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Encuentro


Ethan

La risa de una mujer en el pasillo arruinó la meditación en que me encontraba. Me levanté molesto y me dirigí a la puerta. La abrí fastidiado de que hubieran roto mi concentración.

—Pueden callarse…

Dije intentando enfatizar lo molesto que me encontraba.

—Hola, mi nombre es Lía y el es Krol — respondió una joven de cabello castaño, facciones delicadas, ojos azules y labios rosados y provocativos.

Tenía tres aretes por oreja, más de los necesarios para mi gusto; una camisa blanca con el logo de los Rolling Stones, banda a la cual a lo mejor nunca ha escuchado; unos jeans descoloridos que resaltaba sus largas piernas; y unos tenis blancos con rosado.

Miré a su lado y me congelé por un momento. Una bestia roja de más de dos metros se paraba junto a ella. Cuernos largos y negros que le daban la apariencia de un demonio apuntaban a los lados. Llevaba una chaqueta de cuero, camisa blanca y jeans; sin embargo, por mi experiencia reconocí que era ropa blindada o enmallada, en pocas palabras: para evitar un golpe mortal.

Era un Deathwish, una raza conocida por aterrorizar los campo de batalla. Escuché historias de mi maestros de cómo partían gente por la mitad y de cómo cuando ganaban, agarraban los rostros de las víctimas y con un poco de magia los tornaba en cenizas e inhalaban los restos de estos.

Agarré a la joven de la muñeca, la jale dentro del cuarto e intenté cerrar la puerta antes de que la criatura roja reaccionara. Sentí la fuerte presión de su mano sobre la puerta, pero antes de que pudiera colocar su pie entre el marco y la puerta recosté todo el peso de mi cuerpo  contra esta, y cerró con fuerza. Después del sonido retumbante, coloqué los seguros de la puerta.

Respire un poco sabiendo que la puerta no resistiría, mis ojos  se encontraban dorados y me esforcé para mantener mi autocontrol y no iniciar un batalla.

De pronto sonó un fortísimo golpe que retumbó en la puerta. Deje deslizar la cuchilla de mi muñeca y me prepara para cuando la puerta cediera.

— Krol, estoy bien. No le tumbes la puerta — gritó la joven entre risas.

Luego, se sentó en mi cama y colocó sus manos sobre las rodillas.

—No se cómo hacen las cosas de donde vienes, pero agarrar a una dama y llevársela al cuarto, sin siquiera presentarse no es propio de un caballero.

—¿Que?

Fue lo único que pude responder, ¿a esta que le pasaba?

—Pues no me sé ni tu nombre y ya nos tomamos de la mano.

—¿Te golpeaste en la cabeza? — le respondí sorprendido.

—No, solo me quedo la marca de tu mano en la muñeca. Pero nada más. — Sonrió la ingenua.

En ese momento el Deathwish dejo de golpear la puerta.

—Si me disculpas, no he desempacando mis maletas — dijo como si nada.

Se paro frente a mi, esperando a que le abriera la puerta.

—Cuando se vaya el Deathwish, hasta que estemos a solas es mejor que no salgas. — le dije notando su ignorancia.

—No me voy a quedar a solas en la habitación de un chico que no conozco — me miró a los ojos ahora enfadada.

En ese momento noté que era hermosa y que estaba loca. Me estaba pidiendo que la dejara salir a donde el Deathwish, ¿Quería suicidarse?

—Espera un momento, ese Deathwish es peligroso— le dije sintiendo la presencia del demonio rojo, quieto al otro lado de la puerta.

Mi comentario pareció sorprenderla pues se puso roja.

— Para tu información ese Deathwish tiene nombre — dijo apuntando su dedo índice a mi pecho.

— Y lo conozco, a diferencia del tuyo. Se llama Krol y es tan peligroso como tú…

Ese era el problema, la criatura podría llegar a ser tan peligrosa como yo.

En ese momento, noté que se había referido al Deathwish como Krol ¿Acaso eran amigos?

