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Capítulo 18: Escape


Después de dejar atrás a la reina Vanessa en los calabozos, nos dirigimos al primer piso en este había dos alcobas, la alcoba de centinelas, ahí tenian cualquier tipo de armamento, descansaban y le decían cámara de tortura, según nos comentaba Jaren mientras pasábamos por ahí, el rey llevaba a sus víctimas para matarlas, en la alcoba consiguiente era la alcoba de reuniones, era una de las más ocultas del palacio ya que casi nadie usaba este piso para dirigirse a los calabozos. Este nos guiaba por los oscuros pasillos del castillo, nos adentramos a un pasadizo secreto que estaba detrás de la alcoba de los centinelas, al pasar se podía escuchar murmullos dentro de la alcoba, risas y algunos que otros comentarios de lo que estaba sucediendo en el gran salón, no le dimos mayor importancia a lo que se escuchaba. Al final del pasadizo, una compuerta de madera predominaba en la pared, Jaren abrió la compuerta con sumo cuidado para que no chirriara, se asomó observando el panorama y dio la señal, podíamos salir sin ningún peligro.

Ahora estaríamos en segundo piso, este sería la estancia principal del palacio daba directamente con la entrada del mismo, caminábamos rápidamente para que nadie nos viera.

— ¡Hey! ¡Ustedes! — Llamaría la atención un centinela que estaba saliendo del gran comedor, Jaren maldijo a lo bajo mientras emprendíamos nuestra carrera sin mirar atrás hasta la entrada principal, al llegar tres centinelas se interpusieron entre la entrada y nosotros, otros dos venían detrás, los chicos llevaban las túnicas puestas aun no los reconocían.

—Quítense las capuchas — Ordenaría uno de los centinelas, Jaren tomo del brazo a Esmeralda y la puso a su lado al notar con uno de los centinelas estuvo a punto de agarrarla, todos nos pusimos atentos, estábamos rodeados, no íbamos a salir de aquí a menos que estos centinelas muriesen.

— ¿Qué haremos? — Preguntaría Antonio entre dientes, que se encontraba a mi lado

— ¡Quítense las capuchas! ¿O no escuchan? — Volvió a decir otro de los centinelas, Jaren subió sus manos hasta la capucha, se la iba a quitar o eso creíamos, de un momento a otro, Jaren llevo su pierna a la entrepierna del centinela, tomo su espada y se la puso entre el cuello, paso detrás de este y lo agarro aun con la espada en el cuello, Melina había acuchillado directo en el corazón a uno de estos con una daga, Antonio había disparado directo en el cráneo a otro, quedaban cuatro centinelas vivos.

— Un movimiento y lo degolló aquí mismo — Diría Jaren viendo a los otros tres centinelas que estaban en guardia — Ustedes, vengan — Melina, Antonio y nosotros nos pusimos detrás de Jaren, tome la espada del centinela que anteriormente Melina matado. Antonio y yo estábamos en guardia al lado de Jaren.

— ¿Quiénes son? — Preguntaría el centinela que Jaren tomo como rehén.

— ¿No es obvio? Somos los liberales — Los centinelas soltaron una sonora carcajada, Melina los fulmino con la mirada y se quitó la capucha, revelando su identidad, los centinelas se quedaron boquiabierta

— ¡Melina! — Exclamaría Jaren, Melina lo vio de soslayo para luego marcar una sonrisa amplia en su rostro

— Degolladlo Jaren y vámonos de aquí — Sugeriría Melina con fastidio

— Princesa ¿usted? ¡Imposible! — Exaltaría uno, Melina rio fuertemente, le quito la pistola a Antonio y le apunto al centinela que tenían al frente — ¿Qué hace?

—Algo imposible — Dijo con una voz tierna para luego disparar, le había disparado al centinela en el hombro, Jaren degolló al que tenía sujeto y salieron del palacio corriendo.

— ¡Estás loca Melina! ¡PONDRAS EN SOBRE AVISO A TU PADRE! — gritaría Jaren corriendo, parecía estar molesto con lo sucedido, nosotros solamente lo seguíamos, ellos sabían por dónde íbamos —

— ¡¿Dónde vamos ahora?! — Diría Esmeralda corriendo junto a Melina

— ¡Caballerizas! — Le respondería Melina, Antonio y yo estábamos atrás de estas resguardando y en atención por si algún centinela aparecía.

Luego de un rato corriendo, llegamos a las caballerizas, era lo bastante grande para escondernos, paramos un momento para tomar aire y seguir.

— ¡Melina! ¡¿Por qué lo hiciste?! — Jaren estaba alterado, tomo de los hombros a Melina para verle a los ojos — ¡Habla! —

— ¡Ellos querían saber quiénes éramos! ¿No? ¡Les concedí la curiosidad de saber que su princesita adorada quería a su padre muerto! —

— ¡Así no te podre proteger, Melina! — Jaren soltó a Melina, su tono de voz demostraba lo molesto que estaba.

