Capítulo 3
—¡Dulce o truco! —grita TaeHyung entrando a la habitación.
JungKook se voltea a verlo, desfigurando su cara cuando lo ve con un disfraz extraño del joven manos de tijera. TaeHyung cambia su expresión a una más molesta, al ver a JungKook sin su camisa y sentado en el borde de la cama de la habitación para invitados. Cruza los brazos, con cuidado de no estropear las dijeras de punta redonda que Jimin le ha pegado en sus manos.
—¿Es necesario que lleves tijeras en las manos?
—¿Aún no te cambias? —la pregunta de Tae resuena en las paredes del cuarto—. ¡Ya es super tarde!
—Ya sé, pero no me quiero poner este disfraz.
TaeHyung se acerca hasta la cama, donde hace el disfraz que escogió con mucho cariño para JungKook. Era un disfraz común y corriente de pirata, ¿por qué no le gustaría algo como eso? A veces Tae odia a su mejor amigo, hay momentos como ese en los que JungKook está tan de mal humor que comienza a comportarse como un alfa exigente.
—Es de piratas, ¡está genial! Ya póntelo, no seas aburrido.
—Está bien, me lo pondré. Pero, que conste que es solo por los dulces.
—Bobo, todos salimos solo por los dulces. ¿Crees que me gusta estar con el cabello hecho un espantapájaros?
Mientras JungKook pasa los brazos por la camisa manga larga de satín, lleva los ojos hasta el cabello de TaeHyung y sonríe, emitiendo una risa.
—Yo creo que sí.
—¡Oye! ¡Claro que no!
Por la puerta, a la vez JungKook coloca en su oreja un arete falso, la cabeza de Jimin se asoma. Casi al instante, JungKook arruga la nariz ante un olor que le desagrada, y se pone de pie para encaminarse al baño, donde cierra la puerta. TaeHyung, al no haber sentido el olor de su hermano con tanta intensidad como lo hace JungKook, se sorprende al darse cuenta de que su amigo se ha encerrado. Después, se da la vuelta sobre su eje, encontrándose con Jimin, quien pega los ojos a la puerta del baño, con inquietud.
—Hiciste que JungKook se fuera.
El omega de mayor edad no hace caso al comentario de su hermano menor, y continúa con su propósito. —Oye, ¿ya están listos? Recuerden que los voy a llevar yo, y después los pasaré a recoger.
—Solo falta que JungKook se ponga sus botas.
—Está bien. —El rubio se recarga en la puerta, cruza sus brazos—. Los espero.
Aunque TaeHyung espera que su hermano se vaya, el omega no se nueve. TaeHyung esperaría que su hermano mayor entendiera la situación, ya que se lo ha explicado muchas veces; especialmente desde que también puede percibir su olor. JungKook literalmente odia el olor a verduras, y en su caso, el olor a pepino, así que no saldría hasta que Jimin se fuera. Han habido muchos incidentes en los últimos cinco años desde que se conocen, JungKook es muy sensible en cuanto a olores se trata, además su personalidad arisca y gélida con otras personas no ayuda mucho. Jimin no odia a JungKook, y JungKook tampoco odia a Jimin, pero no van a negar que existe una extraña tensión entre los dos, la cual siempre intenta ser arreglada por TaeHyung, pero éste jamás lo logra.
Kim TaeHyung cree que su hermano molesta a JungKook a propósito cuando hace esa clase de cosas, cuando se aparece a su lado sin decir una palabra, o se pasea en la sala de estar cuando JungKook y él juegan videojuegos. Y no lo entiende, no comprende la necesidad de Jimin por resaltarse a sí mismo cada vez que JungKook está cerca, y aunque a veces quisiera preguntárselo, hay algo que se lo impide, algo implícito por ahí que no la logrado reconocer qué es.
—JungKook no saldrá hasta que te vayas.
—Pero si yo los voy a llevar. —Reclama el mayor—. ¡A los dos!
—Ya sabes cómo es. Deja de molestarlo, Jimin.
—¡Agh! ¡Como sea! Los esperaré abajo. Si no están ahí en diez minutos como mucho, me voy y se quedan comiendo las galletas dietéticas de mi mamá.
Jimin cree que esos dos están en una edad que los hace sentirse mejor que nadie. No podría ser más una mentira, por parte de JungKook, pero TaeHyung sí se siente lo mejor a decir verdad. Con doce y catorce años, a pesar de que han tenido algunos contratiempos con eso de crecer juntos y a la par, TaeHyung y JungKook han logrado superar muchas adversidades. Ejemplo de ello, el paso de la primaria a la secundaria fue difícil, pero lo lograron.
Desde el inicio, JungKook y TaeHyung han sido buenos amigos. De esos verdaderos amigos. Han estado ahí para el otro en los momentos más importantes de sus vidas, momentos difíciles y fáciles. Ya sea en sus cumpleaños, cuando no entregan tareas, cuando se quedan a jugar hasta tarde. Y en ese momento, transcurren su pre adolescencia y la entrada a la adolescencia como dos chicos inseparables uno del otro. En ellos no hay más que un sentimiento puro de amistad, y eso es reconfortante para el otro. Considerando que viven una vida típica de gente como ellos, a veces sienten la presión de padres estrictos, de madres que poco a poco les empiezan de prestar menos atención, pero entonces, voltean a ver al costado, y está el otro para conversar y ayudarse mutuamente.
Kim TaeHyung, el hijo alfa de la familia Kim, ve en JungKook a un adolescente de 12 años que pareciera tener cincuenta, es como un anciano encerrado en la piel suave de un alfa calmado pero respondón y frío. Y JungKook ve en TaeHyung un chico algo mayor que lo acepta denteo de su grupo de amigos. Vaya, son un complemento.
—Ya se fue mi hermano.
Solo así, JungKook asoma la cabeza por la puerta del baño, inspecciona el lugar y sale a pasos ligeros. No dice ni una sola palabra al respecto, al menos no hasta que toma asiento en la cama y percibe los ojos preocupados de TaeHyung. Tae siempre se preocupa por la relación que tiene con su hermano, es como si quisiera que los dos se llevasen bien, que fuesen en conjunto los mejores amigos. JungKook intentó, una vez, satisfacer ese deseo. Pero no funcionó. JungKook no soporta estar al lado de Jimin; y no es cosa de su personalidad o la forma en la que parece odiar cada cosa que no está hecha a su gusto, son otras cuestiones.
—Perdón, TaeHyung. Sabes que no me gusta el olor de Jimin.
—Ya lo sé. —Tae toma asiento al lado de su amigo—. Él no quiere molestarte, solo que creo que le gustaría ser tu amigo también.
—Es que no creo que eso sea posible.
—¿Vas a decir lo mismo que mi papá? —TaeHyung se echa hacia atrás en la cama. Le importa poco su cabello, de todas maneras ya está bastante estropeado—. Que los omegas y los alfas no deben ser amigos.
—Sabes que no pienso eso. Tengo amigos omegas, es solo que... No sé.
—¿Qué no sabes?
—Hoy me mareé con su olor.
—Bueno, tal vez hoy huele un poco más insoportable.
—Tengo que decirte algo.
TaeHyung inclina la cabeza ante la expresión preocupada de JungKook. —¿Qué?
—Ya tuve el primer ciclo.
No tarda mucho para que un alfa preocupado se levante rápidamente hasta la puerta, asime la cabeza por el pasillo, y la empuje a como puede con sus muñecas para después intentar asegurarla, pero sus malditas manos de tijeras no le permiten hacerlo. En medio de la desesperación, TaeHyung suelta un chillido que hace a JungKook ponerse de pie, y hacer que su índice clave el seguro.
Ahora sí, TaeHyung se voltea a verlo con sorpresa.
—¡¿Qué?! —cuestiona en alto. El otro alfa se alza de hombros—. ¡¿Y por qué no me dijiste?!
—Fue hace dos días apenas.
—¡Estás en mi casa con mi hermano!
—Pero estoy tomando medicinas. No sucede nada en serio, de hecho, creo que este mareo fue lo único que he tenido como síntoma.
—¿Dos días, dices? Ay, ¿no es muy pronto? Yo lo tuve apenas hace unos meses.
—Ya fui al médico, dijo que está dentro del rango. Mi primo HoSeok está preocupado.
—¿Por qué?
—Dice que aún debería tener tiempo de divertirme.
El comentario hace que TaeHyung se moleste, y mire a su amigo con sus cejas tupidas hacia abajo. JungKook no nota eso de primera instancia, pero cuando lo hace, se sorprende por la naturalidad con la que TaeHyung tiene esa clase de arrebatos que dejan en clara su personalidad fuerte. El alfa de mayor edad corre hasta el armario de la habitación y saca de ahí dos calabazas enormes, a cómo le da la posibilidad el armazón que lleva en las manos. Posteriormente, la extiende a JungKook ambas y lo ve molesto.
—Agarra las dos.
—¿Por qué te molestas conmigo?
—No es contigo, me molesta que te digan que ya no puedes divertirte. —Al oír eso, JungKook toma las calabazas. Ve a TaeHyung extender uno de sus brazos y procurar juntar sus tijeras, cerrando la mano—. Es un maldito ciclo, ¡y qué! ¡Aún somos chicos! ¡Podemos hacer lo que queramos!
—HoSeok dice que el ciclo es la entrada a nuevos intereses.
