Capítulo 9
TaeHyung permanece quieto mientras su madre le arregla la corbata. Mentiría si no dijera que el alboroto a su alrededor no le molesta, y también mentiría si dijera que no odia a su madre en ese momento. La señora Kim apenas sostiene en la cabeza el enrome tocado celeste, y eso hace desesperar a TaeHyung, quien prefiere simplemente permanecer callado.
—No sé por qué aún no estás listo, TaeHyung. Tu hermano ya se fue, y nosotros estamos aquí todavía.
El joven alfa corre la mirada hacia otro lado, evitando responderle de forma grosera a su estúpida madre. Suspira, mira en techo y nuevamente a un costado, dejando que ella mueva todo lo que quiera en su traje y lo limpie y acomode las veces que lo desee. Los primeros dos meses de negó por completo participar en ese estúpido teatro, en una mierda como esa. Fue arrastrado al sastre, y escapó mil veces de las pruebas de platos, de la cena de confirmación, y no asistió al ensayo. No obstante, bajo la amenaza de su madre de jamás volver a hablarle, TaeHyung se halla de pie frente a un espejo esperando que su madre le ponga el tocado. Ya no tiene sentido resistirse más.
—Vamos, TaeHyung. Debes apresurarte. El testigo no puede llegar tarde.
TaeHyung desierta de su trance. Mira a su madre con enojo, pero más espantado que cualquier otra cosa. Había estado planeando simplemente escapar a la mitad de la ceremonia, estar en la cocina del salón comiendo algo.
—Mamá yo no voy a ser testigo de esto. ¿Estás loca?
—Hubieras sabido eso si hubieras ido al ensayo ayer.
—Mamá, yo no voy a firmar absolutamente nada. —Su exasperación se demuestra en su madre debido a sus feromonas. Ella siente algo de miedo por la reacción de su hijo.
—Lo tienes que hacer, TaeHyung.
Ella zapatea cual mujer ridícula, provocando que Tae desvíe la mirada a un costado para no verla haciendo estupideces. Ella de acerca a su hijo, tomándolo con fuerza de los hombros.
—Mamá, no quiero, no lo haré.
—¿No puedes estar feliz por tu hermano y por tu mejor amigo? Deja de ser egoísta, TaeHyung.
—¿Qué?
El alfa no puede creer estar escuchando eso. No sabe si su madre es idiota o si prefiere ocultar la verdad bajo una sabana y fingir que se ha esfumado. Pero no la culpa, de hecho nunca le dijo absolutamente nada, y aunque eso fue un error, realmente no cree que pudo haber cambiado algo. Si Jimin es egoísta y egocentrista, es porque su madre se lo inculcó. Y si la señora madre quería un matrimonio con esa familia, ni siquiera la súplica más sumisa de su hijo la haría cambiar de opinión.
—Por una vez no te pongas en primer lugar, TaeHyung.
—Estoy poniendo mi felicidad primero, mamá. —Dice él con rabia, tocando su propio pecho—. ¿A caso no te das cuenta? ¿No ha sido suficiente todo lo que he hecho para que lo notes, mamá?
—Qué...
—¡No quiero que se casen! —grita.
Aquel grito es tan fuerte que resuena en toda la casa. La casa de TaeHyung es grande, es una mansión heredada, es como un castillo en medio de la nada, pero probablemente hasta la nada escuchó esa solicitud desesperada a Dios paea que retengan la boda. El lobo viviendo dentro suyo, con las orejas bajas, mueve los ojos de lado a lado buscando a su pareja, pero no la halla, no la halla y no la halla. Porque no está.
El chico se mueve efusivo, en un verdadero ataque de ansiedad. La señora lo mira desconcertada, dudosa de sus acciones, de la cordura de su hijo menor.
—¿De qué hablas?
—Mamá, yo no quiero que se case.
—¿Tu hermano?
—¡JungKook!
Ella lo mira anonadada, con la respiración entrecortada. En los ojos de él ve un brillo que jamás había visto, y eso solo la hace preocuparse más. La señora Kim lleva la mano hasta la boca, y lleva los ojos al suelo, sorprendida al grado de quedar muda. TaeHyung deja salir una bocanada de aire que lo deja con dificultad para halar aire
—¿Desde cuándo? —inquiere ella sin verle. TaeHyung duda de responder, pero ella continua—. ¿Desde cuándo están engañando a Jimin?