— ¡Yo no pedí que me protegieras, Jaren! — Jaren la miro sorprendido y luego asintió.

— Bien, por aquí, debemos seguir hasta que den con nosotros — Diría Jaren, se notaba algo irritado pero aun así permanecía su semblante serio y sin expresión, camino hasta una de las paredes de las caballerizas, movía algunos montículos de paja, ahí había una compuerta, este la abrió y salió, más atrás Esmeralda y Melina, por ultimo Antonio y yo, luego de que todos salimos, Antonio se encargó de cerrar la compuerta.

Era de noche cuando salimos del castillo, ahora nos dirigíamos en medio de la oscuridad a casa de Jaren, entre los callejones del pueblo podíamos pasar desapercibidos, el aire era frio y tenso, Melina un par de veces intento hablar con Jaren, pero este se negaba a hablar con ella, el ambiente estaba algo tenso entre ellos, Antonio de vez en cuando intentaba hacer un chiste para alivianar la tensión pero aun así no se podía. Después de un rato caminando llegamos a la entrada trasera de la casa de Jaren, toco un par de veces, nadie abría, Antonio y él se miraron extrañados, volvió a tocar, ahora Dante se encontraba en el umbral de la puerta, pasamos rápidamente, ya todos estábamos adentro de la casa un poco más calmados.

— ¿Cómo están ustedes? ¡Dios! — Dante se acercaba a nosotros observándonos con ojo clínico — Muchachos debieron pasarla muy mal —

Ambos asentimos — Estoy confundida — Hablaría Esmeralda luego de un largo rato — ¿Ustedes son el grupo ese que quiere matar al rey? — Esta miro a Jaren, Antonio y Melina.

— Estos se miraron entre sí, sin dar alguna respuesta —¡Necesito que me digan! porque casi me matan por no decir el paradero de ustedes, de ellos... ya no se —

Melina se acercó a Esmeralda tomando ambas manos de ella, hizo una mueca de compresión y la abrazo, luego de un instante se separó — Bien, te explicare todo, pero primero quiero presentarles a los demás —

— ¡Muchachos! — Gritaría Melina, a los minutos un grupo de ocho personas hacían presencia en el lugar, empecé a detallarlos a cada uno, el primero que vi era a los hombres del hostal, luego vi a Karen a su lado una mujer hermosa, castaña, al lado de estas una mujer rubia y ambos lados de la mujer los dos amigos del bar de Dante, de ultimo observe a Louisa lo que me sorprendió bastante y a su lado Benjamín, a penas lo vi la furia creció en mí.

—Tu — Me acerque rápidamente a Benjamín y lo tomen por la camisa y le propine un golpe — ¡Eres un imbécil! ¡Malnacido! ¡Me traicionaste! — Le propine otro golpe, tirándolo al piso, me abalance sobre él, pero antes de darle otro golpe Jaren me separo de él.

— Esperen, Espera Miles — Jaren me sujetaba por ambos brazos.

— ¿Qué quieres que espere? ¡Por culpa de este... casi nos matan! — Estaba muy molesto, y no iba a escuchar razones hasta matarlo.

—Déjame... Déjanos explicarte, explicarles a ambos todo, y van a entender — Lo mire seriamente y este tenía el ceño fruncido — ¿Bien?

— Bien — Dije con fastidio.

— Para empezar, si, nosotros somos los liberales — Jaren decía eso señalando al grupo que había hecho en la sala — Y... —

— ¡Muchachos! — Una figura femenina entraría rápidamente a la casa captando la atención de todos, cuando nos vio, fue directamente a Esmeralda a abrazarla está también la abrazó, rompiendo en llanto, Camile le acariciaba el cabello — Ya, ya mi niña, ya paso ¿estás bien? — puso sus manos en las mejillas de Esmeralda, Esmeralda asintió.

— ¿Qué paso Camile? — Preguntaría Dante.

— Algo muy malo — soltó a Esmeralda, poniendo su brazo derecha en ambos hombros de esta — Dieron la orden de captura contra Melina — Todos vieron a Melina, esta solamente se mostraba cayada y sin ninguna expresión alguna.

— ¿Qué paso en el rescate? ¿Los reconocieron? — Preguntaría uno de los hombres del hostal hacia los chicos.

— A nosotros no... — Aclararía Antonio — pero Melina revelo su identidad — Todos miraron nuevamente a Melina.

— ¡Melina! ¡Sabias lo riesgoso que era eso! ¿Por qué lo hiciste? — Preguntaría una de las mujeres, esta era rubia.

