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2° Parte

— JiMin, ¿Qué sucede? — Su rostro está desconcertado y muy angustiado, algo en su voz me hizo volver a sentir una opresión en mi pecho — ¿Por qué saliste corriendo? — ¿Realmente está preocupado por mí?

— No tengo nada que hacer aquí — mire hacia el establecimiento — Deberías regresar, tú si tienes una razón para quedarte.

Mi taxi en ese momento desapareció, ahora tendría que esperar a que otro se acercara.

— ¿Qué? — Y ahí estaba, su rostro lleno de desconcierto, como si no estuviéramos en la misma sintonía.

— ¿Por qué no me dijiste que eras homosexual? — observe sus ojos, esos oscuros ojos que mantenían en la oscuridad tantos secretos.

— ¿Cómo? — su mano soltó mi hombro y apartándose unos centímetros de mí.

— Por lo menos te hubieras alejado un poco de mí para profanar la boca de ese chico — mi voz escapaba de mis labios y las palabras formuladas por mi lengua sin que fuera aunque sea un poco consciente de lo que estaba diciendo.

— Lo soy, soy homosexual, uno de los tantos chicos que quieren ser libres y dejar de ocultarse en esta sociedad llena de hipócritas.

— ¿No tienes miedo? — Fruncí mi ceño, no entendía el comportamiento de este chico — Puedo irme en estos momentos y decirle a la reina lo que eres, que te manden a la horca por ser un pecador.

— No lo harías — su sonrisa de lado, esa que me había regalado muchas veces, con la única diferencia de que antes habían sido sonrisas de complicidad.

— No estés tan seguro, deberías de tenerme miedo.

— Tengo miedo, pero no precisamente de ti — sus manos sobre las mías, su mirada estaba clavada en la mía, ¿Qué estoy haciendo? Debería de ir a casa, decirle a mi padre, pedirle a los guardias de la reina que encerraran a Jeon. Pero, en su lugar estoy anclado en esta acera, enfrente de este chico — Porque se que no quieres que me encierren, no quieres verme morir en esa horca.

Mis lágrimas aparecieron, haciendo evidente que así es, no quiero, no puedo verlo ahí, en esa situación cuando soy igual, soy uno de los tantos que quieren ser libres de esta sociedad. Baje mi cabeza, soltando los sollozos que estaban estancados en mi garganta, sintiendo como los brazos de JungKook me sostenían de la cintura, haciendo que me ocultara en su pecho.

— Lo siento, lo siento.

— No has hecho nada JiMin, tranquilo.

— Lamento decirte todo eso, lamento tratar de lastimarte de esta forma tan cruel, sobre todo porque estoy siendo un hipócrita de doble moral — saque mi rostro de entre su pecho, quería decirle, no importa si no soy correspondido, si aquel peli-café es su pareja, sin importar nada más que mis sentimientos hacia él — Pero no lamento amarte.

Su rostro no mostraba nada, era una hoja en blanco que no lograba descifrar. ¿Por qué no reacciona? Aunque sea una mueca de desprecio, enojo, lo que sea, pero que haga una reacción. Esto solo me estaba lastimando más.

Sus manos dejaron de hacer la leve presión en mi cintura, sus dedos ya no acariciaban esta y solo me hizo cuestionarme si lo que acabo de hacer es lo correcto, ¿confesar mis sentimientos fue lo correcto?

Un gemido de dolor escapo de mis labios mientras volvía a bajar mi rostro; que estúpido, cómo llegue a pensar que me correspondía, si luego de ver como ese chico llegaba y besaba esos labios con los que tantas veces soñé, desee sentir, realmente soy un idiota por pensar y tener la leve esperanza de ser correspondido.

— Jajaja — levante mi rostro ante aquella risa, JungKook estaba riendo, su rostro oculto entre sus manos, giró dándome la espalda mientras saltaba y daba gritos eufóricos — Dime que no estas jugando — Me tomó de los hombros pidiéndome una respuesta, pero mi estupefacción no me dejaba formular palabra alguna.

— ¿Cómo podría hacerlo? — Sonreí a causa del brillo en sus ojos.

— JiMin, ¿eres consciente del peso de tus palabras? Yo acepto ser lo que soy, no provengo de una familia como la tuya, siempre he estado solo — Mi familia, un peso en lo que soy.

Suspire cansino; claro que soy consciente, sé a qué guerra me estoy enfrentando, pero es mi guerra, mi lucha. Mis padres han hecho todo por ellos mismos, sin darme oportunidad de ser quien soy, de descubrirme en esta sociedad.

— Lo soy, pero es lo que más me motiva a no rendirme, si tengo que morir en la horca por descubrir quién soy, lo haré, pero no me arrepentiré — Mis palabras y mis pensamientos me estaban asombrando, ¿Es que acaso he perdido la cabeza? Sí, pero la he perdido por este castaño frente a mí.