TaeHyung no da crédito a lo que oye, tan así que abre la boca con molestia.
—¿Engañarlo a él? ¡Ellos me engañaron a mi, mamá!
—¿Qué?
—Yo... yo era... yo...
—¿Un alfa con otro alfa? Hijo, estás loco. Estas loco y agradezco que él sea el destinado de tu hermano. Incluso si ellos no se fueran a casar hoy, jamás te hubiera permiti-
—No te pedí permiso.
Ella se ofende por la respuesta. A decir verdad, está muy molesta, tanto así que apenas respira. Ella da vueltas, con su ajustado vestido presionando sus costillas, teniendo porque todo se arruine. Sus ojos se dirigen al reloj en la pared, y luego a su hijo.
—Vas a firmar ese maldito papel, TaeHyung.
—No puedes obligarme.
—Lo harás. Porque si no lo haces, TaeHyung, te prometo, te lo prometo, TaeHyung, voy a asegurarme que tu hermano se vaya tan lejos con JungKook qué jamás lo vas a volver a ver.
—Mamá...
—Y vámonos ya —grita ella, jamás con la misma intensidad que un alfa. Lamentablemente, el alfa frente a él está tan triste que se deja dominar—. Súbete al auto.
[...]
A los ojos de los demás, el salón es la muestra perfecta de status. El señor Jeon se halla sentado en la mesa de los padres, riendo mientras la gente llega. La boda era sencilla, pero lujosa a la vez. Había una gran pared de rosas en la mesa donde se firmarían los papeles, y al lado una pequeña carpa donde se haría la estupidez del beso y todo eso. Faltaban poco menos de diez minutos, todos los amigos de TaeHyung estaban ahí, aunque no por él, sino por JungKook.
El olor lejano a verduras hizo a TaeHyung alzar la mirada. Al instante, topándose con JungKook.
La verdad es que quería verlo más delgado, quería verlo hambriento y escuchar su estómago rugir. Quería verlo escuálido, débil y con los ojos hinchados. Quería verlo igual que él se vio a sí mismo en esa mañana. Pero la verdad es que JungKook tiene las mejillas llenas, y sonríe como tonto a todo el que lo saludaba.
Baja la mirada, ahoga las ganas de llorar. Nadie lo nota, porque él no es en que viste un anillo en su dedo y toda la atención está en los jóvenes que se casan.
—Es hora de las fotos. —El grito de su madre lo hace desesperar. Pero camina hasta donde se halla el camarógrafo.
JungKook camina cercano a él. Pero no le habla. No le habla desde que se pelearon bajo la luz lunar, y le rogó porque lo mordiera. Y no lo hizo. Aquella noche fue una mierda para ambos, pero más para TaeHyung, pues solo ahí pudo entender las razones por las que JungKook no pudo morderlo. Así como una vez dijo, hay algo que lo detiene, algo que no le permite quererlo por completo: el maldito instinto. A TaeHyung le puede pertenecer todo de él, su corazón, su mirada, y su atención, pero no su instinto. El lobo dentro de JungKook no quiere a un alfa similar a él, y ese deseo maneja el deseo de marcar a alguien.
—Primero fotos de los novios.
TaeHyung los ve caminar al ventanal y tomarse unas cuantas fotos. Pero mejor ve a otro lugar, cuando JungKook sonríe inconscientemente. Esas sonrisas son las mejores en él, cuando no intenta verse bien, sino, solo demostrar su felicidad. Por un segundo, sus ojos se topan, TaeHyung no sabe si quitar la morada de encima de él, o dejar que él se rinda. Y por un segundo, parece que él lo recuerda y quisiera detener todo.
TaeHyung ya se hincó frente a él para pedirle que no lo haga. Le pidió que no se case.
JungKook extiende la mano y se regresa a ver al de la cámara. —Creo que necesitamos unas fotos con TaeHyung.
