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Capítulo 1

Los sueños no son más que un cúmulo de "ojalás", pero el ojalá es tan incierto como probable. El ojalá es un deseo, y los deseos no siempre se cumplen.

     TaeHyung no recuerda exactamente cuándo conoció a JungKook. Lo único que tiene en la cabeza es que eran realmente no tan pequeños. Tenían la edad suficiente para saber la existencia del otro, y apreciarla. TaeHyung recuerda especialmente el día donde JungKook llegó en la camioneta de su padre y bajó con los ojos en el suelo. Llevaba un traje bonito, ostentoso, al igual que sus zapatos negros lustrados y el cabello repleto de gel. Era como un pequeño catrín, una máquina, un robot. Eso fue llamativo a los ojos de un pequeño que parecía tener solo un poco más de libertad. TaeHyung solía creer que él no era como los demás niños a su alrededor, era cierto de alguna manera, su madre los dejaba a su hermano y a él ser "niños". Pero eso tenía un precio. Si te dejaban ser un niño cuando eras niño, entonces al ser un adulto, deberías de enfrentar las cosas como, desde su punto de vista, lo debería hacer un adulto.

     El caso es que JungKook cuando era niño ya dejaba ver sus patrones de comportamiento. Era un robot. Un niño sometido ante las ideas de su padre, el altanero Jeon JungKook, pero el tímido a la vez. Engreído, duro y firme, pero también tenía este lado extrañamente amable.

     TaeHyung recuerda eso en el momento en el que todos los presentes se encuentran concentrados en el sabor de la sopa. No sabe el por qué la situación se encuentra tan incomoda. De hecho, lleva unas dos horas desde que todos comenzaron a llegar que eso le genera un gran problema.

     —No entiendo por qué hay tanta gente, mamá. —Susurra a la oreja de su madre, que se encuentra a su lado. Aunque ella lo mira con un poco de sigilo, y no le presta demasiada atención.

     —¿Por qué no esperas un rato? A la hora del baile todo se aclarará.

     —Bueno, bueno.

     TaeHyung prefiere no prestarle atención a la sopa, así que deja la cuchara sobre el plato y se echa hacia atrás en la silla. Adelante suyo, al otro lado de la mesa y a un costado, se encuentra JungKook. Como siempre, sus ojos están puestos en la sopa verde, lo que confunde un poco a TaeHyung porque de verdad que no hay mucho que ver en la sopa. Unos segundos después, la rosa escandalosa de la señora Jeon exalta al alfa de cabello castaño oscuro, que deja caer la cuchara en el platón. JungKook lleva los ojos a todos lados, hasta que halla la mirada de TaeHyung sobre él.

     El otro alfa le sonríe gracioso, a lo que JungKook le devuelve la risa; pero en ese rostro que TaeHyung tanto suele ver, hay un poco de extrañeza en esa sonrisa que Jeon dibuja. No es de las de siempre, al contrario: sus labios no se estiran lo suficiente para dejar ver sus dientes, ni sus ojos se achican, ni reflejan ni un brillo aunque la mesa está repleta de veladoras, no hay nada en ella que demuestre que realmente le ha causado gracia el momento. JungKook solamente alza la comisura de sus labios ligeramente, muerde su labio y sus orbes pestañean sin cuidado.

      En el momento que TaeHyung se inclina para poder preguntarle algo en un tono bajo, y JungKook hace lo mismo para escucharlo, llega el plato fuerte, lo que los hace retroceder. Y aunque después de esto, TaeHyung quiere intentar acercarse nuevamente al alfa, sucede que la persona al lado de JungKook lo distrae.

     Tae escucha a su hermano mayor decirle a JungKook:

     —Creo que será mientras dan el postre.

     —¿No va a ser el baile primero? —responde JungKook.

     —No sabía de eso.

     —Ahí está la orquesta.

     Y ducho eso, Jimin se regresa hasta su lugar a entablar conversaciones con otras personas sentadas. TaeHyung, atónito, atrae los ojos de JungKook, cuestionando con la mirada lo sucedido. JungKook se alza de hombros, y da la primer mordida a la carne. TaeHyung le sigue el juego de comer, y al parecer toda la mesa no tiene ni una sola duda acerca del trozo de carne que les han puesto enfrente, ni siquiera cuando el color de la salsa es tan artificial como el de una fritura que pica. TaeHyung se queda un poco extrañado ante la facilidad con la que todos regresaron a su zona de confort en el mismo instante que quitaron la interesante sopa de espinacas, reemplazándola con el trozo de carbohidratos.

     El alfa, muy poco atraído por lo que se sirve, solamente se come los dos trozos de brócoli que le han dado y las zanahorias, junto con la orilla más cocida del corte y se echa hacia atrás.

     —¿Qué crees que den de postre?

     JungKook alza la vista hacia él, mascando comida, lleva los ojos a su oalto y continúa cortando.

     —¿Ya terminaste?

     —No. —TaeHyung niega unas cuantas veces, provocando que su cabello oscuro se remueva—. Pero lo demás no me gusta.

