TaeHyung sostiene la botella, tomando con intensidad, alejándose del bullicio de la fiesta. Se tambalea ligeramente, de lado a lado, y cuando del cristal ni sale ni una gota más, la arroja al suelo con mucha rabia.

     Suspira, y cansado de vagar por el pasto, se sienta en el suelo. La noche alumbra el solitario sentimiento de su corazón. Entonces, al ver el cielo y toparse con la Luna, TaeHyung se ríe amargo. Apunta hacia ella, unas dos o tres veces hasta bajar la mano.

      —¿Debo pedirte un deseo ahora? —susurra borracho. Cierra los ojos, entregando cualquier cosa que se le ocurre—. Deseo... ¿Sabes qué deseo?

     La luna no le responde. De todas maneras, TaeHyung mira al suelo con rabia y regresa los ojos hasta ella.

      —Deseo ser un omega en mi próxima vida. —Aplaude dos, tres, cuatro veces hasta abrir nuevamente los ojos—. Un omega, ¿ok?

     El borracho, solo se recuesta en el pasto. Pasan unos segundos hasta que alza la vista otra vez, y le apunta con enojo al satélite:

      —Pero como eres una estúpida, déjame dejarte algo en claro, Luna. —Se pone de pie, con muchas dificultades, sacude su pantalón y suspira. La mira con atención, y por primera vez en horas, no parece tan borracho, cierra sus ojos—. Deseo ser un omega en mi próxima vida, pero no cualquier omega. Quiero ser su omega, quiero cargar a sus hijos, ser feliz y vivir juntos. Quiero una gran casa, donde sirvan el filete bien cocido, y que huela a verduras, quiero oler a verduras.

     Aplaude.

     —A cambio, te ofrezco mi amor por él en esta vida. —La mira, deseoso, y termina por llorar un poco—. No te vuelvas a equivocar, Luna. Quiero ser el omega de Jeon JungKook, ¿está bien?

     Y sin más, se sienta en el pasto a ver la luna.

[...]

—¿Qué le ofreciste a la Luna aquella vez, JungKook?

—¿Cuándo pedí el deseo?

—Sí.

Él sonrió.

—Lo más preciado de mi vida —susurró verano a su oído—. Mi amor por ti.