En ese momento, más que amarlo, TaeHyung odia a JungKook. Odia que ignore sus sentimientos, y le pida hacer cosas que sabe que no debería hacer. Lo odia por verlo con compasión y no con amor. Lo odia porque lo ama tanto, que quisiera morir antes de tomarse una foto con él en ese instante.
—TaeHyung, ven aquí, ¡eres el testigo, debes tener fotos con ellos!
Siendo obligado por sus demás amigos, TaeHyung es empujado hasta ellos dos. Se coloca en medio, y dos olores lo invaden por completo. El olor fresco de JungKook, y el dulce perfume de Jimin que lo marea. TaeHyung ve a la cámara, cruzándose de brazos. Pero tal vez es su rostro molesto que lo delata, pues todos lo miran con extrañeza.
—¡Sonríe un poco, alfa tonto! —grita YoonGi—. Parece que vas a matarnos a todos.
Y TaeHyung lo hace como el estúpido que es. Son varias fotos que se toman de los tres jóvenes. Solo en un momento muy corto, TaeHyung le dirige la mirada a JungKook, de arriba abajo, lo observa con atención, tal vez para memorizarlo y odiarlo algún día con esa imagen en su cabeza. Pero después, ve al frente de nuevo con molestia.
—Quiero una foto con TaeHyung —dice JungKook. TaeHyung ni lo mira, solo lo odia con más ganas. De reojo si observa a Jimin, quien se queja con la mirada, pero no dice nada y solo camina lejos.
El fotógrafo nota esa incomodidad en ambos. Los dos están lejanos entre sí, a pesar de ser mejores amigos, y ninguno tiene una expresión contenta.
—¿Por qué no mejor se colocan de lado?
Y haciendo caso a eso, lo hacen.
La fotos salen bien.
El fotógrafo parece estar satisfecho. TaeHyung suspira, esperando la indicación para irse. No voltea a ver a JungKook en ningún momento, y el otro siente esto, pero ni dice nada.
—¡Yo quiero una foto con TaeHyung! —grita HoSeok.
—Ah, sí. ¡Ambos testigos, les tomaré foto!
La mierda de las fotos duró tanto que cuando llegó el juez, se vio en la necesidad de esperar cinco minutos a que todo el mundo se reuniera. La madre de TaeHyung lo tiene sujeto del brazo, mientras Jimin y JungKook se acercan a la mesa donde sus papeles por firmar se encuentran. TaeHyung los ve desde su lugar.
—El día de hoy, celebraremos la unión en matrimonio ante el estado de estos dos jóvenes. Jeon JungKook y Park Jimin, alfa y omega. Debo preguntarle entonces a los dos, si están dispuestos, en todas sus facultades y deseos de casarse con el otro.
TaeHyung baja la mirada, canta una canción en su cabeza para evitar llorar, pero es inevitable. De repente, su respiración agitada hace a su madre soltarlo del brazo, y darle una palmada en la espalda. TaeHyung lleva una mano a su rostro, y dirige los ojos a otro lugar, se encierra en su cabeza mientras lloriquea en silencio.
Decir que le duele el corazón es poco. No solo le duele el corazón, le duele haber nacido. Le duele ser alto, de contextura fuerte, de manos largas y piernas fuertes, odia sus colmillos afilados, sus pies largos. Odia su voz de mando, sus ojos malos. Odia ser un maldito alfa, odia tener feromonas tan fuertes, y odia no oler a la puta verdura, odia no oler como Jimin, odia no tener su pelo sedoso, su rostro delicado y sus facciones atractivas para otros alfas.
—Por favor, firmen sus actas de matrimonio.
TaeHyung dirige los ojos a la mesa, donde Jimin toma el lapicero y firma rápidamente. JungKook, que lo mirs atento, regresa los ojos a sus papeles. Y de pronto, alza la mirada, topándose con TaeHyung.
Esos ojos dicen algo. Un secreto. Un deseo, JungKook intenta comunicar algo con sus ojos, algo que TaeHyung tarda en entender.
Tal vez él diría que no.
Se pondría de pie y confesaría a quién realmente ama.
Sí. JungKook hará eso.
No.
Realmente esos ojos decían en secreto "Perdóname".
—¿Lo vas a hacer esperar toda la vida? —bromea el juez.
