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Catorce


XIV. La enemiga del destino.

«Quien con monstruos lucha, cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti.»
Friedrich Nietzsche.
Más allá del bien y del mal (1886).

—¿Y dónde está tu mamá?

—Ella... se fue.

Salir de la Gran Zona a tierras extrañas era algo impensable para un humano, pero no para un chamán, aunque fuese una contradicción. Quizá, dentro de todo, aquel era el lugar más seguro para estar, por eso se atrevió a dejar a su hija sola allí. Como fuese, hace tiempo había tomado la decisión que la llevó lejos de todo lo que conocía y de lo único que tenía, por el bien de su niña.

Vagaba sin rumbo desde hace años, aunque en busca de algo específico, algo lo suficientemente importante para exponerse de tal forma, caminando por un espacio abierto a plena luz del día. Y le fue inevitable llamar la atención, porque cuando las nubes cubrieron el cielo con más ahínco y el día perdió luz, alguien —o algo— se entrometió en su camino, cortándole el paso. Dilucidó un impoluto traje largo que besaba el suelo. Ningún humano ostentaba tales cosas.

—Eres muy altanera al andar por aquí sin siquiera cubrirte, bruja.

El Polvo de Sombras servía, pero no engañaba a la vista. Y esa alimaña había estado siguiéndola desde que se apareció en ese bosque desnutrido, acechándola desde las sombras, hasta que las nubes le brindaron la oportunidad para mostrarse.

Alanna no respondió —ella jamás intentaría razonar con criaturas nuevamente—, sino que esperó en quietud, con las manos dentro de sus ropajes negros. Ahí, sola, no podía perder nada, por eso no sentía miedo.

Oyó un bufido cargado de enfado.

—Está bien, no digas nada. Ya oiré tu voz cuando estés clamando por piedad.

La ausencia de espíritu en aquel monstruo le indicó que era un muerto viviente, mejor conocido como vampiro, por lo que supo qué hacer. Lentamente se arrodilló y cuando la criatura se lanzó sobre ella para atacarla, se puso de pie y le clavó una estaca en el pecho, tirándolo al suelo. El vampiro se retorció de dolor, forcejeando con la chamán para quitársela de encima. Fue entonces cuando el sol volvió a asomarse y le dio directamente al monstruo, quien se comenzó a calcinar. La mujer mantenía firmemente agarradas las muñecas del vampiro y la rodilla sobre su garganta, pero como parecía no estar dispuesto a morir con facilidad, añadió más presión, quebrándole el cuello sin titubear. Por todo el bosque resonó el crujido hasta que al fin dejó de moverse, ya con la piel rostizada y un agujero en el pecho. Alanna lo soltó cuando se aseguró de que había muerto definitivamente y, dándole una mirada indiferente, comenzó un proceso cruento, en el cual arrancó varias partes del cuerpo y las guardó entre sus harapos. El corazón —para garantizar que no volviera de la muerte—, las uñas, el pelo y los colmillos. Todo servía. Cuando quedaron sólo restos y un cadáver ultrajado, la mujer se alejó de ahí y siguió su camino.

La juventud que tiempo atrás la acompañaba ya demostraba su temprana retirada. Las líneas de amargura surcaban su rostro y lo deprimían, en un gesto agrio y pintado de cansancio. Era impresionante cómo la vitalidad del ser humano se había drenado desde su caída y ya se percibían a sí mismos como veteranos a los veinte o treinta años. Eso era un lujo, vivir tanto, únicamente para convertirse en ancianos precoces que no tenían ganas de existir. Así se sentía ella, pero había una sola razón por la cual no acababa con esa miserable vida suya y era algo muy simple.

Corregir su error.

Miró a los alrededores, aquello debía estar cerca, pues la condición para que ellos le otorgaran ayuda era que buscara y ya había gastado muchos años haciendo eso. Era el momento, lo podía sentir.

Cierto cambio en el aire la hizo detenerse. Finalmente se decidían a ayudarla y gracias a eso, un gran secreto se mostró ante ella. Un lugar ancestral usado por los antiquísimos chamanes, desde mucho antes de la Gran Caída, producto de un pacto que trascendió las razas. Lobos y chamanes. No supo por qué no dio con ese sitio antes, pero intuyó que fue cosa de los espíritus, quienes no estaban contentos con lo que ella hizo en el pasado. No los culpaba, ella tampoco se lo perdonaba. Pero no estaba ahí para pedir perdón.