Al encajar bien las señales relaje mi espalda, sin soltar la navaja de mi mano. El demonio no había seguido golpeando la puerta y habría podido romperla si quisiera. Lo más probable era que la chica fuera su conocida.

Me aleje un poco de la puerta, quite los seguros y me preparé, por si mis deducciones eran erróneas.
No dejaría que la matara, era humana y la protegería aunque estuviera loca.

—¿Lía? — dijo la criatura en una voz grave que retumbó hasta mi alma.

—Estoy bien, estoy bien. Solo es un chico que juzga por las apariencias — dijo la joven abriendo la puerta, saliendo de mi cuarto y parándose junto a la monstruosidad. En ese momento volvió a sonreír.

— ¿Que? — volví a decir ante la estupidez de  esta mujer.

En ese momento el Deathwish se movió y mi cuerpo reaccionó por si solo. Toda la meditación que realice se tornó en energía de combate, la sangre me empezó a hervir y me llene de adrenalina.

Cerré la puerta con tanta fuerza que se alcanzó a romper el marco en la parte de arriba. Agarré la navaja  y me la clave en el muslo, el dolor me ayudó a distraerme. Si esa muchacha deseaba estar con un demonio, ese no era mi problema. En primer lugar, para venir y estudiar entre tantos fenómenos hay que ser un hippie estúpido.

Me lancé a la cama para ignorar el ruido de afuera y escuche un crujido. Me volteé y solo pude maldecir al notar que había roto las únicas gafas que había traído. De ahora en adelante tendría que usar los lentes de contacto que me hacían arder los ojos.

Agarré la almohada, la apreté contra mi cara y empecé a gritar. Por culpa de esa mujer y el demonio mi estadía en esta pocilga  iba a ser peor de lo que imaginaba.

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Lia

—Que vecino más peculiar— le dije a Krol, pasando a su lado y entrando a mi cuarto.

—Ni siquiera se presentó— me senté en la cama y fruncí el ceño.

Krol entró con mis maletas, las dejo al lado de la puerta y se acercó a donde me encontraba. Luego prosiguió a despeinarme mientras me miraba al igual que mis hermanos. Como si no entendiera nada en el mundo.

En ese momento me puse furiosa y lo mandé a arreglar sus propias cosas. Cuando salió cerré la puerta del cuarto con seguro.

Sabía que no conocía cómo era el mundo más allá del palacio. Pero era la culpa de todos aquellos que me veían como si fuera de vidrio.

Cuando me calmé y dejé de balbucear con mal humor y me dediqué a organizar mi ropa y todo lo que me habían regalado mis hermanos. Al parecer, si quería pasar por humana tendría que utilizar unos extraños aparatos de metal y vidrio.

Me habían entregado 3. El más grande parecía una almeja, se podía abrir y cerrar como una concha, y adentro por un lado tenía vidrio y por el otro muchos botoncitos. El siguiente aparato era un cubo super delgado también de vidrio. Y el tercero era una pulcera con el mismo vidrio pero en forma circular.

— Están fríos y se ven aburridos— dije tirandolos a la cama.

Me lancé al lado, mirando al techo.

—Pero si no aprendo a usarlos no podré hacerme pasar por humana— continúe hablando sola mientras creaba un conejo de escarcha en mis manos.

La magia de escarcha es mi especialidad y me ayuda a pasar el tiempo. Nunca he intentado ver qué puedo llegar a hacer, pero por lo general creo animales para que me acompañen. Dependiendo del tamaño durán entre 30 minutos y una hora.

Y mientras veía el conejo saltar de un lado a otro me quedé dormida.

...

No sé cuánto tiempo paso, pero me despertaron unos toques rítmicos en la puerta de la habitación. ¿Quien sería?

Me levanté medio dormida y caminé hasta la puerta. La abrí mientras que bostezaba.

—Hol…

—Hola, ¿Cómo estás?, ¿Como te llamas?, Mi nombre es Melb. Soy la encargada de los dormitorios Onice, un placer conocerte — empezó a preguntar una mujer humana en sus treintas.