Entendiendo lo que TaeHyung quiere que haga con la calabaza hueca que le acaba de dar, JungKook baja la suya y empieza a pasar por las tijeras el listón que sirve como agarradera, para poder colgarle la calabaza a TaeHyung sin el peligro de que corte el listón. Cuando por fin lo logra, TaeHyung baja la mano; la calabaza no cae, pues la detiene su montón de metalera qué lleva las extremidades.
—¿Intereses?
—Ya sabes a lo que me refiero, TaeHyung.
El alfa de mayor edad guarda silencio un segundo, y después pregunta con duda:
—¿Te gusta Jimin?
Al instante, JungKook deja caer las manos a sus costados y dibuja en su rostro una expresión asqueada.
—¡Claro que no!
—¿Te gusta alguien?
JungKook alza sus cejas de inmediato. —¡No!
—¡Entonces es mentira lo que dice HoSeok! Tú no te preocupes, ¡diviértete! Tienes doce años y yo catorce, cuando seamos viejos entonces nos preocuparemos. De mientras, salgamos a pedir dulces y sentémonos todas las tardes a jugar videojuegos.
TaeHyung le sonríe a JungKook, esperando que pueda entender lo que está diciendo. La verdad es que JungKook entiende perfectamente las palabras de TaeHyung, incluso su intención; sin embargo, eso no lo detiene a recordar todas las palabras de sus padres, en especial de su padre. Es como si TaeHyung no tuviera la menor idea de lo que vive dentro de su hogar; y sí es cierto, no le gusta nadie, y tampoco es que tenga un interés oculto con respecto al tema. No obstante, eso no lo detiene a lo que podría pasar en un futuro, las responsabilidades que adquiriría al crecer tan solo un poco más, cuando las demás feromonas fueran, no solo incontrolables, sino, letales para su sistema.
JungKook le sonríe a TaeHyung, esperanzado en hacerlo sentir calmado.
—¡Ya! Vamos a pedir dulces.
El menor se levanta de la cama, donde se ha sentado unos minutos atrás, y suspira. JungKook se acerca al espejo, para verse una vez más, y en lo que abotona la otra manga de su camisa manga larga satinada, se voltea a ver a TaeHyung con un poco de resentimiento.
—¿Por qué no me dijiste que me vistiera de blanco?
—¿Ah? ¿Para qué? —TaeHyung mira el traje de JungKook. Lo ve bastante bien, no comprende la queja.
—Para ir combinados.
Rara vez JungKook hace esa clase de peticiones. Las tacha de "infantiles", la mayor parte de las veces, TaeHyung está de acuerdo. En ese momento, entre los dos hay una pequeña diferencia, ¿por qué irían combinados?, se pregunta TaeHyung.
—¿Cómo iríamos combinados su te hubieras vestido de blanco?
—Yo hubiera sido Kim. —Kook rueda los ojos regresando la vista hasta el espejo.
—¡Ah! ¡Hablas de la película!
—Duh. Olvídalo. —Finalmente, el chico se da la vuelta con la intención de caminar a la puerta—. Apurémonos. Aún tengo que aguantar el olor de Jimin durante quince minutos.
—¿Dices que no lo odias?
El joven alfa, el pirata, se mantiene en el borde de la puerta en espera a TaeHyung, quien se ha regresado por saber qué al baño de la habitación. JungKook chequea el interior del cuarto, sintiéndolo como suyo, cuando ni siquiera es su casa. Eso lo hace suspirar algo bastante conforme. Mira a TaeHyung salir del baño, y verlo con un poco de curiosidad.
—¿Qué? No lo odio.
—¿Seguro que no? ¡Oye! ¿Ya llevas tu celular?
—Ah. —JungKook se regresa de mala gana al buró de la cama, abre un cajón, pero al no hallar su celular, se agacha a rebuscar.
—¿Entonces?
—No lo odio. Odio cómo huele, a verduras. TaeHyung, de verdad no quiero que te enojes conmigo, pero es inevitable. Cada vez que estoy cerca de Jimin, se me revuelve el estómago, como si quisiera vomitar.
—¡Oye! ¡Estás hablando de mi hermano, ten cuidado!
—Lo lamento. —JungKook alza la cabeza, lanzando el teléfono a la cama al haberlo encontrado.
—Te veo abajo, aún tengo que pedirle dinero a mamá. Y tu tienes que arreglarte esa maraña de pelos.
—¿Qué? —JungKook se pone de pie hasta verse en el espejo, y al ver su, efectivamente, maraña, se enoja—. Mierda.
Riéndose a carcajadas, TaeHyung sale hacia el pasillo de su casa. La sorpresa lo invade cuando ve a Jimin recargado en el merco de la puerta, con los ojos puestos al suelo. Inmediatamente, el omega de mayor edad lleva la vista hasta su hermano, y aunque TaeHyung jura ver esos ojos un poco cristalizados, Jimin no tarda mucho en excusarse con una sonrisa limpia.
—Jimin, él no quiso...
—Les dije que diez minutos. —Sonríe.
—Sí, es solo que JungKook estaba-
—¿Vomitando?
JungKook sale en ese mismo momento por la puerta, arruga la nariz, pero lo disimula al ver que Jimin se halla tan cerca de ambos. TaeHyung sostiene el brazo de JungKook, cuando este intenta caminar hacia un costado por el pasillo para evitar alejarse, lo que hace al alfa detenerse de inmediato.
—Bueno. —Jimin, más que dolido, suena enojado. TaeHyung no se mueve hasta que su hermano lo haga, y no suelta a JungKook por miedo a sus acciones—. Vámonos ya.
Y cuando su hermano avanza, solo entonces TaeHyung suelta el agarre de JungKook. Su amigo de inmediato lo mira con algo de molestia, pues su nariz ahora se siente incomoda y hay un extraño sentimiento recorriendo su cuerpo. Al perder a Jimin en las escaleras, JungKook se voltea hacia su mejor amigo.
—¿Por qué hiciste eso?
—Te escuchó decir que querías vomitar con su olor.
A decir verdad, JungKook está preocupado, pero en la medida que lo estás cuando la maestra te escucha quejarte de su clase. No le interesa demasiado, pero hay parte de su corazón que simplemente no lo puede dejar pasar.
—Perdón.
—Discúlpate con él cuando puedas.
JungKook accede de inmediato. No fue cortés haber dicho algo como eso. —Lo haré.
Después del incidente, y aunque suene mal, los dos caminan como normalmente lo hacen hasta la puerta, para después salir al auto. A medio camino, TaeHyung recuerda que debe pedir dinero, así que se regresa, y le pide a JungKook que se suba de una vez al carro vacío. Así lo hace el alfa, quien termina cerrando la puerta y colocándose el cinturón mientras revisa su teléfono. Pasa unos segundos en soledad, hasta el momento en el que Jimin se sube, cierra la puerta del conductor, toma el volante con ambas manos y suspira. Aquel aroma fresco provoca en JungKook, de nuevo, una mueca de disgusto, que logra disimular cuando lleva los ojos hasta el retrovisor. Un segundo después, Jimin lo mira por el mismo espejo.
—JungKook, ¿por qué me odias?
La pregunta hace a Kook dudar un poco de la situación. No sabe qué tan producente es hallarse en un auto con un omega de dieciséis años, y decirle las razones por las que particularmente prefiere no tenerlo cerca. No obstante, recuerda que le ha dicho a TaeHyung que se disculparía y lo hará.
—No te odio, Jimin. —Admire, calmado—. Solo que tu olor no es realmente algo que soporte.
—Pero, ¿por qué? Siempre estás diciendo cosas de mi olor, ¿pero eso qué? ¿Te mantienes alejado de todo el mundo que huele a una verdura?
Podría no parecerlo, pero Jimin habla con un tono tan molesto que hace sentir nervioso a JungKook. Ciertamente el alfa Jeon es un poco más serio que la mayoría de jóvenes de su edad, los doce años son una temporada de cuidado y cambio, así que se siente lo bastante concentrado en la seriedad como para responder eso.
—No es eso. Simplemente lo siento. No puedo controlarlo. No me gusta tu olor.
—Es increíble que me esté quejando por algo como esto. —Enojado consigo mismo, rueda los ojos. Gira la cabeza hasta toparse con JungKook—. ¿Entonces es por cómo huelo que siempre me evitas?
—Sí.
—¿Y siempre, siempre, va a ser así?
JungKook se toma un segundo para pensarlo. Al final, termina llegando a una conclusión muy, muy, muy, realista. —A menos algún día huelas a dulces, sí.
—¿Dulces?
TaeHyung entra, con su calabaza resonando, pues dentro lleva monedas. Jimin y JungKook se observan entre sí aunque el otro alfa ya ha cerrado la puerta y les ha llamado por sus nombres. Tae se toma un momento para estudiar la expresión de JungKook, y luego la de su hermano. Al notarlo, el omega rápidamente regresa el cuerpo y la vista hacia el frente, y se dispone a encender el móvil. JungKook suspira, lleva los ojos a la ventana.
—Oye. —La voz de TaeHyung suena en un susurro cercano a la oreja de Kook—. ¿Está bien? ¿Te disculpaste?
—Sí.
—Qué bien. —Susurra una vez más. Se separa de JungKook, hasta su lugar y en alto, suelta una queja—. Ay, Dios. Ojalá lleguemos pronto, hace calor. Oye JungKook, ¿no huelo mal?
Jimin mira a TaeHyung por el retrovisor, y como este se acerca ligeramente hasta JungKook. El otro alfa se voltea, tan solo ligeramente, y se acerca por menos de un segundo a TaeHyung; seguido, regresa a su posición inicial.
—No, hueles bien, TaeHyung.
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