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Capítulo 16: Memorias


Dos mujeres se acercaban apresuradamente hacia al centinela que llevaba a la reina Vanessa a los calabozos — Antonio — el hombre paro en seco al escuchar la voz de una de las mujeres que se acercaban a él, la mujer lo miro buscando alguna respuesta de lo que estaba haciendo, la segunda se puso junto a ella — Antonio ¿A dónde la llevas? — Hablaría la más alta de estas.

—Mi señora Kantiana, debo llevarla a los calabozos órdenes de su majestad — Kantiana hizo una mueca y observo a la que estaba su lado.

—Llévatela a la alcoba de Melina, esos calabozos no son lugar para alguien como ella — La reina Vanessa solo se limitaba a observar, Antonio miro a la reina Kantiana haciendo una mueca.

—Mi señora, no pue...— contradeciría a la mujer pero esta sería más rápida.

La reina interrumpiría al centinela —¿Me vas a desobedecer? Te estoy dando una orden ¿No entiendes? — La reina kantiana se cruzó de brazos viéndolo fijamente.

—Antonio, por favor, hazle caso a mi mamá — Melina se acercaría a Antonio, sujetando su mano libre y mirándolo directamente a los ojos, este la miro a ella y soltó un suspiro — Esta bien mi señora, pero ¿y si el rey se entera? —

—Yo tomare toda la responsabilidad, Melina ira contigo y las dejaras a ambas en la alcoba de mi hija, te quedaras en la puerta custodiándolas hasta que yo llegue ¿entendido? — Antonio asintió y tomo rumbo hasta la alcoba de Melina, esta última lo acompañaba.

En los calabozos gemidos de dolor y llanto resonaban por todo el lugar, parecía que estaban matando a alguien, Miles estaba tumbado en el piso temblando del frío, unos centinelas le acaban de echar agua helada después de propinarle algunos latigazos a unos palmos de distancia Esmeralda la habían encadenado de pie a cabeza en la pared para ser ella la siguiente víctima de tortura.

—¡No eres nadie! ¡No la puedes ni defender! — Reiría fuertemente uno de los centinelas sujetando a Miles por ambos brazos para que observara a Esmeralda, este movió la cabeza para que no verla, pero el otro centinela le propino un golpe con la parte trasera de su pistola directo en la cien — ¡Obsérvala imbécil! — Miles fijo la mirada en Esmeralda esta estaba a punto de llorar, pero se contenía de hacerlo, quería ser la fuerte, pero estaba corrompida por el dolor — Vas a observar cómo le hacemos daño a tu princesita ¡imbécil! — Hablaría el centinela que lo tenía sujeto de sus brazos para encadenarlo al piso para que no se moviera, este se dirigió a Esmeralda con el látigo, el segundo centinela le sujetaba la cabeza a Miles para que no quitara la mirada de ella, cuando el primero estuvo a punto de darle el primer latigazo a Esmeralda la puerta se abrió, ambos centinelas voltearon sorprendidas de ver aquella figura femenina en el lugar.

—¿A ustedes nunca le enseñaron que a una mujer no se le toca ni se le lastima? — Hablaría la mujer.

—Mi señora Kantiana — Ambos centinelas hicieron una reverencia — Usted no debería estar aquí, estos son traidores a la corona deben pagar con sangre —

—Ustedes no deberían estar torturando a esta joven que por lo que se, es princesa de Quiroga, o sea es una dama de alta alcurnia ¿o me equivoco Carl? — La reina se dirigía al centinela que cargaba el látigo, dirigió su mirada a Miles, lo observo un par de minutos — Pobre muchacho ¿él es el guardián de la princesa? — Ambos centinelas asintieron — Bien, retírense — Ordenaría la reina

—Mi señora, pero... — El centinela parecía querer refutar, ante eso esta le dirigió una mirada fulminante — Esta bien señora, estaremos a fuera por si necesita algo —

—No, no necesitare nada que venga de ustedes, solo retírense de los calabozos y ya — Ambos centinelas hicieron una reverencia para salir del lugar — ¡Oh esperen! Si necesitare algo, las llaves de las cadenas ¿o piensan dejarlos ahí encadenados sin poder moverse por la celda? — Ambos centinelas se vieron dudando si dárselas o no, luego de unos breves minutos decidieron dárselo para luego salir rápidamente del lugar.