— ¿Y tú compromiso?

— ¿Qué con eso? Solo es un acuerdo de mis padres con esa familia, nunca tuve voz y voto en ese arreglo.

Deseaba con el alma besarlo, ser acorralado entre ese pecho fornido, apresado por esos brazos. Pero tenía que contenerme, no puedo arriesgarlo a él por mis deseos. La poca distancia que nos separaba desapareció, Jeon se plantó frente a mí para acercar su boca a mi oído.

— Tampoco lamento amarte — Su aliento cálido chocó contra el lóbulo de mi oreja, ocasionando una reacción que solo lo satisfacio y a mí me avergonzó.

Tomo mi mano entre la suya empezando a caminar hacia el lugar donde se encontraba nuestro transporte de esta noche. Mi mirada cayó en nuestras manos, encajaban perfectamente, sonreí y sentí como mis mejillas cogían un poco de calor; al parecer él también noto nuestras manos juntas.

Al encontrar su auto; Jung esperó a que subiera en el asiento del copiloto, para después tomar su lugar; encendió el motor y empezó a conducir por las calles solitarias de Londres.

Mientras íbamos de camino sin yo ser conocedor del recorrido, únicamente observaba los edificios y las luces de la ciudad.

Luego de unos minutos nos detuvimos frente a un edificio, seguramente donde era el hogar del castaño; bajamos e ingresamos, nos recibió un ambiente cálido en la recepción, la cual estaba vacía.

Subimos por las escaleras; pero antes de entrar, sentí como mi cuerpo era acorralado entre la pared y un cuerpo frente a mí.

— Lo siento, pero ya no soporto esperar.

— ¿Qué su...? — Mi pregunta quedó estancada en mi garganta, mis ojos permanecían abiertos ante la sorpresa de sentir esos finos labios sobre los míos; mi corazón quería salir de mi pecho y estaba seguro que su sonido llegaba a los oídos de quién los estaba causando.

Con un titubeó empecé a mover mis labios, tratando de seguir el ritmo que los contrarios demandaban sobre ellos. Mis ojos se cerraron con la imagen de los contrarios, los cuales estaban de la misma forma.

Sentir su temperatura tan cerca de mi cuerpo, esos finos y dulces labios acariciando los míos; todo, absolutamente todo se siente como un sueño.

No quería separarme, no quería dejar de sentir aquellos aterciopelados labios, pero, aún sin poder impedirlo, nuestros pulmones necesitaban oxígeno. Con un pequeño hilo de saliva, el cual era lo único que nos unía, aparte de nuestras miradas clavadas en la contraria; sonreí, sonreí como un estúpido, porque esto es lo que quería desde que lo conocí, esto es lo que mi corazón tanto ha anhelado.

— No podía resistirme, tus labios me llamaban desde que te conocí, pero tenía que rechazarlos, porque temía a tú reacción — Sus falanges viajaron a mis carbonizados cabellos, acariciando estos sin apartar sus hermosos luceros.

— Yo deseaba que no lo hicieras más, si no lo hacías tú, tendría que ser yo quien diera ese paso — tome su mano y la lleve a mis labios para dejar un casto beso en esta.

¿Qué si temía ser descubierto por estar en un lugar visible al mundo? Mi respuesta es sí, sí temo, pero no por las razones que todos piensan, no le temo a esta sociedad, le temo a tener que alejarme de él.

Si por mi parte fuera, esta maldita sociedad sería diferente, un lugar donde todos podrían tomar caminos diferentes a los demás; ser únicos, ser soñadores, ser libres.

Retomamos nuestro camino, riendo entre nosotros, plantando uno que otro beso en la piel del otro, logrando por milagro no perder la cordura, aún.

Entre escalón y escalón, era un latido más rápido que el anterior, anticipando lo que mi cabeza lograba transmitirme entre la espesa neblina que cegaba todo dentro de mí.

Llegamos a su pequeño hogar, unas paredes de color azul grisáceo, y los muebles en tonos negros y blancos. Podía percibir la tranquilidad solo con inhalar el aroma a lilas; la puerta tras de mí se cerró y sentí como unos brazos me abrazaban por la espalda.

— Aquí vivo — su rostro se posó entre la curvatura de mi cuello dejando un pequeño beso húmedo en este — No es como lo esperabas, ¿cierto?

— Honestamente... — incline mi cabeza dándole más libertad — Es como lo había imaginado, siento que es mi verdadero hogar — acaricie sus brazos en mi torso con parsimonia, dejando escapar una pequeña risa sutil.

— Entonces... — con algo de fuerza y determinación hizo que volteara uniendo nuestras frentes, sentí su respiración golpeando como una brisa fresca en mi rostro — Bienvenido a casa — Susurro y me perdí en su mirada.

