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Capítulo 6: Día diferente


Era un día como cualquier otro, soleado, fresco y otoñal, esta vez estaba libre quería aprovecharlo al máximo, así que fui al reino de Montier, quedaba a unas dos o tres horas del reino de Quiroga, recordé que Louisa me hizo prometerle que cuando estuviera libre fuera a verla así que tenía que cumplir. Al llegar a Montier, camine hasta las afueras de la casa de Louisa Sallow, toque la puerta dos veces y escuché un grito que venía desde adentro de la casa-

—¡Voy! — Estuve un rato esperando que me abriese, hasta que se volvió a escuchar su

voz dulce — ¿Quién es? — Escuché desde la puerta.

—Yo, Miles — Abrió enseguida, dejando ver su cuerpo, cargaba esos vestidos de dormir casi transparentes, era de color marrón, desvié la mirada a otro lado.

—Oh vaya, disculpa que me veas así es que me acababa de despertar, pasa —Accedí a su petición, pase y me quede en la sala de estar — Voy a... cambiarme, Miles — su mirada expresaba alegría y dulzura, una mirada que no ha cambiado al pasar de los años, yo solo asentí. Vi cómo se marchaba a su alcoba, contoneándose y meneando sus pronunciadas caderas, su belleza era escultural y muy sexy a la vez. Escuché que algo se cayó y luego un grito ahogado, subí sin pensarlo y de prisa.

—¿Está todo bien, Louisa? — dije desde las escaleras, al no recibir respuesta alguna, decidí encaminarme hasta su alcoba, al entrar veo un frasco en el piso y la ropa que ella tenía anteriormente en la cama — ¿Louisa? —

—¿Qué paso Miles? — Louisa entraba a su alcoba con una toalla miniatura envuelta en todo su cuerpo, dejando solo ver sus largas piernas, su cabello estaba mojado, todo su cuerpo goteaba por el baño que se dio, la mire de arriba abajo con algo de deseo, baje la mirada cuando caí en cuenta que no podía verla así — Ay, Miles, no te apenes — soltó una risita. Ella se acercó a mí, tocando mi rostro con sus manos delgadas, suaves y húmedas, hizo que la viera — Espérame a fuera, cariño — A pesar de su dulce voz, sonaba más como una orden que como una simple petición. Salí de la alcoba a esperarla a fuera en la sala principal, si seguía con ella en esas circunstancias no sé qué habría pasado, Louisa es mi amiga, una amiga que no he visto durante años que no ha pasado desapercibida ante mis ojos.

—Estoy lista — Anunció ella ubicándose en medio del salón — Bien, honorable Miles ¿Qué haremos hoy? — diría en un tono agradable y juguetón, la observe, llevaba un vestido marrón con un escote que hacia realzar sus atributos, mangas largas y con guantes de transparencias — Lo que tú quieras, Louisa —

—Qué te parece si me acompañas al mercado por algunas frutas, algo de comida, agua y nos vamos a las cercanías del lago que nos gustaba frecuentar ¿recuerdas? — Asentí — Vamos entonces — sonreí.

Salimos de su casa rumbo al mercado, este no quedaba muy lejos de la casa de Louisa, unas dos o tres casas y ya habíamos llegado, estaba bastante concurrido, mucha gente se encontraba comprando, vendiendo o comiendo de lo que consiguiesen en el mercado.

—¿Qué tal estas manzanas acarameladas? — Louisa tomó una y me la dio, luego agarró otra para ella.

Miré a la manzana con gran aflicción, me recordaba a mi madre; todos los viernes de cada semana veníamos al mercado a comprar de estas y nos sentábamos afuera de la casa a hablar, ver a las personas pasar o leer cualquier libro que ella quisiese leerme, luego de que murió nunca comí más de aquellas manzanas.

—Eran sus favoritas ¿verdad? — Asentí — Sabias que tu mamá siempre te va amar ¿no? Ella siempre quiso lo mejor para ti, Miles —

— Lo sé... — mordí la manzana, no recordaba lo deliciosas que eran — ¡Están buenísimas!

Louisa se reía, agarró más manzanas, algunas naranjas, melocotones, pagó y nos retiramos del mercado. Caminamos hasta su casa, ella quería buscar unas cosas antes de irnos, y así como entró, salió.

—Vamos, ahora sí —

El lago no quedaba muy lejos, estaba a los lados del castillo de los reyes, el pueblo se le tenía permitido ir y entrar de este hasta ciertas horas ya que los reyes decían que era parte de su castillo y tenía que seguir manteniéndose así.

—Oye, Miles ¿hoy no te tocaba cuidar a tu princesita? — Louisa rió a lo último, pero yo sabía por su tono de voz que hablar de Esmeralda le molestaba.