Luego de soltar a Esmeralda y a Miles, se dirigió a ellos con una sonrisa amplia — Me presento, soy la reina Kantiana, esposa del malnacido rey de este lugar, sé que dudaran de mi pero nunca he estado de acuerdo con todo esto que hace Gerónimo, tampoco estoy de acuerdo en cómo los tienen — La reina miraría a los dos ubicando las heridas de ambos — Es inaceptable, que los acusen de algo tan... — la mujer callaría, algo horrorizada — yo sé que ustedes no forman parte de esa triada, se les nota en la mirada —

—Entonces, ayúdenos a huir de aquí — Hablaría Esmeralda desesperadamente, la reina soltó un suspiro y negó con la cabeza levemente con decepción.

—Entendemos su posición, señora — Aclararía Miles haciendo una mueca en el rostro.

—Yo no puedo ayudarles, pero mi hija Melina si ¿la conocen? Es encantadora — Ambos asintieron — Ella junto a Antonio los ayudara, pero tienen que esperar un poco, es complicada la situación aquí —

—Está bien mi señora, pero por favor no permita que nos torturen más — Diría Esmeralda pausadamente, ya estaba bastante cansada y se le notaba en el rostro.

—Lo haré, ustedes tranquilos — Observo a Miles por unos minutos más llevándose la mano a la barbilla tocándosela — Muchacho ¿Cuál es tu nombre? — preguntaría la mujer con cierto grado de curiosidad.

—Miles Córdoba— La mujer trago saliva y lo miro sorprendida — ¿Sucede algo, mi señora? —

—No...muchacho... en lo absoluto— La mujer vacilaba al hablar mientras se acercaba a Miles para acariciarle el rostro — Yo conocí a tu madre — Confesaría la reina, Miles la miraría pasmado ante aquella revelación — Tu no me recuerdas, pero... te conocí cuando tenías apenas eras un bebé, no los volví a ver ni saber de ustedes hasta que... sucedió la muerte de tu madre — Los ojos de Miles se cristalizaron, el extrañaba mucho su madre, lo había dejado solo en este mundo tan cruel, tenía que ser fuerte y valerse por sí mismo, esto lo noto la reina — Felicia te amaba, amaba a su hijo como a nadie en este mundo es una lástima que su muerte haya sido tan prematura y tan... insual — La mujer se calló —

—¿Inusual? ¿Señora, Usted sabe de qué murió mi madre? A mi nunca me dijeron de que murió — Miles estaba desesperado por saber más, saber cómo murió su madre. La reina lo miro y negó, luego se dirigió a la puerta para irse, vacilo antes de salir para por fin hacerlo, salió corriendo de ahí de los calabozos antes de que su esposo se diera cuenta.

—No entiendo, no entiendo nada — Miles sonaba afligido, Esmeralda se acercó abrazándole — Mi madre murió dejándome solo a los diez años tuve que vivir con el dolor de nunca saber cómo murió, me cuido la nana de Benjamín por un tiempo luego... — La voz de Miles se quebró — me fui a Quiroga y sobrevivía con lo que podía, Esmeralda—

—¿Quieres contarme de tu mamá? Libérate de ese dolor, Miles... Aquí estoy — Miles rompió en llanto en brazos de Esmeralda, su pasado le dolia y Esmeralda era su pequeño y oportuno refugio.

En el gran salón del rey una situación algo incomoda y desastrosa se llevaba a cabo, Gal había hecho presencia en el lugar para resolver incógnitas de un pasado inhóspito de aquel hombre, sabiendo aun así las consecuencias que acarrearía eso.

—Te invito a que te arrodilles ante a mí, y hables lo que tengas que hablar ¡queridita! — Gerónimo se dirigía a su trono de plata mientras decía todo eso, Gal caminaría con mucha elegancia hasta al medio del salón hizo una reverencia para luego mirarlo fijamente

—Yo no me arrodillare ante ti Gerónimo — Indicó, eso le genero alguna burla a Gerónimo ya que se reía ante aquella respuesta.

—Si no te arrodillas ¡haré que te arrodilles! — Vocifero a lo que sus centinelas se acercaron a Gal e hicieron que se arrodillara golpeando sus piernas por detrás, esta se quejó al caer — Bien, ahora, dime ¿Qué quieres hablar conmigo? Debe ser importante para venir tan voluntariamente hacia mí — El tono de voz tenia cierto grado de ironía y sarcasmo.

—Si me obligas a estas cosas no hablaré, quiero ver primero a las niñas y luego si me da la gana vengo y hablo contigo — Hablaría Gal seriamente ante él, se levantó furioso golpeando el piso.

—¡Tu no me das ordenes! ¡¿Quieres que te mate?! ¡Por qué eso es lo que estas logrando, perra! — Vociferaría

—¿Quieres matarme? Mátame, pero luego no obtendrás la información que quieres de tu querida Montse — Gerónimo frunció el ceño — ¡Mátame de una vez! ¡No me amenaces! ¿Se te olvida que fui mujer de tu padre? ¡¿Se te olvido las veces que tu padre casi me mataba?! ¡Hazlo si quieres! ¡Tú eres el que pierdes! — Gerónimo respiro profundo, se tronó el cuello para luego sentarse nuevamente en su trono puso su mano en la barbilla observándola fijamente.

