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Capítulo 12. Cercanía

A los días luego del anuncio, mi padre le ha respondido al rey Dalton algo emocionado a según, no les miento cuando digo que esto me asusta, me entristece también, son cosas que pude haber evitado si hubiera tenido el valor de enfrentar a mi madre, y defender lo que creía bueno para mí, simplemente me sumergí en la negación y me entregué al miedo, mientras ocurría todo eso, me entregue al juego del placer, un mundo que no conocía y quizás en algún punto un tanto beneficioso, de poder.

Era obvio que Miles se molestaría, renunciaría y no quisiera ni verme... Y si, si pasó eso, no quiso nada conmigo después del anuncio. Me pidió unos días libres mientras pensaba si seguir trabajando como mi guardián o simplemente renunciar e irse lejos, en el fondo esperaba que siguiera trabajando para mí, no por egoísmo, sino que era quien realmente me conocía y perderlo más de lo que ya lo he hecho me partiría aún más el corazón. Así que decidí buscarlo, me enteré que ya había llegado a la provincia pero que estaba en la cabaña que se le otorgo, así que fui.

Al llegar, me bajé la capucha del abrigo que cargaba, observé a los lados y luego toqué, nadie abrió. Volví a tocar, sin respuesta. – "La tercera es la vencida" – pensé. En el tercer toque, abrió, me miro de arriba abajo con un semblante muy serio, luego hizo una reverencia y se apartó de la puerta, entre.

-Miles... vengo a saber tu respuesta, llevó días sin saber de ti y...

-Sí, ya tomé una decisión, pero antes... – diría el caminando hasta ponerse frente de mi – jamás, jamás pensé que tú me amarías y me harías tanto daño Esmeralda, hace 3 años juramos amarnos y luchar por esto ¿Y tú que hiciste? Lo tiraste todo a la basura.

-Miles no es como parece, no es así, te lo juro – dije posando mis manos en su rostro, este cerró los ojos y rápidamente las apartó

- ¡No! ¡Si es así, Esmeralda! ¡Eres una zorra tonta! Jamás pensé tal traición de tu parte, no te lo había dicho antes por qué quedaba un poco de esperanza en que renunciaras a esta idea de casarte con alguien que no amas – lo miré con los ojos cristalizados – Me usaste, jugaste con mi amor y nuestro juramento... realmente no me amaste... tú y los de tu clase son iguales – diría el con cierto tono de asco.

-No, Miles. Si te amé, te amo, por favor escúchame, no podía renunciar a esto, era mi deber, no pude enfrentarme a mi mamá...

-Eres una cobarde – dicho eso se iba a retirar, pero simplemente me miro, yo lo miré con un tremendo nudo en la garganta, abrí la puerta y me retiré, me fui sin respuesta, pero si con su opinión y su dolor en mi mente.

Luego de unos días regreso al palacio, es decir tomo la decisión de seguir siendo mi guardián, aunque con cierta distancia, intente hablar con él y explicarle, pero como él decía yo era una zorra tonta y cobarde. Se sentía traicionado, era lógico que se sintiera así.

Me dirigí hacia el jardín estaba buscando a Janette pero no estaba en ninguna parte del palacio, hasta que vi a María – María – esta se detuvo, me acerqué rápidamente – ¿Has visto a Damon? – me miro, y negó para luego hacer una reverencia y retirarse.

Al rato, yo estaba en las caballerizas, extrañaba a princesa, una voz me hizo volver a la realidad, era Janette.

- ¿Qué haces? – preguntaría con una sonrisa

-No mucho, no sé dónde está Damon quedamos en ir a Montier hoy, pero... ¿has visto a Damon? - está niega, y vio por arriba de mi hombro, por un lado, volteé, Marian venia hacia nosotras, respiré profundo, quería quitarme a Marian de encima con ella no puedo hacer mucho, aquella vez que visité a Miles fue para mí una travesía quitármela de encima fue un desafío que tuve que recurrir a Damon.

-Tu mamá ya está por llegar, mi querida Esmeralda. Vine acá buscándote para decírtelo - anuncia Janette, yo asentí.

Por la noche, mis padres habían llegado al palacio ambos parecían muy contentos porque me casaría más pronto de lo pensado, estuvimos hablando por mucho rato, luego fuimos a cenar, quisiera decir que la conversación fue de mi agrado, pero realmente me sentía mal así que no le presté mucha atención al asunto hasta que:

-Esmeralda, Damon nos ha comentado que has querido montar a caballo pero que no te acostumbras a los caballos de aquí – diría mi padre sacándome de mis pensamientos, yo asentí – Bueno, te traje una sorpresa – lo miré confundida, luego miro al Rey Dalton ambos sonrieron – A partir de mañana puedes ir a montar a caballo con princesa

- ¡¿Trajiste a princesa?! – dije con una sonrisa y algo emocionada, el asintió mientras reía – Pensé que no había mejorado de su enfermedad – Él se acercó a mí, me dio un tierno beso en la frente y me vio.

-No, ella está más que sana, y tu felicidad es la mía hija.

-Te quiero papá – dije levantándome para abrazarlo.

Al día siguiente mis padres tenían que irse, así que antes de que se fueran me acerqué apresuradamente a mi madre.

-Madre quería comentarte algo rápido – me miro extrañada – sé que estás sola allá, y no tienes quien te acompañe y quería pedirte que te llevarás a Marian para que te hiciera compañía

-¿Y quién sería tu compañía aquí? No te puedo dejar sola – diría mi madre no muy convenció ida

-María, ella hace poco dejo de ser compañía de la reina Janette. – Mi madre solo me miraba – Te prometo que no tendrás quejas de mí, y me comportaré – Luego de unos minutos debatiendo fue hacia mi padre supongo a debatir lo propuesto por mí, luego miraron a Marian y la llamaron, yo solo miraba a Janette que se había puesto al lado mío

- ¿Tu qué crees que estén hablando con Marian? – diría Janette

-Que se la van a llevar – dije en un tono de seguridad, Janette volteo a verme le extrañaba tanta seguridad. – Le dije que María sería mi compañía para que sepa ¿No habrá problema con ello? – esta negó. Vimos como Marian camino rápidamente hasta su habitación y al rato regreso con una valija. Nos despedimos de mis padres, por dentro me despedí de Marian.

Pasaron los días, Damon y yo nos volvimos más cercanos es como si el tiempo los estuviera acercando y alejando de otras personas. Lo que sí sabíamos es que, ya dentro de dos días era nuestra boda. Ante todo, esto quise aclaras las cosas con María que había tomado una actitud un poco grosera conmigo, sé que ella ama a Damon y era lógico que se molestara conmigo, luego de hablar, simplemente se mantuvo en silencio y se retiró no me dijo nada, y tampoco le dirigió la palabra a Damon. 

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