—Sí, pero tenía día libre hoy, así que tome tu palabra de venir a verte — Louisa paró, y me vio — ¿Qué? ¿Por qué me miras así? —

—Por nada, tonto — siguió caminando un par de metros más y paró en seco

—Ves ya llegamos al lago ¿lo recordabas así? — El lago seguía igual, arboles verdes, arbustos hermosos llenos de flores, el lago seguía siendo de agua cristalina con patos nadando en él, era hermoso.

—Esta tal y como lo recordaba, Lou.

Pasamos el resto del día a las orillas del lago, mojándonos los pies, comiendo frutas, bebiendo licor y hablando de bajezas, nuestra niñez y cosas que hemos vividos al pasar de los años; me era imposible no impresionarme con Lou, era encantadora, hermosa, sarcástica, petulante y vivaz, pero como amaba escucharla, desde pequeños siempre fue así, toda mi atención fue directo hacia ella, ella es alguien totalmente impresionante.

—Oh, vaya, está cayendo la tarde, Miles — Se levantó con algo de vacilación en sus pasos, me levante rápido y la sujete antes que se cayera, ella soltó una risa — Gracias, buen hombre —

—Lou, estás pasada de copas, no puedo dejarte sola — Agarre las cosas sin soltarla, Lou me sujetaba fuerte del brazo — No seas tonto, Miles... estoy bien.

— Bien ebria — aclare.

En el camino a casa pude observar mucho más alboroto del usual, había personas corriendo, otras que simplemente salían de sus trabajos, o del mercado, o de alguna tienda. Un hombre más o menos musculoso se nos acercó, vio a Louisa, su mirada era de total preocupación.

—¿Qué pasa, Martin? — Se incorporó Louisa, intentando mantenerse de pie, el hombre con una respiración agitada, señaló hacia la casa de Louisa.

—Louisa, tu casa está envuelta en llamas, no sabemos cómo inicio... ¡Pensábamos que estabas ahí! ¡Bendito estás bien! —

Louisa inmediatamente me soltó y empezó a correr, no duró mucho porque cayó por su estado de ebriedad, la ayude a levantarse rápido — Vamos, Lou, tranquila — Caminamos lo más rápido posible para su casa, y efectivamente su casa estaba envuelta en llamas, los del pueblo estaban buscando agua para apagar el fuego, todos estaban ahí, ayudando, Louisa estaba en estado de shock, se soltó de mí, caminó lentamente unos pasos cerca de la entrada de su casa, para luego caer arrodillada al piso, me le acerqué, en ella solo se escuchaban sollozos, lagrimas caían por sus mejillas, yo solo pude abrazarla sin soltarla.

— Lou... —

— Era la casa de mi mamá, mis cosas, sus cosas están ahí adentro... quemándose — Louisa se aferró más a mí, su voz estaba quebrada, sus ojos cristalizados, alrededor de nosotros las personas que estaban apagando el fuego, poco a poco se estaban yendo del lugar; Louisa se levantó — ¿Ahora donde me quedaré? No tengo a nadie — una lagrima bajó por su mejilla derecha a lo que yo seque.

—Quédate en mi casa el tiempo que quieras — Louisa me miró sorprendida por la propuesta.

—¿Estás seguro? — Asentí — Bien acepto la propuesta, pero me quedare hasta que consiga donde vivir ¿Vale? — diría en un tono de voz más calmada.

—Como tú desees, mi querida Lou — La abrace para calmar sus sollozos, esta aceptó mi abrazo, me abrazó fuertemente y sin soltarme.

—¡Louisa! — Escuchamos un grito, nos separamos al instante — Louisa ¿Estás bien? Benjamín se veía algo preocupado, la agarraba por todos lados, examinándola — Hueles a licor ¿Estuviste bebiendo? Te puedes quedar en el palacio, si quieres — Louisa miró con cierto asco y agarró ambas manos de Benjamín e hizo que la soltara.

—Estuve con Miles todo el día — Me miró y Benjamín volteó de inmediato, algo confundido.

—¡Hey, hermano! Qué bueno que estás aquí — Asentí con el entrecejo marcado, la actitud de Louisa y Benjamín me desconcertaba.

—Louisa ¿Qué vas a hacer? — Pregunté debido a la propuesta de Benjamín.

—¿De qué hermano? — Preguntaría Benjamín viéndome y luego a Louisa.

Mire a Benjamín — Hermano le ofrecí que se quedara en mi casa mientras tanto solucionaba un lugar para ella — Benjamín me miró con desdén.

—No, tranquilo, hermano, ella se quedará en mi palacio — Diría Benjamín en tono demandante cosa que a Louisa no le gusto, lo miró con algo de desprecio, luego se puso a mi lado.

