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One.

Izuku se adentró en la espesura de la selva con su grupo de exploración, Ochako, Iida, Shouto, Inasa, Momo y Tsuyu. Cuatro alfas y tres omegas.
Estaban buscando restos de una civilización antigua que, con sus pistas, piensan que quedaba algo de ella en esa selva.

Según sus hallazgos, la antigua civilización que había allí fue arrasada por los conquistadores y la guerra entre ellos mismos. Una gran masacre se presentó siglos atrás y ahora de eso solo quedaban ruinas llenas de árboles y musgos.
Solo supieron de ese lugar por un viejo libro cronológico de uno de los conquistadores que fue encontrado, por suerte se pudo rescatar gran cantidad de información y direcciones.

Por ese libro es que están allí ahora, confiando y esperando a que las direcciones fueran acertadas, y para eso,  debían adentrarse más y más entre las plantas venenosas, árboles gigantes y ni que decir sobre los bichos que los rodeaban. El calor y la humedad del sitio hacía que todo fuera un perfecto criadero de insectos, Ochako se quejaba todo el tiempo mientras gastaba su repelente en cada pequeño bicho que miraba.

A ese paso no le duraría ni el día. Pero eso era lo de menos, el omega de cabellos verdes estaba emocionado, era su gran oportunidad para dar un gran descubrimiento al mundo. Su curiosidad siempre le era un problema ya que si quería averiguar cómo funcionaba tal cosa, su terquedad no le permitía descansar hasta llegar al fondo del asunto.

¿Qué mejor que dejar fluir su esencia en algo como la arqueología? Literalmente de eso se trataba, de curiosidad y llegar al fondo de las cosas, del pasado y descubrir cómo era que las cosas funcionaban antes.

—¡Hagamos una parada para descansar! —la voz de Iida sonó fuerte y firme, no podría ser menos del líder del grupo—, después continuaremos hasta ver que el sol cae y armaremos un campamento a orilla del río que no queda muy lejos.

—¡Quiero llegar lo antes posible! —Ochako chilló llenando de repelente a un pobre mosquito—, ¡Estas cosas me comerán viva!

—¿Siempre eres tan escandalosa? —preguntó Shouto tomando la botella de agua que le ofreció su novio, ganándose una mirada ceñuda por parte de la castaña—… no dije nada.

El bicolor se sentó al lado de su pareja soltando un suspiro, el grupo que llevaba caminando durante horas se puso a descansar tranquilo antes de seguir con su ruta. Izuku se acercó a su amigo de dos colores, tenía su cuaderno de anotaciones en mano y el viejo libro que habían obtenido.

—Shou, mira, pude traducir algunas cosas. —Izuku estaba ansioso, el libro que usaban como mapa también tenía textos de la antigua civilización, usaban símbolos parecidos a los jeroglíficos egipcios.

—¿... Dios mitad bestia? —preguntó Shouto leyendo por encima lo que Izuku había descifrado—, habla sobre escamas duras como rocas y dientes largos como navajas. Además de su extremidad inferior larga y flexible.

—¿Crees que hablen de los nagas? —los dos omegas voltearon hacia la alfa de cabellos verdes, quien tenía puesto un dedo en su mentón y una mirada pensativa.

—Es lo más probable, varias civilizaciones mayas y aztecas también miraban a estos seres como dioses —habló Momo sacando un cuaderno para anotar la nueva teoría—, en América es más común encontrar algunos especímenes y esqueletos de otros muertos ya que el clima del continente es perfecto para ellos, pero que haya por estas tierras hace que todo sea más emocionante.

—¿Entonces estás diciendo que puede haber nagas peligrosos en las ruinas o cerca de ellas? —Ochako dijo con temor, ella se especializa en biología y le fascinaba buscar huesos de animales ya extintos.

Pero solo eso, con sus años de experiencia y las enormes garras que había visto en varios esqueletos le hacía saber que lo mejor era solamente ver a ese tipo de criatura mitológica sin vida. La verdad, ni siquiera sabía por qué le había aceptado a su marido venir a esa selva llena de todo tipo de bichos y animales salvajes. Ochako no era de trabajo de campo, ella prefería estar en su laboratorio tomando muestras y ordenando la estructura de los animales que le llevaban.

—No creo que sea posible, si las anotaciones de ese marinero son correctas, creo que la invasión y las guerra los habrá extinto. —dijo Shouto, su voz era tranquila y sostenía el viejo libro amarillento—. Aunque si los hubiera, no habrían casi nada y ni se acercarán a nosotros, pero creo que es mejor así, si otros supieran que hay clases de híbridos como los nagas aquí, otros científicos no dejarían el lugar en paz, puede ser peor.

Shouto era un ecologista ante todo, Enji, quien es su padre, es un reconocido abogado que quería que su hijo fuera como él y de interesará en la ley, pero el omega bicolor es un rebelde nato y eligió ser arqueólogo en contra los deseos de su progenitor, lo mejor para él era que se la pasaba viajando de un lado a otro y no tenía que aguantar a su viejo, aunque de llevaba su tarjeta de crédito solo porque sí.

Abarcando la historia de los nagas, esas criaturas son básicamente seres mitológicos encarnados en carne y escamas, eran híbridos mitad serpiente y humano, igual que medusa, el ser mitológico griego, solo que estos nagas no tenían el cabello lleno de pequeñas serpientes, ni convertían a la gente en piedra con sus ojos.

—¡Ya descansamos lo suficiente! Vámonos. —Iida anunció y los demás se arreglaron para continuar el viaje.

Hablaban entre ellos y trataban de guiarse en la espesura llena de todo tipo de plantas. Izuku podía escuchar el cantar de aves, no reconocía a algunos, pero distinguía uno por aquí y por allá, tomaba su cámara para sacarle fotografías a todo lo que le llamaba la atención y consideraba bonito.

Después de tres horas más, al fin habían llegado al tan ansiado río, allí podrían tomar agua para purificar y hacer algo de comer, además de que Inasa y Tsuyu eran buenos pescando y querían ver si podían atrapar algo.

El pecoso solo los ignoró mientras arreglaba su carpa, una vez estuvo lista miró a los demás, Momo traía algo de leña mientras Shouto encendía una fogata, Iida parecía ver las coordenadas en las que estaban y el resto estaban en el río pescando.

—¡Chicos, caminaré un poco y veré si encuentro algo interesante! —Izuku informó tomando su cámara y su mochila, faltaba casi dos horas antes de que cayera la noche, podría dar una vuelta y regresar rápido.

—¡No te alejes tanto! —Ochako le dijo sin mirarlo, estaba más concentrada en el enorme mosquito que tenía enfrente, y al cual llenaba sin parar de más repelente.

Los otros le dijeron cosas parecidas e Izuku solo se despidió mientras caminaba más a la selva, tomaba fotos con su cámara a aves, insectos y todo tipo de plantas, también tomaba algunas muestras y las ponía en su enorme mochila.

Llevaba unos quince minutos fuera del campamento improvisado, Izuku le estaba tomando fotos a una rana con colores vibrantes, sacó un pequeño frasco y un ensopo, lo pasó por la piel de la rana recogiendo mucosidad de su cuerpo antes de ponerlo dentro del recipiente y cerrarlo bien. No se iba a arriesgar.

Después se levantó y siguió con su camino, cuando llegó a un enorme árbol de aspecto viejo no pudo evitar caminar debajo de él para tomar una foto hacia arriba. Después de tomar la fotografía sonrió, amaba su trabajo, Izuku suspiró de satisfacción y se dispuso a regresar, pero se detuvo al ver algo de reojo entre las enormes raíces del gran árbol.

Un nido, Izuku se acercó despacio y se agachó, era un gran nido, parecía ser usado con frecuencia, pero eso no fue lo que le llamó la atención. Habían cuatro huevos en el medio, eran más grandes que su puño y de colores diferentes entre sí.

—Increíble. —murmuró el omega sacando de nuevo su cámara, tomó unas veinte fotos en todos los ángulos que pudo y anotó en su cuaderno el tamaño de los huevos.

¿Qué especies eran? No tenía ni idea, podría ser de alguna ave enorme, pero ¿Habían aves terrestres en esa selva?
Algo así como los avestruces, pero no podría ser muy posible, ya que en ese lugar lleno de depredadores que ese tipo de animales existieran tendrían una supervivencia agotadora.

¿O podrían ser de reptil? Izuku pensó para sí mismo mientras murmuraba sin detenerse, solo salió de sus pensamientos cuando notó que los huevos se movían. El omega se alarmó ante el sonido del cascarón rompiéndose.

Izuku era un ser empático por naturaleza, siempre buscaba ayudar, no pudo evitar llevar sus manos a los huevos para quitar con cuidado pedazos de cáscara que le dificultaba a los pequeños salir. Sin embargo, su rostro se volvió pálido y quedó congelado al notar pequeños brazos humanos, ¡HUMANOS!, saliendo de los huevos.

Peor fue cuando cuatro pares de ojos rojos, que tenían pupilas rasgadas, le miraron directamente, eran pequeños bebés humanos, con caras de bebés y brazos… que tenía la mitad de su cuerpo lleno de escamas y sin piernas.

—Pero que carajo… —Izuku quedó de piedra al sentir como uno de ellos se enrollaba en su brazo derecho, tenía el cabello blanco, una mirada brillante, chillaba y gorjeaban alegremente alrededor de su brazo, frotando su rostro de bebé en él.

Izuku incrédulo e impresionado, tomó con su mano libre su cámara y sacó aún más fotos, éstas se iban a su colección privada, si Shouto tenía razón, nada ni nadie debería de saber sobre las existencias de esas crías, ni el mismo, pero estuvo en el lugar incorrecto en el momento incorrecto.

Sin embargo, no podía negar, eran hermosos seres. Dejó su cámara y acarició con su mano libre los cabellos albinos del o la pequeña naga en su brazo, no podía distinguir si eran "niñas o niños", tenían el cabello corto, caras de bebé y la falta de sexo visible complicaban más las cosas.

—Son una ternura. —Izuku susurró, los otros nagas se arrastraron a su cuerpo y se enrollaron también en él, habían dos pequeños de cabellos castaños que se subieron a su pecho y metieron sus pequeñas cabezas en su cuello.

El omega sintió escalofríos cuando un par de pequeñas lenguas se deslizaron por el, los pequeños en su cuello ronronearon más apretándose contra él. Lo estaban oliendo, las serpientes sólo podían oler saborearon las cosas con sus lenguas, era increíble que incluso siendo híbridos hicieran eso.

Izuku trató de poner los pequeños de sus brazos en su regazo, los tomó con cuidado para ponerlos sobre sus piernas, el más difícil de mover fue un pequeño naga de cabellos negros y mirada arrugada que se sujetó con mucha fuerza.

—Me encantaría traer a mis amigos, pero lo mejor es mantenerlo así, ¿Verdad? —el pecoso se rió para sí mismo mientras acariciaba a los pequeños nagas con ternura, ellos parecían disfrutar y dejarse llevar.

Duró un rato allí con ellos, antes de notar que el alrededor oscurecía cada vez más, era hora de regresar, por más que quisiera estar allí con ellos no podía hacerlo, así que los cargó de vuelta al nido, los dejó ahí al lado de sus cáscaras rotas.

El pecoso se levantó tomando su mochila, caminó un par de pasos y rápidamente se detuvo al escuchar pequeños chillidos lastimeros, los bebés se querían arrastrar hacia él torpemente, saliéndose del nido para acercarse. A Izuku le dolió su corazón al ver sus rostros arrugados, como si fueran pequeños cachorros que iban a llorar.

—No no no, deben de quedarse aquí, es más seguro para ustedes. —con el corazón roto por los sollozos de los pequeños, Izuku los dejó en el nido de nuevo y en cuanto los soltó, se levantó y corrió lo más rápido que pudo de vuelta al campamento.

Ignoró el llamado de los pequeños sin detenerse hasta que llegó al río, fue justo a tiempo ya que el sol casi se había ido y la selva se hizo tan oscura que no se podía ver nada incluso con una linterna.
Al llegar notó que los demás estaban alrededor de la fogata terminando de hacer la cena. Había un olor a pescado asado y algo de arroz en el aire.

—¡Izu, llegas justo a tiempo, ven a comer! —lo llamó Ochako que se echó una buena cantidad de arroz a la boca llenando sus mejillas, le recordó a cierto pokémon del que no pudo recordar el nombre.

—Si —Izuku dejó su mochila al lado de su carpa y se acercó a su grupo para comer, fue recibido con un plato caliente de arroz y pescado.

—¿Encontraste cosas buenas? Tardaste mucho. —preguntó Momo e Izuku sonrió con algo de cariño recordando a los pequeños que dejó atrás.

—Muchas cosas, incluso fotografié a unos lindos camaleones que se camuflaban con flores. —mintió a medias, pronto tendría que cargar su cámara y cambiar la memoria que tenía puesta.

El resto de la cena pasó tranquilo, Izuku contó sobre lo que miró y las muestras que tomó, omitiendo todo lo que tenía que ver con los nagas bebés que ayudó a nacer. También ayudó a Iida con el mapa y las notas del viejo libro, con los cálculos que tenían suponían que iban a tardar un par de días en llegar, si iban a un buen ritmo, quizás en un día y medio.

Después cada uno se fue a su tienda, el único que dormía solo era Izuku, ya que las alfas podían dormir juntas en una carpa y las parejas, Shouto e Inasa que eran novios, Iida y Ochako que eran esposos, también dormían juntos.

Al pecoso estaba feliz y algo envidiosos por ellos, pero al menos no era el único soltero en el grupo, así que cansado, feliz y sonriente, Izuku se colocó tapones de oídos, porque su tienda quedó justo al lado de Inasa y Shouto, para acostarse a dormir, abrazó su almohada y deseó encontrarse con los restos de esa civilización antigua.

(...)

Izuku se agachó un poco para pasar por debajo de una rama, tenía una extraña sensación en el cuello, como si alguien no dejara de mirarlo, pero al voltear no había nada, no entendía que pasaba, y decidió no darle importancia al asunto y no distraerse.

No cuando estaban tan cerca, solo debían seguir río arriba sin desviarse. Se podía sentir el buen ánimo en el aire, todos emocionados por estar cerca de la meta, ellos harían que Yagi se sentiría orgulloso de enseñarles. Bueno, casi todos, Ochako estaba más pendiente de no tener insectos cerca.

—Tenya… —la omega de cabellos castaños llamó a su esposo, quién la miró rápidamente—, tengo hambre.

Ochako dijo y justo después su estómago sonó, ella se sonrojó con vergüenza y se cruzó de brazos haciendo pucheros. Izuku se rió por lo bajo, pero eso no le duró mucho ya que el karma lo golpeó y su estómago también rugió de hambre.

Miró como Momo se tapaba la boca ligeramente para reírse y a Shouto sonreír levemente, ahg, con esos amigos quién iba a necesitar enemigos. Izuku se sonrojó pero no dijo nada, aceptó la orden de Iida para detenerse y comer algo, era medio día y el sol se filtraba con fuerza por entre las copas de los árboles.

Hacía calor, pero al menos había buena sombra. Izuku dejó su pesada mochila en las raíces de un árbol y fue ayudar a los demás con el almuerzo.
Una hora después estaban listos para volver al camino, el pecoso tomó su bolso sintiéndolo algo más pesado que antes y así se lo colocó en la espalda.

Dos horas habían pasado desde que siguieron con la ruta, Izuku se sentía agotado y algo sudado, su mochila parecía que tenía rocas y le mataba la espalda, solo esperaba que llegarán pronto o anocheciera para descansar al fin. Shouto pareció notar su fatiga pues llegó a su lado mirándolo con una ceja alzada.

—¿Estás bien? —el omega preguntó mientras le ofrecía agua, Izuku tomó la botella y le dio un buen sorbo.

—S-si, estoy bien, es solo el camino que se vuelve más empinado y me cansa más rápido. —murmuró y sonrió, había razón en eso, pues al ir río arriba también tenían que subir cuestas, más a la cima de la montaña selvática.

—¡Si quieres puedo cargar su mochila, Midoriya! —solusionó Inasa, pero el alfa ya cargaba con bastantes cosas, dos bolsos en mano, que uno era de Shouto, y otro en la espalda, no podía darle más peso.

—¡No te preocupes, estoy bien, el esfuerzo es bueno para mis músculos! —Izuku sonrió en grande declinando la idea del alfa. Inasa solo se encogió de hombros y asintió.

—¡Es buena la iniciativa, pero sí resulta muy pesado puedes decirme! —Izuku asintió para hacer entender que lo tomaría en cuenta, Inasa siguió caminando y hablando con Shouto, ellos planeaban tener unas pequeñas vacaciones después de terminar con la búsqueda.

La tarde calurosa fue bajando lentamente, cuando los rayos del sol se volvieron opacos Iida anunció de nuevo que debían que hacer otro campamento para dormir, Izuku buscó un buen sitio en donde poner su tienda y después ingresó en ella, acomodó la colchoneta y cuando terminó salió con una sonrisa victoriosa.

—¡Listo, ahora veamos si puedo traducir más de aquel texto! —el pecoso agarró su mochila y la abrió, al hacerlo no pudo evitar dejar escapar un chillido de su boca.

—¡Izu! ¿¡Qué pasó!? —Ochako se dirigía hacia él e Izuku cerró su bolso rápidamente tratando de sonreírle.

—¡N-no, no fue nada, había un escarabajo apestoso en mi bolso y me dejó todo con mal olor. —el pecoso arrugó la nariz como si estuviera oliendo algo horrible, Ochako ni siquiera lo confirmó pero también se tapó la nariz y se alejó.

—No, no gracias, mejor iré con Tenya, espero que limpies eso bien. —ella se fue el Izuku al fin pudo soltar un suspiro tembloroso.

El omega volvió su vista a su mochila y la abrió lentamente, allí, sobre sus libros gruesos, había lo que parecía ser un pequeño pastel de bebés nagas, envueltos entre sí, juntos y dormidos cómodamente.

"Ah, con que por eso pensaba tanto" el omega pensó incrédulo, los pequeños nagas se metieron en su bolso, básicamente lo habían seguido hasta que encontraron la oportunidad de abordarlo, por eso era que se sentía observado.

Izuku suspiró de nuevo, se adentró en su carpa llevando su bolso consigo, sacó con cuidado a los pequeños nagas y los acomodó sobre su almohada, ellos soltaron un pequeño suspiro de alivio y se relajaron sobre las suaves telas.

—¿Y ahora qué hago? —el pecoso se susurró la pregunta, debía de regresarlos, pero literalmente el nido estaba a un día de camino y no podía dejar su grupo e irse solo así nomás, además, si hay bebés, debe de haber una madre furiosa en algún lado—, estoy jodido.

Se lamentó, Izuku lamentó su suerte, su vida y su curiosidad. Sinceramente debió de haber elegido la profesión de medicina como se lo había sugerido su mamá.

....

Con su cena completa en mano, Izuku se fue a su tienda con la excusa de que estaba muy cansado, comería y se dormiría de inmediato. Sus amigos solo le dieron la razón porque notaron su cansancio de la caminata que tuvo ese día.

Pero la verdad era otra, Izuku necesitaba darle algo de comer a los pequeños que dormían plácidamente en su cama. Al entrar el pecoso cerró su carpa y bajó la intensidad de la luz que tenía su linterna, colocó el plato de comida a un lado y pensó seriamente si los nagas comían ese tipo de cosas nada más al nacer.

Pero, sabiendo que las serpientes bebés comen alimentos sólidos desde que nacen no le parece muy improbable que no coman lo que les trajo. El omega agarró un poco de arroz y pescado asado, sí, tocaba comer otra vez pez.

Hizo puré la carne blanca y la revolvió con el arroz, haciendo una pequeña bolita suave, hizo lo mismo con más comida hasta tener más de la mitad de su cena en puras bolitas de arroz y carne de pez.
Tomó una que ya estaba tibia y la acercó al uno de los pequeños, al que tenía el cabello negro.

—Chiquitin, ¿No tienes hambre? No creo que hayas comido algo en todo el día. —Izuku frotó suavemente la comida contra su boca y nariz diminuta, el pequeño híbrido comenzó a removerse hasta que sacó su pequeña lengua.

Al saborear el alimento rápidamente se despertó, agarró con sus manitas la bola de arroz y se lo llevó a la boca, Izuku se asustó un poco al ver la forma inusual en que el bebé naga abría su boca para comer todo de un bocado. Por suerte los había hecho bastante pequeños, lo vio masticar y chillar feliz.

El pecoso tomó otra bolita y se la dio, el pequeño naga la comió de nuevo y se enrolló en su mano mientras se frotaba en ella. Parecía feliz y satisfecho con la buena comida, pero con más ganas de comer porque siguió recibiendo pequeñas bolitas.

Los otros pequeños se despertaron y se deslizaron hacia Izuku también, el pecoso tuvo que ser rápido y darle de comer a todos. El plato que había traído quedó vacío rápidamente y los menores estaban ahora más relajados, suaves pero largas sonrisas pintaban sus rostros regordetes y no se querían bajar de su cuerpo.

No pudo evitar sentirse como una madre, orgulloso de que sus bebés estuvieran llenos y felices. Dejando las cosas de lado, Izuku se acomodó en su colchoneta aún con los pequeños encima, ellos se metieron bajo su ropa y quedaron sobre su pecho, le dio escalofríos sentir las escamas tocar su cosquilluda piel.

—Duerman bien pequeños. —el pecoso murmuró mientras acariciaba el cabello de uno de los castaños con suavidad.

Debía de encontrar una manera de llevarlos de vuelta a su hogar, pero mientras tanto disfrutaría del rato con ellos. Izuku bostezó con bastante sueño y cansancio, se acomodó mejor tratando de no molestar a los pequeños y dejó que el sueño lo invadiera.

Aunque, podría jurar que justo antes de irse con Morfeo, pudo escuchar un especie de grito/rugido que sonó como un eco distante en la selva, su agotamiento fue más grande que su sentido común en ese momento.

(...)

No se cuando vuelva a actualizar, se suponía que hoy debía de aprovechar el domingo para hacer tareas y heme aquí xd

Cuando salga de vacaciones de junio nos volvemos a ver uwu espero que les haya gustado el capítulo.

Zaorycast.✨ ✨

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