— Marisol, chicos... ¡¿Ustedes no se casan de estar ocultando su identidad?! ¡SOMOS LOS LIBERALES, POR UN DEMONIO! ¡Yo ya estaba cansada de todo eso!

— ¡Melina, pero si te pasa algo... yo... yo...! — Jaren no pudo terminar por la rabia — Dejemos ese tema, por la expresión de todos sabemos que Melina la rego sabiendo el riesgo y las consecuencias, ahora quiero concentrarme en otra cosa — nos miró a Esmeralda y a mí — Como ven, este grupo de trece personas, son los liberales, nuestro líder no ha llegado aún, pero nosotros junto con el queremos derrocar al rey, la tiranía de este reino, de este rey hay que erradicarla, esto se ha vivido durante años, y es ahora o nunca, es el momento y... discúlpennos por ser ustedes los que han sufrido por nosotros, por nuestra culpa — Miramos a Jaren confundidos.

— Nosotros le dijimos a Benjamín que mintiera, que dijera que ustedes eran parte de nosotros, era parte del señuelo y es nuestra culpa su sufrimiento — Hablaría esta vez la mujer rubia, Marisol — Por cierto, me llamo Marisol Lea y ellas son, Violette Marsh y Karen, aunque ya ella me dijo que los conoce —

— Un gusto — Diría amablemente Esmeralda, con una sonrisa en su rostro — Entiendo las razones de todo, pero Jaren o Melina pudieron haberme... habernos aclarado todo este asunto sin mentiras —

— Si señorita, usted tiene toda la razón — Esmeralda dirigió su mirada al hombre que le hablaba, este hizo una reverencia, esta negó — Jules Arcas es mi nombre, a su servicio —

— Me imagino que después de esto se querrán ir — Hablaría Camile, Esmeralda negó, todos la miraron confundida — ¿Cómo que no, Esmeralda? Ya te has arriesgado mucho

— Yo no sé si Miles este de acuerdo, pero yo me uno a la triada, por la provincia, por mi reino, por ustedes y por...— Miro a Benjamín — por la reina Vanessa — Todos dirigieron la mirada hacia a mí — Miles... ¿te unes a la triada? — preguntaría Esmeralda.

— Hermano, sé que estas molesto conmigo, pero... mi mama esta allá adentro, ese hombre le puede estar haciendo quien sabe qué cosa — Benjamín calló por un momento — Fuiste como su segundo hijo, mi padre te entreno eres bueno en el arte de la espada —

— Esta bien, pero no lo hago por ti Benjamín — Dije—

A la mañana siguiente, todos estábamos en la mesa desayunando, ya habíamos conocido a todos, eran hombre y mujeres de bien, algunos de ellos contaban relatos otros solo reían de algún chiste, me di cuenta que Dante, Camile, Marc, Jiles y Antonio se conocieron en los viajes, se notaban que eran buenos amigos y tenían buena familiaridad.

Jaren bajaba de las escaleras que dan hacia la biblioteca, se notaba algo consternado y preocupado, Camile se le acerco notándolo.

— Oye ¿Qué sucede? ¿Estás bien?

— ¿Han visto a Melina? — Pregunto Jaren para todos, todos negamos, no la habíamos visto desde anoche.

— Debe estar en su alcoba — Aclararía Antonio, sin darle importancia al asunto.

— Ese es el problema, ella no está en su alcoba, ni en la biblioteca, ni en la cocina, ni en ningún lado — Sonaría exasperado Jaren

— Yo sé a dónde está — Revelaría Esmeralda soltando un suspiro, su rostro se notaba algo decaída — Jaren no pude detenerla, no me quiso escuchar —

— ¡No! ¡Dime que no es lo que pienso que es! — Exclamaría Antonio

Esmeralda asintió, Jaren dio un golpe a la pared y Antonio a la mesa — Dijo que... debía hacerlo, y Jaren me pidió que ni tu ni Antonio fueran de nuevo al palacio como centinelas, porque ella no quiere que se arriesguen, aparentemente por lo que me conto ellos saben que los traidores son ustedes —

— ¿Qué? ¿Qué dices? — Preguntaría Jaren algo confundido

—No lo sé, eso fue lo que dijo, y les dejó esto a ambos — Le tendió una carta a Jaren y Antonio, estos la tomaron con algo de desespero y tristeza, Jaren tomo la carta y la guardo, Antonio por el contrario se fue a leerla.

— ¡No! No puedo permitir que ella se sacrifique — Jaren tomo su túnica y dirigía a la puerta principal, pero Marisol y Jules lo detuvieron.

— Ella sabe lo que hace, Jaren, tranquilo, ella estará bien —

— ¡La van a matar! — Vocifero Jaren para luego golpear la pared e irse a la biblioteca, más atrás Dante y Camile.

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