JungKook sonríe tímido. Jimin extiende la mano, con gracia y apunta a la línea vacía —Ahí mira. Firma para que podamos comer ya el pastel.
La carcajada de JungKook hace a TaeHyung darse cuenta de algo: es feliz. Tal vez todo este tiempo, JungKook fue feliz al lado de Jimin y nunca lo supo. Quizá no odiaba ese olor a verduras, quizá solo lo hacía sentir demasiado ansioso, deseoso de algo que ni siquiera podría entender. Quizá no es que amara tanto ese olor a dulces, si no que era lo único que podría hacerlo sentir menos mal.
Y si eso es verdad...
—Por favor, los dos testigos acérquense.
TaeHyung dio un paso, nervioso. Su madre se sorprende, pues creyó tener que convencerlo nuevamente. El alfa de menor edad en la familia Kim, mira al juez qué lo invita a sentarse. A su lado, HoSeok también se sienta. TaeHyung suspira pesado, con un rostro desubicado y a los ojos de todos. Mira una última vez a los prestentes, toma el lapicero, y baja la mirada a la hoja.
Al hacerlo, se topa con su tatuaje. Se asoma ligeramente por abajo de su manga, es técnicamente invisible. Pero, haciendo caso omiso a su tristeza, TaeHyung piensa en todo lo que su cabeza ha creado y llega a la conclusión de que nadie puede obligar a JungKook a hacer algo que no quiere.
Firma.
Y se pone de pie, y talla su muñeca mientras regresa a su lugar.
—Y por el poder que me brinda el estado, declaro a los ciudadanos Jeon JungKook y Park Jimin, esposos ante la ley.
La ola de aplausos es ignorada por TaeHyung, qué mira el suelo, incapaz de moverse. Solo sus ojos se alzan para ver el beso, pero nunca hay uno. Jimin y JungKook no se besan, no se abrazan, solo sonríen, uno ligero y el otro como en una pasarela. Park Jimin coloca el anillo en el dedo de su ya esposo, y JungKook lo hace también.
No obstante, es imperceptible para todos, pero Jimin alcanza a ver aquel tatuaje en la muñeca de JungKook. La misma que vio cuando TaeHyung firmó. Pero no dice nada. Porque es un idiota.
Todos lo son.
Nadie tiene el suficiente valor para hablar. Pero es que la verdad es que todos han encontrado las razones para no hacerlo.
Cuando todos se dispersan por el jardín, mientras cae la tarde, TaeHyung se siente capaz para correr hacia los baños. Justo al llegar, entra al primero que ve, cerrando la puerta e hincándose inmediatamente. Los pulmones le fallan, y deja salir una bocanada de aire que es más como un jadeo, se queja en voz baja, mientras las lágrimas de apoderan de su rostro. Entonces, solloza, desde lo profundo. Solloza una y otra vez, faltandole el aire, con la frente recargada en la puerta. El sonido dentro del baño es de puro sufrimiento, de puro odio, no lo puede ni siquiera creer, no puede controlarse. Niega lentamente en su lugar, deshace su corbata porque le ahorca, y talla su rostro con exasperación.
Pero cada segundo que transcurre, más le duele su pecho, y quiere morirse.
De verdad que quiere morir.
—No te cases con él —lloriquea, llevando las manos a su cara—. Cásate conmigo.
Pero, TaeHyung, es demasiado tarde.
Incluso firmó el papel, atestiguando que esas dos almas unían su vida en una sola.
Ya no hay nada que puedas hacer, TaeHyung.
—JungKook, ¿por qué? —llora en voz baja, con dolor, con desespero—. ¿Por qué? Cásate conmigo, JungKook.
Fuera del baño, JungKook se mantiene quieto. En sus mejillas caen espesas lagrimas qué quisiera detener. En un impulso de su corazón, que abandona al instinto y solo se guía por la necesidad de sus emociones, estira la mano para abrir la puerta, pero antes de siquiera tocar el material, se retracta.
Incluso con el mayor dolor de su corazón, lo único que logra hacer es llorar en silencio, y darse la vuelta.
Ni siquiera se detiene cuando TaeHyung dice con dolor: —Me quiero morir, Dios.
Solamente atina a irse llorando. Y fingir que esas lágrimas son de felicidad.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro