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capítulo tres

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Había pasado poco más de un mes de aquella manera, sólo iba y regresaba, había dejado de pagar el teléfono y el cable, pues ahora no le interesaba nada de ello, sólo quería llegar y dormir, levantarse y tomar café, ducharse y vestirse, salir a estudiar para luego al salir de la universidade ir a trabajar, llegar y dormir... no sentía que vivía sino que sobrevivía, cosa que poco a poco agotaba la llama de sus ojos y el color de sus mejillas. Se sentía fracasado, si le hubieran puesto una pistola frente a la cara seguramente —como el tonto enamorado que era— se habría disparado, sólo por extrañarlo tanto y sentirse abandonado... aunque ahora no tenía ganas de nada, recordó haber leído... no estaba seguro si en algún libro o en algún estado de facebook que el amor era tan poderoso que llegaba a drenar a aquel que le hiciera falta después de haberlo abrazado cálidamente... y él sentía eso, sentía la ausencia que quemaba su piel.

Su hermano menor, inútilmente, trataba de hacerlo sentir mejor, intentaba sacar una sonrisa sincera de sus labios...

— Al menos ahora tienes una cama para ti solo ¿Eh? —Bromeó el menor.

— No sé para qué me hablas si sólo lo voy a recordar. —Suspiró estando a punto de presionar el círculo rojo para terminar la plática.

— ¡Espera! —Gritó— ¿Aún no lo has intentado con el otro chico?

— ¿Qué? —JiMin frunció el ceño.

— Vamos, no puedes mantenerte encerrado... —escuchó un suspiro— tienes, al menos, que conocerlo. Tienes que seguir.

— No quiero conocerlo.

— JiMin... piénsalo... quizás YoonGi tenía razón.

— No. —Bufó— YoonGi es un estúpido egoísta al que no le importaron mis sentimientos... ni siquiera pensó en nuestro tiempo juntos, se dejó llevar por lo que los demás dirán. Estúpido y egoísta. Simple.

— JiMin... —escuchó la voz calmada— si... si él hubiera encontrado a su ideal... ¿no habrías hecho lo mismo? Piensa en el miedo que tuvo...

— ¡Da igual! ¡Simplemente se marchó sin siquiera consultármelo! —Enfureció.

— Sólo... sólo pienso que quizás YoonGi esté igual de mal que tú... —se escuchó un largo "mmh" como si estuviera pensando en sus siguientes palabras para soltarlas con tacto— así... así que pienso que... quizá... deberías intentarlo... al final él lo hizo para conseguir tu felicidad ¿No?

— Mira... —suspiró— no sabes qué estoy pasando... ¿Sí? Hablamos después, tengo que estudiar y esas cosas.

Colgó sin siquiera escuchar respuesta alguna de su hermano, caminó hasta el sillón y se tumbó en este, lentamente sus pies descalzos se levantaron del suelo refugiándose en el mullido inmueble, sintiendo la tela suave y gastada del mismo, sus manos se apresaron en su pecho, comenzó a curvar su espalda con lentitud mientras cerraba sus ojos y suspiraba, miró la velita morada que yacía en el centro de la mesa donde antes habían panecillos y ahora sólo hojas rotas y algunas colillas de cigarrillos, esa misma velita no había sido prendida desde la última vez que pasaron la noche juntos en la sala... sintió un nudo en su garganta, tan fuerte y grueso que parecía signo de una enfermedad. Cerró sus ojos pasando saliva sin pensarlo y se acurrucó, deseando que el mayor llegara... aunque ya tenía bastante tiempo de su partida, siempre esperaba verlo en la cocina diciendo que había sido un idiota... regalándole las galletas de gengibre que tanto amaba, abrazándolo mientras trataba de calmar el dolor de su corazón por la ausencia, luego acomodarían su ropa juntos para seguir adelante.