"Bienvenido a casa", tres palabras que desmoronaron mi estabilidad, mis piernas flaquearon, me sentía drogado a causa de ellos, de aquella voz que había acariciado mi rostro.

Con osadía tome sus mejillas entre mis manos y junte nuestros labios en un beso afectuoso, cálido, tímido, pero sobre todo, un beso entre nosotros dos, entre dos amantes que recién aceptaban sus sentimientos mutuos.

Sus labios acariciaban dulcemente los míos, sus brazos rodearon mi cintura hasta posarse en mi espalda, acercándome más a su cuerpo, su lengua tocó vacilante mi labio inferior, pidiendo permiso a ingresar y aventurarse a conocer mi boca, permiso que fue concedido al dejarla ingresar, encontrándose con mi sinhueso y creando una guerra entre ellas, donde las dos querían demandar un ritmo entre nuestras bocas.

JungKook comenzó a acariciar mi espalda, dejando a su paso mi piel ardiente; por mi parte, acariciaba su nuca, por momentos dando pequeños tirones a los vellos de esta, sacando gruñidos y unos cuantos roncos gemidos que eran callados por mis labios y viceversa.

Me separé levemente para dejar escapar un jadeo ante la intrusión de sus dedos, acariciando esta vez piel con piel; aún con nuestras ropas puestas, con leves tropezones empezamos a caminar, riendo por nuestra travesía.

Sentí el reposabrazos del sofá bajo mis muslos. Tome asiento dejando que Jeon se acercara más, permitiendo que quedara entre mis piernas, donde apretaba sus muslos con los míos ocasionando que la temperatura en ambos aumentará mucho más.

El pequeño apartamento se sentía como si estuviera en medio de un incendio, la temperatura en nuestros cuerpos haciéndonos sudar y jadear.

Me separé lentamente, con el labio superior de JungKook siendo apresado por mis dientes.

— Esto está tomando otro curso, no es lo que tenía en mente — Mención con leves jadeos a causa de la adrenalina que he de suponer es menor que la mía.

— ¿Qué tenías en mente? — pregunté, dejando escapar un soplido sobre sus labios estimulados por los míos, la consecuencia me satisface en demencia, ver sus ojos cerrados mientras sus labios estaban entreabiertos y apretaba uno de mis muslos. Sí, esto se nos estaba yendo de las manos.

— Ver una película mientras te tenía preso en mis brazos, acariciar tu cuerpo y quedarnos dormidos juntos, sobre este sofá sin importar lo incómodos que deberíamos estar, solo nosotros en nuestra burbuja.

¿Es que acaso este hombre podría desbocar más mis latidos por él?

¿Cómo puede ser tan tierno, aún estando en esta situación tan caliente?

Sonreí y oculte mi rostro en su pecho, inhalando su amargo aroma a café recién hecho por la mañana. Me encanta, me hace sentir drogado, plenamente feliz.

— No importa lo que hagamos, solo quiero pasar esta noche contigo — mis palabras fueron opacadas por su pecho, pero estaba seguro que él logro entenderme.

— ¿Solo está? — negué, aunque pensé era solo un capricho donde solo quería ser besado, tocado y profanado por Jeon. Pero no es así, desgraciadamente había caído completamente, no solo quería una noche o unos cuantos toques.

— No — me levanté, tratando de que mis piernas no siguieran temblando ante la mirada llena de lujuria, deseo y... Amor — Deseo estar a tu lado todos los días, tardes y noches que tengo aún por vivir, pero quiero vivirlas contigo, no con cualquier persona.

Retomamos nuestra lucha de poder nuevamente, pero está vez fui tomado de los muslos, donde por acto reflejo las enrollé en su cintura, rodeando también su cuello con mis brazos.

Pensé que nos quedaríamos en la sala, donde después de esta batalla haríamos lo que él castaño tenía en mente; pero, drásticamente esos planes cambiaron al verme nuevamente acorralado por la pared continúa a la sala. Me separé para observar mejor el lugar, dejando que JungKook besara con tanta pasión mi cuello; a mí derecha había un pequeño pasillo con dos puertas.

Atrapé su rostro obligándole a dejar mi cuello tranquilo, para yo ser ahora quien mantuviera un control sobre su boca.

— Tú decides — susurro sobre mis labios.

Teníamos un plan desde que llegamos, Jeon solo quería que lo acompañara esta noche, y buscaba lo mismo, pero todo cambió desde que ingresamos por esa puerta.

¿Qué quería? ¿No estamos yendo muy rápido?

Estaba esperando una respuesta, su mirada lasciva analizaba mi rostro en busca de una.

— Tu habitación.


Uhhh, esto no lo vi venir, en este capítulo mi mente se apoderó de mis manos. Lo siento si el lemon no es de su gusto, soy algo nueva en esto.

Siguiente y último capítulo, ya regreso.

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