Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 8

La sonrisa que se dibuja en el rostro de TaeHyung hace que JungKook también se siente feliz. La vista desde el balcón de su casa es bonita, deja ver la alberca de colores azulados, y el jardín extenso que nunca tiene flores, solo plantas verdes que me gustan a su padre.

     —No me habías mostrado este cuarto.

     —A mi papá no le gusta que entre aquí desde que se divorció de mi madre. —JungKook desvía los ojos hacia dentro de la habitación, no triste, solo pensativo—. Es lindo, ¿no?

     —Siento que pudiera estar aquí contigo toda la vida.

     JungKook sonríe. Pocas veces sonríe, porque sonreir tan sinceramente es algo que debe salir desde el fondo de su estómago. Esa expresión de alegría es especialmente para TaeHyung, en días como ese, días azules y bonitos donde suena una balada detrás suyo.

     Tal vez algún día los dos dejen de jugar entre sí dando vueltas, un día van a hablar frente a frente, tomando un café y comiendo un trozo de pastel. Pero, por lo pronto, JungKook estaría sonriendo estando cerca de TaeHyung.

     —¿Y cómo te sientan los veinte, TaeHyung?

     —Siento que la vida se me va.

     —Pero apenas inicia.

     —Tengo un mal presentimiento. —La expresión de TaeHyung cambia, mira su ropa y después regresa los ojos al frente. Capturado por ese color azul, TaeHyung no puede evitar sentirse melancólico por algo que no reconoce—. Como si fuera a ser infeliz... ¿No es extraño?

     El alfa de menor edad no piensa que sea extraño temer a ser infeliz. Menos si se habla del futuro. Si algo ha aprendido JungKook en esos últimos años, es que hay cosas que pueden sorprenderte conforme pasa el tiempo, el futuro es incierto, y da miedo, y es normal. Lo que no es normal es vivir afligido el presente y olvidar lo que realmente importa, disfrutar el momento, por más pequeño que sea.

     Pero, sinceramente, esa última parte del discurso es un acto de egoísmo desesperado por parte de JungKook.

     —¿Qué tan infeliz podrías ser?

     —¿Qué tal si sirven cruda la carne todos los días?

     El rostro de JungKook dibuja confusión, y sin pensarlo mucho, dice:

     —¿Por qué habrían de servir la carne cruda en nuestra casa?

     TaeHyung y JungKook tienen una relación muy extraña. A pesar de que se conocen desde niños, y saben todo lo relacionado al otro, de vez en cuando hasta los mejores amigos guardan secretos. Run secreto, que realmente no es un secreto si te atreves a mirar bien, es lo mucho que se quieren. De hecho, va más allá de simplemente quererse, tal vez si se preguntaran a sí mismos el valor del otro, jamás podrían cuantificarlo, y es la verdad. No hay ningún otro par en el mundo que tengan esa clase de relación, tan libre como cerrada, tan conocida como desconocida.

     Lamentablemente, son cosas de las que prefieren no hablar. Rara vez lo hacen, o no lo hacen, más bien, simplemente es como una mención llana, una insinuación que flota en el aire como propuesta futura, a la cual se le pone un alfiler cuando está muy lejana a ellos, y se le avienta aire cuando amenaza a ponerse seria.

     Por ejemplo, en ese momento el alfiler es ese comentario sutil de JungKook, que inquiere mucho pero poco al mismo tiempo.

     —Tienes razón. —TaeHyung asiente unas cuantas veces en la cabeza. Recuesta la cabeza en el suelo, y ve el cielo que poco a poco se pinta más oscura.

     En JungKook hay un pesor en su corazón, que quiere ahuyentar y del cual ha estado corriendo. Jamás logra perderlo. De alguna manera, siempre regresa a él, en los momentos menos indicados, en los momentos donde más quiere ser feliz. En este momento, se encuentra ahí, haciéndolo lamentarse por tan miserable situación.

     —Siempre puedes pedirme mis verduras y mi carne cuando esté más cocida que la tuya.

     —Gracias —ríe TaeHyung. En el cielo, la uña luna le saluda y le recuerda a una vieja historia que su madre le contaba—. ¿Crees que la luna cumpla deseos?

     El otro, se recarga en una de las puertas más cercanas a Tae, aun sentado. TaeHyung de reacomoda, dejando caer la cabeza sobre los muslos de JungKook.

     —¿La luna? ¿Por qué?

     —Mi mamá me contó que sus abuelos creían en ella como una diosa que cumplía deseos.

     —¿De verdad? ¿Crees que funcione?

     —Claro que no funciona. —El recientemente realista TaeHyung dice eso con gracia, provocando en JungKook una expresión aburrida—. Solo quería hablar de algo.