—Bien ¿Qué deseas? — Gal sonrió ante tal pregunta, se quiso levantar pero los centinelas no se lo querían permitir, esta miro fríamente a Gerónimo y este miro a sus centinelas — Dejadla que se levante — Gal se pondría de pie lentamente mientras miraba a Gerónimo con una sonrisa altanera; a pesar de tener casi la misma edad del mismo, la mujer era lo bastante hermosa y cautivadora, se conservaba muy bien al pasar de los años, su cabello seguía siendo largo y castaño, su cuerpo, delgado y más estilizado, podía cautivar a cualquiera si así lo desease ella — ¿Qué quieres, Gal? Habla de una vez — Gal caminaba hacia el contoneando sus caderas de forma coqueta, al estar lo bastante cerca le guiño el ojo pícaramente, puso una de sus manos en la cintura y decidió por fin hablar.

—Primero, ofréceme un trago ¿no? — Gerónimo respiro nuevamente profundo para contenerse de matarla ahí mismo, se levantó, fue sirvió dos tragos de vino blanco se lo dio y se sentó nuevamente, le ordenó a sus hombres que se retirasen para que lo dejaran solo con Gal estos asintieron para luego retirarse — Añoro ver a las niñas sobre todo a Melina porque lo más seguro, como siempre, le has hecho desplantes sobre Francheska — Dijo esto con ternura y tenacidad — Después, te quiero a ti — Cambio radicalmente la voz tornándola seductora y sensual, acercándose al oído de él, Gerónimo la tomo del cabello y la acerco un poco más a su rostro para luego asestarle un beso fugaz en la boca sonriendo maliciosamente —

—No has cambiado, Gal — Aun la sujetaba del cabello fuertemente — Esta bien, aceptare tus peticiones porque necesito que hables, pero eso sí, si después de todo eso te haces la lista y te vas ¡te juro que te mato! — La soltó bruscamente del agarre esta sonrió maliciosamente relamiéndose los labios.

—Como tú digas, su majestad, después de todo ambos quedaremos complacidos — Gal se sentaría en una de las braceras del trono puso su mano derecha en su barbilla como si estuviera pensando algo cosa que Gerónimo detallo — ¡Oh! Se me olvidaba algo... unos pajaritos me contaron que tienes a dos jóvenes en los calabozos, una muchacha y un muchacho ¿no? — Gerónimo asintió sin saber por dónde iba el asunto — La muchacha forma parte de la corona de Quiroga, Gerónimo ¡estás demente! ¿Cómo se te ocurre encerrarla allá abajo? Ni que tu padre hubiera hecho eso con Kantiana —

—Es diferente, no entenderías — Gerónimo lo decía sin darle importancia a eso, Gal reiría levantando una ceja y mirándolo fijamente para incomodarlo —

—¿Diferente? ¡Vaya! Ahora si te puedo decir que te pareces a tu padre en todo, queridito, tu padre estaría muy orgulloso de ti — Gal quería fastidiarlo y hacerlo enfurecer un raro.

—Me estas fastidiando Gal — Ella reiría fuertemente ante aquello — ¿Qué quieres con esa muchacha, Gal? Habla de una buena vez, te conozco se que cuando nombras a alguien es porque quieres algo — Gerónimo se estaba hartando de tanta intromisión en sus asuntos, solo quería deshacerse de aquella molestia.

—No mucho la verdad — Confesaría con fastidio —

—También tengo al muchacho puedes jugar un rato con él, si así deseas — Gal negó ante aquella propuesta, se le acerco a Gerónimo tan cerca que las respiraciones de ambos eran audibles entre si —

—¿Recuerdas cuando Montse desapareció? ¿Recuerdas lo desesperados que andaban sus padres por su desaparición? Tenían miedo de no verle más...— Gal, agacho la cabeza como si no quisiera recordar aquel pasado — Así deben sentirse los padres de aquellos jóvenes, sobre todo la princesa ¡no seas insensato! — Gal tomaría un sorbo de aquel vino y besaría los labios de Gerónimo este le siguió el juego poniéndola en sus piernas para tener mejor cercanía —

—Mi última y más importante petición es que los liberes, ellos no tienen idea de aquel grupo que te quiere matar, no seas crédulo — Gerónimo negó para luego besarla por el cuello, pero viendo Gal que este se negaba ante aquella petición se levantó bruscamente — Sin liberación de aquellos jóvenes no me vas a tener en tus manos — Sentencio ella para luego salir apresuradamente del salón dejando a Gerónimo con la palabra en la boca.

