara a alguien.

Normalmente sin dudar y contento porque mi recompensa sería tener por fin una amiga, bese a la primera persona que se me cruzó el cual fue un beso francés a petición de mi futura amiga.

Era inexperto y tímido así que fue muy breve. Al abrir mis ojos y separarme pude ver a un chico de mi salón el cual con él casi nunca hablaba, me miró con odio y me golpeó hasta tirarme en el suelo...

La típica bolita se juntó y yo simplemente no podía estar más feliz en mi vida, había conseguido una amiga por fin, después de hacer demasiadas cosas.

Después de un rato la maestra llego y separó al niño que me golpeaba, mi hermano que pasaba por mi salón pudo observar el conflicto y entro al salón tratando de verificar que había pasado y si me encontraba bien. La profesora molesta sentó al niño en su silla y corrió a mi hermano del salón, sin preguntar nada la maestra me echo la culpa y me mando a una esquina. Este trato ya era normal para mí, no importaba si era mi culpa o no simplemente para evitarse problemas me castigaba a mí.

Mis lágrimas empezaban a salir, los golpes en mis brazos me dolían, no fueron suficientemente fuertes para romper mis huesos pero si para dejar moretones. Aparte de ser el bufón del grupo también era conocido por ser el más llorón, era un apodo del cual parecía que nunca me liberaría de él.

Dolido llegue a casa, estaba cansado y mi hermano preocupado no paraba de hacerme preguntas que apenas conteste, no insisto mucho porque sabía que nadie dentro de la casa lo tenía que saber. Mi madre haría un escándalo y el resultado sería que mi padre molesto me gritara.
Cansado y adolorido, terminé dormido después de terminar mis deberes, al día siguiente estaba feliz de nuevo, ya que a pesar de todo tendría una gran amiga.

- hola, Daniela, ¿Cómo estás? - mencione feliz, mientras saludaba a Daniel la niña más popular del salón. -¿Disculpa, te conozco? - su voz era fría y sus ojos me miraban con desprecio, apenas podía creérmelo
- si claro, recuerdas desde hoy seré tu amigo - dije aun con esperanzas.
- Yo, nunca dije que serías mi amigo, así, que por favor pierde te.

Ella se iba dejándome atrás y mis lágrimas salían nuevamente, otra vez podía escuchar las burlas de mis lágrimas, era un llorón nada más.

El tiempo paso y las cosas iban a peor, mi padre había estado saliendo con otra mujer y otra familia, mientras que mi madre con el alma echa pedazos y sin ningún apoyo emocional se desquitaba con nosotros, mientras que al mismo tiempo se quejaba de mi padre.

Quería crecer para poder ayudar a mi madre, quería tener dinero para poder salir de esa casa llena de caos.

En ese tiempo solo podía seguir las órdenes de mi madre para hacerla feliz, no podía negarme no quería que ella se culpara por tener a un mal hijo. Sería el hijo perfecto.

Mi mente empezaba a dejar de pensar, solo pensaba en hacer feliz a mi mamá, deje de tratar de hacer amigos y decidí centrarme en la escuela, me centré en mejorar todo de mí, cada decisión que tomaba se la dejaba a mi madre, después de todos ella busca lo mejor para mí y eso la haría muy feliz.

La desesperación aveces tocaba mi puerta y simplemente no la podía ignorar, así que debes en cuando mi corazón simplemente explotaba de tristeza y mi cuerpo perdía fuerzas para seguir, me quedaba tirado en medio de mi habitación llorando hasta que me sintiera en el borde de la muerte.
Al principio mi madre trataba de ayudarme, pero después de un tiempo simplemente decidió ignorarme y mi padre preferible no mencionarlo, el si me encontraba en ese estado simplemente me gritaba y me decía lo inútil qué era, en pocas ocaciones era tanto su enojo que me golpeaba lo cual casi nunca pasaba.

Era mejor que me golpeara qué escuchar sus gritos en mis oídos diciéndome una y otra vez que lo que yo sufría no era nada, que no era nadie.

Suspire una vez más parado en medio de esa calle, jamás podría quitarme la vida, tenía miedo a morir y a su vez miedo a vivir.

¿Qué podía hacer una persona como yo?

Mis pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de mi celular, no quería contestar, quería seguir atrapado en ese limbo, donde sabría que a pesar de que el mundo se movía simplemente mi cuerpo no lo hacía.

- si, jefe - mencione porfin contestando la llamada
- ya acabaste con lo que te pedí - su voz era tenebroso y llena de arrogancia
- si, lo hice, fue algo sencillo, pero señor le recomiendo tener más cuidado para la próxima vez - no era fácil deshacerse de un cadáver en estos días ¿saben?
- no tienes por que decírmelo, ya lo se. Regresa pronto, necesito que hagas algo más antes de que amanezca.

Termino la llamada y lentamente camine hacia mi auto aparcado a una calle de distancia.
Mi papel como marioneta de mis padres había terminado hace más de 5 años, pero el papel de ser un títere de la mafia parecia ser más prometedor.

Continuará...