Su cálida actitud me ayudó a despertarme y le mostré la mejor sonrisa que pude. Si algo me caracterizaba era ser alegre.

—Hola, me llamo Lia. Estoy bajo tu cuidado.

—Que jovencita mas agradable— sonrió la señora.

—Bienvenida, sólo quería informarle a los recién llegados que servimos almuerzo los fines de semana a las 12 de la tarde y la comida todos los días a las 8 de la noche —Dijo la señora moviendo su cabeza hacia las escaleras.

Tarde unos segundos en entender lo que quería decir. Era domingo y supongo que deben ser como las 12. Cerré la puerta detrás de mí y me dirigí a las escaleras. Aunque primero quería pasar por la habitación de Krol para ir a almorzar juntos, la verdad ni siquiera sé si en verdad quiero quedarme o aprovechar e ir a un restaurante.

Meme alejé agradeciéndole a Melb, quien ahora estaba tocando la puerta del atractivo joven que de ahora en adelante estaría viviendo frente a mi cuarto.

Bajé unas cuantas escaleras y asomé la cabeza, no podía con la curiosidad. Y para mí sorpresa el humano abrió la puerta sin camisa y empapado. Reaccioné de inmediato, me agache y salí corriendo a la habitación de Krol. Mi corazón se había acelerado, lo cual me sorprendió. Estaba acostumbrada a ver a hombres a medio vestir, pues a los elfos nos gusta llevar prendas ligeras y bastante transparentes, debido a que nos facilita sentir el ambiente y mantener nuestra conección con la naturaleza.

¿Porque había reaccionado de esa manera al verlo?

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Ethan

Después de desahogarme con la almohada decidí tomar una ducha con el agua lo más fría posible. Me levanté, me quite la ropa y entré a la ducha. Tenía que calmar mi cuerpo, estaba caliente en anticipación de una batalla que nunca iba a llegar.

Mi plan era no salir en todo el día, pero si había posibilidades de que se repitiera una escena como la del Deathwish. No tendría garantía de controlarme mañana, y lo último que quería era descontrolarme y terminar matando algún estudiante o profesor.

La mejor ruta de acción sería salir a correr para quemar energía.

La siguiente media hora me la pasé peleando con los lentes de contacto que servían para esconder mi identidad. Las gafas eran la mejor opción y ahora que estaban rotas tenía que colocarme estas cosas que me irritaban los ojos.

En ese momento sonaron unos golpes rápidos y molestos en la puerta. ¿Ahora que querrá esa hippie? Pensé molesto colocándome una toalla encima.

—Que...— alcancé a decir antes de ser interrumpido.

—Hola, ¿Cómo estás?, ¿Como te llamas?, Mi nombre es Melb. Soy la encargada de los dormitorios Onice, un placer conocerte— dijo una mujer borracha

El aliento le apestaba a alcohol, tenía un buso negro que delineaba su exuberante figura y un pantalón de drill de color azul claro.

Por lo menos era humana.

— Ethan— le dije con seriedad.

—De pocas palabras ¿eh? — respondió sonriendo y tambaleándose.

—¿Que necesitas? — le dije con molestia, esta mujer solo me estaba haciendo perder el tiempo.

—Servimos almuerzo los fines de semana a las 12 de la tarde y la comida todos los días a las 8 de la noche y…

No termino, cayó recostada en el marco de la puerta. Giré los ojos, lo que faltaba. La agarré del hombro y la empuje al pasillo. Callo como una roca, se movió un poco, pero no sé despertó.

Enseguida entré a mi habitación para vestirme y salir a correr.

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Lia

Krol se encontraba arreglando sus armas cuando entre a la habitación. Era su pasatiempo favorito desde que éramos niños. Coleccionaba armamento mágico y humano; sin embargo, las segundas venían manchadas de sangre. Cuando  su rango en la armada le permitió participar en batallas reales empezó a traer a casa las posesiones de sus rivales caídos.