En el jardín secreto de Melina una reunión, se estaría llevando a cabo, eran tres hermosas mujeres, Kantiana llegaba a la mesa con galletas y un jugo de fresa, Melina y la reina Vanessa hablaban entre ellas, una cuarta figura se hizo presente en el lugar llegando apresuradamente, todas voltearon a verle.

—Gal ¿Cómo te fue hablando con Gerónimo? — Preguntaría Kantiana rompiendo el silencio mientras se sentaba en la mesa y dándole la seña a ella que se sentara también, Gal observo a Vanessa con cierto recelo — Tranquila, ella también es prisionera de mi esposo solo que llegue antes de que la mandaran de nuevo al calabozo y me la traje a escondidas — un silencio largo e incómodo se hizo presente — te presento a la reina Vanessa de Montier — Gal parpadeo un par de veces algo sorprendida o quizás no tanto porque inmediatamente entrecerró los ojos para luego disipar alguna duda que se le había hecho, esto lo notaron Melina y Vanessa pero sin darle ninguna importancia —

—Mejor de lo que me esperaba, acepto mis peticiones para acceder a la información que tengo y es mejor que lo haga porque o sino no hablaré — reiría a lo bajo mientras tomaba una galleta.

—Gal, eres inteligente— Admiraría Melina a Gal por ser tan astuta en lo que hacía—

—No, mi niña — Pasaría su mano acariciando el rostro de Melina sonriéndole — se llama ser audaz y conocer a tu oponente — sonreiría Gal hacia Melina dirigió su mirada a Vanessa — Supongo que usted vino por esos jóvenes que están en los calabozos ¿o me equivoco? —

—No, no se equivoca, pero también vengo por un asunto de mi pasado — Afirmaría Vanessa con cierto grado de desconfianza, Gal se mostraría pensativa y con algo de curiosidad por la respuesta de ella —

—Vanessa, usted se parece a alguien que conocí hace muchos años, era una niña muy encantadora, su padre no merecía ni su cariño, su madre la amaba, pero aun así no la cuido tanto como su nana... es una lástima que esa niña haya desaparecido a sus nueve años — Comentaría Gal un atisbo de vileza —

—Gal ¿estás hablando de la hermana de mi padre? — Preguntaría Melina a lo que Gal solamente asintió mirando a Vanessa con una sonrisa ladeada — Nunca dieron con ella ¿Cierto? — Gal negó.

—Es una pena que tan joven haya salido de su reino porque no tenía más opción, viviendo en un lugar tan macabro como este hasta yo de niña hubiera huido de aquí — Añadiría Vanessa sin darle alguna importancia a las miradas de Gal — Creo que... — Vanessa se levantó de la mesa poniendo su servilleta en la mesa — Kantiana, deseo ver a Miles y Esmeralda, desde que llegue aquí no los he visto y quiero verlos —

—¿Por qué tanto esmero en verlos? ¿Son tu familia? — Indagaría Gal.

—No, pero Esmeralda es princesa de Quiroga, hija de respetados reyes y amigos de mi reino y el muchacho, Miles, es un gran amigo de mi hijo y no me parece justo como nos están tratando, tengo suerte de que ellas — observo a Melina y a Kantiana — me hayan ayudado para no entrar de nuevo a los calabozos y me torturasen, así que ¿me van a llevar o voy por mis propios méritos? — Sentencio Vanessa ya algo irritada por Gal, Melina se ofrecería a llevarla así que se retiraron rápidamente junto con Antonio que estaba llegando al lugar cuando estas se estaban retirando —

—Gal ¿Por qué la tratas así? No ves que está asustada, quiere ayudar a esos jóvenes que no tienen por qué estar encerrados — Gal se levantó de la mesa riendo de lo que decía Kantiana — ¿Qué es lo que te causa tanta risa? No dije ningún chiste —

—Kantiana, aquella reina... es la hija perdida del difunto rey Milan — Kantiana cruzo los brazos mirándola con la ceja izquierda enarcada —

—Imposible además ¿Cómo lo supiste? — Dijo algo incrédula.

—No lo sé, algo me dice que es ella, además ¿no se te hace conocido ese lunar en el brazo izquierdo? Tú conociste a la pequeña Vanessa —

—Gal ¿Qué estas queriendo decir? —

—Descúbrelo querida, iré a ver a Francheska, nos vemos luego — Gal se retiraría con suma tranquilidad dejando a Kantiana resolviendo aquella incógnita que la misma Gal se estaría haciendo ¿La reina Vanessa es hija del rey Milan?

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