     —Creo que van a dar tarta estilo carlota.

     —¿Cómo sabes?

     —Lo dice en el menú. —Apunta con sus cubiertos

      Como todos están metidos en sus problemas, en la plutocracia, poco interesa si los dos jóvenes alfas están conversando, y sobre algo tan trivial como la cena. No hay preocupación acerca de eso, a TaeHyung le importa poco si alguien escucha que la carne está asquerosamente cruda.

     —¿Crees que se tarden mucho?

     —No sé. —Kook echa un vistazo hacia todos lados—. Acerca tu plato.

     De inmediato, TaeHyung alza ligeramente su plato por encima de los arreglos de la mesa, hasta Kook. El otro, con cuidado, traspasa tres trozos de brócoli y su pedazo de carne al otro cristal, para por último, tomar el de TaeHyung y colocarlo en el propio.

     —Gracias. —Satisfecho, TaeHyung sonríe, ahora sí comiendo la carne que está en su punto. Si esa le hubiera tocado desde el inicio, no habría ningún problema.

     —No debes ser tan delicado para la comida.

     —Esa vaca casi hace mu. No me la iba a comer. —TaeHyung lleva un trozo de carne a su boca—. Es como si Jimin hubiese organizado esta cena, todo lo come crudo.

     —¿Y qué vas a hacer cuando no te dé yo mi comida?

     —Eso no sería posible.

     —¿No? ¿Y si no hay suficiente comida para mi plato y me quedo sin uno?

     TaeHyung arruga el ceño, baja sus cubiertos y se inclina directamente hasta JungKook. —¿Por qué no habría suficiente comida en nuestra casa?

     JungKook lleva sus ojos desde la mesa hasta TaeHyung, pestañea unas veces, con los ojos abiertos como cuando ves en la calle algo que te sorprende, y después te das cuenta de la desgracia que realmente es. Abre los labios ligeramente, expulsa aire en un intento fallido de poder responder algo a eso, lame sus labios y se hunde en nervios, pero al no encontrar nada que responder, regresa los ojos a su comida y deja los cubiertos a los lados.

     —TaeHyung. —Al llamarlo, la música hace que el alfa se ponga de pie, le agite la mano para que se apresure a llegar a la sala.

     JungKook se pone de pie, tirando la servilleta sobre la mesa. Observa estratégicamente el lugar, intenta evadir los cinco puntos de error en los que podría caer, y que le impedirían por completo lograr el cometido de la noche. Así, encuentra la forma de escapar. Busca a TaeHyung por la orda de personas que no conoce, y lo encuentra en una esquina junto con una maceta, mirando a los músicos subir con sus instrumentos al pequeño espacio que les es destinado.

     Desde su lugar, TaeHyung ve al otro alfa acercarse. En él hay algo extraño, pero ya no sabe qué podría ser. Por un segundo, TaeHyung lleva la mano a su muñeca, donde el traje negro, junto con la camisa cubren a la perfección la marca permanente que se halla ahí. En un instinto desesperado que nace de la nada, el chico alza la manga negra, y acerca la yema de sus dedos al botón para poder deshacerse de él. No obstante, un segundo antes de lograrlo, JungKook llega hasta él y sostiene su mano con fuerza.

     —¡Ah! ¡Me asustas!

     —TaeHyung, oye, tengo que...

     —¿Por qué tan pálido? —Le suelta una palmada en el hombro. Justo después de la pregunta, empieza a sonar la primera pieza, logrando llamar a los presentes—. ¿Por qué hay tanta gente aquí?

     —Oye, TaeHyung, hay algo que e-

     —Vinieron hasta los abuelos. —TaeHyung alza la mandíbula en dirección a la alfa y al omega que saludan a su hermano con vividez.

      En ese instante, JungKook sí lleva los ojos hasta los abuelos de TaeHyung. Recuerda que él le contó que eran pocas las veces en las que esos señores llegaban a verlos, así que hasta para JungKook es extraño verlos ahí. Debido a eso, también nota la presencia de otras personas. Hay, más que otros, muchas personas importantes para las empresas. Están los ejecutivos, inversores y accionistas, algunos cuando trabajadores. No quisiera confirmarlo de una sola vez, pero parece ser que vio a un periodista por ahí.

     Eso le recuerda a JungKook que debería...

     —TaeHyung, ¿recuerdas cuando fuiste a mi casa?

      El alfa le mira con gracia. —Ah, o sea hablas de esa única vez cuando fui a tu...

      —No. —Niega JungKook con prisa—. Hablo de la vez en la que subimos a la azotea.

      —Hmm... —Sigue dudando.

     —Cuando tenía dieciocho años.

     —¡Ah! Sí... Debiste comenzar por ahí. Pero, ¿qué con eso?

     —¿Recuerdas que estábamos hablando sobre lo que queríamos ser cuando creciéramos? La impaciencia de JungKook provoca en TaeHyung que le preste más atención en vez de estar concentrado en las cinco piezas que van a tocar los de la mini orquesta.

     —Lo recuerdo.

     —¿Y recuerdas que fue lo que te dije?