Agarré una cuchilla y lo apuñale en la espalda. Acto seguido Krol me agarró de la muñeca y me levanto en el aire.

—Ya ni me doy cuenta cuando atacas— me sonrió.

Luego, me lanzó contra la pared de la habitación. Me golpeé con fuerza y caí de rodillas al piso. Nunca me ha gustado el combate, pero me obligaban a practicar defensa personal y Krol solo está interesado en cosas que tengan que ver con guerra.
De pequeña y hasta ahora, para divertirme con él solo esta practicar mis técnicas de combate.

Aunque, por lo general lo aburro con mis dramas de princesa.

Krol terminó de posicionar una de sus armas favoritas en la pared, un sable de sangre, y me miró con una sonrisa.

Una de las marcas blancas sobre su cuerpo se extendió hasta donde lo había apuñalado, de la herida empezó a emanar vapor y en cinco segundos estaba curado.

— Si atacas a alguien más fuerte por sorpresa, tu ataque debe ser mortal — dijo agachándose y dando una pequeña voltereta, para terminar agarrándome del cuello mientras se arrodillaba.

—Pero si te mato; luego, me moriría de la aburrición.

—Entonces esperemos que nunca le cojas cariño a un enemigo—  se burló levantándose y ayudándome a parar.

—¿Ya pasó Melb por tu habitación? — Le pregunté recostandome contra la pared.

—La humana estaba intoxicada e informando sobre la comida— respondió abriendo la puerta.

— Y ¿tienes hambre? — le sonreí siguiéndolo.

Bajamos las escaleras y caminamos hasta la cocina, en donde se encontraba un espacioso comedor.
Las dos habitaciones estaban conectadas, era dos por uno, algo que nunca había visto.

Nos sentamos a esperar, y a los pocos minutos empecé a aburrirme. En ese momento aparecieron dos jóvenes: Un medio orco y una humana. Ambos vestían ropas de cuero y varios amuletos metálicos de decoración en sus caras y  brazos.

—Hola— los salude antes de que pudieran decir algo.

—Me llamo Lia y el es Krol, espero nos podamos llevar bien.

—De primer año y ya en Onice, que extraño, deben ser super ñoños— dijo el medio orco soltando una carcajada.

—Cariño— lo regañó la humana.

—Mi nombre es Katherine y el es Anak — continuo la mujer sonriendo.

— Si están esperando que Melb les sirva la comida, se van a llevar una gran decepción — dijo agarrando el musculoso brazo del que al parecer era su pareja.

— Esa señora se la pasa en su mundo de novelas, si no quieren morir de hambre les aconsejó que cocinen o salgan al campus — agregó el medio orco agarrando la mano de Katherine, para luego jalarla hacia las escaleras.

— Un placer… — alcanzó a decir antes de dejar la cocina entre risas nerviosas.

Sonido que no duró mucho.

—Otro nerd— gritó Anak desde el otro lado del pasillo.

Momentos después apareció  en el fondo del pasillo el humano que intento quitarme la pureza. Me arreglé el cabello y lo miré extrañada de mi comportamiento. ¿ Por qué estaba actuando de esa manera?

Camino hasta la cocina y abrió la nevera.

—Deberíamos de  denunciarla, ¿Estamos pagando para que se emborrache con los fondos de nuestra comida? — dijo cerrando la puerta con fuerza.

Krol y yo lo vimos en silencio.

— Mira esto como una oportunidad para que podamos conocer el lugar. Estoy segura de que la comida es deliciosa por aquí —Le dije viendo la increíble oportunidad.

—Si estás solo puedes acompañarnos, ni a Krol ni a mí nos molestaría. —Intente ser lo más cortés que pude.

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Ethan

En cualquier otra circunstancia habría dicho que no, pero noté que tenía la oportunidad de estudiar un Deathwish. En ningún otro escenario podría conocer una raza de la que casi no se sabe nada. Y para mejorar las cosas era un espécimen vivo.

—Pues decidan a dónde iremos.

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Hola espero les haya gustado el capítulo de esta nueva historia que he comenzado.

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