—Me iré con Miles ¿Tienes algún problema con ello? — Ella frunciría el ceño, mirando con algo de odio a Benjamín — Puedes ser el príncipe del reino, pero de lo que en mi concierne no eres quien para decidir y mandar sobre mi persona — Louisa hablaba decidida — ¡¿Te quedo claro?! — Louisa me miró.

—Vámonos, Miles — Me despedí rápidamente de Benjamín alejándome con Louisa, ella había dejado a Benjamín con la palabra en la boca, aparentemente las cosas entre ellos eran peor de lo que pensé que podía ser.

El camino a Quiroga fue totalmente tranquilo, Louisa se había quedado dormida en mis brazos, que paz emanaba verla dormir, nos tardamos un par de horas en llegar, ya era de noche cuando llegamos a Quiroga. Al llegar, la desperté, para que bajara del carruaje y empezamos a caminar hasta mi casa, ambos estábamos cansados, pero más me preocupaba ella, por el hecho de traer en si tristeza por haber perdido su casa; al llegar a mi casa, ella se paró al frente de la puerta ya abierta, me miró con esos ojos color miel que hechizan a cualquiera

—Gracias por dejar que pase la noche en tu casa, Miles — Louisa se acercó a mí, agarrándome de mis mejillas para luego sonreír y sin previo aviso plantarme un beso en la boca. Se escuchó un leve carraspeo que hizo que nos separáramos, al observar quien estaba al frente de nosotros, era Esmeralda, Louisa sonrió para Esmeralda y esta se la devolvió.

—Te espero adentro, Miles — dijo Louisa para luego dejarme solo con Esmeralda.

—Vaya, Miles. Veo que aprovecho su día muy bien — Se notaba en ella algo de irritación, como si la idea de Louisa y yo juntos no la causaba mucha alegría — Vine a solo informarle que necesitaré de sus servicios mañana muy temprano, mis padres se irán de viaje y me pidieron comportarme.

—¿Y para comportarse me necesita? — Reí a lo bajo.

—No se ría, lo necesito porque quiero viajar el pueblo de Lorey me han contado maravillas de ese reino, y quiero verlo y explorarlo —

—¿A Lorey? ¿Sabe que Lorey queda a 5 días de aquí? — Pregunté algo sorprendido por ello, Esmeralda asintió

—¿Algún problema con ello? Ya hablé con mis padres, estuvieron de acuerdo, nos vemos mañana, Miles — Dicho eso, Esmeralda se retiró rápidamente.

—¡Hasta mañana, Esmeralda! — Exclamé, antes de que ella estuviera más lejos; entré a mi casa se encontraba en un total silencio, escuché una respiración leve y pausada, al voltear hacia los muebles, me percate que Louisa había quedado dormida nuevamente, la cargué como pude y la subí a mi alcoba para que durmiera más cómoda.

Baje a la cocina por agua y una manzana, escuché la puerta, alguien estaba tocando, me asomé por la ventana de la cocina que daba hacia las calles, vi a Esmeralda ¿Qué hacia ella aquí? Ella ya se había ido. Fui a la puerta y le abrí, Esmeralda me miró, luego sonrió, abrió la boca para emitir alguna palabra, pero se giró para irse.

—¡Espera! — Se detuvo sin voltear a ver — ¿Pasa algo? — Proseguí a decir, giró sobre sus talones para verme y se acercó a mí apresuradamente.

Aun ella no emitía algún sonido, solo su respiración era audible, sus ojos estaban puestos en los míos, me miraba buscando alguna respuesta en los míos, su mirada me estaba diciendo algo que yo no podía descifrar.

—Miles — Soltó al fin, su voz estaba calmada, pero sus ojos no — ¿Tú y Louisa son algo? — Hubo un silencio por un momento para luego ella proseguir —Digo, porque si es así me tienes que informar porque tú querrás más días libres para estar con ella y... —

—Esmeralda, no hay nada entre Louisa y yo — Me apresure en decir, pero ¿Por qué? Se supone que eso debería ser personal — Esmeralda ¿Sucede algo? — Ella negó, pero yo sabía que sí sucedía algo, pero ¿Qué? — Ella está aquí porque su casa se incendió, solamente por eso — Le aclare, no quería que pensará mal.

Esmeralda me dio un beso en la mejilla, lo cual me sorprendió mucho viniendo de ella — Está bien, no tienes por qué aclarármelo, Miles — Sonrió

—Mañana pasa temprano, te estaré esperando para irnos a Lorey ¿Está bien? — Empezó a alejarse, se veía más serena — Por cierto, que tengas buenas noches.

Así sin más, se alejó, estaba tranquila, aunque corría para su palacio para que no la regañasen por la hora, en algo Esmeralda tenía razón, yo no tenía por qué explicarle, pero algo en mi me decía que tenía que hacerlo.

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