Esperaba inútilmente que llegase en medio de la noche con una película que había rentado en uno de esos lugares que ya casi nadie visita, de esos lugares que tanto iban con su personalidad... entrando a su habitación regañándolo por no dormir acobijado... por eso, siempre, siempre, dormía sin cobija alguna, pensaba que si despertaba acobijado sabría que al menos él estuvo allí, pero siempre despertaba con frío, con demasiado frío.

Pidió que lo cambiaran de puesto importándole poco si recibía menos, pues al final ya no tendría que ahorrar para el regalo de YoonGi, ya no tendría que esperar mirando esperanzado el frasco con billetes que guardaba entre su ropa hasta que se juntara lo suficiente para aquella prenda que quería comprar... ya no tendría que pensar en un departamento grande, pues incluso el que poseía se sentía enorme, muy grande para él y sus pocas cosas, enorme y vacío para él y sus sentimientos. Se sentía agónico.

— Estás enfermo... —habló una voz detrás de él y sólo suspiró acomodando las cajas que llegaban.

— Estoy bien.

— No lo estás.

— NamJoon, por favor, estoy cansado...

Sintió un abrazo por la espalda y se paralizó, sus ojos divagaron entre el montón de cartón café claro que adornaba la triste y opaca mini-bodega mientras trataba de analizar qué estaba sucediendo y por qué.

— No sé por qué estás así... —susurró el más alto en su cuello— pero me duele demasiado verte cada vez más opaco... —habló serio— deja... deja que cuide de ti, JiMin.

El más pequeño sintió el agarre sobre su cintura, la voz en su cuello, escuchó la preocupación de alguien más sobre su persona, y sin evitarlo, sin siquiera pensarlo, las lágrimas comenzaron a inundar sus mejillas, comenzó a hipar de manera quieta haciendo que los brazos del moreno se sacudieran milímetros, cosa imperceptible para cualquiera que por casualidad los mirase, pero sintiéndolo tan fuerte que él lo sabía; JiMin estaba roto.

— Vamos... no llores. —giró lentamente el cuerpo más pequeño para acunarlo en un abrazo protector.

JiMin extraño demasiado esos abrazos, pero no de él, sino de alguien cuya estatura era similar a la suya, cuya piel era nívea y cuyos ojos eran agresivos, mierda... lo extrañaba tanto. Sin embargo poco pudo hacer cuando aquella ráfaga de sentimientos inundó su corazón, se sentía débil, tonto por esperarle, iluso por seguirlo queriendo. Se aferró a la espalda del moreno apresando su camisa blanca como si su vida dependiera de ello, como si temiera que en dicho abrazo el último recuerdo de YoonGi se fuera. Sollozó tanto y tan fuerte que TaeHyung —que iba a supervisar—simplemente miró a NamJoon dándole un asentimiento para que se retirara con él, afirmando que ya vería de qué forma cubriría a ambos.

— Vamos a mi casa...—susurró alejándose del abrazo, limpiando las lágrimas de JiMin.

— No puedo... 

— ¿Por qué no? Vamos... diré que te enfermaste y te cuide.—NamJoon despejó con lentitud el cabello de JiMin, atorándolo inútilmente detrás de su oreja pues era tan corto que volvió a su posición. 

— No puedo...—JiMin cerró sus ojos, no quería aceptar nada de NamJoon, ir con él sería como engañar a YoonGi. 

— ¿Por favor?—NamJoon presionó suavemente las mejillas de JiMin.

— Pero...

— No quiero dejarte solo...—sonrió con debilidad. 

JiMin suspiró... bueno, él tampoco quería estar solo. 

•◦✿─✿◦• 

Caminaron hasta la casa de NamJoon, lugar donde siguió con las agonizantes lágrimas y los apagados sollozos, una vez dentro simplemente se sentó en el sillón limpiando con el dorso de su mano el resto de lágrimas que inundaban su rostro, estando en la calma de un hogar cálido sintió sus ojos pesados y comenzó a dormitar pues hacía bastante tiempo que no podía conciliar el sueño... además... los brazos que se encontraban rodeándolo se sentían bien, cálidos, suaves... se sentía querido después de tanto tiempo. Suspiró y quedó dormido en cuestión de minutos. No despertó en medio de su sueño creyendo haber escuchado un ruido, no tenía sus sentidos alerta, estaba tan dormido que simplemente apagó todas sus extremidades, sólo se dedicó a descansar como hace tiempo que su corazón no dormitaba.

•◦✿─✿◦• 

Despertó tranquilamente pero con una pequeña y casi desapercibida incomodidad, pues un rayo de sol vespertino estaba golpeando sus pestañas colándose hasta sus ojos. Frunció el ceño y negó mientras se removía en el sillón incómodo ocultando su rostro sintiendo el cojín esponjoso de estambre, fue allí que reaccionó pues él no poseía ningún cojín de ese material. Se levantó tan rápido que la cabeza le punzó por el llanto que soltó en la mañana, sus ojos seguían sintiéndose hinchados y sus mejillas parecían sentirse tiesas de todas las lágrimas que le recorrieron.

— Buenos días. —Escuchó la voz de NamJoon.

Frente a él apareció el moreno con la camisa desfajada y el primer botón suelto, su cabello parecía estar un poco desaliñado aunque iba natural con el toque relajado de su sonrisa y sus naturales hoyuelos, bajó la mirada apreciando entre sus manos una taza café oscuro con bordes negros del cual se emitía vapor de un líquido caliente, que por el aroma, pudo percibir que se trataba de chocolate. La imagen causó una melancolía en su corazón pero sonrió agradecido.

— Gracias... —rascó su nuca— por... uh... traerme... y... no dejarme solo.

— No hay de qué... —se acercó y colocó entre sus manos la taza— espero que estés mejor...

—Lo estoy. —Agradeció con una sonrisa probando el líquido espeso y cálido, cerrando los ojos al saborear, después de tanto tiempo, algo casero.

— Y espero... —se sentó a su lado— que estés dispuesto a hablar conmigo.

JiMin se tensó, tragó el líquido con pesadez haciendo que su garganta se quemara un poco, acto que le provocó cerrar un ojo ante la incomodidad dejando al mismo tiempo la taza en la pequeña mesa del centro. Suspiró y cubrió con sus manos su rostro paseando sus dedos entre sus párpados ordenándose, por un mínimo segundo, no volver a llorar. Inhaló el pesado aire del ambiente y quitó con lentitud las manos de su vista, dirigiéndola hacia NamJoon.

— Perdón. —Habló.

— No, no... —NamJoon sonrió acomodándose en el sillón— está bien si no me quieres decir.

— No es eso. —Replicó.

— ¿Entonces?

— Es que... —bajó la mirada hacia el suelo topándose con el piso de madera, delineando con sus ojos cada una de las líneas de diferentes tonalidades de café que adornaban el mismo— es que... tuve pareja antes.

Escuchó una risa nasal, tan tenue que pudo pasar desapercibido por un suspiro.

— Eso no importa, todos hemos pasado por ello, ya sabes, experimentar... —alzó los hombros restándole importancia.

— No, no me entiendes. —Levantó la mirada— yo no tuve a alguien con quién experimentar... —movió sus manos, incómodo, sobre su regazo— yo... yo tuve una pareja... duré con él... dos años. —Se sinceró.

— ¿Dos años? —NamJoon se sorprendió.

— Y... y... perdona mi sinceridad, pero, esperaba que nunca aparecieras... —sonrió negando ante su crueldad— porque... mi vida con él era...

— Espera... ¿Por qué se separaron? —Lo interrumpió.

— Él... —miró su muñeca—él supo que encontré... a la persona... uh...

— Él supo que nos encontramos. —Asintió.

— Sí.

— ¿Sólo por eso te dejó? —Inquirió.

JiMin parecía un poco incómodo pero de cualquier manera respondió.

— Sí.

—¿Te dijo algo?

— Sólo se marchó.—Murmuró con amargura. 

— ¿En serio?

— Él... soltó toda una estupidez sobre... los ideales... y ya sabes.  

— Así que fue por eso... mhh, diría que es un tonto... —se acercó a abrazarlo— pero quizá tiene razón.

JiMin frunció el ceño y lo alejó.

— ¡¿Por qué todo el mundo dice eso?!

— Porque... —tomó su mano admirando la florecita en su muñeca que pintaba de color natural su piel— porque estamos destinados, lo estamos... sabes que... las parejas que son destinadas jamás se abandonan... eso es debido a--....

— Sí, sí, yo también creía eso... pero NamJoon él era mi pareja, no necesitábamos una marca porque lo nuestro era tan real y no creo que pueda volver a intentarlo con alguien más, no funcionaría. 

— No puedes asegurarlo... —NamJoon pasó de tomar su mano a acariciar su mejilla.

— ¿Qué?

— Sólo digo... que deberías intentarlo... —acarició con su pulgar su mejilla hasta tocar el borde de sus ojos, los cuales estaban amenazando con derramar lágrimas.

— No quiero... —negó cerrando los ojos— el último recuerdo que tengo de él... se irá.

NamJoon negó y sonrió acercándose un poco más para que el contacto fuese más fácil.

— No quiero reemplazarlo... él tendrá su lugar en tu corazón... —sonrió nuevamente— sólo quiero que te permitas escribir algo nuevo.

JiMin lo miró a los ojos, en aquellas orbes cafés, oscuras, había madurez, comprensión y un toque de dulzura... suspiró, era totalmente distinto a YoonGi, pues aunque él fuera maduro, siempre tenía ese lado infantil que explotaba en forma de desvergonzados berrinches, también tenía aquellos instantes en los que su egoísmo llegaba a tal extremo que no lograba comprenderlo... justo como ese día que ls dejó. Y aunque NamJoon fuese más cálido... no se sentía como cuando el pálido lo tocaba, ni siquiera el sentimiento en su pecho, al percibir una mirada —posiblemente enamorada o atraída— era el mismo... bajó la mirada un poco haciendo que sus manos arrugaran la tela de su pantalón, suspiró sabiendo que no podía seguir viviendo en el pasado, sus calificaciones habían empeorado, su rendimiento en el trabajo también, su alimentación se transformó en una a base de galletas y soda, su sueño se limitaba a una especie de guardia nocturna esperando el regreso que, sabía de antemano, jamás sucedería, su reproductor de música dejó de tocar las melodías armoniosas en la mañana, sus libros dejaron de abrirse para soltar palabras con emoción hacia él para, únicamente, abrir las páginas que eran necesarias para cumplir algunos deberes escolares —los suficientes para no reprobar pero no los necesarios para tener el desempeño de tiempos anteriores—. El café había parado de olerse por todo el departamento, colándose en la ropa y cobijas, pues el único olor perceptible durante algunas noches —sobre todo los viernes— eran los cigarrillos... y aunque aún estaban las velitas que tanta añoranza le causaban, ya no iluminaban las noches, mismas que se hacían eternas, ni siquiera resaltaban entre las tardes que podrían quemarle cuando el sol se colaba por las cortinas que, procuraba, siempre estuvieran cerradas. Odiaba su vida actual.

Quizás NamJoon si lo ayudaría a cambiar su rutina que era como una soga que partía su cuello —y corazón—.

  •◦✿─✿◦•  

Se citaron en la cafetería, con total felicidad pues el menor había aprobado sus exámenes y con ello también había alcanzado unas merecidas vacaciones temprano... guardó los libros en su mochila, la colgó en su hombro y comenzó a caminar hacia el local que tanto le recordaba a buenos tiempos, no, ya no estaba el pálido entre ellos, sólo estaba NamJoon, pues él no conocía muchos lugares, pero fue gracias al moreno que no reescribió memorias, sino creó unas nuevas, pintó sobre aquellas páginas de su vida que tenía olvidadas, aprendió a expandirse un poco más sobre el limitante, que pensaba, seguía en su corazón a causa de la fallida relación.

— Supuse que te gustaría esto. —NamJoon le entregó un tomo después de haber bebido un café frío y haber degustado una crepa; salada para él, dulce para JiMin.

— ¡Oh! —JiMin comenzó a reír mientras cubría su rostro sonrojado con sus pequeñas manos. —Ah, no sé cómo te enteras de estas cosas.

— Intuición. —Responde el moreno levantando los hombros admirando con una sonrisa que es poco perceptible, pues las comisuras de sus labios apenas se curvan. —Se ve que eres una persona a la que le gusta Murakami.

— Ah, no sé cómo tomar ello pero me sentiré orgulloso. —Carcajeó el menor mientras quitaba el delgado plástico para tomar el libro entre sus manos.

—  ¿Y qué vas a hacer este fin de semana? —Cuestionó NamJoon a la par que tomaba entre sus dedos la pequeña taza de porcelana mirándola admirando el contraste entre el café y lo pálido del material.

— Umh... sinceramente no lo sé, ¿Sabes? Escuché de una exposición sobre el arte griego. —Suspiró con una sonrisa avergonzada—. No sé nada, absolutamente nada... —lo miró emocionado— ¡Pero...! ¡Quiero ir!

— ¡Qué casualidad! —NamJoon soltó una risa—. Soy un experto en arte griego.

— No te creo.

— No me creas.

— ¡¿Es en serio?!

— No... pero de serlo... ¿Eso me hace interesante? —Habló sonriente y descarado utilizando las palmas de sus manos para recargar su rostro al momento que sus codos se posaban encima de la mesa.

— ¡Eish! —Suspiró JiMin— ¡Eso es trampa!

— Vamos... —replicó el moreno admirando la sonrisa tímida en el contrario—. Te invito.

— ¡Pero si yo te dije del evento! —Soltó una risa— ¿No sería más bien como si yo te invitara?

—Entonces... ¿Me estás invitando? —NamJoon abrió los ojos fingiendo sorpresa— ¡Park! ¡Recién estamos conociéndonos y ya tienes el descaro de invitarme! —Llevó una mano a su pecho y apretó la tela del mismo—. Los tiempos cambian.

JiMin sólo atinó a sonreír mientras negaba.

El resto de la tarde transcurrió de manera similar, ambos soltando risas mientras daban una simple caminata hasta el tranvía, lugar donde JiMin abordaría para llegar a casa, admirando el panorama amarillento y naranjo, como si el día se marchitase, como si las personas diurnas perdieran la vida mientras las que tienen sangre y espíritus nocturnos estuvieran recién haciéndose un café para la larga trasnoche que les aguarda. Con los auriculares colocados, con la música inundando el ruido externo, miró los techos de las casas de manera fugaz, pues la velocidad del mismo tranvía le impedía admirar del todo las fachadas. Cuando llegó simplemente bajó extrañando los asientos incómodos pero con buena vista, acomodó su mochila y su sudadera gris pálido antes de seguir su camino, tres cuadras sería todo lo que tendría que recoger. Triste o afortunadamente, su casa sería irreconocible ahora; escaseaban los cactus y abundaban las pequeñas figuras que NamJoon compraba de vez en vez, figuras que ni él mismo sabría que le gustarían, los libros estaban acomodados y el sillón ordenado al igual que el escritorio donde aún seguía sintiendo el picor por la ausencia de aquella laptop que sonaba toda la tarde, cuyo espacio era ocupado por una bocina grande que simplemente se limitaba a reproducir las mismas cuatro canciones por la mañana. La cafetera había regresado a la cocina al igual que las tazas —aunque ahora sólo ocupaba dos—, las velitas habían sido removidas de la mesa dejándola libre de cualquier cosa que antes pudiera estar ocupándole... con sus manos y un cuchillo sin demasiado filo, había removido los rastros de cera que habían caído sobre la misma madera encerada... una marca oscura quedó impregnada en la mesa —haciendo juego con su corazón— sin embargo la había cubierto con un mantel blanco, impidiendo que cualquiera admirase el daño al inmueble —irónicamente... igual que su corazón—.

Calentó un poco de comida; arroz y un par de vegetales —quizás pondría algún huevo hervido... todo dependía de sus ganas de cocinar. Calentó agua y la sirvió soltándola directamente sobre la pequeña bolsa que contenía diferentes hierbas. Sin tener paciencia para esperar a que el huevo hervido estuviese listo, simplemente se encaminó con ello a la sala, donde colocó su tablet contra un libro para sostenerla y colocar cualquier vídeo —o quizás una película—. Terminó la cena y lavó los trastes, llamó a su madre, pues tenía una semana sin hacerlo, se duchó, acomodó su ropa y se aucrrucó entre sus cobijas para dormir...

Su familia estaba feliz, sus amigos estaban felices, NamJoon estaba feliz... todos admiraban el progreso de JiMin, el color en sus mejillas, las sonrisas que pintaban todo su ser, sus ganas y motivación para seguir adelante, pues aunque no habían tenido noticias de YoonGi sabían que JiMin, probablemente, ya estaba pasando por aquella penosa y triste etapa. Todos estaban felices...

Menos JiMin.

Aquella rutina le estaba agobiando, consumía sus ganas de seguir adelante... sonreía porque pensaba que sólo así la agonía pasaría, hablaba y reía porque sólo así callaba el recuerdo del mayor, dormía y comía porque sólo de aquella manera podía mantener su mente y cuerpos ocupados... él no quería hacer otra cosa más que deshacerse del recuerdo de YoonGi, y mentir sería el primer paso, mentir una y otra, y otra, y otra vez... hasta que él mismo lo crea.

  •◦✿─✿◦•  

NamJoon había pasado por él directamente a su casa, caminaron para comer algún helado rápido antes de tomar el tranvía que les llevaría al centro para poder ir a pasearse entre monumentos estéticamente correctos. JiMin hablaba animadamente sobre algunas investigaciones rápidas que hizo la noche anterior respecto a algunas figuras que se encontrarían en dicho recinto, pues no quería llegar totalmente vacío, quería admirar las figuras con el toque que estas mismas merecían, había, pues, leído que dichas figuras tenían ciertos toques que podrían pintarse de accidentales, pero que, según expertos, eran totalmente a propósito para hacer énfasis en ciertas cosas.

— Leí sobre algunos de los mitos. —Asintió— ¡Es muy interesante! ¡Deberías leer algunos!

—Lo hice... —sonrió—. Supuse que lo harías y no quería quedarme atrás.

JiMin tosió un poco y sonrió avergonzado, pero no el sonrojo que provenía de la sangre de un corazón enamorado, sino el sonrojo que pintaba con aires de vergüenza clásica, estaba avergonzado de haber hecho a NamJoon leer algo que, probablemente, no le interesaría, aunque se sintió aliviado, pues ser el único freak que leía algo antes de ver las obras habría sido triste —quizá más gracioso—. Lamió sus labios y suspiró pensando que probablemente YoonGi no habría leído nada, aunque él le hubiera insistido, probablemente habría soltado un rápido "expón para mí, amo verte apasionado" y con ello se habría ganado un sonrojo... y quizás... un beso. YoonGi y NamJoon eran tan diferentes.

Negó moviendo la cabeza para sacar el recuerdo de YoonGi, estaba saliendo con NamJoon, aunque aún eran amigos estaba saliendo con él, así que se sentía mal en compararlo con el pálido.

— ¿Y qué haremos después? —Preguntó NamJoon jalándolo de nuevo a la realidad.

— Ah, no sé, ¿qué quieres hace--...

— "Así que hoy tenemos a Min YoonGi, autor de la novela 'order made'." —Su corazón se paralizó.

— ¿JiMin?

El mencionado giró la cabeza encontrando a un chico escolar que escuchaba la radio sin importarle mucho quién más estuviera, el aparato estaba entre sus muslos y su vista estaba perdida en la ventana.

— "Ah~ aunque no lo creas, muchos fans nos han mandado multitud de preguntas." —Frunció el ceño sin entender—. "Platica, antes, sobre tu obra, por favor."

JiMin se acomodó un poco en su asiento sin despegar el rostro de la radio.

"Claro..." —sus ojos picaron al escuchar la voz. —"'Order Made' es mi primer obra seria..." —se escuchó una risa, la cual causó el galope rápido de las lágrimas de JiMin hacia sus ojos pero no así el descenso de las mismas— "es raro que lo diga así. Bueno, la historia... uh, quisiera que ustedes mismos la descubrieran, sé que deben haber muchos identificados." —JiMin bajó la mirada y escuchó nuevamente al locutor hablar. —"Imagino que sí, el tema respecto a los ideales y el amor eterno es complejo ¿no? Hay muchos jóvenes y no tan jóvenes que no están del todo de acuerdo con ello." —Cerró los ojos al percibir el típico suspiro de YoonGi. —"Es así." —Y de nuevo el locutor tomó la palabra. —"Me encantaría ahondar en el tema, pero nuestro tiempo es corto ¡Pasemos con las preguntas!" —se escuchó el sonido de la sección de escasos tres segundos.

— JiMin... —NamJoon habló—. Tenemos que bajar.

— E-espera. —JiMin lo tomó la mano y miró nuevamente la radio.

— "<YoonGi, tengo treinta años y encontré a mi ideal a los veinte... sin embargo no creo que seamos la pareja perfecta ¿Por qué siento esto? Amé su libro porque aunque ellos no tuvieran la marca que todo el mundo presume, se amaban... ¿Necesito algo así?>" —Se escuchó un "mmh" proveniente de YoonGi—. "Seguramente no has buscado bien... la persona que apareció no es tu ideal, simplemente apareció alguien y con ella una marca, eso es todo. A veces el amor implica un poco más, sacrificio de parte de ambos."  —JiMin sonrió negando ante el cinismo del mayor— "¡Oh! ¡Qué listo, YoonGi! Bien, siguiente. <YoonGi, usted es guapo, pude verlo en una firma de libros... siendo tan atractivo ¿Ha tenido a la persona indicada? Juro que traté de ver si en usted había una marca, pero siempre porta ropa larga.>"

JiMin apretó, sin querer, la mano del moreno sintiendo la tensión recorrer su, ya de por sí, gélido cuerpo.

"Sí..." —Admitió y el corazón de JiMin se deshizo—"sí... sí lo tuve... él era la persona destinada para mí... pero yo no era la persona indicada para él." —JiMin frunció el ceño y murmuró un "idiota" muy suave—. "Debería decir algo como "si estás escuchando esto..." pero... él siempre estaba con sus audífonos, era un chico muy distraído..." —Soltó los dedos de NamJoon enterrándolos en su pantalón y escuchó al conductor interrumpiéndolo—. "La historia... la historia narra la vida de un par de jóvenes que no tienen pareja y se enamoran, ella estudiaba artes y él odiaba la escuela... ambos se pelearon y se odiaron por haber enamorado al otro, esto... esto es sobre su historia de amor tabú ¿No es así?" —JiMin sintió un escalofrío de añoranza al escuchar el "mmh" en forma de asentimiento—."Entonces... ¿Es tu historia, YoonGi?" —Pasaron unos escasos segundos de silencio—. "No. No lo es..." —JiMin asintió a la nada sabiendo que era verdad, su historia distaba mucho de aquella narrativa. —"Pero... pero es como me hubiera gustado que fuera." —Finalizó acabando no sólo con la entrevista sino también con el corazón del menor, prometiendo que respondería a unas preguntas la siguiente semana.

Bajaron rápido y estaban lejos, ya no estaban cerca ni del centro ni del museo, NamJoon sólo admiró a JiMin sentado en una banqueta, supo que tenía que callar cuando escuchó el nombre "YoonGi", aquel nombre que el menor soltaba a veces como frutos de sus recuerdos y que inmediatamente callaba con tristeza y vergüenza.

— ¿Es él? —Preguntó después de unos minutos así.

JiMin asintió tapándose más el rostro, queriendo cubrirse con sus mantas, no quería recordarlo más, no deseaba guardar el recuerdo de su voz, no anhelaba extrañarlo tanto... no de nuevo.

— ¿Quieres ir a tu casa? —Preguntó NamJoon acariciando su cabello.

JiMin apretó los ojos, no quería ir a aquel lugar después de escucharle.

— No. —Negó con la cabeza también—. Vamos a tu casa.

El regreso fue tortuoso y lento, quieto pero distante de una tranquilidad... tranquilidad que jamás fue perceptible pues antes de entrar a la casa JiMin se estiró un poco para besar con desespero a NamJoon, acarició sin reparo su nuca, sus hombros, su pecho y su entrepierna, todo ello por encima de la ropa, lo jaloneó hasta el interior, pues después de casi un año, quería borrar a YoonGi, quería pensar en él como un recuerdo muy lejano y no una posibilidad que aún estaba en la balanza. Llegaron hasta el sillón y rápidamente comenzó a desvestirse, jadeando, NamJoon no pudo controlarse, quitándose también las prendas, comenzó a besar el cuello, amaba sus jadeos cortos y su respiración alterada, le gustaba demasiado JiMin, le parecía una persona tranquila, apasionada, feliz, pero que en realidad poseía los más complejos sentimientos. Un movimiento ondulatorio sucedió entre ambas caderas que estaban totalmente desnudas, el mayor admiró con morbo ambas caderas, ambos colores de piel que se fundían en una sola con aquellos suaves movimientos que sólo producían más estremecimientos, más placer y necesidad, no hubo penetración, aunque aquello no fue necesario para sentir el orgasmo debilitarle la espina dorsal. En la penumbra del hogar siguió escuchando los jadeos del menor igual que en un principio, levantó su mano para quitar algunos mechones que, intuía, se habían pegado en su frente por la excitación, y al hacerlo sintió la humedad en sus mejillas, humedad que distaba de ser producida por el orgasmo.

JiMin había llorado desde un inicio, sus jadeos no fueron por sentirse amado y apasionado. NamJoon se sintió terrible, pero la vergüenza fue mayor así que sólo le abrazó hasta que los jadeos lastimeros cesaron, indicio de que había caído dormido.

Se levantó para acomodar su ropa y colocar una manta sobre el cuerpo desnudo de JiMin, y al prender las luces le admiró, realmente era un joven encantador, físicamente también lo era, demasiado, tenía un cuerpo torneado sin ser exagerado, amó la forma en la que la sábana abrazó su cuerpo delineando su figura curvilínea. Tomó su mano y la besó deseando que las cosas no fueran tan terribles para el sensible corazón que esperaba, algún día, poder tocar. Dejó su mano y admiró su propia marca, aquellas florecitas blanquecinas que resaltaban en su piel morena, tomó los pequeños dedos del menor y giró su mano para admirar la marca y enmudeció, hasta sus pensamientos callaron.

— No lo estamos haciendo bien, JiMin... —habló besando su frente después de unos instantes, pues la florecita que era colorida en su palma, las ramas sanas y las líneas firmes, estaban siendo opacas en la muñeca del menor, los pétalos habían dejado de mostrarse coloridos para tonarse cafés, casi marrón, como si se estuviera muriendo... NamJoon supo, entonces, que era JiMin el que  realmente se estaba marchitando.

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Si tiene errores, por favor, avísenme.

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