Era una planicie de roca fría y azul, el sol distante no la lograba entibiar siquiera un poco y en el centro había una depresión circular, perfecta para conjurar. Se dirigió ahí y se sentó con las piernas entrecruzadas, sacando un montón de chucherías de entre su ropa. Rozó una rama de eucalipto mojada con su saliva alrededor del agujero mientras emitía algunas vibraciones con su garganta. Gracias a esto, se largó a llover sobre ella, llenándose así el agujero de agua. Ahí metió tierra de la Zona Norte, un trozo de piel con pelaje negro y otro largo cabello del mismo tono. Después, y tomándose un momento de reflexión, metió su mano a un bolsillo y agarró un brillante anillo de plata, el cual observó antes de arrojarlo al agua con gesto despreciativo. Ya con todo eso junto, lanzó sobre el agua lo que eran cenizas y terminó.

Al oírse el primer trueno, cerró los ojos y se concentró.

Cuando perdió la noción del tiempo, dejó de sentirse sola. Alguien había acudido a su llamado y esperaba que fuese un aliado, o al menos un ignorante. Por lo que, tomando precauciones, decidió no abrir los ojos.

No deseaba ver el mundo de esos espíritus inmundos.

Te conozco. Eres la culpable de que ellos no puedan descansar en paz.

Tuvo un ligero estremecimiento, al parecer no había tenido suerte, porque el murmullo del espíritu estaba cargado de resentimiento. No era un aliado, aún.

—Les he llamado para que me ayuden a enmendar lo que hice —explicó, seca.

Tú no has llamado a nadie, bruja, nosotros decidimos mostrarnos hoy... Y ese daño que hiciste no puede ser reparado hasta que mueras, sólo así ellos podrán reunirse con nosotros otra vez.

Yo no lo hice intencionadamente, ustedes me obligaron y tuve que improvisar para no ser asesinada. Todo mi clan les dijo que aquello era imposible, pero ustedes no escucharon.

Un viento gélido la golpeó y los truenos exclamaron furiosos. Las cosas no estaban saliendo como ella necesitaba que resultaran.

Como humana no tienes derecho a protestar, solamente a acatar tu destino. Y por tu voluntad arrogante e insignificante un linaje grandioso desapareció.

Aquel comentario fue un halo de esperanza. ¿Podría ser que aquel lobo hubiese muerto y por eso se mostraban hasta ahora ante ella?

—Todavía no ha desaparecido —comunicó lentamente.

—¿A qué te refieres?

Aún queda una de ustedes.

Esperó expectante una contestación por parte del espíritu. Y la obtuvo después de unos minutos en mutismo.

¿De quién se trata?

Habían mordido el anzuelo. Ahora debía jugar muy bien sus cartas.

—Una niña de cabello negro, piel pálida y ojos grises.

Nana...

Así que ese era su nombre; Nana. No importaba, ya la erradicaría con sus propias manos.

Te daremos toda la información que necesites, pero con la condición de que te comprometas a que esa chiquilla continúe con nuestro linaje a cualquier costo.

Por supuesto.

"Ni en sueños", pensó.

—Entonces, con el trato sellado, podemos entrar en materia —pidió, abriendo los ojos y mirando directamente al espíritu, que aún conservaba su mirar lobuno. Alanna sonrió con suficiencia—. Para saber cómo concretar una unión, debo saber cómo romperla también, ¿no?

Lo haría. Le doblaría la mano al destino una vez más. No le importaba destrozar todo en el proceso, no si al final del camino se encontraba su niña esperándola con su eterna dulzura y entrega.

Níniel, la doncella de las lágrimas.

¡Viernes de EPR!

Ya vamos en el 14avo capítulo, wow. Sé que probablemente no hayan entendido mucho este capítulo, pero casi todo está explícito y a medida que avance, se irá esclareciendo.
¿Qué les pareció? ¿Les gustó? Impresiones, críticas, curiosidades, dudas y teorías, aquí.

Curiosidad #6

En la Gran Zona, si alguien tiene apellido, se le llama por este primero y después por el nombre. Obviamente hay excepciones, pues este es el trato entre criaturas que poseen apellido. Los humanos de la nueva época carecen de apellido.

Espero hayan disfrutado la lectura. Esto es todo por hoy. Recuerden votar 🌟 comentar 💬 y agregar a sus listas de lectura 📚

Me despido con un gif de Nilah;

HLena.

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