     —Voy a pedir un deseo.

     Ligeramente, el alfa mayor juzga al otro con sus orbes.

     —Jamás pensé escucharte decir eso, JungKook.

     —¿Qué tengo que hacer para pedir un deseo? ¿Te lo contó tu mamá?

     —Sí, pero no me acuerdo bien. —TaeHyung se sienta en su lugar, cierra los ojos, la remembranza de su madre acariciándole su pelo cobra sentido, y solo por un segundo se le viene a la cabeza la corta serie de pasos a seguir para pedir un deseo—. Ah, sí. Creo que es, debes hincarte, y cerrar los ojos, y ofrecerle algo a ella grande y valioso para ti. Pedir el deseo en voz alta.

     El alfa pelinegro hace lo que se le dice, siendo seguido por los ojos graciosos de TaeHyung. Hay que recordar que esa clase de cosas son muy difíciles de ver en un chico alfa como Jeon JungKook, el mismo niño que creció bajo la enorme presión de su padre para hacer lo correcto por su familia, y al que se le obligó a adquirir las responsabilidades más banales para un niño de doce años, quien apenas crecía y entendía el mundo, pero que fue tomado como un adulto solo porque se desarrolló más rápido que otros.

     Y aunque JungKook jugara a ser maduro, a veces solo quería hincarse y pedirle un deseo a la luna.

     Con los ojos cerrados, JungKook extiende las manos. Después de un segundo, abre un ojo en dirección a TaeHyung.

     —¿Y lo que le ofrezca?

     —Le pertenecerá cuando mueras.

     —Ah, bueno. Menos mal. —Suspira JungKook, cerrando sus ojos nuevamente—. Presta atención, solo lo diré una vez.

     —No la regañes.

     —Luna, deseo y quiero ser feliz, tener una familia, aprender a cocinar. Quiero estar junto con él por siempre, y permanecer unidos hasta que el mundo deje de girar.

      La sonrisa de TaeHyung intenta disimularse, pero ni siquiera el voltear hacia otro lado logra distraerle de su sentimiento puro que recorre su corazón. Ahora, tal vez es algo que tenga que ver con que son alfas (o no), pero los dos no se voltean a ver ni tienen la intención de hablar del tema hasta dentro de un muy largo tiempo.

     —¿Y ahora?

     —Dale las gracias y aplaude dos veces.

     —Gracias, Luna. —Seguido de dos aplausos, JungKook se sienta, sacudiendo sus jeans. Aunque pasan dos segundos y voltea a ver a Tae con preocupación—. ¿Y si no dije el nombre?

     TaeHyung abre grande los ojos, tarda un minuto en entender, pero logra captarlo. Lleva los ojos a la luna, y la observa por un detenido momento. De pronto, no siente que su futuro traiga un mal, tal vez las cosas van a salir muy bien. Es esa esperanza que calman su ansioso corazón, el lobo dentro suyo, de pronto se siente completo y feliz. Hay algo en ser un alfa que es maravilloso, y le gusta mucho a TaeHyung, es lo conectado que esta su corazón con todos los buenos sentimientos, los cuales provocan sensaciones como las de aparentemente un perro.

     De pronto, es como si TaeHyung sintiera unas orejas arriba de su cabeza que se mueven, una cola agitándose de lado a lado y su respiración agitada.

     —Yo creo que ella sabrá el nombre.

     Asintiendo, JungKook de nuevo se echa en el suelo, y TaeHyung también, terminando recostado a su lado.

     Y no hay que mover nada entre ellos, no poner un alfiler. No hay poder humano en la tierra que logre alterarlos, de pronto, los dos se sienten llenos. Por primera vez en mucho tiempo, experimentan ese bonito sentimiento de amor llenando la cavidad más profunda de su alma. De pronto, es vida lo que sobra y demostraciones las que faltan. Entonces, entre los dos hay más que un hilo que se estira, hay más que un género separándolos al hacerlos tan similares, así, alfa, omega o beta son estupideces de las matemáticas, no etiquetas qué los encasillan.

     —¿Aún sigo oliendo a dulces?

     —Sí. —Susurra JungKook—. Hueles a chocolate, menta, a azúcar. Hueles al café que tomo en las mañanas, y a las flores que tu mamá planta en el jardín.

     —¿Por qué te gusta tanto ese olor? ¿Alguna vez te lo has preguntado?

     —Solo me gusta porque así hueles tú, TaeHyung.

     —¿Crees eso?

     —No lo creo. Lo sé.