     TaeHyung no entiende esa insistencia, pero por fin se voltea a ver directamente al pálido JungKook. Puede sentir algo de su calor corporal, y un poco de su esencia a verduras frescas (un extraño olor para un alfa tan intimidante). Eso lo distrae, pero termina por hacer memoria.

     —Dijiste que querías ser feliz, tener una familia, aprender a cocinar, también... —Al recordar algo vergonzoso, TaeHyung se detiene. Sus ojos van al techo, dibuja una mueca de desagrado y después regresa los orbes a JungKook—. ¿Pero por qué quieres saber eso ahora?

      —¿Lo recuerdas o no?

     —Oye, estamos en una situación aquí. —Tae siempre ha sido la clase de alfa alegre que evade lo que más le da pena, aunque sea un tonto cursi. Es la clase de alfa que da todo de sí mismo, pero lo hace con el perfil bajo. Dice tonterías pero no puede repetirlas—. Ya van por la cuarta canción y apenas he escuchado un poco.

     —Entonces sí lo recuerdas, ¿verdad?

     —Eh, hehehe —ríe—. ¿Lo tengo que repetir?

      —¿Qué te dije?

      El alfa suspira. Está tomándose su tiempo para osar repetir las babosadas de JungKook. De por sí era extraño escucharlo hablar cuando eran así de pequeños, pero tuvo esa valentía de decir una estupidez como esa. Claro, que se note que esta clase de expresiones son el intento de TaeHyung para evadir el sentimiento en su corazón y no tener el impulso de sonreír en grande mientras salta alrededor de JungKook.

      —Dijiste que —TaeHyung escucha el inicio de la quinta pieza. Algo molesto, continúa—... que querías estar juntos para siempre, que los dos debíamos permanecer al lado del otro hasta que el mundo dejase de girar.

      —Lo dije, ¿no?

     —Oh, sí. Lo dijiste. Te haces el que no sabe pero yo siempre he sabido que eres algo extraño, JungKook.

     —No ha cambiado eso, TaeHyung.

     —¿Ah?

     —Es válido. —JungKook toca solo ligeramente el hombro de TaeHyung. El alfa lleva la vista hasta la acción, y la regresa al rostro de Kook—. Lo de estar al lado del otro.

     —¿Qué tienes? ¿Te amenazó SeokJin otra vez?

     —Sigue en pie. —Muestra su muñeca, ya desnuda. Después, lleva la mano hasta la muñeca de TaeHyung para levantar el saco y la camisa.

      —¡JungKook! —gritan desde unos metros. La pieza de los músicos ha terminado. TaeHyung lleva los ojos hasta atrás, donde la señora Jeon se acerca para llevarse a su hijo.

      El alfa de cabello oscuro baja oculta nuevamente la muñeca, y da la media vuelta, siguiendo la orden que su madre ha ejecutado de forma sigilosa e invisible. TaeHyung entrecierra sus ojos, ladea con ligerez la cabeza, pero se ve interrumpido por la voz de su madre en los altavoces. La observa regodearse arriba en la pequeña tarima, y se apena un poco por la bebida en su mano; en la cual, nada una aceituna.

     —Bueno, pensábamos llegar al postre pero estamos tan impacientes por dar el anuncio hoy.

     TaeHyung camina un poco hacia donde se reúnen los invitados, aunque se mantiene cercano a la palmera. Divisa a su hermano mayor colocarse a unos metros de su padre, y al costado, se encuentra la señora Jeon, el señor Jeon y JungKook se pie. Tae vuelve a ver a su madre.

     —Las dos empresas que hoy nos encontramos aquí, estamos muy felices de anunciar esto.

      A veces TaeHyung se harta de su madre. Le da demasiada vuelta a las cosas. Pero sus palabras hacen comprender a Tae el por qué de tanta gente. Claro. Suponiendo qué se trata de algún nuevo acuerdo, es normal que hayan tantas personas en el lugar, de seguro son de las dos empresas.

     Algo tranquilo, Kim TaeHyung se recarga sobre el merco de una pared y cruza los brazos. Disfruta ver a su madre moviéndose de lado a lado sobre la tarima, provocar varias veces su el micrófono funciona bien y pidiendo de favor que abran bien los ojos y se destapen los oídos. En medio de unas pequeñas risas, TaeHyung suspira cuando, parece ser, su mamá suelta una gran sonrisa que provoca en todos un murmullo.

      La señora omega Kim alza una copa. —¡Brindemos! ¡Habrá una boda!

      TaeHyung abre los ojos sorprendido, una risa se dibuja en su rostro. De inmediato busca a JungKook entre la multitud, y lo encuentra. Muy al contrario de lo que esperaba hallar, su expresión es baja y seria. Toma tres segundos para que él le dirija la mirada a TaeHyung, quien le pregunta con los ojos lo que sucede.

      Entonces, la madre de TaeHyung exclama:

      —¡Mi hijo se casará con Jeon JungKook!

      Solo así, la expresión de TaeHyung se desvanece hasta llegar a la tristeza.

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