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Two.

El sol apenas salía cuando Izuku ya estaba despierto preparando su bolso, despertó con una determinación.
¡Debía de regresar a esos pequeños a su nido! Ellos necesitaban a alguien de su especie que los cuidara, pues el pecoso no se podía quedar en la selva, no podría cuidarlos.

Además, no sabía cómo cazar y no tenía ni idea de cómo debía de enseñarle a esos pequeños a sobrevivir en lo salvaje, debía de ser sincero, no duraría ni unes cuidándose solo, menos cuidando a alguien más. Sin embargo, debía de intentar regresar a los pequeños nagas.

El nido estaba a un día de camino, si iba desde ese instante y regresaba en cuando los dejara allá. Serían como máximo dos días, también estaba la posibilidad de una madre furiosa en busca de sus hijos perdidos. No, Izuku no quería ser la razón por la cual su grupo sea aniquilado por una bestia mitológica iracunda.

—Vengan aquí. —Izuku había acomodado dentro de su bolso una sabana bastante suave con la quee gustaba acurrucarse.

Tomó a los pequeños con cuidado y los metió dentro de su bolso, ellos estaban aún durmiendo y apenas le prestaban atención a lo que hacía. Izuku sabía que las serpientes mayormente trataban de dormir abrigadas cuando había un aire frío, necesitaban sitios cálidos para estar durante la noche ya que estos reptiles no podían calentar su cuerpo como lo haría un mamífero normal.

—Bien, estén cómodos y calentitos mientras salimos. —Las mañanas siempre eran frías y húmedas, pensar en eso lo dejó con un pequeño dolor en el pecho, más al pensar que cuando los pequeños lo siguieron era de noche.

¿Habrían pasado mucho frío por su culpa?

Quería creerse que no, pero con ellos tan pequeños y fuera de su cómodo nido le hizo saber lo contrario. Izuku los acarició con suavidad, revolviendo lo poco que tenían de cabello y tocando sus regordetas mejillas. Sonriendo al ver a los cuatro durmiendo uno sobre el otro, el pecoso los arropó y cerró su mochila con cuidado.

Puso su mochila en un ligero seguro mientras acomodaba el resto de sus cosas para el viaje de regreso, necesitaba hablar con los demás, lo sabía. Por eso fue directamente con Iida una vez terminó de empacar, el alfa de cabellos oscuros estaba lavándose el rostro cuando Izuku llegó a él.

—Iida, ¿Será que puedes reunir al equipo? Necesito decirles algo importante. —el pecoso le informó tratando de mantenerse serio y sin nervios, necesitaba verse creíble.

—¿Qué ocurre, hay algo en que nos hayamos equivocado del libro? —Iida se secó la cara con una toalla y se colocó sus lentes para ver al pecoso de forma seria.

—¡N-no, vamos bien, en serio, pero esto es una emergencia! —Izuku solo quería terminar con eso rápido para irse de prisa, Iida al parecer notó la desesperación en sus ojos y suspiró, el alfa tomó una respiración profunda antes de hablar.

—¡MUCHACHOS, REUNIÓN DE EQUIPO! —Iida gritó a todo pulmón e Izuku sintió que sus pobres oídos iban a reventar.

Seguramente hasta los pequeños que estaban durmiendo en su mochila lo habrán escuchado también. Pronto, los demás dejaron lo que estaban haciendo y se acercaron, los más curiosos eran Ochako e Inasa que preguntaban si habían descubierto algo o había pasado algo malo. Iida trató de calmarlos, pero Izuku tomó la palabra.

—Tengo que regresar. —fue como si un peso muerto hubiera caído sobre ellos, todos quedaron completamente en silencio—. De alguna forma perdí un pequeño bolso en donde están mi cuaderno de notas y las memorias de reemplazo que tiene mi cámara, los tengo que buscar, puede que se me haya caído en un descuido.

—¡Pero Midoriya, eso es peligroso y estamos muy cerca de llegar! —Inasa exclamó preocupado—, ¡No puedes simplemente dar la vuelta así! ¿Qué pasa si te pierdes o si después no nos puedes encontrar?

—Izuku, creo que lo mejor sería que esperemos a volver después de la investigación, o que fueras con uno de nosotros para que estés acompañado. —Shouto le dio una mirada severa, sabía qué ninguno quería dar la vuelta en ese momento, no después de haber llegado tan lejos y perder el tiempo que tenían medido para la exploración.

—¡No! No puedo dejar que alguno de ustedes haga eso por mí, fuí yo quien perdió las cosas, las buscaré y regresaré rápido, ustedes pueden ir adelantándose. —mintió de manera descarada, la misión necesitaba que lo hiciera—. Iré yo solo, ustedes seguirán, no habrá más discusiones, puedo cuidarme perfectamente.

Era otra vil mentira, Izuku tenía que estar al pendiente de sus pies para no caerse por culpa de las raíces y ramas del suelo cada cinco minutos, le pasaba seguido.
Pero el punto no era ese ahora, lo que debía de evitar era que alguien más quisiera ir con él, era algo que tenía que hacer por su cuenta.

—¡Midoriya, Shouto tiene razón, si tus cosas son verdaderamente importantes tienes que regresar con otra persona para que estés más seguro! —Iida siempre se comportaba como una mamá gallina con todos ellos cuando quedaba a cargo, Izuku lo admiraba por eso, aunque tenía que dejar su admiración de lado allí.

—No creo que sea justo para ninguno de ustedes. —el pecoso los miró y después se quedó fijo en el alfa de cabello azul oscuro—. Hemos estado planeando esto por semanas, no puedo hacer que uno de ustedes se pierda una oportunidad cómo esta por mi culpa, así que por favor, pido que respeten mis decisiones, aunque les parezcan tontas, y sigan con la ruta, tienen que llegar allá sí o sí.

Los demás se miraron entre ellos, reacios a dejarlo ir solo, pero tenía razón. Izuku sabía que de verdad ninguno quería ser voluntario para acompañarlo, y no era como si los culpara por eso, más bien, sería él quien se sentiría bastante culpable si los hacía perderse el mayor logro de sus vidas.

—Bien, está bien, solo por ésta vez, —Iida se quitó los lentes y masajeó el puente de su nariz—, Midoriya, si algo te ocurre, jamás me lo voy a perdonar, sino llegas al punto de ubicación en tres días, nos devolveremos todos.

El pecoso sonrió y asintió con rapidez. Después de algunas charlas rápidas y despedidas, Izuku tomó sus cosas, cargó su mochila con cuidado, miró una última vez a su grupo y se fue. El sol ya se filtraba por las copas de los árboles, comió una barra de proteína mientras andaba para no detenerse a comer y perder tiempo.

Pues eso era lo que menos tenía, Izuku sabía que iba contra reloj, su grupo le dio una fecha límite, todos ellos lo tenían antes de tener que irse del lugar y volver a la ciudad. Izuku apretó las correas de su mochila y tragó saliva mientras se alejaba más de los demás.

(...)

Era más de medio día cuando Izuku escuchó un trueno proveniente del cielo, al mirar hacia arriba se dio cuenta de que todo estaba nublado y parecía que iba a llover con fuerza. Soltó una pequeña maldición y se dispuso a buscar un lugar para armar su tienda.

El clima en esa selva era impredecible, un día podría estar con cielo despejado y mucho calor, al otro estaría cayendo un diluvio parecido al de la Biblia. A Izuku le había parecido una fortuna que no había llovido todo ese tiempo, pero al parecer ahora su suerte se acabó y si no quería terminar muerto por hipotermia lo mejor era apresurarse.

Cuando acabó, Izuku se metió rápido al refugio asegurándose de no dejar nada por fuera. Pasaron unos minutos antes de que empezara a caer el agua torrencial sobre él, soltó un suspiro de alivio al saber que ahora estaba a salvo, Izuku miró su mochila y la abrió para ver a los pequeños que se habían mantenido durmiendo todo el día.

—Hola otra vez. —el pecoso dijo con una suave sonrisa y pasó una de sus manos por el pequeño rostro de bebé de uno de los nagas—. Espero que el viaje no haya sido incómodo, ¿Tienen hambre? ¿O sus pequeños cuerpos tardan en digerir la comida al igual que las demás serpientes?

El omega se preguntó más para sí mismo, sabía que posiblemente ni siquiera puedan hablar el mismo idioma, sin embargo, no podía evitar hablarles como si fueran bebés normales. Era su parte instintiva la que lo hacía querer vincularse con ellos, no estaba en contra de ello, no podía negarse a su omega interno y no quererlos. No podía, ni quería.

Izuku sonrió con cariño al notar como los pequeños se estremecían un poco bajo su mano fría. Los nagas se acurrucaron más entre sí tratando de abrigarse más y dormir, Izuku recuerda haber oído de su madre que los cachorros que acababan de nacer dormían gran parte del día, solo se despertaban a comer. Bueno, eso era básicamente cada tres horas, pero Izuku no tenía ni idea de cuál era el reloj biológico que tenían los bebés nagas.

—La lluvia parece que no va a parar pronto. —Izuku se acomodó en medio de su tienda estando agradecido que fuera impermeable, estaba empezando a tener algo de frío.

Revisó los bolsillos de su mochila para buscar algo de comer, solo se encontró con dos paquetes de ramen instantáneo, algunas bolas de arroz para calentar y unas barras de proteínas. No le quedó más remedio que agarrar una barra y comerla, una sola, ya cuando pudiera recoger agua haría una fogata y comería fideos.

Dejó su botella afuera de la tienda para que pudiera contener algo de lluvia y se acostó. Izuku colocó su mochila al lado suyo y dejó que su cuerpo se relajara, podría dormir un rato mientras llovía, después de todo no podía moverse si caía semejante aguacero, era malo para él y las crías.

—Descansen bien un rato, yo también lo haré. —el pecoso cerró los ojos y no supo en qué momento se quedó dormido.

Izuku se removió solo cuando sintió un peso sobre su cara, no sabía de qué era pues dormía boca arriba y ese peso le estaba impidiendo respirar bien. Tocando con una de sus manos para inspeccionar se dio cuenta de lo que era, o más bien, de quién era.

Sonrió y se levantó con cuidado para no despertarlo con movimientos bruscos, casi se rió al sentir como otras cosas medio pesadas se deslizaron de su pecho hasta su regazo. Tomó con cuidado al pequeño que estaba en su rostro y lo colocó a tientas con los demás.

No había nada de luz, Izuku tuvo que toquetear con sus manos para buscar su mochila y sacar su lámpara, cuando la encendió se ganó un pequeño siseo, miró hacia abajo y notó como el rostro del naga que tenía los cabellos negro estaba arrugado. Molesto por la repentina luz.

—Lo siento, no quería molestarte. —el pecoso bajó la intensidad de la luz y tomó al pequeño en sus manos para acercarlo a su rostro y darle pequeños besos.

Eso pareció alegrarle ya que su pequeño ceño fruncido se suavizó, satisfecho con eso, Izuku se movió lentamente hacia un lado, se quitó con cuidado a los nagas sobre su colchoneta y los arropó con su manta. Dejó la lámpara en una esquina de la tienda para que no molestará, pero agarró su linterna, gateó hacia la puerta de su tienda y la abrió.

Alumbró hacia afuera notando la pequeña llovizna que aún caía, todo estaba mojado y hacía bastante frío. Dejó escapar un suspiro frustrado sacando su mano para tomar su botella de agua que ahora se contraba llena. No había agua más pura en ese ambiente que la de lluvia, o la del río, pero ahora estaba algo lejos de él para buscar.

—Creo que no avanzamos mucho hoy, pero los chicos lo van a entender ¿No? No ha sido culpa de nadie que nos atrasemos un poco. —dijo el omega mirando al bulto que había en su lugar de dormir—. Parezco demente hablando con bebés… que ni siquiera son de mi especie.

Izuku cerró la apertura de su tienda, apagó su linterna, bebió algo de agua y se acomodó de nuevo junto a los menores, sólo quedó la suave luz de la lámpara que llenaba el interior. Mirando a los híbridos mitad serpiente un millón de preguntas llenaron la cabeza de Izuku.

¿Cómo era que ellos podían tener esos huevos? ¿Los incuban en vientres hasta que están listos por nacer y los expulsan para que ellos solos hagan el resto, así como los encontró en el nido? Lo más importante sería, ¿Ellos son criados por padres hasta que son mayores o tienen que valerse por su cuenta desde que son así de pequeños?

Había bastantes especies de animales y reptiles que hacían eso, dejaban los huevos en un lugar seguro para que naciera y se iban, después de eso, la nueva generación tenía que sobrevivir nada más al conocer el mundo.

Sin embargo, al ser mitad humanos, ¿No tendrían ellos la capacidad de pensar y sentir sentimientos más allá que solo instintos? Era una verdadera incógnita que ninguno habría podido descifrar. Muchas personas han querido hacer esos tipos de experimentos y descubrir la verdad sobre ese tipo de especie, pero esa era el principal miedo de Izuku.

Que ellos fueran descubiertos y cientos de científicos quisieran tenerlos como conejillos de indias solo por "el bien de la ciencia". Daba miedo pensar en que se los llevarían y les harían todo tipo de cosas solo para saber cómo son, por dentro y por fuera, como funcionan y cuáles son sus criterios.

Izuku también tenía mucha curiosidad, pero sabía que había límites que no podía cruzar de ninguna forma, aunque justo en ese momento estaba cruzando cientos de límites. Haberlos alejado de su familia, tenerlos y que posiblemente, que los peor que fuera a ocurrir, los pequeños fueran rechazados por sus progenitores al tener un aroma desconocido en sus pequeños cuerpos.

Por eso siempre trata de mantenerlo a rayas y no dejarlo salir tanto para no marcar con el a los bebés, sin embargo, eso era difícil y no trajo sus parches de aroma para esa misión. Creyeron que no eran muy necesarios y más bien sería de ayuda dejar salir sus aroma libremente para dejar rastro y saber en dónde estaban los demás por medio de él.

—Creo que solo podemos volver a dormir. —Izuku se rió para sí mismo, parecía que el universo solo quería verlo acostado en su tienda. Los ganas buscaron más su calor e Izuku no se los negó, si viviera en esa selva como un naga se podría acostumbrar a tener esas pequeñas linduras dependiendo de él, no sería tan malo.

(...)

Algo de relleno y corto que estuve escribiendo desde ayer en mis ratos libres.

Ya se viene lo chido ₍₍◞( •௰• )◟₎₎
Espero que les haya gustado.

Deku: si mi destino es ser madrastra, seré el mejor ─=≡Σ(╯°□°)╯︵┻┻

Zaorycast. ✨✨

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