     Para ser sinceros, hay algo que se siente muy fuera de lugar. Es como una cuerda desafinada, una letra mal hecha en un escrito perfecto, un cero de más en un conjunto de números, el cabello que se sale de su lugar. Pero, tal vez, no solo fuera de lugar, sino raro, poco natural, tal vez es más como ver a un perro intentando escalar una pared con sus uñas, o a un gato dando persiguiendo en círculo su cola.

     TaeHyung lo percibe más que JungKook, preguntándose qué es lo que están haciendo, y si es correcto. Aunque más que correcto, se pregunta si lo está haciendo bien, si JungKook no tiene el mismo sentimiento de no encajar en la situación.

     Tal vez porque es un alfa.

     Mejor, tal vez por que ambos son alfas.

     Le tiene rechazo, una parte muy profunda de él preferiría no tener a JungKook cerca. No obstante, psicológicamente TaeHyung se aferra a JungKook como si se tratara de un...

     —Prométeme algo, ¿te gustaría?

     —¿Qué, JungKook?

     —Que vas a quererme siempre.

     El alfa de mayor edad, desvía la mirada a un punto lejano del balcón. Pasa unos pocos segundos hasta que ríe con vergüenza.

     —¿No es eso muy egoísta? Creo que te pasó algo para decir tantas cosas.

     A pesar de haber sonado como una broma, JungKook no puede evitar sentirse un poco abatido por la acusación, así que lleva los ojos al frente, nervioso.

     —Prometelo.

     —Lo prometo.

     —Y que no vas a odiarme nunca.

     —Redundante. Pero en algún momento tendré que maldecirte y decirte que te odio momentáneamente.

     —Entonces solo podrás hacerlo cinco veces. ¿Trato?

     Percatándose de los ojos necesitados qué le obligan a aceptar, TaeHyung examina más detenidamente el lenguaje corporal de JungKook, pero en él solo nota a un joven que se esconde en sí mismo, y pareciera de lo más normal, pues TaeHyung rápidamente acepta el estado de JungKook y no hace el mínimo esfuerzo por saber qué es lo que lo tiene tan ansioso.

      Muy a diferencia de JungKook, a sus veinte, TaeHyung apenas esta aprendiendo a ser una persona más libre en cuanto a sus sentimientos. JungKook, a pesar de ser reservado, suele hablar lo suficiente acerca de lo que siente como para darse a entender. Uno de los propósitos de Tae, es algún día no tener de las cosas que piensa y hace, y actuar con su corazón y no con su lobo.

     —¿Te pasa algo?

     —No. —Mueve su cabeza de lado a lado—. Estoy bien.

     —Actúas extraño.

     —Solo quiero asegurarme que siempre estemos bien, TaeHyung.

     —Será un poco difícil —admite TaeHyung, dejándose caer sobre las piernas de JungKook—. Somos alfas, nos enojaremos de vez en cuando, y nos odiaremos un poco. Pero, después, estaremos bien.

     —¿Tú crees?

     El mayor le mira desde sus piernas, le sonríe ligeramente. A eso, JungKook lo ve con lejanía y melancolía, cosa que frustra a TaeHyung y termina pinchando con en dedo su mejilla.

     —No lo creo. Lo sé.

     Pasa un minuto y algo de silencio puro, hasta que JungKook vuelve a decir algo.

     —Deberíamos hacernos un tatuaje.

     TaeHyung se levanta con molestia y un poco de gracia de sus piernas. —Estás pero bien loco.

     —Uno pequeño... ¡Aquí! —JungKook muestra su muñeca—. Algo diminuto.

     —¿Cómo por qué? No quiero sonar como mi madre, pero, ¿qué necesidad la de rayarse la piel?

     —Solo porque sí. Para que compartamos algo.

     —Ya compartimos muchas cosas. Vamos, JungKook, es un impulso por tus dieciocho años, ¿no?

     —Sí, pero eso lo compartiremos por siempre y jamás lo vamos a poder borrar.

     —No creo que sea una buena idea.

     El otro, rindiéndose, planea sacar la última carta de sus ideas. Sentándose bien, frente al joven, Kook lo mira con seriedad, provocando a TaeHyung.

     —Piedra, papel o tijeras. Y si gano, lo haremos.

     —No.

     No hay nada peor que dos alfas competitivos.

     —Es un reto, TaeHyung.

     Entonces, en un impulso, TaeHyung lleva la mano detrás de la espalda, y JungKook hacen lo mismo. Viéndose entre sí, con sigilo, con distancia y un poco de diferencia, nuevamente es como si solo hubieran dos seres equivalentes frente al otro. El pelinegro suspira, ve el cielo, y exclama:

     —¡Piedra, papel o tijeras!

    Y alguien saca piedra.

     Y el otro papel.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro