1° Parte
Narra JiMin.
Otro día más donde les regalaba mi mejor "sonrisa" a todos estos ególatras, haciéndoles pensar que realmente me agradaba ver sus rostros. Patrañas, únicamente me encontraba en este tedioso lugar para satisfacer a mi espléndida familia, sobre todo a mi padre.
— Pero que espléndido encuentro — Una de las tantas mujeres que mi padre se llevaba a la cama luego de un día estresante, según siempre le decía a mi madre: "Fui por un trago, este día fue estresante". Hizo acto de presencia con su sonrisa seductora que únicamente me hizo formar una mueca.
《Mujer Falaz》
— Miriam — ¡Miriam, claro! La mejor amiga de mamá.
— Hipócrita — Susurre con la intención de que los dos me escucharan, pero solo la mujer fue quien al entender lo que había formulado me observó con sus ojos de víbora despiadada.
— Oh, JiMin, que sorpresa verte por aquí, pensé que estarías en tu cuarto repasando uno de tus tantos libros — La forma en la que había dicho aquello me pareció únicamente gracioso, a pesar de venir con otra intención, intención que no fue ni tan siquiera notada por mi progenitor.
— No, me parece más interesante presenciar una cacería de depredadores, que por cierto se devoran entre ellos mimos, luciendo tan falsos con sus familias como con sus amantes — Por fin, la atención de mi padre se posó en mí y justamente como lo quería — ¿No es así, padre? — mofe con ironía, desfigurando aún más el rostro del hombre a un costado mío.
Ignorando mis palabras, mi padre enrollo su brazo en su estrecha cintura (gracias al corsé del vestido) yéndose hasta una de las oficinas privadas.
Voltee los ojos y camine hasta la mesa de tragos para sujetar una copa llena del más fino champagne; sinceramente odio estos lugares, escuchar las risas fingidas de las mujeres y los coqueteos de los hombre me parecían repugnantes hasta el punto de querer devolver la costosa cena que acabamos de tener.
— ¿Noche larga? — gire mi rostro ante la voz a mi costado, un chico de más o menos mi edad se encontraba bebiendo una copa de vino mientras observaba de igual forma a todos los presentes.
— Como no tiene idea — Moví el líquido en mi copa como si fuera lo más interesante, algo que realmente lo era.
— Jeon JungKook — Me extendió una de sus manos y con una sonrisa me invitó a tomar sus delgados falanges.
— Park JiMin — su mano era mucho más grande que la mía, al tocar su áspera palma una corriente de tensión corrió por mi columna, logrando estremecer cada uno de mis sentidos.
En ese momento sus ojos café me observaban como si fuera lo más bello que hayan captado esta noche. Pensé que me diría lo que las jóvenes herederas de esa fiesta me habían dicho durante toda la noche, pero en su lugar solo sonrió.
— Sé quien eres, te he visto rodeado de mujeres bellas en toda la noche, seguramente el señor Park te trajo hasta aquí con la idea de comprometerte con alguna de las tantas.
— Y no te equivocas — solté un suspiro demasiado fuerte que captó la atención de muchos, lastima que eso no duró, cuando apartaron los ojos del peli-castaño y de mi persona pude continuar con mi parloteo — Pero, sinceramente, no me interesa ninguna de estas chicas — Deje la copa a medio vaciar sobre la mesa y gire mi cuerpo para estar cara a cara con aquel castaño, quien al ver mi acción sólo pudo imitarla, dejando su copa a medias sobre la mesa.
— ¿Me estás analizando? — La aterciopelada voz de JungKook me distrajo de mi actual labor, la cual así como había mencionado, era analizar hasta la vestimenta de su presencia.
— Así es, y por lo que puedo notar no eres como todos estos ineptos, ¿quién eres?
— Soy Jeon JungKook, conocido mayormente como JK, el escritor amateur más joven.
— Con qué escritor, interesante, ¿qué te trae por estos lados?
— Quizás una aventura que tengo por vivir, como el inicio de mi propia historia, no lo sé con certeza — El toque coqueto con el que había dicho aquello hizo que un sentimiento cálido se posara en mi gélido corazón.
— Alguna mujer, entonces — asintió.
— Puede ser.
Ese "puede ser" hizo que mi sistema hiciera un corto circuito dentro de mí. Pero, ¿qué rayos me sucede? No debería de sentirme tan cohibido por un hombre, no cuando yo también soy uno.
Estas leves emociones me alteran, me estoy comenzando a asustar por todo esto. ¿Acaso estoy siendo seducido por este individuo? Pero qué tontería. Un hombre siendo seducido por otro, eso es una atrocidad en este mundo.
— JiMin, oh... ¿Quién eres? — Oportuno momento de aparecer, vamos no podía tardar más.
— Señor Park, un gusto, soy Jeon JungKook el...
— El escritor prodigioso del que todos hablan — Una mueca de disgusto acompañaron las palabras dichas por mi padre.
— Veo que sabe de mí — ¿acaso se molesto? Pero, bueno, no era como si mi padre lo hubiera dicho con su mejor tono de voz — Bueno, JiMin, fue un placer conversar contigo, espero poder encontrarnos algún día.
— En estas grandes calles, lo dudo un poco — Le sonreí — También fue un placer para mi, joven prodigio — con una sonrisa más un guiño fue lo último que me regaló antes de desaparecer.
— No te quiero cerca de ese chico, es alguien de una clase más baja que nosotros.
— No me puedes ordenarme nada, si quiero volver a verlo es mi problema.
Diciendo eso último salí de aquel sitio, dirigiéndome hacia el lugar en el que había visto por donde se había ido.
Camine por todo el pasillo, pero aún no había señales de un castaño, no hasta que lo vi salir del cuarto de baño, con su saco a medio poner y algunos botones de su camisa sueltos.
No se dio cuenta de mi presencia por lo que camino hacia la salida, mi cuerpo lo quería seguir pero quedé congelado ante la imagen de una joven saliendo del mismo cuarto, alisando la falda larga de su vestido y arreglando el tocado de su cabello.
Seguí al peli-castaño hasta la entrada, donde lo encontré sentado con un cigarro en mano.
Su mandíbula estaba tensa, como si lo que acababa de pasar no fuera suficiente, como si algo le molestará. Me fijé en cada una de sus marcadas facciones, encontrando una pequeña cicatriz en el pómulo izquierdo, su nariz a pesar de no ser perfecta, contrastaba con las proporciones de su rostro, realmente era uno de los hombres más buenmozo que había visto.
Salí de mi escondite, encontrando un lugar a un lado de su cuerpo.
— Veo que no fui el único que busco una salida de ese lugar — Agache mi rostro ante aquellas palabras, suerte que no me había notado desde antes.
— Mi padre es una molestia, perdona si dijo algo que no fue de tu agrado.
— No te disculpes en su nombre — Una fuerte calada al cigarrillo, seguido de un suspiró soltando todo el humo de su boca.
— Puedo preguntar, ¿por qué está molesto?
— Un disgusto, es todo — No era la respuesta que esperaba, pero me dio la sensación de que mi sospechas eran ciertas, no la había pasado tan bien con aquella chica.
Extrañamente aquello solo me alegraba, miré hacia las estrellas que adornaban esa noche, muy pocas eran visibles, pero aún así la hacían ver muy bella.
— No quiero regresar adentro ¿le parece si nos escapamos de este lugar? Digo, tampoco está tan feliz en este lugar.
No respondió, mas, sin embargo si sonrió hacia mi persona; tomando mi mano y levantándose de un solo, me arrastró hacia las gélidas calles de Londres.
No sabía hacia adónde me llevaba, solo me dejaba llevar por la noche y la adrenalina de no haber sido obediente a las órdenes de mi padre.
Justo después soltó mi mano, soltando un fuerte grito de liberación, por acto reflejo tape mis oídos ocasionando que sus carcajadas aumentarán.
Al parecer no solo yo quería escapar esta noche. Pero, no solo habíamos escapado esa noche, las continuas a esas fueron lo mismo, escapadas nocturnas a bares, parques y conciertos. Sin que nadie nos encuentre.
Desde ese día había encontrado a la única persona que había sido transparente conmigo en un principio... Cuya persona es la causante de los estragos en mi cabeza por las noches, de mis insomnios y mis leves lágrimas por no saber que me sucedía.
Para mi fortuna, había sido cautivado, había caído en los encantos de alguien más, para desgracia de esa persona y mía, lo que sentía no podía hacerse realidad, porque me enamoré de un chico, siendo yo también uno.
— JiMin, hijo, que bueno que regresaste — Mi familia estaba esperándome en la sala, pero no eran los únicos, dos mujeres también estaban ahí, una de la edad de mi madre y otra un poco más joven.
No evite mi ceño fruncido y con un poco de recelo me acerque a ellos, aún manteniendo una distancia prudente por si necesitara huir de ese lugar luego de lo que se avecinaba.
— Hola — Mencione indiferente, observando a la mujer mayor, quien sonreía emanamente por el ambiente, que al parecer era el único que notaba un poco tenso el lugar.
— Mejora ese saludo, no es digno de ti — suspire cansino, odio que me traten como un crío, únicamente quería salir de esa sala y encerrarme en mis aposentos durante toda la tarde.
— Al punto padre — mi postura firme solo le causó gracia y, eso solo incrementó mi desconcierto.
— Alguien está algo ansioso — Los mayores rieron a carcajadas, únicamente éramos la chica y yo quienes no nos causó gracia alguna — Pronto tomarás las riendas de nuestra familia, poseer lo que te pertenece, seguir los pasos de tu abuelo y míos en la empresa familiar — se apartó de mi madre y caminó a pasos decididos hacia la joven, quien ni se había movido de su lugar; extendió su mano para que la tomara, lo cual hizo y se puso de pie, demostrando su bien puesto vestido a la pantorrilla — Pero, antes de eso, tienes que crear tu propia familia, casarte con alguien de nuestra clase — La joven se giró hacia mi persona, permitiendo presenciar lo bonita que era, su cabello rubio caía como una cascada, algo extraño, teniendo en cuenta cómo era esta aristocracia; su maquillaje sencillo resaltaba su piel blanquecina y sus ojos color verde esmeralda me analizaron de pies a cabeza - Hijo, te presento a Camille White, tu prometida y futura esposa.
Mi respiración se irregulo y mis signos vitales se enloquecieron; me niego, primero muerto antes de casarme por conveniencia.
Una boda arreglada era lo último que quería en mi vida, más ahora que tenía dudas sobre si esta era la vida que deseaba; quería reclamar, negarme, pero mi padre no me lo permitió.
— No quiero berrinches, se hará lo que está acordado, así que guárdate lo que tengas que decir.
No dije nada, simplemente me di la vuelta y subí las escaleras hacia mi estudio; se que la joven Camille no tiene culpa de las estupideces de mi familia.
Luego de eso me vi consumido por las órdenes de mi padre, y mi tiempo con JungKook se había limitado, hasta el punto de no poder verlo. Estaba cansado, me obligaban a tener citas con Camille, algunas veces la dejaba sola en esos lugares y en otras ni tan siquiera daba la cara.
Pero como dicen, no todo era color de rosa, no en mi vida; y es que, una noche en la que habíamos decidido salir nuevamente, en la que escapé de mi hogar y fuimos hacia algún bar que frecuentamos seguidamente desde que nos conocimos; lo que había parecido como solo una noche más a las anteriores, no fue así.
Al estar un buen rato en ese lugar un chico de cabello castaño y ondulado se acercó y tomó asiento en las piernas de mi acompañante, quien solo tomó la cintura de este y estampó sus delgados labios en los del desconocido por mi persona. Ante aquel acto solo opté por salir corriendo, y así lo hice, corrí hacia la salida del bar, con mi pecho doliendo y las ganas de arrancar mi corazón y deshacerme de aquellos inútiles sentimientos que únicamente me hicieron más vulnerable.
En un segundo me encontraba sumido en una melancolía, esta vida no es la mía, mi vida está en las falsedades de este país, rodeado de gente con doble moral, incapaz de salir de ahí. Ese solo momento me confirmó cuál era mi lugar.
Pediría un taxi hacia mi hogar, no había traído ninguno de mis autos, porque había venido con el castaño que estaba adentro; justamente cuando uno se detuvo cerca mío, una mano tomó mi muñeca con delicadeza y una voz golpeó mi oído como una brisa cálida.
Gire mi rostro encontrándome con sus ojos angustiados y sus rostro detonando una molestia en mi interior.
¿Por qué me buscaba en lugar de quedarse con el pelí-cafe?
— JiMin...
Primer capítulo, el encuentro entre estos dos me ha dejado un poco insatisfecha, pero se hace lo que se puede, aún así el resto... mejor sigan leyendo.
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